DESCARTES. El análisis en la cultura N°11/12 (julio 1993). Sumario y Editorial. #FRD30años

DESCARTES. El análisis en la cultura. N° 11/12. Julio 1993


Director: Germán L. García
Traducción: Claudia Lavié (francés), Graciela Musachi (inglés), Déborah Fleischer (alemán).
Promoción: Haydée Rosalén, Beatriz Gez, Oscar Díaz.
Corresponsales: Miquel Bassols (Barcelona), Marco A. Mauas (Israel), Jorge Alemán (Madrid), Josefina Ayerza (Nueva York), Hugo Freda (París), Antonio Quinet (Brasil)
Corrección: Fernando García


SUMARIO


Jacques-Alain Miller, C.D. La clase inaugural
Adriana Testa, El individuo y la exterioridad del sujeto
Antonio Godino Cabas, De Sade a Masoch: un paso
Graciela Avram, La ignorancia masculina
Germán L. García: Figuras de Ia transferencia
Guillermo A. Belaga, Los afectos en el momenta clínico actual
Luis E. Varela, Adoctrinamiento y educación
Claudia Lavié, A la luz de Ia ética
W. V. Quine, Paradojas de la abundancia
Alain Vaillant, Rabelais: las palabras congeladas
Gilles C. Granger, Bouvard y Pécuchet: saber científico y defecto de juicio.
V. M. Pavlov, Lenguaje y pensamiento en W. Humboldt
Gabriel Lombardi, Técnica y Ética (sabre el libro del Dr. Etchegoyen)
Jean Louis Chretien, Sueño y responsabilidad
Martin Heidegger, La Cosa
Comentarios realizados por Margarita Bargagna, Déborah Fleischer, Liliana García, Fernando García, Marcelo Izaguirre, Maria Elena Kessler y Graciela Musachi.


EDITORIAL

DESCARTES, POR SUPUESTO

Un amigo. Thomas M. Simpson, propone en un artículo lo que llama un ejemplo iluminador: ¿Cuál es el significado de la palabra significado? Esta pregunta nos enfrenta con una dificultad muy interesante: si no sé qué significa ‘significado’ ¿cómo puedo entender la pregunta acerca del significado de ‘significado’? La respucsta es que la primacía de la aplicación sobre el concepto es mostrada de hecho. Incluso, decimos, es la falta de interés de tales perplejidades.
De la misma forma el supuesto que llamamos transferencia trabaja en lugar de los que falta exponer. De otra manera uno podría preguntar como analiza alguien antes de saber tal cosa que después argumenta como clave de lo que hace. Y ¿cómo trabaja después de que sabe caduco lo que fue el resorte de sus certidumbres?
No hay metalenguaje —afirma Jacques Lacan— porque la fantasía tiene una significación absoluta. ¡Por supuesto! El analista pende de esa significación, ciego como un murciélago, creyendo que el rebote de las vibraciones que emite es el descubrimiento de alguna alteridad.
Lo que Jacques Alain Miller llamó alguna vez “las paradojas de la autorreflexión ” limita de manera decisiva las explicaciones que difundimos.
Sin embargo, la primacia de la aplicación configura un campo de operaciones donde es posible descubrir y describir recurrencias, aun sin saber en que sentido habría que responder.
Y de hecho se responde.
Descartes, sabemos, concluyó en el fracaso dictado por su matematización, reduciendo su ser a esa mente, resultado y límite de su genialidad (Etienne Gilson lo explica con elegante simplicidad).
Descartes, la revista, aprendió de V.W. Quine que se puede partir de una vaguedad, ocuparse de otro punto y volver sobre lo anterior.
La interpretación analítica también lo enseña: su precisión es aportada por quien la escucha, incluso sin asentimiento alguno.
¿Qué decir del enigma de la enunciación? ¿Por qué esta revista vuelve a salir? “Cuando digo algo —escribe Kafka—, inmediata y definitivamente pierde toda su importancia; cuando lo escribo, también la pierde, pero en cambio adquiere una importancia nueva”.
La enunciación apunta a esa importancia nueva, incluso mediante la poca importancia de los enunciados.

La dirección

Reseña Descartes 11/12. El análisis en la cultura (julio 1993).-Liliana Goya- #FRD30años.

