BREVES-LECTURAS COMENTADAS N°10-DICIEMBRE 2017-BIBLIOTECA DEL CENTRO DESCARTES

BREVES N°10

LECTURAS COMENTADAS

Los breviarios datan del S XI y tenían como fin facilitar el transporte de Los Libros de Horas a los clérigos. Sinónimo de breve, resúmen, apunte.

Construyendo mundos. Autismo, atención precoz y psicoanálisis. El caso Didac.

Cecilia Hoffman, Gredos, 2017.
Por Patricia Blanch

Dar la palabra
Hoffman nos presenta su lugar institucional, que posibilita la práctica  entre varios. Una forma de tratamiento del saber, como vacío central, al servicio de preservar el saber del sujeto. Saber alojado en las reglas privadas de la lengua y su posición psicoanalítica que afirma que no hay saber anticipado. Dicho lugar ha sido la ocasión de poner a prueba el psicoanálisis, no las condiciones de posibilidad, sino cómo opera. Cómo opera es el fundamento de la enseñanza, de la investigación, de la práctica.
Albert Einstein dirá en 1921, en su visita al Japón, ¨Donde hay deseo, hay camino¨. El deseo del analista, articulador de tantos conceptos, en su vertiente particular, puede llevar a un modelo de lo que es ser analista, es decir la resistencia expresada en su identificación. No es lo que sucede con Cecilia Hoffman. Observa que ¨En el encuentro del practicante de psicoanálisis con el sujeto autista, como en toda experiencia humana, las cosas no están predefinidas. No se sabe qué ocurrirá. No hay tests, ni manuales ni garantías...Asumimos el compromiso...contando con nuestro deseo como impureza que fecunda el proceso¨. Un deseo que no es puro, que obedece a cierto límite, no puede ser a cualquier costo ya que se respetan las condiciones subjetivas que están en juego. Deseo que está presente en la redacción de este libro que abarca diez años de investigación, formación y trabajo. Un trabajo clínico que está en consonancia con lo dicho por Lacan en 1953.¨La formación el analista en el encuentro con niños, supone una flexibilidad técnica. Es la frontera de móvil de la clínica psicoanalítica.
Hace un tiempo que el autismo está de moda, da que hablar hasta las revistas dominicales, donde madres testimonian sobre su hijo autista ¿Tranquiliza tal diagnóstico? Ocupa a toda una comunidad dedicada al cognitivismo y sus mediciones, consagrada a la adaptación y el rendimiento. Posibilidad terapéutica ni hablar ¿Hay más casos que en tiempos pasados? ¿Es la consecuencia de un diagnóstico más abarcativo?
Desde el comienzo la autora plantea las divergencias entre la orientación lacaniana y la clínica del detalle y las TCC, con su retorno al comportalismo y el biologismo que borra la noción de sujeto. Se trata de la singularidad caso por caso.
Para Hoffman Didac no es un niño máquina del siglo XVlll ni un niño neuronal del siglo XXl. Para caracterizarlo están allí la angustia y la pulsión.
Didac es la historia de un tratamiento posible para el autismo, que se orienta en la posibilidad de una construcción que no tenga por objetivo la adaptación al otro. No hay recetas lacanianas sustentadas en la experiencia supuesta. Si el lector las espera, no las hay.
En el encuentro con Didac, de un año y siete meses, le ofrece un lugar para sus respuestas y eso tiene efectos.
La ¨insondable decisión del ser¨ ¿es una elección, una orientación? Freud la llamará defensa. Hoffman no pregunta por la causa. Responder de una manera cumple una función y en el autismo es una solución, por lo tanto hay que evitar el ataque a esa solución que es una construcción frente a la invasión masiva de la angustia, una manera de regular el campo pulsional.
El camino recorrido por Didac, con inserción transferencial, parte de lo que Lacan nombra como lo que le falta a uno es uno mismo, hasta llegar a oponer una versión imaginarizada de sí mismo.
Francois Dachet en ´´La infancia violada´´ sugiere dar la palabra al caso, hacer lugar al sonido y a los ruidos incluso al silencio. Una lectura posible.

