Insinuaciones cordobesas - Marcelo Izaguirre




I
Años atrás, al solicitarle un artículo para publicarlo en una investigación sobre Oscar Masotta, J.J. Sebreli me dijo que al menos esperaba recibir un ejemplar como reciprocidad. Al entregárselo y ver que tenía algunas páginas, hizo una muesca de contrariedad, expresando  que no entendía cómo la gente se pasaba hablando o escribiendo sobre Masotta, al igual que Contorno, agregaba, que hicieron unos pocos números y se la pasan hablando de eso. Si alguien hubiera tenido el desatino de invitarlo a este coloquio, desde que ha olvidado la razón, sin entender la serie y la política en la cual se inscribe la revista Exordio, seguramente le hubiera causado un disgusto mayor que el del café de aquellos años.
Es un gusto para mí presentar esta revista cordobesa que habla del psicoanálisis en la cultura. Afirmación que la sitúa en una serie de otras revistas como Escrita de Córdoba o de manera particular con la revista Descartes. Revista que como se indica en uno de sus editoriales, está abierta a la posibilidad de decir cosas que tienen un sentido, sin preocuparse por su existencia.

II
Desde su título mismo, Exordio, uno está tentado de destacarla como la más macedoniana de todas ellas, con sus aires vanguardistas a pesar de los tiempos que corren. Y no faltan en ella reiteradas alusiones al trabajo de Masotta. Como señala Fernández en los papeles de recienvenido, el exordio tiene en boca del susodicho, la intención de que el accidentado esté capacitado para entender que el modo de no llegar tarde a un accidente será llegar antes del suceso. “Esforzaos, por lo menos, aclara Recienvenido, en ser un público de las caídas que llegue antes que el suelo”. Y en el número 3 de Exordio, de octubre de 2011, nos encontramos que quienes allí escriben tienen la condición de anticiparse a los accidentes cuando damos con el artículo de Gabriel Pantoja que al citar a Georges Perec, afirma que los trenes sólo empiezan a existir cuando descarrilan. Parece así que la vida sólo puede revelarse a través de lo espectacular. Las consecuencias de tales afirmaciones, dirá Pantoja, es que hay que interrogar lo habitual. Y, como si el editor hubiera leído ese interrogante, ubica a continuación el artículo de Gabriel Conforte, “Lo ‘sin’ nombre”. A partir del análisis de un hecho espectacular como fue Auschwitz, en relación con la literatura y la famosa afirmación de Adorno que no es posible escribir poesía luego de ese acontecimiento; se interroga sobre la imagen de las desprotecciones cotidianas, y de millones de muertes indiferenciadas, para concluir que todas ellas son imágenes que escriben. Pero sin nombre. En lugar de Adorno, Conforte parece adscribir a la posición de la última poesía de Oscar Del Barco.

Hay que destacar del recorrido de los cinco números que ha alcanzado esta publicación, que cada uno de los artículos que allí encontramos respetan el estilo del exordio, son claros, sencillos y breves; lo que los excluye de la serie de las innumerables publicaciones que se dedican a contar lo que ya se sabe, bajo la forma del resumen de lo que ha dicho Freud, Lacan o Miller. O, como se destaca en el editorial de ese  tercer número, es una revista que está en contra de la “calamidad recitadora”. Por cierto, en los tiempos que corren y con el estilo universitario y Conycetil (si se me permite el neologismo) que ha impregnado la cultura, no deja de ser un gesto de originalidad.

En el número 1 de esta revista, que no está dedicada al tema de la actualidad de las vanguardias como el 2, encontramos un excelente  dossier que se pregunta ¿qué es la cultura? Respuesta que podríamos encontrar sobre el final cuando Pilar Ordoñez citando  a Germán García hace saber que la emergencia de un logos para darse un sentido, “es la condición de esa intriga lúcida y patética que se llama cultura”. El artículo que comienza el dossier es de Diego Tatian donde hace saber que la reforma universitaria promovida  por Deodoro Roca tenía ciertos aires vanguardistas y casi anarquistas. Situación que presenta marcados contrastes con los tiempos que corren. Ya sea que se mire la condición del establishment, como la de los profesores atacados por las autoridades (uno de esos profesores que fueron obligados a jubilarse llegó a manifestar que si en su momento abogaban por la revolución, ahora aparecían defendiendo los derechos de la tercera edad).  “En el caso de Deodoro  –afirma Tatian– el carácter libertario de su idea socialista se orienta hacia una comunidad de singularidades creadoras e irreductibles, hacia una afirmación del individuo, una desconfianza del Estado y una denuncia de la burocracia que inevitablemente arrastra (hemos podido leer en un reportaje a Zafaroni que la policía es una institución necesaria del Estado): ‘el socialismo mismo se equivoca –escribía Roca– cuando estimula la garra del Estado y fía en su fuerza el apoyo de la justicia futura”. Habría que señalar, en  cuanto a la fuerza del Estado para imponer la justicia, que quienes nos dedicamos al psicoanálisis no podemos dejar de lado la respuesta que dio Freud a Einstein cuando lo interrogaba sobre el porqué de la guerra. En ella hacía saber que, en la guerra, el Estado se permitía todos los atropellos que cotidianamente les prohíbe a los ciudadanos.