Comentario sobre la clase inaugural de Jacques-Alain Miller en el Centro Descartes
11 de Marzo de 1992


Realizaré un breve comentario acerca de la clase inaugural que diera Jacques-Alain Miller en el Centro Descartes el 11 de Marzo de 1992, invitado especialmente (Revista Descartes N°11/12). Pero antes quisiera recomendar, entre todos los artículos publicados en este número de la Revista Descartes, el de Martin Heidegger, “La cosa”, que posee una actualidad renovada, dada la alusión a la instantaneidad del tiempo y lo que el hombre obtiene con ello: “El hombre recorre los más largos trayectos en el tiempo más breve (…) Lo que en el recorrido está a la menor distancia nuestra a través de la imagen (…) nos puede permanecer lejano (…) Pequeña distancia no es ya cercanía (…) Qué es la cercanía, cuando a través del infatigable apartamiento de distancias hasta es rechazada?” Heidegger pronuncia esta conferencia en Junio de 1950. La misma puede leerse en clave lógica, al mismo tiempo que posee un efecto metonímico.


La otra recomendación está referida al artículo de Alain Vaillant “Rabelais: Las palabras congeladas”, que es una lección respecto de la utilización del ingenio en la escritura, no sólo como burla a la autoridad, sino como diversión para el autor primero y para el lector después. Es notable la relación que establece al final entre Sócrates en el “Banquete” y Rabelais: “Trinch (¿bebe?)...asimilando la verdad al vino (…) Rabelais insinúa, no que el humor carece de significación, sino que su significación es la embriaguez misma (…) Como la dialéctica socrática, el humor ayuda a nacer las almas.” Coincide con el tema que ha tomado este año Germán García en su curso.


Ahora sí, recordaré que Jacques-Alain Miller refiere en aquella ocasión que el Centro Descartes, como asociado al Instituto del Campo Freudiano, existe más que éste: “constituye por el momento la única institución que da una realidad al Instituto del Campo Freudiano”, y menciona los ateneos que funcionan en ese momento sin ser instituciones (Círculo Analítico de Psicosomática, Centro Pequeño Hans, Vectores, etc.). Germán García había dicho en la presentación de Jacques-Alain Miller que “el Centro Descartes tiene que volverse cartesiano, puesto que no fundará su certeza en la autoridad de una Escuela”, recientemente fundada en ese momento.


A este respecto, el de la certeza, Bernard Baas y Armand Zaloszyc afirman en “Descartes y los fundamentos del psicoanálisis” (Atuel-Anáfora, 1994) que Lacan enfatiza en el Seminario XI que tanto Descartes como Freud se basan en la certeza para fundar ambos un campo nuevo, el de la filosofía moderna y el del psicoanálisis, respectivamente. A partir de la duda, ambos concluyen en la certeza del pensamiento (gedanken). Si para Descartes la duda manifiesta una falla en el saber, para Freud es la laguna, la duda en el relato de los sueños (“Interpretación de los sueños”, cap.VII, apartado A: “El olvido de los sueños”) lo que nos da la certeza de la existencia de un pensamiento inconciente, a través de la resistencia en recordar. Lacan se maravilla de que Freud se interne en la vía del olvido de los sueños a partir del ejemplo del sueño “Padre, no ves que estoy ardiendo?”, en definitiva, un sueño de angustia, donde Freud no retrocede en su tesis de que se trata también aquí de un cumplimiento de deseo.


Volviendo a Miller, él afirma que en homenaje a Descartes puede proponer como guía del Centro una virtud: la precisión. A la precisión va a referir las ideas claras y distintas de Descartes, cuyo modelo eran las matemáticas. Y describe a Descartes como un hombre de deseo, un hombre en búsqueda de la verdad. “Lacan decía que un hombre como Descartes era un analizante, que a través de la elaboración significante, de la cual testimonia su obra, él mismo aparece como sujeto, como sujeto que trataba de producir, y producía”. Buscaba la demostración de las cosas, no se conformaba con afirmaciones de autoridad.


Miller propone la precisión como brújula en la investigación. En la medida en que el psicoanálisis trabaja con algo que siempre se escabulle, es preciso cernir algo, “seguir un movimiento de aproximación cada vez más fino”. Afirma que el aburrimiento puede ser fructífero si produce un deseo de búsqueda, una inquietud de saber. En este sentido insiste en guiarse por la precisión como modo de salirse de las investigaciones infinitas, “más vale algo pequeño, pero nuevo”. Hay que divertirse con lo que uno investiga y produce.