A propósito de Jacques Lacan con y sin Levi- Strauss
Juan Pablo Lucchelli – Grama ediciones, 2017.
Por Marcelo Izaguirre

Variaciones estructurales (Presentado el 12 de diciembre en Lecturas críticas del Centro Descartes)

  Ciertos avatares del tiempo y, quizá algunos otros, me encuentran nuevamente  hoy aquí, con el gusto de presentar un texto de Juan Pablo Lucchelli, como en su momento sucedió con su libro de reportaje a Jean Claude Milner.
El tema del libro de hoy presenta ciertas similitudes con aquel. Aunque el tema principal entonces no era Levi Strauss ni Lacan, sino la obra clara de Milner, sí estaba atravesado por la presencia de esas dos figuras en la vida “científica y cultural” francesa de mediados y fines del siglo pasado. Por otro lado no deja de resultar un interrogante, algo que está vinculado con un tema que  estoy  estudiando, que es el de la importación cultural. El interrogante es cuál es el interés de alguien como Juan Pablo Lucchelli, que un libro escrito en París unos años atrás, se traduzca para los argentinos. Por supuesto que puedo ahorrarme la respuesta y ninguno de ustedes, ni cualquiera más o menos al tanto del desarrollo e interés que provoca el psicoanálisis en nuestro país, tendría inconveniente en responder.
Particularmente, a mi me evoca algo de la situación que se produjo cuando me tocó presentar intervenciones de Jacques Alain Miller en Argentina, que se me ocurrió mencionar, robando el título, como lo que se encontraba entre allá y acá. En este caso, y salvando las distancias que corresponden, se trata de alguien que ha ido de acá para allá y retorna bajo la forma de la escritura.
Para  comenzar a decir algo sobre el libro, coincide en este caso con lo que es de estilo, me interesa comenzar por el principio. Quiero decir, con las correctas palabras del Prefacio de Patrice Maniglier, un joven filósofo francés que ha dictado clases en la Universidad de Essex como nuestro conocido Laclau. Si quiero comenzar por allí es  porque él se encarga de señalar algo que cualquiera más o menos informado sabe. Que Juan Pablo no es la primera persona en estudiar la relación entre Lacan y Levi Strauss. Ni sería la primera historia sobre el estructuralismo si se le quiere otorgar ese carácter a este texto. Pero presenta la originalidad de caracterizar al estructuralismo como algo entre, de allí el entre Lacan y Levi-Strauss. Recuerda asimismo el conocido texto de Zafiropoulos, pero destaca una diferencia importante  entre éste y el nuevo libro de Lucchelli: mientras en el libro de Zafiropoulos, desde el título mismo la relación entre Strauss y Lacan está puesta en la utilización que el psicoanalista hizo del antropólogo para su retorno a Freud, en el libro que estamos presentando, por el contrario, Lacan aparece como una variante catastrófica en el desarrollo de una intuición fundamental. Quizá no sea para tanto. De igual modo, señala como un dato importante que el libro se sitúa en el terreno de la práctica, más que de las formulaciones teóricas. Y  en tal sentido dirá que es importante señalar que el estructuralismo transforma las prácticas, los modos de analizar los mitos en antropología como las maneras de escuchar los síntomas en psicoanálisis.
Para la escritura de su texto Juan Pablo hace saber que se ha basado en la lectura de la obra de Levi Strauss, como de un intercambio, breve  pero intenso, con el antropólogo y en la generosidad de la mujer de éste para dejarlo consultar la biblioteca. En la introducción misma hace saber algo que el mencionado presentador discute: para Lacan se trata de recuperar lo esencial del descubrimiento del inconsciente, que es la permanencia de un resto que resiste a toda formalización. Lo que puede presentar un aspecto paradojal, ya que Lacan se precipita sobre la formalización levi-straussiana pero para internarse en  lo que resiste a esa simbolización. Punto sobre el que acabo de destacar, parece no coincidir Maniglier. Lean, al menos el prefacio del filósofo para enterarse de sus razones.