Creo que una característica interesante de todas las revistas motivo de este Coloquio es su distancia con el Estado. Ya que al vincularse al mismo, hasta la poesía más ponderable puede quedar en el límite criticable, como afirma Fabián Casas en un reportaje, al mencionar unos poemas de Gelman que Fogwill le hacía leer, pero al quedar ligados a una política de Estado causarían la gracia, justamente, de la gente del grupo Literal. Porque en definitiva siempre está presente la cuestión de los usos que se hace de esa cercanía, como señaló en su momento Jorge Warley al aludir, en un artículo sobre las revistas culturales de dos décadas, a los intelectuales de la revista Punto de Vista que “provenientes de una zona periférica accedieron a cátedras y puestos oficiales, y a los medios en general, al menos en un primer momento”.

Entonces, el tema es cómo manejarse con esos ámbitos. En este caso, quizás acorde con los requerimientos actuales y para no quedar “desactualizados” respecto a la burocracia, Exordio ha conseguido el reconocimiento para transformarse en una publicación con referato (ha sido indexada, se dice). Pero eso no le impide publicar artículos que no corresponden al criterio uniforme de los burócratas. No se entendería sino, la publicación en el último número del desopilante artículo de Carlos Gazzera, sobre su periplo chino con sus alusiones a Hemingway. O el reportaje en el número dos a la Dra. Romanutti, que ante las clasificaciones diagnósticas propone la clasificación borgeana del Dr. Roberto Jacoby. Ya desde la publicación de su libro sobre la lectura, César Mazza mostraba ese estilo  de usar los emblemas universitarios para introducir tensión. Recuerdo que se informaba en una fe de erratas, que el libro respondía a un programa de la secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad, pero en el libro sin erratas, el autor decía que respondía al programa de García (siguiendo la serie Masotta - García – Miller). Detrás de la máscara, otra máscara se afirma en nota inicial de Escrita.

Es claro que el responsable y el grupo editor de esta revista realizan una operación masottiana invertida. Ante la afirmación de Masotta de que se había visto obligado a hacer un discurso universitario fuera de la universidad, ellos aplican la torsión de introducir el “Programa del psicoanálisis en la cultura” dentro de los rediles universitarios y Conycetiles. No obstante, no habría que olvidar que también se dedicó a introducir temas perturbadores dentro de las formalidades,  si le creemos a Carlos Correas, en esa operación anacrónica que llevó adelante Masotta, que fue entregarle a su padre la carta al padre de Kafka, el que a diferencia del padre del escritor leyó dos líneas y la abandonó.

La distancia  con el Estado no quiere decir que no haya que preocuparse por cómo se las arregla alguien con la vieja cuestión de la economía. En el número 2 de exordio, dedicado, como decía, al interrogante por la actualidad de las vanguardias hay un artículo en el cual Beatriz Gez, a partir del programa lecturas de Masotta interroga sobre las relaciones entre el arte y la política, o la literatura y la política. Ubica al psicoanálisis entre las vanguardias no sé si siguiendo el programa de García, pero sí la idea de Masotta, acorde con los surrealistas que ser de vanguardia era ser revolucionario. Muestra el modo en que éste no se constituyó como un intelectual orgánico, y afirma que a partir del trabajo de Ana Longoni “se puede pensar  el término revolución en relación con el tema del compromiso sartreano y un cierto marxismo aggiornado que se hiciera cargo del arte pop” (aunque H. Murena, desde Sur, criticaba a los comprometidos y parricidias sartreanos del grupo Contorno).

Una respuesta a los interrogantes sobre esas relaciones se puede encontrar en el mismo número (quizá el más masottiano de todos los exordios), en el artículo de Lucas Berone, quien destaca  que el arte se constituye “contra el imperativo moral kantiano” en tanto se niega a instalarse en el lugar de la ley. Lo que da lugar a una discontinuidad, o sea: el arte no puede ser de modo directo, acción política eficaz. En el escrito que acompaña esta convocatoria se recuerda que en Literal se escribía que “el continuo real es organizado por la discontinuidad del código”. Otra respuesta encontramos  en una entrevista a Roberto Jacoby que es inmediatamente anterior al artículo de Gez. En la presentación que se hace del artista plástico en el libro El deseo nace del derrumbe, trabajo organizado justamente por Ana Longoni, se afirma: “La mayor parte de sus trabajos, entre la fiesta y la investigación social, giran alrededor de la desmaterialización del arte y la invención de nuevas formas de vida”. Sobre el final del reportaje del número de Exordio se lo interroga sobre la manifestación de que “no le gusta hablar de obra, sino de mi vida como una trayectoria” al referirse a su idea de la desmaterialización del arte. La respuesta urgente de Jacoby tiene ciertos aires marxistas, de la línea de Groucho, al afirmar que ya ha cambiado, que tuvo que empezar a materializar porque sino no tenía para seguir viviendo.