Refiere que su lectura de Descartes estuvo orientada por quien fuera un especialista en el tema, Martial Guéroult, con su libro aparecido en los años 50, “Descartes según el orden de las razones”. Este camino iniciado con Guéroult era una vía que inauguraba el estructuralismo, “fue el amo de los estudios cartesianos en Francia”. Leer a Descartes con “la vía kantiana” inaugurada por Guéroult fue también para Miller un camino hacia Lacan. Descartes produce “un vaciamiento del saber, en términos de certeza”. En sus Meditaciones duda de todo conocimiento, hasta llegar a las matemáticas, de lo cual no puede dudar. En este punto inventa el argumento del Genio maligno, que es el Otro que puede engañar. El cogito de Descartes queda despejado como resto en el momento en que la duda ha barrido con todo, el resultado es ese sujeto del cogito, que duda de todo. De lo que no puede dudar es de que existe un ser en tanto hay un pensamiento que lo demuestra.


Luego, tenemos la idea de infinito a partir de pensar en un ser finito: si soy finito, no puedo crear la idea de infinito. Aquí se crea, afirma Miller, el argumento ontológico: a partir de la idea de Dios como ser infinito que pone en mí las ideas claras y distintas, las ideas matemáticas. Los errores del ser finito no son atribuíbles a Dios. Es interesante el contexto que Miller describe de la dificultad de introducción de Freud en Francia, dado que para la filosofía cartesiana el sujeto es transparente a sí mismo. Entonces, fue a partir de los escritores que Freud puede empezar a tener cabida en Francia.


Explica también que cuando Lacan toma a Descartes y lo hace desde el punto de partida del sujeto para el psicoanálisis, hay un cierto forzamiento. Pero, dice, “hay que entenderlo como vacío, puro punto sin contenido”. Lacan dice que es un error haber equiparado el sujeto a la conciencia en el cartesianismo. Y lo hace a partir del separar el enunciado pienso, luego soy en enunciado y enunciación: hay una duplicidad del que habla con lo que dice: ser y decir no es lo mismo. Y “aunque ésto no anula la perspectiva cartesiana, permite introducir la perspectiva analítica”, dice Miller. Y cita a Lacan en un artículo publicado en Cahiers pour l'analise”, de 1976: “Es la división entre el “yo soy” del sentido y el “yo soy” del ser, lo que traduce el hecho de que puedo tener angustia de castración según Freud, aunque puedo negar que éso pueda producirse”. Esto es lo que “Freud llamó clivaje, que Lacan considera la matriz de la represión original”.


Resulta de interés particular en el final el intercambio producido entre Jacques-Alain Miller y Germán García respecto de los puntos referidos al hallazgo, en la producción de los saberes y la investigación. “Yo busco con el pensamiento, pero lo que encuentro está del lado del ser”, dice García.


Miller refiere que en el tiempo moderno, de aceleramiento, el encuentro es difícil, hay que problematizarlo en nuestro campo, el freudiano. Al respecto, responde García, que “entre la extensión del ruido analítico y la producción, hay una especie de béance, de abismo (…) esa inercia se podría modificar buscando una precisión, y también una posición táctica y estratégica en la dirección del trabajo, la difusión, etc.” Podríamos decir que ése sigue siendo el desafío al cual responder en el Centro Descartes, casi treinta años después.

DESCARTES. El análisis en la cultura N° 10. 1992. Sumario y Editorial. -#FRD30años.

DESCARTES. El análisis en la cultura. N° 10. Marzo 1992


Director: Germán L. García
Consejo: Rubén Cohen, Daniel Lascano, Claudia Lavié
Traducción: Claudia Lavié (francés), Graciela Musachi (inglés), Déborah Fleischer (alemán).
Promoción: Haydée Rosalén, Beatriz Gez, Oscar Díaz.
Corresponsales: Miquel Bassols (Barcelona), Marco A. Mauas (Israel), Jorge Alemán (Madrid), Josefina Ayerza (Nueva York), Hugo Freda (París), Antonio Quinet (Brasil)


SUMARIO

Prólogo

ANUDACIONES
Sigmund Freud y Whilhelm Jerusalem - Franz Kaltembeck
Lacan saluda a Tristan Tzara - Germán L. García
Voz de retorno - Alain Vaissermann  
La posesión y el goce - Antonio Quinet  

MALESTARES
Creer: una práctica de la diferencia - Michel de Certeau  
Llama de amor viva - Hebe Tizio
Joe Orton: teatro privado - Vera Gorali
Las voces del éxodo - Luis Juan Guerrero
Descartes, Freud y los sueños - Jorge Yunis

