Novedades Editorial Paradiso




El cerco rojo de la luna

de Silvia López




El cerco rojo de la luna puede leerse como relato tradicional pero a la vez como pieza contemporánea que explora la frontera de lo real contaminada por la imaginación. El escenario fantástico no contradice el rigor de los enlaces lógicos. No hay ningún cabo suelto; para el método científico de su protagonista nada queda sin investigar, ni los botones de la desconocida que lo seduce, ni el enigma de su olor a vainilla. Sólo persiste una pregunta en la voz de la amante perdida: “¿Será verdad, Hervé, que una vez desaparecida la apariencia actual del mundo, los pájaros, las rosas, la superficie lisa del mar, el hotel de Las cumbres, las almendras saladas, los vinos espumantes y todo, absolutamente todo, podía volver a su legitimo lugar?”
En el territorio narrativo de silvia López, el universo es castillo gótico que aloja alienados pre-freudianos, el paraíso de la literatura del siglo XIX


Daniel Guebel


La mancha de los adioses
de Isabel Steinberg


El eje de la novela está en esta frase: “Recordar: recordar la memoria.” Ese recordar ligado al recordar una memoria. Si lo seguí bien, lo conmovedor acá es esa decisión de recordar la memoria, y lo que eso abre a lo desconocido.
Me identifico con esta frase:

“Negra, pobre y judía. Mala yunta. Mala yunta para tener seis años y vivir en un conventillo de Buenos Aires en el año mil novecientos veintiocho.”
Conventillo es una cosmovisión de infinitos.

Y esta otra es otro eje:

“Veo la diferencia entre pasado, presente y futuro. Pero no veo separación entre estos tres aspectos del tiempo uno. Pasado, presente y futuro son cosas que existen desde el punto de vista de algún observador individualizado y ubicado precariamente en algún punto especifico (pero no inmóvil) de la línea de tiempo cronológico.
Por lo tanto el llamado “pasado” está siempre presente, así como el llamado “futuro”. Y el pasado está vivo. Su influencia es dinámica. Y nos trae nuevas lecciones a cada día –si tenemos ojos para ver.”

En el relato todo está en los ojos, en la visión del ojo que escucha como diría Claudel y en esa decisión de abrir la visión (voy a poner a un santurrón como Claudel con el zeide Zuny, finalmente se hubieran llevado bien. Claudel decía el ojo escucha).


Hugo Savino