III
Una revista abierta a decir cosas que tienen sentido, pero sin preocuparse por su existencia. Puedo decir que se puede verificar esta afirmación  fregeana que a Russell le molestaba bastante: en el número 3, en una nota a pie de página, se dice que al final de ese número se publica un artículo de Germán García. Si ustedes siguen el sentido de esa expresión, al final del número no darán con el artículo aludido. El título del artículo explica todo: se llama “Malentendido” y aparece en el número cinco de reciente aparición. El malentendido es el título que eligió en su momento Germán para comentar la visita de Lacan a Caracas. Entonces situaba al malentendido entre lo cómico y lo trágico. Entre lo que se comprende y el amor.

En este número, recién salido, también encontramos un artículo de Patricio Debiase, titulado “Viaje con Lacan: agudezas, ecos del significante”. El autor afirma que Lacan utiliza la homofonía del significante para criticar la ciencia que proviene del pensamiento de Aristóteles, que cae en el error de dar por sentado que lo pensado está hecho a imagen del pensamiento. Como si fuera posible conocer un objeto del mundo, entendiendo al mismo como un reflejo transparente de lo pensado. Podemos encontrar en esa crítica desarrollos similares a los que se muestran en el comienzo del comentado libro de Jacoby, donde se trata de una experiencia que pone en cuestión la correspondencia entre la representación y lo representado, al modo del famoso “esto no es una pipa” de Magritte. Importa destacar que una línea similar se encontraba en aquel artículo sobre el malentendido de  Germán que comienza citando la despedida de Lacan al partir hacia Caracas: “Cambié de tema pensando en ustedes. Sabemos que eso no significa que los pienso a ustedes, sino que  pienso en ustedes”.

Asimismo, en dicho número damos con el artículo de Juan Pablo Luchelli, en el que compara a Macedonio con Joyce y trata el tema de la destrucción del signo (de allí la diferencia entre la visión y la mirada).

El número cuatro tiene varios artículos en los que se rastrean las primeras publicaciones de psicoanálisis en Córdoba. No es la primera preocupación por el tema histórico ya que en otro número publican un reportaje a Osvaldo Francheri. He dicho al comienzo que no faltaban las referencias al trabajo de Masotta. En este número hay un reportaje a Gustavo Dessal en el que señala que el trabajo de Masotta consistió en transferir el lenguaje de Lacan a la lengua argentina. Y destacaba que es un trabajo que, según él entiende, hasta el momento sólo ha continuado Germán García. De igual modo, resulta importante la advertencia que deja para los psicoanalistas argentinos, para quienes dado el supuesto triunfo del psicoanálisis por estos lares,  se crean a salvo de las dificultades del psicoanálisis en los diferentes lugares del mundo.

He hablado del compromiso sartreano. Si al comienzo hablaba del gusto que era para mí presentar esta revista, para terminar hay que decir que el gusto es doble, considerando que el director es César Mazza y que años atrás me tocó presentar su libro La lectura y sus dobles. Al finalizar, como reconocimiento al lugar dado a Macedonio Fernández en su libro, como sucede en los distintos editoriales de Exordio, concluía con el final de los Papeles de recienvenido, en los que Macedonio afirma: mis lectores caben en un colectivo  y bajan en la esquina. Y agregaba que quería decirle a César, que sus lectores estamos en el colectivo pero que no nos estamos bajando en la esquina. Mi presencia en esta mesa, entiendo, es una muestra de la “seriedad y compromiso” de la gente del Descartes.




* A propósito de la presentación de Exordio, en el XXVII° Coloquio Descartes: Destellos mediterráneos


Destellos mediterráneos. Autoficción - Pilar Ordóñez




«Pero lee sobre todo tu propio inconsciente, ese libro con una tirada de un solo ejemplar cuyo texto virtual llevas por todas partes contigo, y en el que está escrito el guión de tu vida, o al menos su rough draft»
Jacques-Alain Miller, Cartas a la opinión ilustrada.