SABERES
Romanticismo y preciosidad - René Bray  
Madame de Sevigne. Las cartas de amor de una preciosa - Carmen Lafuente
Educación y retórica - Henry Irene Marrou
Finnegans Wake y la imaginación posmoderna - Ihab Hassan

IMPOSICIONES
El sacerdote y el bufón - Leskek Kolakowski  



BIBLIOTECA  






EDITORIAL


DESCARTES Y LA RAZÓN DESPUÉS DE FREUD

Cuándo encontré el nombre de esta revista saludaba por encima del hombro a los que sabían que un presidente argentino habia usado el apellido del filósofo para firmar sus opiniones regulares en un diario. Jugaba, tarnbién, con el uso oscilante que puede hacerse entre el nombre cornún y el nombre propio, provocaba de paso a los que se molestaban por la falta de consistencia del ser argentino.
Ahora, llegado al número diez se divisa una perspectiva diferente: en vez de buscar un lugar es necesario calcular una articulación.
En el momento en que el proyecto IRMA (Investigaclan Racional del Matema Analitico) es posible, también hay que preguntarse por los limites del racionalismo y su diferencia con la racionalidad.
Leszek Kolakowski lo dice con precisión: “El racionalismo radical no puede engendrar escatología alguna; su escatología viene contenida en su propio movimiento. Unicamente acepta una instancia inapelable: la negación de toda instancia inapelable, negación que no es concebida como un acto único del pensamiento, sino como un esfuerzo permanente, como un punto de vista frente a todas y cada una de las formas de pensamiento o sentimiento en un momento determinado disponibles, como punto de vista que impide la conversión de estas formas en una instancia inapelable”.
Es interesante que para Kolakowski no se trate, como para los heroes de las luces, de terminar con la autoridad paterna sino de liberarse del yugo de la madre, de un verdadero matricidium: “Es la situación de Orestes —escribe—. Después de haber matado a Clitemnestra, Orestes no encuentra protección alguna frente a los dioses, cuya gendarmería le persigue y le veda todo descanso. Ha cometido una acción que los dioses le habían prohibido de manera absoluta y rigurosa. Asi pues, Orestes se ha negado a reconocer a los dioses como realidad inapelable, última y definitiva; se ha enfrentado al absoluto en nombre de su propio derecho, ha puesto en cuestión algo que contaba como dado, algo válido como suelo permannte e indestructible de la vida humana. Orestes, acosado por las furias, busca expiar entre los hombres, quiere convencerlos de su derecho, quiere que también los otros acepten su superación absoluta (....) Orestes no consigue ganar para sí a la mayoría, ya que la mayoría reconoce ese absoluto contra el que él, precisamente, ha procedido; ya que la mayoría, en fin, aún no ha superado el status infantil”.
El status infantil no es la infancia, tampoco la vieja contradicción entre revelación y demostración, sino la imposibiidad de una alianza que ponga en cuestión el absoluto de la divinidad y el absoluto de la mayoría.
La instancia de Ia letra tiene una equivalencia irónica, juguetona, ...o la razón después de Freud. Allí leemos sobre nuestro asunto lo siguiente: “...el freudismo, por muy incomprendido que haya sido, por muy confusas que sean sus consecuencias, aparece a toda mirada capaz de entrever los cambios que hemos vivido en nuestra propia vida como constituyendo una revolución inasible pero radical. Acumular los testimonios sería vano: todo lo que interesa no sólo a las ciencias humanas, sino al destino del hombre, a la política, a la metafísica, a la literatura, a las artes, a la publicidad, a la propaganda, y por ahí, no lo dudo, a la economía, ha sido afectado por él”.
Es un hecho del que hay que esperar nuevos dichos.



Germán L. Garcia
Buenos Aires, enero de 1992

Reseña de Descartes 10. El análisis en la cultura (1992) - Andrea Buscaldi- #FRD30años

¡SALUDOS!

   Este año estamos de festejo: el 30 aniversario del Centro Descartes.  Para la ocasión fui invitada a escribir sobre una de sus publicaciones, la Descartes N°10.  Como ya se había anticipado en el primer número, la revista se inicia en el 86’ como parte del por entonces llamado, “Proyecto Descartes”.  Más cerca del amorodio borgiano que de la irresistible admiración de la Ocampo por la antología para amigos, pero por sobretodo, efecto de un deseo que sólo se materializa en la realización de sus actos.  Es cierto, la Descartes no es una revista complaciente y menos con sus lectores: cuesta entrar,  pero también salir, y si te pica el bichito de la curiosidad, salir es entrar a otros textos para volver a la Descartes con ansias renovadas, Porque a sus artículos se les puede aplicar tranquilamente la teoría del iceberg de Hemingway: 10% en la superficie sostenido por un sólido y sumergido 90%.  Así no te hundís.   


