Alexandre Kojève - El sujeto opuesto al objeto


Reseña del libro de Dominique Auffret: Alexandre Kojève. La filosofía, el estado y el fin de la historia Ed. Letra Gramma. Año 2009.



La biografía intelectual de Dominique Auffret sobre Alexander Kojève contiene además de La trama secreta, el excelente prólogo de Germán García, verdadera puesta al día de las controversias a las que ha dado lugar su pensamiento, en Paolo Virno, Giorgio Agamben, Gilles Lapouge, Leo Strauss, Catherin Clement, George Bataille, Gilles Deleuze, por citar solo algunos reveces dados en el entramado, y ampliar el sentido de las referencias en que Jacques Lacan lo cita. Incluye su bibliografía completa, la cronología resumida del ilustre desconocido a modo de introducción, y una entrevista a Raymond Barre (Primer Ministro Francés, amigo de Kojève). Los siete capítulos intermedios evitan la crónica documental y tratan de captar su “figura”, mediante hipótesis subjetivas que -lejos de la psicobiografía- se eleva en ensayos de captura de su Sistema de Pensamiento, evitando los mitos generados en torno de su personalidad.

Introduce a la complejidad de muchos de sus libros sin descuidar a la vez esas figuras de época en el contexto que nos dan la clave. En “de la infancia a la revolución (1902-1920)” por ejemplo, el joven Kojève de 15 años -huérfano de padre desde los 3- trafica en el mercado negro del Moscú de 1917. Capturados y fusilados sus compañeros de celda por la policía política bolchevique, él es rescatado. El terror, misteriosa experiencia formadora, define su inclinación marxista de la que hará principio, cuando más tarde encarne la explicación de Hegel: “Por el terror el hombre toma consciencia de lo que realmente es: nada”[1].

Sobrino predilecto de Wassily Kandisky, busca el exilio para seguir pensando en esa nada, mientras discute sobre arte moderno, vive la épica y convulsionada Berlín de 1920, y trabaje en su tesis sobre la metafísica religiosa del místico ruso Soloviev. El ya experto en lenguas orientales e hinduismo; sabrá leer, además de chino y sánscrito, las condiciones espirituales de la revolución en el cristianismo ortodoxo. Alumno de Jaspers en Heidelberg, evita las influencias de Heidegger y Husserl. Más tarde, recientemente instalado en París, continúa la cátedra de Koyré en la escuela de altos estudios. Domina entonces las matemáticas modernas de Cantor, y desarrolla una tesis integral sobre física cuántica que nunca completa en la que discute la noción clásica de causalidad que más tarde retomará Jacques Lacan.

Pero, hagamos nuestra parada fenomenológica: ¿de qué vale conocer la vida del ilustre intelectual que dilucida Hegel, al transformador de lecturas que formaron a Jacques Lacan? ¿Al ácido humorista que se hace llamar no sin ironía: “la conciencia de Stalin” cuando luego, en calidad de asesor comercial francés argumenta y tuerce decisiones sobre el destino de los fondos del plan Marshal en la Europa de post-guerra, y que se proyecta como ideólogo de los destinos de la política comercial francesa, en el Mercado Común y en la Unión Europea para el tercer mundo en el final de su vida? ¿En qué puede importar al psicoanalista las teorías sobre el Estado o concernirle los engorrosos argumentos sobre el “fin de la historia”?

Acaso para elucidar en qué la unificación del planeta, refleja un movimiento revolucionario de lo negativo. Donde la conciencia de clase no basta, sino que forma parte del pensamiento burgués, dando lugar a una condición burguesa más amplia y vigorosa: “reino animal del espíritu” que inscribe al ciudadano en la organización de necesidades en razón de una lógica de la conservación que es el exacto contrario del trabajo por el reconocimiento.

Sí; a través del Estado el individuo se asegura la existencia, la exigencia de seguridad entra en oposición con su ideal de libertad: la sabiduría hegeliana aportada por Kojève entendió antes que otros -y puede hacernos saber- que satisfacción y sosiego son esferas éticas opuestas e inconciliables. Que los ideales vigentes del “ciudadano” en pos de la seguridad y de su bienestar, llevarán a la extinción de lo político (y que produce un orden global impolítico) que no es simplemente el fin (del hombre y de la historia. Dado que para Kojeve el hombre deja de ser hombre, en cuanto deja de ser político) y el principio de la reanimalización, sino que es también el tránsito a un orden por entero diverso.