Somos productos de las ficciones que sostenemos con pasión. Para lo mejor y para lo peor. Basta con pensar en los cineastas que se aferran a una historia hasta hacerla parte de sus vidas. Algunas ficciones privilegiadas son capaces de hacernos viajar, conocer cierta gente, acceder a determinadas lecturas. El rough draft de algunas acciones ya está esbozado en las fantasías más íntimas. Llegamos a ciertos lugares por caminos que se bifurcan en el jardín del inconsciente. Luego parecen destino. Pero, lo inolvidable, ocurre por accidente.
Podría asegurar que conocer al gran hombre es un cálido arrullo. Ese tono que engendra el héroe sempiterno no sólo es adormecedor, resulta también operativo. Crea un lazo cobarde, un decir triste y nostálgico por el mundo perdido. “¡Y yo que no conocí a Masotta, ni a Lacan, ni a tantos otros!”, rezaría el suspiro. La historia es un sueño.
Podría, entonces, recapitular para hacer coincidir la trama que se deshace al ritmo del relato. Conocí a Hector Schmucler gracias a Marcelo Casarin. Por ese entonces pergeñaba una entrevista para el hombre que se especializaba en el estudio de las memorias. Memorias colectivas que contradecían el hilo liso de la Historia. Chirriantes, deshilachadas. Las memorias, esas marcas que se recrean en mitos inverosímiles y eficaces. Ese encuentro dejó cicatriz. Recién este año, 2013, con el grupo de investigación “Relatos analíticos: mitos, ficciones y genealogías” (del CIEC) integramos las reuniones del programa de Toto Schmucler con un problema para estudiar desde el psicoanálisis, pero fue por casualidad. Más bien un golpe, que no venía del sueño ni de la realidad, un verdadero golpe de suerte permitió entrar en esa conversación. 
Ana Waisman me hizo llegar el dato. Los gramscianos de Córdoba, nucleados por Pancho Aricó, publicaron en la revista Pasado y Presente por primera vez en estas áridas tierras un artículo de Oscar Masotta sobre Jacques Lacan. Schmucler formaba parte de ese proyecto editorial que se gestara en los años 60. Esa referencia al psicoanálisis lacaniano era, por entonces, una mosca blanca en las prácticas psi de Córdoba. Emparejada en su rareza, únicamente, por una mención que hacía Pizarro Crespo en el año 36 en la revista Psicoterapia que dirigiera Gregorio Bermann.
Juan Carlos Torre era el hombre de Pasado y Presente en Buenos Aires. Un hombre en vísperas, porque tenía 22 años cuando se lo encontró a Oscar Masotta en bar Coto y le preguntó si tenía algún artículo para la revista cordobesa. Siquiera tenía un cálculo, compartían un gusto por lo heterodoxo, por un pensamiento instituyente y la sensibilidad por el castellano. Masotta le correspondió el arrojo con una promesa que supo cumplir. A los pocos días, el mismo bar los reúne y Oscar le entrega en propia mano un artículo para el cual, según confiesa, no tenían aparato de lectura. Pero el tono, el tono… era 1965.
Azar y encuentro. Germán García en 1969 toma una revista llamada Los libros de la mesa de una librería. Es la número uno. La lee. Se dirige a su director, un pelirrojo que acaba de llegar de París donde protagonizara el Mayo francés mientras estudiaba con Barthes. Deletrea el apellido para no olvidarlo durante la charla: s c h m u c l e r, sin k. Conversan, elocuente el muchacho. El director lo acepta en el Staff de Los libros, ni imagina que en cuarenta años se reencontrarán en el bar de un teatro bajo el cartel de Othelo, (cartel que cuenta con un epígrafe aclarador: “termina mal”). Vaya novedad. Todo fulgor se apaga. El chiste está en la singularidad que veta al universal. Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar. ¡Qué gracia! Los dos conversan con palabras inigualables que sin embargo figuran en El Quijote.
Baby Novotni me relata los inicios de El Ateneo psicoanalítico de Córdoba. Unos días antes de la constitución formal de esa institución se funda la Escuela Freudiana de Córdoba. Un nombre que congrega y dispersa con la virulencia del rayo. En 1980 se concreta la publicación de una revista que fue producto de esa chispa y se llamó Conexiones del psicoanálisis. Tras ella comienza el eclipse. Antonio Oviedo forma parte de esa comunidad que en la hondanada retiene el opaco fulgor. Lo hace a su manera. Comienza a editar otra revista que en su primer número publica una traducción de “La función de lo escrito” de Jacques Lacan. ¿Cómo llega esa letra a la revista? ¿Por qué escrita? Oviedo responde en una entrevista, publicada por César Mazza en la revista Exordio, que fue a causa de su amistad con Germán García. 
Tropiezo, esta vez, con un nombre de mujer. María Teresa Poyrazian, la compañera de Pancho Aricó, se le acerca a Cuqui Oviedo con sigilo. La conversación es acalorada, sin embargo ella pronuncia las palabras en el tono suave de una salonniére: “ese muchacho es muy despierto”. Se refiere a Germán García, aguijonéa en un oído presto, la amistad sobreviene.
Ayudamemoria: Destellos Mediterráneos fue un Coloquio al que asistí, realizado en el Centro Descartes el 14 de diciembre de 2013. Conversaron esa tarde Hector Schmucler, Germán García, Antonio Oviedo y Juan Carlos Torre. El psicoanálisis en la cultura encuentra grietas que pasan por la sensibilidad de algunos nombres. En el hollejo del tiempo, las figuras del anacronismo se congregan: repetición, acontecimiento, fijeza, caída e irrupción. Para orientarse en la oscuridad, un destello irredento que retorna siendo otro y el mismo.




