Hoy en día “ser bisexual” o “experimentar” la bisexualidad es uno de las tantas formas en la que el sujeto se ofrece a la mirada del Otro. Tanto en hombres como en mujeres es la realización de aquello que en otra época se fantaseaba y se colaba de manera desfigurada en actos que Freud llamaba sintomáticos. Que hoy en día se realicen aquellas fantasías no les quita su estatuto.
Freud en “El yo y el ello” platea una paradoja ante la cual el psicoanálisis se apoya: “el hombre normal no sólo es mucho más inmoral de lo que cree, sino mucho más moral de lo que sabe”; y en una nota a pie de pagina continua: “Esa proposición sólo en apariencia es una paradoja; enuncia simplemente que la naturaleza del ser humano rebasa en mucho, tanto en el bien como en el mal, lo que él cree de sí, esto es, lo que se ha vuelto consabido a su yo a través de la percepción-conciencia.”[1] ¿Lo Queer escapa a esta paradoja aparente en tanto humano?
Entonces: ¿Por qué hablar de la bisexualidad freudiana? Para Freud no nacemos con un sexo sino que este, para el adulto, se determina a lo largo de la infancia y por los antepasados (podemos decir Ello y Super-yo) para decantar en pasivo/activo, femenino/masculino de donde decanta un resto como resultado de una operación que Freud llamo complejo de castración. Es llamativo la “mala prensa” que tiene la angustia en esta época, operación que Jacques-Alain Miller trata de revertir en el libro “La angustia lacaniana”[2] que usted puede consultar en nuestra biblioteca.
Al comenzar una busqueda de archivos en la biblioteca sobre el tema de la bisexualidad di con una ficha de Germán García de 1977: “Feminidad: Muerte y castración.” (K-III-3) publicado en el libro Política do Síntoma[3] con el nombre “Notas sobre o Femenino”.
Freud en “El yo y el ello” platea una paradoja ante la cual el psicoanálisis se apoya: “el hombre normal no sólo es mucho más inmoral de lo que cree, sino mucho más moral de lo que sabe”; y en una nota a pie de pagina continua: “Esa proposición sólo en apariencia es una paradoja; enuncia simplemente que la naturaleza del ser humano rebasa en mucho, tanto en el bien como en el mal, lo que él cree de sí, esto es, lo que se ha vuelto consabido a su yo a través de la percepción-conciencia.”[1] ¿Lo Queer escapa a esta paradoja aparente en tanto humano?
Entonces: ¿Por qué hablar de la bisexualidad freudiana? Para Freud no nacemos con un sexo sino que este, para el adulto, se determina a lo largo de la infancia y por los antepasados (podemos decir Ello y Super-yo) para decantar en pasivo/activo, femenino/masculino de donde decanta un resto como resultado de una operación que Freud llamo complejo de castración. Es llamativo la “mala prensa” que tiene la angustia en esta época, operación que Jacques-Alain Miller trata de revertir en el libro “La angustia lacaniana”[2] que usted puede consultar en nuestra biblioteca.
Al comenzar una busqueda de archivos en la biblioteca sobre el tema de la bisexualidad di con una ficha de Germán García de 1977: “Feminidad: Muerte y castración.” (K-III-3) publicado en el libro Política do Síntoma[3] con el nombre “Notas sobre o Femenino”.
Ignacio Penecino
[1] Freud, S., (1985 [1923]) “Los vasallajes del yo”, en El yo y el ello, en Obras Completas, t. XIX , Bs. As., Amorrortu.
[2] Miller, J.- A. (2007) La angustia lacaniana, Buenos Aires, Paidos.
[3] García, G. (1997) Política do Síntoma, Sao Paulo, Hacker.
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