La noción psicopolítica de reconocimiento, no debe ocultarnos su cara de placer por el placer. El lustprinzip obstaculiza la conciencia de sí. Allí hace la diferencia el deseo de deseo que realiza el Hombre del Placer: “Diferencia entre Begierde y Lust: diferencia entre violación y ‘amor’. La sexualidad pura y el erotismo (…) el hombre del placer tiene frente a él las Beziste (propiedades) y no, como el hombre de la Begierde, las realidades brutas, inmediatas, de las simples cosas, embrutecido en la servidumbre de la realidad de cosa (…) en consecuencia: compra y no roba, etc.”
[2] Al contrario de la propaganda Nazi, nuestro pensador no encuentra en su experiencia fausta la decadencia de una cultura degenerada.

Es la imposibilidad de asumir un destino histórico en el fin de la historia el que puede impedir al hombre trascenderse, “el hombre es la enfermedad mortal del animal” –repite en su curso de 1936- y el Espíritu “un animal enfermo y mortal que trasciende en el tiempo”. Advierte que la solución económica, que no reconoce otra realidad que la existencia natural subjetiva, se adecua perfectamente a la despolitización universal. Ante esta novedad dará como respuesta: la forma-Imperio, suerte de espacios kojevianos (extensas zonas geográficas) que son autenticas polaridades culturales y no voluntades hegemónicas contrapuestas. El proyecto del “Imperio Latino” como fuerza equilibrante (alternativa al paradigma liberal del Commonwealth, o al estatismo nivelador) que da vida a una asociación inédita, pacífica y sintética con Francia investida en el rol de primun inter pares, pero a riesgo de renunciar a la armadura ideológica del nacionalismo que ella misma ha inventado. Esta unión internacional de naciones emparentadas, fundada sobre una “afinidad de lenguas”, de “civilización”, de “mentalidad”, etc. y (fundamentalmente) de religión, da cuerpo a su concepción escatológica.
[3]

Es éste uno de los itinerarios al que nos remite el libro, pero no el único. Aceptemos que una reflexión sobre su obra es imposible sin tentar alguna idea sobre su vida, transcurrida en la transformación de los años más convulsionados del sXX. y que, a la inversa ese sistema Total sobre el Saber en el que un sujeto se opone al objeto
[4], se realiza en acto[5]. Noción cercana a los elementos que ponemos en conexión en nuestras referencias. Puntuemos: “Lacan ingresaría en la Sociedad Psicoanalítica de París en el año 1934, mientras que por otro lado asistiría -conjuntamente con Merleau-Ponty, Sartre, Hyppolíte, Lefevbre [agreguemos: Bataille, Quenau, Weil]- al seminario que desde 1933 a 1939 Alexandre Kojève dicta sobre la «Introducción a la fenomenología del espíritu» de Hegel. El impacto hegeliano que sin duda data de aquella época, y cuyo alcance algunos interpretaron de modo abusivo, esbozaba ya su propio limite en el trabajo de Lacan sobre el «estadio del espejo» presentado en el Congreso de Marienbad el 16 de junio de 1936. «Le State du miroir …», no sólo induce una interpretación precisa del narcisismo y la pulsión de muerte freudianos, sino que otorga su justa ubicación a la «conciencia de sí» y a la «lucha del puro prestigio» hegelianas.” Comenta Oscar Masotta en el prólogo a “La Familia” de Jacques Lacan.

Alcanzados o no por estos “abusos” al límite; citamos la experiencia personal de Kojèv, descripta en términos de revelación místico-intelectual. La curiosa alucinación en la biblioteca de Varsovia (6 de junio de 1920), cuando el desvelo desencadena un “diálogo ente Descartes y Buda que relata así: “La lámpara apoyada sobre una mesa sólo iluminaba una pequeña parte de la pared donde colgaba un retrato de Descartes. La mesa estaba repleta de papeles y de libros. En una de sus puntas había una estatuilla de Buda. (…) algo me sobresaltó (…) el rostro de Descartes sobre el retrato pareció cobrar vida, tomar relieve y me pareció que sus labio se movían. Una transformación semejante había ocurrido con la estatuilla. (…) Buda (…) miraba a Descartes con una expresión de burla en su cara.”
[6] El enigmático diálogo-revelación culmina con el sobresalto de una pila de libros que se derrumban. Es la realización de un inexistente más allá de la negación del intelecto vivo. Ese estatuto de lo “In-Existente”, del no ser, pensado por nuestro sujeto no se adecua al espíritu del pensamiento ontológico para el cual la Nada no es, sino que en tanto excluida por la realidad lógico-ontológica concluye: “Yo pienso, luego ‘yo’ no soy”, y manda a morir al Ego. Pero ello no significa -“no implica” solemos decir siempre mal- que el sujeto deje allí de existir, y hace del fundamento del ego la negación del pensamiento, subsistencia más allá del sujeto. Lo “In-Existente” algo así como “un pensamiento del pensamiento” será capaz de revertir el contrasentido en el sentido de la “Existencia” del sujeto.

