Gombrowicz o la pasión de ser joven. Actualidad del psicoanálisis en la cultura



Algunos destellos

"Edison se olvidó de regular su  desarreglo. Aragón, Borges, Gombrowicz son ingenieros de otra fuerza: vean cómo ponen su grano de arena"
J.-A. Miller

“Adulto- ¿No eres muy joven para realizar esa tarea?
Phineas- Si, si lo soy.”
Serie animada Disney Channel Phineas and Ferb.
 
La ciudad de Córdoba estuvo buena en Agosto. Diferentes intervenciones culturales hicieron mella en el público y tuvieron repercusiones a nivel nacional. La muestra #Sinlímite567 de la artista Dolores Cáceres en el Museo Caraffa inquietó a algunas Redacciones de los grandes medios, especialmente al principal medio cordobés. Sin pretensiones de originalidad, en el centro del clásico museo cordobés, montó un dispositivo donde se instala un vacío. Al violentar cierta rutina del significado este dispositivo despierta el interés del analista: ¿se logrará avivar alguna chispa en los psicoanalistas?


En esta línea, pero con otra lógica y sin ponerse de acuerdo previamente, el Coloquio Gombrowicz o La pasión por ser joven desembarcó en esta misma ciudad el día 13 y 14 de agosto.



A contraluz de la ronda de los helicópteros oficiales que cuidan la seguridad, unas formas inhabituales comenzaron a deslizarse en distintas superficies de nuestra ciudad. Así, como si fuera una peste de película apocalíptica o la mismísima encarnación de la laminilla lacaniana, esa noche, imprimiendo un tono inusitado a una ciudad atenta a los comicios electorales, aparecieron consignas del tipo: Aguante la inmadurez!, Cuculeito o Malaxación, entre otras, todas ellas extraídas de la novela de Witold Gombrowicz, Ferdydurke.



En la Apertura del Coloquio César Mazza largó la partida con unas palabras de Gombrowicz, “¿Por qué no es permitido a cada uno engendrar una novela más sobre el amor o denunciar con el corazón vehementemente torturado alguna injusticia social, transformándose en un Luchador del Pueblo? (…) Ah!, qué satisfacción; sufrir y torturarse, sacrificar y quemarse en el altar, mas siempre en las alturas, dentro de categorías tan sublimadas, tan adultas! Satisfacción para sí mismo y también para los demás: realizar su propia expansión a través de milenarias instituciones culturales (…). Pero yo era –¡ay de mí!- un adolescente y la adolescencia era mí única institución cultural”. Para luego señalar que la acción de los jóvenes en el Programa psicoanálisis en la cultura se traza, precisamente, en la perspectiva de lo citado. Antes que candidaturas eternas, las intervenciones en la cultura, generan condiciones de enunciación.



La presencia de N. Hochman y el intercambio con el escritor A. Oviedo en la primera mesa de disertación ya marcaba un ritmo y un clima: no iban a haber concesiones forzadas ni imposturas jerárquicas. Le siguió una mesa donde jóvenes practicantes del psicoanálisis se metieron en la obra del polaco para encontrar analogías y divergencias con Jaques Lacan. En el cruce entre estos dos discursos, la frescura y el desenfado es una muestra contundente de la elaboración destilada en ese cruce. Ana Cascos Méndez ubicó un título excepcional, “Malaxación en Ferdydurke”. Fue catalogado como uno de los títulos más ferdydurkenaos y por lo tanto más condimentado del humor en el Coloquio. Gabriel Pantoja ubicó que era posible, si algún lector se atrevía hacerlo, leer “El estadio del espejo…” de Jacques Lacan con la obra Ferdydurke en mano. Fernando Tarragó revisitó la propuesta de la lógica colectiva de la Escuela de Lacan con enunciados sobre la juventud. Esa mesa contó con la interlocución de Hochman quien resaltó que nunca se había imaginado tantas situaciones comparables entre el polaco y el francés: ambos se rodearon de jóvenes, ambos no fueron muy bien recibidos por los cánones imperantes, a ambos no se los lee… “¿Qué hacemos con Gombrowicz?” fue la mesa que inicia el segundo día con las intervenciones de Alicia Larramendy y de César Mazza. En la mesa que siguió las intervenciones de Carlos Schilling y Juan Conforte dieron en el clavo con el tono de las jornadas: Cosmos fue leída en clave Gombrowicz. Hasta se llegó a decir que si Ferdydurke aclaraba el estadio del espejo, Cosmos aclaraba el Seminario 3 de Lacan. La intervención del Grupo Las O cerró las jornadas con una impactante puesta en acto de los juegos con la voz y la capacidad de resonancia del cuerpo y la palabra por fuera del sentido. Las O intervienen una obra de Berberian, compuesta para solista, en un juego en el espacio con un coro que replica, contradice, imita, con entradas y salidas de los códigos formales. Toman la cita de Gombrowicz cuanto más nos alejamos de la Forma, más nos sometemos a su poder. Misteriosas contradicciones para jugar con los contrastes entre la formación académica  y las deformaciones en las voces y los cuerpos. El humor, la ironía en dialogo con la partitura configuran una superficie mutante. Entre las partituras, solista y coro se rehace un lugar para una experiencia de “danzada cantada”.