Revista Descartes, no es lo mismo el hecho que el dicho - Ignacio Penecino




No hay químico que haya encontrado el elixir,
aunque glorifiquen su fértil olla,
si por casualidad se topan
con algo odorífero, o medicinal.
John Donne, Love`s Alchemy


El cuerpo
23 números en 26 años, esta cifra algo nos dice. De las revistas que Germán García llevo adelante, por ejemplo Literal, Sinthoma y Otium Diagonales por nombrar algunas, Descartes es la que más números ha publicado. Seguramente las razones de la interrupción será distinta en cada caso, ¿Cuáles serán las razones de que la revista Descartes haya llegado a esa cifra?
Si tomamos los 17 volúmenes que conforman la colección, vamos a encontrar que no es uniforme. En la vista de cualquier biblioteca no la vamos a encontrar por mantener una regularidad de diseño, en nada se parece a esas colecciones de revistas en las que un patrón de diseño forma la imagen de un cuerpo prolijo. La diacronía que conforman estos 17 volúmenes muta, se transforma, y ese otro cuerpo[i] tiene sus explicaciones.
Los Nº 1, 2/3, 4, 5, 6, 7 y 8/9 que van de junio de 1986 a julio de 1991, limite a la primera de las 5 transformaciones, tienen un diseño. De marzo de 1992 a julio de 1997, los Nº 10, 11/12, 13, 14 y 15/16, encontramos un nuevo formato. En este periodo el ejemplar Nº 10, titulado “MU, el vacio” con la imagen del signo Chino, y blanca en su totalidad, resalta (con el tiempo su color también ha variado, ya no es blanco). El cuarto período los ejemplares 17, 18, 19/20 y 21, que van de noviembre de 1999 a julio de 2011 y por último el Nº 22/23 de octubre 2012, con un tapa tan sensible a una obra del expresionismo Alemán; parodia del problema de las jerarquías.

Las tapas
Desde el Nº 1 al 7 en la tapa aparece el nombre: “Descartes – Revista Internacional” (también: “El análisis en la Cultura”), y el nombre propio de algún psicoanalista francés con el titulo del trabajo escrito que se publica en la revista. El primer Nº tiene el nombre de “Jacques Alain Miller” y el titulo “Carta sobre el estatuto del psicoanalista”, ningún otro nombre propio en la portada; y así, variable número a número, hasta el 7. En el Nº 8/9, de julio de 1991, titulado “Especial, la causa freudiana” los nombres propios de psicoanalistas argentinos de distintas filiaciones irrumpen. Desde este Nº hasta el último ejemplar de la revista la presencia de nombres propios, ya sean de argentinos ya sean de extranjeros, psicoanalistas o no, en las tapas es una de las características. Con excepción, como decíamos anteriormente, del Nº 10 en el cual figuran “Descartes” y “Germán García”. Sí observamos con mayor detenimiento vamos a encontrar que estas mutaciones están íntimamente relacionadas a la historia de la presencia del psicoanálisis en la Argentina, y a una política en esa historia.
La revista, en el momento de salir el primer Nº, es parte junto con la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis de un proyecto, del proyecto Descartes -después las cosas irán cambiando. El proyecto Descartes fue enunciado desde un diario argentino, en un reportaje a Germán luego de su regreso al país. En 1987, el 27 de junio, se realizo el primer Coloquio Descartes de la Revista Descartes, se titulaba “El efecto rayuela – 25 años después”. Desde la Biblioteca Internacional, una desinencia de la Biblioteca Freudiana de Barcelona creada por Masotta, se desplegaron otras publicaciones como el boletín informativo VECTORES (del acontecer analítico), que aparece a fines de 1986; y El Murciélago, también dirigida en distintos periodos por Beatriz Gez y Adriana Testa, en conexión con L’ Ane magazine freudiano de París dirigido por Judith Miller. El Murciélago es una revista que puede leerse como una suerte de vacuola de la Descartes: dada su periodicidad, noviembre de 1988/mayo de 2000, ya que cómo esta última atraviesan las dos grandes etapas del proyecto Descartes; y, también, por cómo hay ciertos textos que El Murciélago hace resonar en la ciudad y la Descartes retoma.
La Biblioteca Internacional es uno de los cuatro grupos (Simposio, Seminario y S.A.B.A.) de la trama del Campo Freudiano en la Argentina. En 1992 se crea La Escuela de la Orientación Lacaniana, que se conforma partir de la disolución de los cuatro grupos. Ese mismo año, el 11 de marzo, Jacques Alain Miller dicta la clase inaugural del Centro Descartes, publicada en el Nº 11/12. En esa clase Miller apuntó a la precisión en la investigación dentro del Campo Freudiano y utilizó como texto principal de referencia el mismo que Oscar Masotta sabia utilizar, y que este había sacado del índice razonado de los Escritos, para dar un orden de razones en su lecturas de Sigmund Freud: “Descartes: según el orden de las razones” de Martial Gueroult.