No obstante, podría decirse que hay también una coincidencia importante entre el libro de Zafiroupoulos y el de Juan Pablo, y es que Levi-Strauss es fundamental para la operación retorno a Freud que emprendió el psicoanalista francés.
Ya en el primer capítulo Lucchelli hace saber la meta de su investigación, explicar el uso que Lacan hace de las formalizaciones de Levi Strauss, para demostrar en qué y cómo el inconsciente está estructurado como un lenguaje.
La línea divisoria la fija en el año 1956, la conferencia que dicta Levi –Strauss en la Sociedad Francesa de Filosofía el 26 de mayo de 1956 y a la cual asistió Lacan y realizó un comentario. En la primera parte, anterior a esa fecha, toma la formalización de Levi-Strauss para interesarse en lo que resiste a esa formalización. El paradigma entonces es la fórmula canónica del mito, que se trabaja en “El mito individual del neurótico” donde realiza el análisis del hombre de las ratas. Allí Lacan pretende, según Juan Pablo, dar cuenta del resto no comprendido en el lenguaje. Y señala el año 1952 para Levi Strauss, con un texto publicado en Les temps modernes y la conferencia de 1953 de Lacan, que es su ingreso al estructuralismo, como el posible punto de encuentro de la mano de la fórmula canónica del mito. Señala el carácter antifreudiano de ese trabajo, porque privilegia las variaciones sobre las repeticiones.
Después de la conferencia de 1956, Lacan desarrollará los análisis del pequeño Hans y Dora en el seminario sobre las relaciones de objeto, tomando en cuenta el mito del niño embarazado, que presenta otra perspectiva que la fórmula canónica del mito, aunque siga haciendo uso de la misma.
Más adelante tomará el tema de la permutación que es el que le permite a Lacan no sólo hacer una analogía entre el mito del niño embarazado de Levi-Strauss y el pequeño Hans, sino también realizar una explicación sobre aquel. La permutación y la regresión, a su vez, son dos operadores que Lacan usará incluso  para la famosa progresión y regresión de los discursos en el  año 1969.  Tema  sobre el que se ocupa sobre el final del libro.
En el retorno de Lacan, en tren de destacar las influencias de Levi-Strauss sobre Lacan, quizás no habría que dejar de lado las influencias del mismo Freud sobre Levi-Strauss. Cuando éste se diferencia de la filosofía dice que mientras la disciplina de los sabios se interesa en saber en qué medida el espíritu humano es libre, él, tomando la etnografía como punto de partida, se interesa en saber en qué medida no es libre. Tema, como es sabido por los psicoanalistas freudianos, destacado por Freud.
Así L-Strauss hace saber que frente a Freud asume un doble papel: por un lado por lo que se podría decir una crítica del significado, ya que lo que se presenta como un término,  detrás hay otro hecho oculto y detrás un tercero, y así sucesivamente hasta llegar al verdadero significado que es diferente del que los hombres tienen conciencia. Y esto sería como una confirmación de lo que el marxismo le había enseñado, que los hombres son víctimas de engaños propios y ajenos. Y por otro lado, otra cosa que le ha enseñado Freud es a prestar atención a hechos que parecen menores o inexistentes.
Respecto a la primera afirmación si  tomamos en cuenta el resto del que habla Juan Pablo, podríamos dar con el hiperestructuralismo de Lacan en tanto se trata de un significante que remite a otro.