Al final no sabemos a ciencia cierta si a W. Gombrowicz le hubiera gustado un Coloquio en su honor -a pesar de su carácter de anguila, inagarrable, o como lo supo ubicar N. Hochman un escritor que se muerde la cola-. Aunque tenemos la firme convicción de que sí, que le hubiera gustado y que se hubiera puesto “chocho”: el clima y las resonancias del coloquio llegaron a conmover no solo a los presentes, que muy a gusto conversaban alegremente, sino que también esas resonancia se hicieron escuchar en los grandes medios a nivel nacional. El diario Página 12 y La Nación destacaron que el evento Gombrowicz en 1 minuto  -bajo el lema de “Hechemos a Gombrowicz a la calle”-, tuvo como disparador los stencils y grafitis que aparecieron en las calles de Córdoba. La “marea cordobesa” como supo caracterizar el conductor del programa Superficies de placer, Juan Leo López, en su entrevista a Hochman, trajo como invitados a los psicoanalistas Pilar Ordoñez y Cesar Mazza a la puesta en acto del gesto lector.



Desde ya, como toda marea, las olas siguen llegando y expandiéndose a lugares insospechados, entre otras noticias nos llegaron comentarios de Jujuy por Alejandro López y la presencia de Gombrowicz en la revista El prismático. Psicoanálisis y cultura y de Nora Yamagusuku que decidió iniciar una intervención en un Hospital de la ciudad con un recorte de Diario Argentino que dice así: “Hace aproximadamente un año me ocurrió lo siguiente: Entré en el baño de un café de la calle Callao...en las paredes había dibujos e inscripciones. Pero aquel deseo delirante nunca me hubiera atravesado como un aguijón envenenado de no haber palpado por azar un lápiz en mi bolsillo. Un lápiz de color.
Encerrado, aislado, con la seguridad de que nadie me veía, en una especie de intimidad... El murmullo del agua que me susurraba: Hazlo, hazlo, hazlo, saqué el lápiz. Moje la punta con saliva. Escribí algo en la pared, en la parte superior para que fuera más difícil borrarlo, escribí en español algo, ¡Bah! , completamente anodino, del género de: ´señores y señoras tenga la bondad de...´
Guardé el lápiz. Abrí la puerta. Atravesé el café y me mezcle entre la multitud de la calle. Allá quedo el escrito.
Desde entonces vivo con la conciencia de que mi escrito esta allá.
Dudaba si tenía que confesarlo. Vacilaba no por razones de prestigio sino porque la palabra escrita no debe servir para la publicación de ciertas manías... Y sin embargo no voy a ocultarlo: Nunca soñé siquiera que aquello podía resultar tan...fascinante. Apenas si puedo reprimir el remordimiento por haber malgastado tantos años de mi vida sin haber conocido una voluptuosidad tan barata y desprovista de todo riesgo. Hay algo raro y embriagador en ello...que posiblemente proviene de la terrible evidencia del escrito que está allá en la pared unido al absoluto secreto de su autor, al que es imposible descubrir. Debo añadir también que esto no se ajusta por completo al nivel de mi creación”.



Quizás algo de lo fascinante de esa escritura, que supuestamente no tenía que servir para la publicación de nuestras manías, no se ajusta a su nivel de creación. Pero cuando esas manías ya no son más de uno y pasan a ser del público, de la fascinación se pasa a la satisfacción, a un goce que se expande como una marea y que resuena en los más inverosímiles lugares y momentos. Con esto sí W. G. estaría de acuerdo, ya que, como lo supo decir: “no se trata de que el artista no tenga complejos, sino de que sepa transformar el complejo en un valor cultural”.

Comité de Redacción de www.sinthomaycultura.com
Programa Psicoanálisis en la cultura-CIEC




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