TARDAR RÁPIDO

   La Descartes anterior (N° 8/9)  fue publicada en 1991 y está dedicada a La causa freudiana.  Es el resultado del material presentado en el cuarto coloquio Descartes y abre una discusión sobre los modos institucionales del psicoanálisis en nuestro país.  La siguiente Descartes,  para decirlo en términos freudianos, la resignifica, aprés-coup: “Ahora, llegado el número diez se divisa una perspectiva diferente: en vez de buscar un lugar es necesario calcular una articulación.”

CENTRO AL LADO
En el 85’, “la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis (BIP), se proponía...anudar lo que venía de Osar Masotta con lo que se había generado a partir del viaje de Jacques Lacan a Venezuela”. Es el fin del verano porteño del 92’ y a dos meses de la fundación de la EOL, Jacques-Alain Miller dicta la clase inaugural del Centro Descartes, plantea un debate sobre los dispositivos de carteles y pases y señala al Centro como el lugar donde darlo, porque el Centro no es central en la Escuela, está al lado,  y  "... es más fácil debatir al lado que debatir en el centro”.  Si el lenguaje es performativo, en este caso, su arquitectura: un oxímoron.

MARZO FRANCÉS

Una cita de Tzara perteneciente al Manifiesto Dada, excéntrica por tratarse de una revista dedicada al (psico)análisis en la cultura, encabeza el editorial de la Descartes 8/9:  “El psicoanálisis es una enfermedad peligrosa, adormece las propensiones anti-reales del hombre y sistematiza la burguesía.  No hay una verdad última.”  En  Lacan saluda a Tristán Tzara (N°10), Germán García se dedica a contextualizar el 1980 lacaniano, para delinear interlocutores y coyuntura a través de un juego de espejos ( Señor A - Señor Aa,) y su reflejo en la escena local.  Del mismo modo que la cita de Tzara en el editorial anterior, este texto escrito en ese aquí y ahora ( verano del 92’), tiene como efecto la decepción de una espera.   En el mismo año de la fundación de la escuela: ¡"la disolución”!   Pero ya sabemos, la religión es la morada original del sentido.



CARTAS DE GUERRA
                           “La causa freudiana, no tiene más muebles que mi buzón.”    (Señor A,18 de marzo de 1980)

   “La oposición entre Dada y el surrealismo remite a un momento preciso y comparable al que Jacques Lacan había iniciado ...con su declaración de guerra: Delenda est.”, con ese planteo comienza Germán García Lacan saluda a Tristan Tzara.  En La aventura Dada, Georges Hugnet señala el fin del dadaísmo para no convertirse en tópico ni academicismo.   El punto cúlmine es el Congreso de París (1922).   En palabras de Tzara, el dilema podría ser planteado: Academia o Cabaret (el Cabaret Voltaire fue la cuna geográfica del dadaísmo).   Pero es claro que tal dilema no existe, porque para Tzara la academia es sinónimo de mercaderes de ideas  y acaparadores universitarios.  En sintonía, Eluard y Satie se refieren, de modo irónico, al gran congreso destinado a delimitar los alcances del arte moderno.
  Cinco años antes del Señor A (“Quizás en Vincennes”), Lacan organiza un programa (Lingüística, Lógica, Topología, Antifilosofía), en “una apuesta que no era la de Delenda, sino la apuesta universitaria”. Un discurso universitario despegado de una supuesta pretensión educativa.  Como Bernard Shaw que se vió obligado a suspender su “educación” justo cuando empezó la escuela.  En el caso de Shaw, el efecto chistoso radica en hacer de educación un antónimo de escuela.  De ese modo, la palabra educación adquiere otro sentido, más cercano al concepto freudiano de pulsión epistemofílica que a la pedagogía o al bronce universitario. .
  Sobre “el debate pendiente” y en referencia a la carta del 18 de marzo (Señor A), donde Lacan presenta el dispositivo de carteles, Germán García se pregunta de manera retórica (como el supuesto dilema de Tzara: academia o cabaret, y el chiste de Shaw),  si el cartel es un modo de enseñanza antieducativa.  Para rematar afirmando que enseñanza se opone a educación y que sólo una vez aparece la palabra saber en la Ornicar?1: “un saber anti...un saber que la educación quisiera jerarquizar.”