Respecto al punto de diferencia y contraste entre Lacan y Levi-Strauss dice que en ese sentido Lacan presenta diferentes posiciones. Mientras que en 1956 responde al etnólogo diciendo que ha seguido “la fórmula proporcionada por él, por la que un a en primer lugar asociado a un b, mientras que un c está asociado a un d, se encuentra en la segunda generación, cambiado con su partenaire, pero no sin que subsista un residuo irreductible. Y se encarga de subrayar ese resto.  Y que a pesar de ello, cuando en el seminario sobre las relaciones de objeto habla del método de Levi- Strauss, expresa que algo que al principio parecía irreductible se integra en el sistema. Y afirma que eso no sólo contradice lo afirmado unos meses antes, sino que se trata de una interpretación errónea de la fórmula canónica del mito. En el caso de Hans la angustia se integra a partir de la intervención del padre y Freud y podrá estar en paz. No obstante dirá que la clínica le impedirá a Lacan creer en la paz perpetua y, aunque sea contradictorio, pensar que el inconsciente reduzca todo resto pulsional.
Así como el se encarga de destacar esa contradicción en Lacan, hay un punto que me llamó la atención en el desarrollo de Juan Pablo, en este libro de tantos detalles,  cuando hace alusión al seminario V y su importancia para promover el lugar del ideal del yo en la teoría lacaniana. Expresa que no hay referencia al ideal del yo antes de la conferencia de 1956, cuando debiera haberlo hecho en el seminario sobre el yo. Y destacará que para promover el papel del ideal del yo, Lacan se basa en el esquema de psicología de las masas del  yo, aquel por el cual el objeto exterior, desde el cual seré visto, cumple un papel preponderante. Ya no se trata del objeto del deseo, sino de una nueva “instancia tercera”, que ha sido posible por el seminario de las relaciones de objeto que da lugar en el seminario V a decir que es “el viraje, la mutación por la que se transforma en identificación lo que era amor”.
Me llama la atención que alguien tan meticuloso como Juan Pablo, (recordaran algunos un tesauro que había hecho sobre el carácter), diga que no había hasta entonces, el seminario 4, un trabajo de Lacan sobre el ideal del yo. Pues hay todo una clase que le dedica en el seminario 1, luego de una pregunta de Leclaire sobre los equívocos entre Ich ideal e Ideal Ich en el texto de Freud. Y esa pregunta de Leclaire surge luego de haber señalado Lacan, que la equivalencia entre el objeto e ideal del yo en la relación amorosa es fundamental en la obra de Freud,  y concluye con una afirmación que es casi la misma que está en el seminario V que evoca Juan Pablo, recordemos esa instancia tercera: “el viraje, la mutación por la que se transforma en identificación lo que era amor”, en su primer seminario la afirmación fue: “En la carga amorosa el objeto amado equivale, estrictamente, debido a la captación del sujeto que opera, al ideal del yo”.
De todas maneras mi idea es que este  tipo de cuestiones no tienen demasiada importancia. Sí tiene importancia que sean correctas las apreciaciones de Juan Pablo sobre el final, cuando menciona haber encontrado una carta donde Levi-Strauss expresa que “Todas las concepciones religiosas son un fenómeno de reduplicación del mundo percibido y lo que resta, un residuo aún no reabsorbido”. Si recordamos que la diferencia entre Lacan y Levi-Strauss era que aquel sostenía el resto irreductible, mientras que el etnólogo entendía que las contradicciones se integraban en una solución por la vía simbólica, quizá tenga razón Juan Pablo en la suposición que la influencia de Lacan haya sido mayor de lo que se sabe.