El recorrido biográfico de Auffret intenta seguir las huellas de esa intelección, que llegará hasta el final abrupto de su vida -que no se interrumpe con su desenlace mortal, por el prólogo que marca la continuidad- que detiene (no) su discurso. Kojève discutiendo en una conferencia ante el Mercado Común Europeo (Bruselas, 1968) sufre un infarto cardíaco que lo mata. Dejando el final de la historia cerrado en su abertura por la paulatina reanimalización del hombre que interpreta.



Leonardo Vera



[1] Comentario a la Fenomenología del espíritu de G. W. F. Hegel. Cap.III: la libertad absoluta y el terror. En “Introducción a la lectura de Hegel” curso del año escolar 1936-1937 (p151.)
[2] Fausto o el intelectual burgues. A. Kojève 1936.
[3] Fundamentalmente católica (para los latinos) protestante (para el bloque germano-anglosajón) y cristiano-ortodoxo (para los eslavo-soviéticos) que sería el motor de una transformación histórico-antropológica que tiende a desactivar la oposición Este-Oeste. Ver en: Mateo Vegeti: Estado total, imperialismo, imperio. Sobre el pensamiento político de Alexandre Kojève. En Deus Moratlis Nº7.
[4] “…desaparición del hombre en el fin de la historia no es una catástrofe cósmica: el mundo sigue siendo lo que es para toda la eternidad. Y tampoco es una catástrofe biológica: el hombre sigue viviendo como un animal que de acuerdo con la naturaleza o el ser dado. Lo que desaparece es el hombre propiamente dicho, es decir, la acción negadora de lo dado y el error o, en general, el sujeto opuesto al objeto.” Kojève, 1947. p416 de
[5] Tal como lo sitúa Germán García en su prólogo: “… nombres que realizan una transmisión de autoridad (en el sentido de Kojève) que se valida por los actos que prioduce. Tanto para Kojève como después para Lacan, se trata de logros, de lo que se logra en la realidad efectiva.” p.17 Kojève, el iniciador.
[6] p.116 (Idem. nota 1).


Acto analítico, pase en la ciudad actual: ¿Auschwitz, concentración sin campo visible?

La tercera facticidad, real, demasiado real, suficientemente real como para que lo real sea más mojigato al promoverlo que la lengua, es lo que se puede hablar gracias al término de: campo de concentración, sobre el cual parece que nuestros pensadores, al vagar del humanismo al terror, no se concentraron lo suficiente. Jacques Lacan (9/10/1967)

Estas líneas surgen en diálogo con temas formulados por Germán García en su curso “El acto psicoanalítico” (4/06/2009). Se hizo un recorrido puntual de cuestiones concernientes al del paso-pasaje del analizante al lugar del analista de la escuela. Germán García preguntó sobre cómo se articularían los componentes lógicos, la estructura de esa operación presentada por Jacques Lacan en el interior de la doctrina analítica -o si se prefiere, en la teoría analítica. Cómo se articula con un hecho: alguien X o Y se instala como analista, pone un consultorio, un diván, un juego de sillones, un teléfono y hasta tarjetas con su nombre y apellido. Subrayo: lo fáctico de esa autorización atraviesa diferencias de escuelas, de instituciones, de posiciones estéticas frente a la doctrina: freudianos, lacanianos, kleinianos, anafreudianos, fromianos, etcétera

Lo fáctico juega en cada lazo cultural por consiguiente: la facticidad, los hechos doctrinarios están en el horizonte de cada ciudad. Es una articulación que conviene estudiar, p.e., las inquietudes propuestas por Germán García sobre la historia del análisis en Argentina no están alejadas de ese nudo.

El epígrafe es de la proposición de Jacques Lacan en octubre de 1967
[2]. Fue una propuesta para el título de “analista de la escuela”: paso del analizante, lugar organizado al amparo del nombre de un analista, a otro lugar, “analista de la escuela” bajo el amparo de una escuela.