Los índices
Al leer los índices de todos los volúmenes de la revista encontramos cierta operación en torno a un tema, aquel que dio titulo al IIº Coloquio Descartes en junio del año 1988 y se tituló “La importación de modelos culturales”, ese mismo mes salió el Nº 4, en el cual la leyenda “Revista Internacional” fue sustituida por “El análisis en la Cultura” en la portada. Los autores de todos los textos publicados en la revista proceden tanto de diversos países como de diversos ámbitos. La revista nunca dejo de ser “Internacional”, pero acentúo la inclusión del psicoanálisis en los debates culturales: esa discordia entre el deseo y los ideales en diversos ámbitos (literatura, religión, filosofía, etcétera) [ii].
El producto cartesiano en matemáticas es un conjunto que es el resultado de una operación entre otros dos conjuntos, cuyos elementos son todos los pares ordenados que pueden formarse tomando el primer elemento del par del primer conjunto, y el segundo elemento del segundo conjunto. Descartes: un producto cartesiano.

Los editoriales
Una lectura sobre cada una de las editoriales escritas por Germán García nos permite precisar aun un poco más nuestras preguntas. En este caso voy a tomar dos presentaciones en particular, las que abren el Nº 1 y el Nº 10.
En la Nº 1 encontramos el siguiente párrafo: “Descartes es una decisión que en el mismo momento de preguntar responde a una contingencia: la actualidad del psicoanálisis en nuestro país y en nuestra lengua, su anudación con países de otras lenguas.
Traducimos y comentamos, mientras las producciones del inconsciente que logramos escuchar orientan las decisiones”… “Descartes es también una pesadilla, ésa del ser como un conjunto vacío del pensamiento”
Así, con dos características por la positiva -una decisión y una pesadilla- define Germán a la revista Descartes el 27 de marzo de 1986 en Buenos Aires, en la presentación de aquel primer número, que se terminó de imprimir en los “Talleres Graficos Garamond”. Al final de la presentación escribe: “Falta saber cómo caerá Descartes en este campo de fuerzas vectoriales donde letter/litter, suspendido temores y esperanzas, está en el relámpago de la verdad.”
Estas líneas citadas plantean un problema: el paso de una lengua a otra de algo que justamente es un método que le da un valor preponderante a la lengua, a esa estofa en la cual se cocinan los mayores hallazgos del Logos. Traducir –parece que está diciendo: sabemos con Masotta: una repetición original-, comentar y el poder discrecional de oír el propio mensaje de manera invertida es la estrategia. Sí: “no hay analista sin institución, es decir sin formación”. La formula no es sin en la cual está sostenida este frase, y que se repite sin saber, debería completarse con sin formaciones del inconsciente, ya que la función del inconsciente es el aquello del esto: no se es esto, sin aquello otro. 
¿Una revista como pregunta y respuesta? La diferencia entre el significado en la historia y el significado de la historia, es el sufrimiento que tiene una “función ordinal” en la historia, y que desafía a “cualquier ingeniería social”, argumenta en esa primera presentación. Por el lado del significado de la historia, la respuesta es una decisión. Decisión sin temores ni esperanzas como el paso de Dante al traspasar un umbral, guiado por el poeta y por la palabras de una virtuosa mujer: “Sólo se debe temer aquellas cosas que pueden hacer daño a otros: a las otras, no, pues no dan miedo” le dice Beatriz a Homero, cuando le pide que guie a Dante. La revista Descartes se puede decir que es una sintaxis que busca engendrar un “relámpago de la verdad”, una marca significante que caerá.
Ahora, volvamos a la pesadilla por un momento. En la teoría de conjuntos el conjunto vacío se corresponde con una contradicción y el conjunto universal con una tautología. Pero esa pesadilla, como la de Joyce con respecto a la historia, también se puede leer el horror vacui. Es decir hacerse como un horror vacio, el que supone el encuentro entre dos lenguas. Un imposible que el objeto Descartes no cesa de escribir.
El Campo Freudiano es interpretado como campo gravitacional, en el cual se “vectoriza” la “acción” del significante que tiene su gravedad: la revista Descartes entre otras revistas nacionales e internacionales.
Este primer número de la revista, junto con la Biblioteca Internacional, servía de anclaje para que una enunciación tome envión dentro del Campo Freudiano en la ciudad de Buenos Aires. En otro lugar Germán escribía: “La enunciación, cualquiera que sean los enunciados, tiene una virtud temporal que se llama deseo. El placer es ahora, en presente”[iii]. Lacan diferencia en su texto sobre el tiempo lógico la colectividad de la generalidad, el primero es un grupo formado por las relaciones recíprocas de un número definido de individuos, la generalidad, al contrario, se define como una clase que comprende de manera abstracta un número indefinido de individuos. Tres faciunt collegium dice el dicho, recuerda Lacan. Así como Masotta, García “supone la fuerza vinculante de la transferencia como diferencia especifica, en la enunciación por cada una de las instituciones”. En ese mismo texto de Lacan podemos encontrar la siguiente cita que modaliza aún más el asunto: “Si bien en esta carrera tras la verdad no se está sino solo, si bien no se es todos cuando se toca lo verdadero, ninguno sin embargo lo toca sino por los otros”
Una falta de saber está en el inicio de la partida, como así también una certeza en el mainel del pórtico que esta al final del momento de concluir: ¿“cómo caerá” la revista en una contingencia, en ese campo de fuerzas vectoriales? Falta saber cómo, pero se sabe el verbo.
Germán avanzaba con su certeza cartesiana en esta época, finales de los 80 en la Argentina, en la cual la palabra certeza despertaba el prejuicio de aquellos que evalúan el sufrimiento con una moral progresista –¿qué sufrimiento es mejor: el de la psicosis o el de las néurosis?