Encanto de erizo. Feminidad en la hystoria
Graciela Musachi, Katz, 2017
Por Miryam Soae

Condición litoral (Presentado el 17 de noviembre, Fundación de Estudios avanzados, San Miguel de Tucumán)
“¿La letra no es acaso…litoral más propiamente, o sea que figura que un dominio enteramente haga frontera para el otro, porque son extranjeros para el otro, hasta el punto de no ser recíprocos? El borde en el agujero en el saber, ¿no es eso lo que ella dibuja? (…)” Jacques Lacan, 1971
Para mí es un gusto especial y doble el hecho de estar acá presentando el libro de Graciela Musachi. En principio agradezco mucho la invitación a la fundación de Estudios Avanzados, por la confianza que depositaron en mí. Por otro lado que sea este libro, un nuevo libro de Graciela, me honra. Tuve el privilegio de participar durante diez años de una investigación en la fundación Descartes cuya responsable fue Musachi, el título de ese primer módulo era “cuerpo adverso – cuerpo cómplice. Niñas malas, mujeres perversas” la rareza del aquel título me convocó. O sea que puedo decir que el estilo de Musachi me provoca desde hace años y me estimula a querer seguir leyendo. Y que estos tópicos que recorre el libro son intereses de la autora desde hace ya mucho tiempo, como lo atestiguan también sus libros anteriores “Mujeres en movimiento” y  “El otro cuerpo del amor”.  
“Encanto de Erizo, feminidad en la hystoria” no se recorre fácilmente, implica al lector de un modo particular, lo provoca a leer, lo incomoda, porque cada artículo que lo compone bordea zonas difíciles de transitar conceptualmente, no sólo porque hay un sentido en fuga sino, y por sobre todo, porque aborda lugares que se ubican por fuera de una frontera. Para hablar de frontera hay que definir un territorio, en este caso el territorio es el psicoanálisis. Musachi decide, como rasgo de su transmisión, forzar los límites del territorio, ubicándose siempre en los impasses, ahondando los enigmas, tomando casi como una máxima la aseveración freudiana que ella cita “…si no conseguimos aclarar el problema por lo menos darnos clara cuenta de sus incógnitas” (Pag. 63. Cuerpo sutil)
Con este paso ella entra de lleno en la complejidad de los conceptos, y los aborda con precisión, conceptos difíciles y caros para nuestro territorio por los nudos de malentendidos que generan, como lo son la identificación, la feminidad, el cuerpo y sus agujeros, la libido, la histeria, el inconsciente, la no relación sexual.
La frontera también delimita un territorio externo, contiguo, extranjero, otro. Y en este punto la autora dialectiza con los estudios de género y los feminismos, la filosofía, el cognitivismo, la literatura, el cine, la música y la pintura. El terreno del arte le permite vehiculizar de un modo distinto lo que se escapa.
Musachi se inmiscuye en esos otros territorios, estudiando con seriedad esos campos que lo componen, se nutre de ellos pero para dirigirse a un horizonte: preguntar qué aportan al psicoanálisis y poder leer al sujeto contemporáneo. No tiene una lectura nostalgiosa, la lógica del psicoanálisis le permite acercarse a los enredos actuales sin fascinación y sin ideales, “¿qué resultará de todo esto? Es una pregunta que debe permanecer abierta a nivel del campo social si no se quiere ser apocalíptico ni romántico. Para cada sujeto, ir más allá de los propios límites es singular.” (pág. 15)
Me atrevo a considerar entonces que estos textos habitan la tierra del litoral, aquel territorio de la letra que bordea el agujero en el saber. Esa exploración, para ser posible, recurre al  fragmento, escritura de a trozos que provoca la descomposición del sentido para que en un segundo tiempo el lector pueda recomponerlo.
En esta presentación tomaré algunos bordes, tramos que recorto de mi lectura.
Ya presente en el título, lo femenino encanta y es canto.
Lo femenino es el hilo que hilvana los textos. Desde el inicio la autora lo despeja de las marañas del género (en el terreno de los feminismos) y de la histeria (en el campo psicoanalítico). Para ir respondiendo cada vez qué es lo femenino, lo diferencia, lo recorta, lo bordea, lo agujerea.
El texto que abre el libro GLTTBI a mí me despierta un particular interés. Ahonda en este punto los terrenos del constructivismo y del esencialismo de la mano de las feministas y teóricos queer, partiendo de una pregunta:
“¿El ser humano es hombre o mujer, es hombre y mujer o no es ninguna de ambas cosas y, por lo tanto, puede ser indistintamente hombre y o mujer?”