Lacan introdujo el campo de concentración, la segregación, la cuestión de la religión judía. ¿Para qué introducirlos allí? Al estar, sin saber previamente cómo, articulan el texto doctrinario con la facticidad
[3]. Tratare de exponer los horizontes de la ciudad actual, lugar donde un analista, en Buenos Aires, ocupa ese lugar[4].

La transformación de Jerusalén, Atenas, Roma en Auschwitz

Recorremos la transformación y cambio de una trinidad de ciudades fundadoras: Jerusalén, antigua sede de religiones monoteístas – la judía, la mahometana, la cristiana; Atenas, la ciudad de la “razón”[logos] occidental y, por último Roma, cuna de las instituciones políticas y jurídicas de Occidente, en particular, la base doctrinaria del régimen heterosexual patriarcal .

Trato de estudiar cómo fue afectado ese ternario a partir de la experiencia inaugural de la actualidad: Auschwitz, el campo de concentración, la instalación generalizada de un régimen nuevo para el tratamiento de la especie humana, el homo sacer – cuando alguien es confinado a esa situación se le puede matar sin que ese acto sea un crimen
[5]. Tal fue la condición a la que fueron sometidos los niños con síndrome de Down u otras “deficiencias”, los locos, los judíos, gitanos, los homosexuales, hasta llegar, al final de la guerra, donde se planeaba extender ese trato a los “feos”[6]. Se genera un elemento excluido –el homo sacer- que a su vez está incluido en lazo social como “matable”. No está fuera, no está adentro, sino “todo” lo contrario.

Señalo un efecto clínico doctrinario en el nudo de la angustia con la culpa. Si la angustia constituye una salvaguarda ante la culpa e inaugura un camino para el deseo ¿Qué ocurre cuando la culpa ha sido trastocada por la concentración?
[7]

Veremos cómo será viable una apuesta instaurada por el amor, en ciertos casos y condiciones, para sustraer un fragmento al goce obsceno del biopoder
[8] – tratamiento médico y biológico de la vida cotidiana, en particular, la política- con ese fragmento, quizás, se inserte la causa de un deseo que permita a cada quien vivir ante la precariedad y el horizonte de catástrofe que acecha de manera cotidiana[9].

El ternario de las ciudades:
El componente monoteísta

Freud en La interpretación de los sueños, una de sus obras canónicas, narra el siguiente episodio:
Vino entonces un cristiano y de un golpe me quitó el gorro y lo arrojó al barro exclamando: " ¡Judío, bájate de la acera! "». «¿Y tú qué hiciste? ». «Me bajé a la calle y recogí el gorro», fue la resignada respuesta. Esto no me pareció heroico de parte del hombre grande que me llevaba a mí, pequeño, de la mano. Contrapuse a esa situación, que no me contentaba, otra que respondía mejor a mis sentimientos: la escena en que el padre de Aníbal, Amílcar Barca, hace jurar a su hijo ante el altar doméstico que se vengará de los romanos Desde entonces tuvo Aníbal un lugar en mis fantasías.

La ciudad sostiene los despliegues culturales de la civilización Occidental, un lugar de intercambio que permite a los seres chamulleros, gracias a la libido –deseo- construir una articulación entre ellos. La cultura es una argamasa erótica que construye un puente entre el estado de naturaleza de la especie humana, su carácter de neoteno, y la sociedad
[10].

Freud abordó ese enlace erótico en El porvenir de una ilusión (1927) y El malestar en la cultura (1929). Esas fechas permiten reconocerlos como parte de las obras que serán consumidas por las luces del incendio que acabo con la vida de millones de humanos. Ese fuego, esas luces del siglo, alimentó los hornos crematorios, sus consecuencias se instalan en nuestra actualidad cotidiana
[11].

El inventor del psicoanálisis describió la vida amorosa mantenida por el creyente con Dios y con el padre. Localizó el alimento de las ilusiones, en especial, encontrar un Dios Todopoderoso o padre todopoderoso quien rindiendo un amor incondicional retribuya al enamorado la protección necesaria para las preguntas primeras y últimas de la vida: ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? Dios se ocupa de eso, sus amantes se dedican “tranquilos” a otras cosas.

Esas figuras todopoderosas se ordenan: Dios, el Rey, el Padre, el Pueblo, la República, el Proletariado. La serie lleva un hilo conductor: el monoteísmo. El monoteísmo es la última de las formas de creencia conocida en la cultura humana.