La revista Descartes busca en el origen originalidad. Como antecedentes de la revista hay otras experiencias: Los libros, Cuadernos Sigmund Freud, Tyché y las mecionadas Literal, Sinthoma, Otium Diagonal. Y su filiación en una ironía de Jorge Luis Borges sobre Victoria Ocampo. Para Borges “Una revista supone ciertos amores” que incluyen exclusiones; admirar, eso lleva a hacer buenas antologías. Cristina Banegas y Maria Moreno escribieron “La filiación no es la búsqueda de un origen legítimo y excluyente sino una ficción en función de un proyecto, el reconocimiento de una deuda a condición de no considerarla saldada, ponerse tanto a la sombra de un nombre como despertarlo a nuevas resonancias.” Pero no es por vía de las pasiones del yo que la filiación aconseja, sino que es por el deseo por el cual toma: ¿Qué puedo conocer?, ¿Qué puedo hacer? y ¿Qué puedo esperar?, son las tres preguntas kantianas eternas que anteceden al acto y guían. Sí, “el deseo que se conoce por los actos y sus efectos” y el deseo requiere de una política, ¿Cuál es esa política?

La 10.
Como no podía ser de otra manera en nuestro país, también el ejemplar Nº 10 en esta serie es grave. Allí no podemos de dejar de sospechar que la cifra 10 es parte de un cálculo. El ejemplar anterior niega un número: 8/9, que surge en la época que se hablaba del “movimiento hacia la Escuela”. En la editorial del Nº 10, que está titulada: “Descartes y la razón después de Freud”, German escribía los siguiente: “Cuando encontré el nombre de la revista saludaba por encima del hombro a los que sabían que un presidente argentino había usado el apellido del filósofo para firmar sus opiniones regulares en un diario. Jugaba, también, con el uso oscilante que puede hacerse entre el nombre común y el nombre propio, provocaba de paso a los que molestaban por la falta de consistencia del ser argentino”… “Ahora, llegado al número diez se divisa una perspectiva diferente: en vez de buscar un lugar es necesario calcular una articulación”. Este Nº permite dilucidar dos cuestiones: nuestra pregunta ¿cuál es la política del deseo que impulsa la revista, el proyecto Descartes?, ¿qué fabricó aquella cifra del inicio de nuestro trabajo? Y por otro lado con respecto a una transformación: de aquel horror vacio en extimidad -palabra acuñada por Lacan en el seminario de la Ética que trata de nombrar “este lugar central, esta exterioridad íntima, esta extimidad, que es la Cosa”-. Este Nº sale el mismo año que se conforma la Escuela de la Orientación Lacaniana y el mismo mes que se dicta la clase inaugural del Centro Descartes. La portada vacía de nombres propios es el gesto de la disolución. Y la revista pasa de “jugar” con los nombres a “calcular” una articulación en la cual una exterioridad incluida por el Instituto del Campo Freudiano, es decir por la enseñanza explícita, a diferencia de la función de la Escuela.
El 6 de septiembre de 1994 Miller nuevamente visita el Centro Descartes para concluir una ponencia que no había podido terminar en las Jornadas de Escuela ese año. Pero algo lo decide a cambiar de tema. En cada una de las reuniones que Miller había realizado en esa semana con distintas instancias de la Escuela no hubo lugar para hablar de un tema: el pase. En el Centro Descartes Miller encontró un lugar para hablar de un tema central para la Escuela, y lo llamó extimo.[iv]
La política es, como en el año 1986, la de no quedar excluido. Como decíamos, la revista es sensible a los avatares de la historia del psicoanálisis en la Argentina y como aquello vivo que habita un deseo, tiene una política.
Eso se deja leer.