A este interrogante actual, que tiene incidencias sociales y políticas y que por momentos incomoda al psicoanalista cuando está desorientado, Musachi responde de manera contundente con la teoría de las identificaciones. La diferencia sexual es una identificación sexuada, pero aclara “termino hecho para chicanear, esta vez con las torsiones del campo freudiano ya que si la identificación implica siempre el campo del lenguaje, el sexo no podría reducirse a una identificación. La diferencia es real” (pág.  13) Entonces ¿Qué es lo real del cuerpo?, en especial ¿Qué diferencia porta un cuerpo de mujer?
¿Es la mujer más angustiada que el hombre? va respondiendo esos  interrogantes acerca de lo real del cuerpo. La angustia, tan bien desarrollada en Cuerpo sutil, texto especialmente clínico, (hay que destacar que es un libro que transmite una práctica analítica), es una experiencia de lo real que toca al cuerpo. ¿Qué especificidad tiene en una mujer?  Musachi sostiene “cualquier mujer, es decir, cualquier ser parlante que se ubique en una posición femenina, sabe por su experiencia que su angustia puede estar fuera de toda medida”, o sea que su angustia no tiene común medida con la del hombre.
El más allá del límite que Musachi toca con esta aseveración es abordado, de un modo sutil, a través de Antígona, la hermana dispuesta a ir más allá, por amor. La frase Hegeliana, “La eterna ironía de la comunidad” es deconstruida por la autora, desde la filosofía romántica pasando por los impasses de ciertas feministas que brindan el terreno fértil, “La otredad del otro es ese momento de ironía, revés e inversión con el que debemos vivir”. Antígona, como eterna ironía, condensa el lugar de síntoma que las mujeres tienen en la cultura. Destaco que este texto arroja una figura femenina novedosa, la anfitriona, cuyo rasgo proviene del hacer lugar.  
Otra vía regia elegida para tocar un fragmento de lo sin límite, de lo infinito, es la música. La autora subraya la dimensión radical de la foné que la música revela “cuya relaciones con la palabra son siempre limítrofes”. Si es logo anterior al lenguaje verbal, la música abre el campo de lo que Lacan llama lalengua, una formación del inconsciente, explica, que nombra “los efectos de la palabra antes de cualquier separación entre significante y significado, efectos que vuelven al cuerpo sensible a resonancias inauditas para la lengua común”. La lengua materna, o la lengua de la madre, atrapa al cuerpo del niño desde el origen con sus equívocos posibles, y lo hace bailar a su ritmo. Son muy interesantes los recortes que realiza la autora sobre las versiones del canto en Lacan: laleo, ronroneo, ritornello y onomatopeya. Recortes de una lectura del detalle que sirve para argumentar acerca del terreno de la ficción y el canto de la palabra.
La madre, esa figura compleja entre el deseo de muerte y el deseo vivificante, tropo representante de La cosa, Das ding  (seminario 7), también está bordeado por la escritura de Musachi. Las hadas buenas da cuenta de lo que pasa entre una madre y una hija. “Una mujer queda siempre, más o menos cautiva del espejo por esa operación fallida del Otro materno….” (pág. 77). Ese deseo de la madre “del que no se puede decir que esté simbolizado por el falo” subraya la autora. “¿Qué espera una hija de su madre?” es la pregunta que reemplaza al controvertido concepto de estrago materno. Precisamente esa pregunta, formulada a partir de un reproche sin fin, arroja distintas respuestas: cuerpo, sustancia, un nombre de goce. Una hija queda capturada en una devastación de referencias cuando una mujer en tanto madre “permanece sin saber de dónde provienen los ecos de los que se hace eco”.
Creo que este es un buen contrapunto con los desarrollos de Luce Irigaray, especialmente a los relativos al lenguaje, de mujer, y los modos propuestos para instaurar nuevos decires acerca de las experiencias netamente femeninas transmitidas de una madre a una hija.
Destaco especialmente del libro que el uso del fragmento que Musachi rescata y enfatiza como afín al psicoanálisis, incluso dando cuenta de lo que Freud hace con él, es su propio recurso. La autora sostiene: “La escritura – que se la diga literaria es un eufemismo – es lo absoluto, lo absuelto, separado en su perfecta clausura (…) No se confunde con el pedazo suelto de un conjunto roto sino que el mismo, en tanto pieza, es una rotura, un borde de fractura como forma autónoma que tiene valor tanto de ruina como de monumento de algo perdido; al mismo tiempo, es lo individual en tanto vivo, ya sea una obra o un autor” (pág. 117)
“Encanto de Erizo” está escrito de ese modo, ya desde los títulos de los textos que componen el libro se puede entrever lo fragmentario, como piezas de un saber articulado y elaborado. Una ironía o un witz a la altura de una mujer libre.

                                                                                

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