1914, UNA BOMBA
 Los años en los que Lacan dicta el Seminario 1 (1953-54) corresponden a la llamada “escisión” (Escisión, Excomunión, Disolución).  Función y campo de la palabra y el lenguaje y su informe escrito en el modo hablado o Discurso de Roma, funcionan como Manifiestos de la enseñanza lacaniana.  En el capítulo X del Seminario 1, Lacan trabaja la tópica de lo imaginario siguiendo la línea inaugurada por su enseñanza: leer a Freud bajo la grilla de su ternario.  Al comienzo de la clase, ubica Introducción al narcisismo en su contexto histórico, la guerra del 14: “resulta conmovedor pensar que en esa época Freud proseguía semejante elaboración”.  
  1914, también es época de escisión.  Freud rompe definitivamente con Jung (“psicología analítica”) y con Adler (“psicología individual”).   “Dos movimientos separatistas”, los llama.  En esa coyuntura, escribe Introducción al narcisismo  para responder a la polémica con Jung suscitada a raíz de la introversión de la líbido y su transformación general y edulcorada en interés psíquico.  En Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico, calificada por Freud en conversación epistolar con Fliess como una bomba (¡es la guerra!),  y publicada ese mismo año  en el Jahrbuch der Psychoanalyse, pone los puntos sobre la ies y termina con la navegación a dos aguas de los suizos, contrarias al psicoanálisis creado por él.  El punto de ruptura fundamental es la etiología sexual de las neurosis: la potente primordial melodía de las pulsiones V.S sus acordes culturales.   Si para Freud, la neurosis es infantil y la sexualidad perverso polimorfa, para los separatistas (“retrógrados ambos, cotejan el favor del público”), el precepto es borrar el pasado de un plumazo y poner el acento en…¡el conflicto actual!  A esta altura, no resulta notable la actualidad del conflicto actual, más allá del juego de palabras.  Su actualidad no es de época, es formulada por Freud bajo los términos de la resistencia: en los psicoanalistas puede ocurrir lo mismo que a los enfermos bajo análisis.   En el caso de Jung, “la prehistoria teológica”,  en el de Adler, “la prehistoria socialista”.
     Una cita de Goethe encabeza uno de los capítulos de Contribución…: “¡Abrevia!.  En el juicio final eso no es más que un cuesco”.   Los versos aluden a Satán enunciando una cantidad de cargos contra Napoleón.  Según Strachey: o están aplicadas por Freud  a  las críticas de sus oponentes, o a sí mismo por perder tiempo en esas críticas y  encima darles entidad.  Para decirlo en lenguaje bélico de época: por gastar pólvora en chimango.
  1914 es el año de Duelo y Melancolía, De guerra y muerte y Lo perecedero.  1980: “El duelo es un trabajo, es lo que se lee en Freud.  Es el que yo pido a los de la Escuela, que quieren quedarse conmigo por la causa freudiana”.   Delenda est.  

 OSCAR JUAN RENE
  
  Recientemente se publicó Miserere, la última novela de Germán García.  Según su   narrador,  Descartes formaba parte de una serie de publicaciones de la resistencia peronista.   Ese era el seudónimo que usaba Perón para escribir artículos políticos en un diario durante su segunda presidencia.  Al parecer, Perón se había enterado de que Descartes había firmado como “Señor Perón” en una transacción inmobiliaria, porque al parecer, ese era el nombre de una localidad de Francia.  
  ¿Qué hay de común y de propio en los nombres?   Entonces, adónde vas, preguntan los amigos legos: ¿al Descartes o al descartes?  “Cuando encontré el nombre de esta revista saludaba por encima del hombro a los que sabían que un presidente argentino había usado el apellido del filósofo para firmar sus opiniones regulares en un diario. Jugaba, también, con el uso oscilante que puede hacerse entre el nombre común y el nombre propio, provocaba de paso a los que se molestaban por la falta de consistencia del ser argentino.”

  Un nombre en común y mejor que prometer es desear.  En el caso de la 10,  el vacío (MU), alude a la presencia de una ausencia: no hay nombre propio en su portada, como sí lo había en los números anteriores.  “Pasamos de la exclamación !ah!, al objeto a, de la pasión primaria de la admiración a una lógica…”     Qué más decir: ¡ni mu!