*Texto leído en el en el XXVII° Coloquio Descartes: Destellos mediterráneos





[i] Ver Musachi, G. (2010)  El otro cuerpo del amor. El Oriente de Freud y Lacan, Buenos Aires: Paidós.
[ii] Ver García, G. (2005). El psicoanálisis y los debates culturales. Ejemplos argentinos. Buenos Aires: Paidós.
[iii] Ver García, G. (2005). El psicoanálisis y los debates culturales. Ejemplos argentinos. Buenos Aires: Paidós.
[iv] Conferencia publicada en octubre de 1994 en formato de ficha e incluida en la compilación Conferencias Porteñas del año 2010.

XXVIIº COLOQUIO DESCARTES - Dossier




Comité Editorial de la pagina web sinthomaycultura

Novedad Editorial eduvim


escrita - Edición Facsimilar (Volumen I y II)



Volumen I (1980-1983)

Tras caminar tres décadas, escrita prosigue su conspiración a destiempo, en forma subterránea y a la vista de todos, como esa civilización de diletantes que se proponen hacer avanzar el siglo XVIII, superar el siglo XIX, “perfeccionar la perfección”... Pero, ¿de qué forma? A través de su poder de ilectura, escrita conquista la terra incógnita de sus nuevos lectores poniendo en cuestión a la comunidad y a sus dictados del sentido común. En manos del imprevisible lector queda el acto fallido como apuesta del deseo no prevenido. La comunidad de lectura adquiere una extraña vida asociativa. Una vida asociativa sin socios.Este ejemplar facsimilar se ofrece al lector no consustanciado en desenlaces finales como un escalón para entrar a ese extraño discurso, sin escaleras preestablecidas, llamado psicoanálisis.
Volumen de 412 páginas

Volumen II (1984-1986)

Muchos de esos textos, y la lectura tiende a c
onfirmar esta hipótesis, se sitúan en la actualidad con total impavidez, es decir, sin temor alguno a que el paso del tiempo hubiera podido despojarlos de lo que entonces les otorgaba su espesor de anticipación temporal. En la “propuesta” de escritaesa resistencia parecería carecer, como ya se dijo antes, casi totalmente de nexos con las coyunturas de una época. Reiterar este argumento se vuelve imprescindible, ya que sin duda no es en nada ajeno al sesgo indisociable de escrita, es decir, al hecho de haber inventado o hallado una travesía, un camino provisto de diferentes tramos desde los cuales se hizo posible contemplar –y explorar– con sus “escritos” muchos interrogantes de la literatura, que no quedaron circunscriptos solamente a dicho origen sino que tuvieron en virtud de ese mismo “punto de partida” una marcada inserción, incluso desde el comienzo, en otras perspectivas contiguas, que luego pusieron en evidencia sus intersecciones, como las ya citadas más arriba del psicoanálisis o la filosofía.
Volumen de 462 páginas

Novedad Otium Ediciones



El Relato de casos en la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis en la Argentina

Claudia Castillo, Rosa Falcone, Germán García, Noelia García Neira, Beatriz Gez, Marcelo Izaguirre, Sergio Piacentini, Eduardo Romero y Emilio Vaschetto.


Freud ponía el límite a la historización que estaba dado por la construcción. Es decir, cuando Freud hacía construcciones las justificaba porque decía que había algo en la historia de un sujeto absolutamente perdido. Como tal, sólo se podía deducir como quien sigue las nervaduras de una hoja y termina por dibujar las partes que faltan. Siguiendo las nervaduras del caso se podía construir la parte que falta.
Germán García.

Enigamas de la historia y relatos de casos suponen una teoría de la memoria pues escribir una historia es el relato de lo que otro ha relatado, es el recuerdo de quien ha conducido un tratamiento de lo que un paciente ha recordado. La perdida de las referencias es la posibilidad misma de la memoria.
El relato de casos, entonces, posee un valor metodológico como fuente de información diversa, no solo por evidenciar los lineamientos teorico-conceptuales que orientan su construcción o el marco científico y social más amplio que las determinan, sino también por ser testimonio directo de una practica, que no siempre coincide con los paradigmas imperantes de su tiempo.

Desde esta perspectiva, en los diferentes capítulos del libro se toman a los relatos de casos como material disponible-y, también, controvertido para la construcción de la historia de la psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis desde aquello que es su práctica clínica. Dicha construcción se circunscribe al período que abarca desde 1900 a 1960 en nuestro país, en el cual las tres disciplinas pasan por diferentes momentos en la delimitación de sus campos de influencia y en los modos de relacionarse.