Esa creencia nació en una ciudad, Jerusalén: se dieron cita las tres religiones que destruyeron el panteón del politeísmo. Las consecuencias pueden medirse al ver, en un símil, el acto que afectó a las culturas precolombinas sometidas a la conquista
[12]. La muerte de los dioses fue consecuencia de la llegada del Dios único durante la conquista. El desencanto del mundo producido por esa perdida en la vida cotidiana se observa en la enorme tristeza que muestran, lo subrayó Lacan, los descendientes de esas culturas[13]. Hoy, los rostros tristes ¿serán sólo de ellos?
Los antiguos dioses dejaron de responder, han muerto y fueron “reemplazados” por un solo y único Dios.

Constatemos un hecho, el monoteísmo habré las puertas para un evento que afecta más allá de nuestra creencia: más allá de las sinagogas, de las iglesias y de las mezquitas que aún perduran. La trayectoria viva de la religión está concluida. El monoteísmo debido a las argucias de la razón es la puerta del panteón de la religión. Sin monoteísmo no hay posibilidad de la muerte de Dios.

El caso es claro y extendido pues vivimos en sociedades laicas donde vive una masa de creyentes. Esa masa está día con día, cada vez más a la deriva en las creencias. La religión pierde su espacio público para recluirse en la intimidad.

El religar de la religión se pierde. Los escrúpulos –componente del término religión- al perderse desligan, dejan de atar a las personas con Dios y a los unos con los otros
[14].


Ese conjunto de inhibición, síntoma y angustia tiene, entre sus causas mayores, la caída de las religiones monoteístas debido a la muerte de Dios.

Dios es inconsciente, o al menos, lo era, trabajaba, las 24 horas sin descanso. De acuerdo a varias versiones bíblicas, se las arreglo para establecer la diferencia entre una mujer y un hombre, cuando ese Dios se muere, o deja de trabajar ¿Qué le ocurre a esa diferencia natural? Hoy, algunas mujeres suelen preguntar en sus análisis “¿Dónde están los hombres?”.

Una de los mejores exponentes de la música de Israel, Dana International, es alguien a quien no se le puede tratar ni de mujer ni de hombre, pues es todo lo contrario más un plus, es un producto de la ciencia, que se reconoce como transexual.
El 4/03/2004, se informó del nacimiento en Texas de unos niños a cargo de una anciana que los concibió pues le fueron implantados el embrión fecundado de su hija y su yerno. Ella declaró: “¡Estoy contenta de que mi hija sea madre!”, añadimos,” ¡Que mi hija sea madre de mis “nietos hijos nietos” , de mis “embriones”, de mis…” El complejo familiar se modificó. Digamos que esa fantasía de apropiación material de la maternidad, así como el fenómeno transexual y transgénero son una competencia feroz con la querida idishe mame, a grado tal que ella vive bajo la amenaza de que se elimine su puesto de trabajo ante la sexualidad.

Considero que el “desorden” erótico, sexual, identitario y de parentesco respecto a sistemas anteriores son más que notorios y notables
[15]. Asistimos a experiencias de vida, las nuestras, donde el todo tiembla, del todo surgen temores, hemos perdido, un piso de referencia, un origen. Cuando pegamos un salto nuestras piernas brincan a partir del suelo, un origen, y nuestros brazos se extienden hacia un objetivo, incierto, desconocido y del que no tenemos un cálculo de si esos brazos serán suficientes para permitir el aterrizaje. De todas maneras pasamos al otro lado, saltamos.

El campo de concentración no fue sólo una fábrica de cadáveres sino el lugar donde se llevo a la práctica las consecuencias de la muerte de Dios. Así lo indican tres testimonios respecto de la experiencia del campo:

Ferdinando Camon- Es decir [le interroga], Auschwitz es la prueba de la no existencia de Dios.
Primo Levi.- Existe Auschwitz, por lo tanto, no puede haber Dios. (En el texto mecanografiado agregó a lápiz: No encuentro una solución al dilema. La busco, pero no la encuentro)
[16]

Luego, Imre Kertész, húngaro, premio Nobel de literatura 2002, vivió la experiencia de Auschwitz. Es interrogado por una frase de su libro Kaddish por el hijo no nacido
[17], un personaje dice “Las palabras padre y Auschwitz producen en mí las mismas resonancias”. Interrogado sobre tal afirmación respondió:

El culto al padre constituía en el pasado una de las premisas esenciales de la educación. Al hijo se le exigía respeto, acatamiento sin reservas de la autoridad, y todo ello sin apelar a ningún fundamento racional. De algún modo, el culto al padre, este hábito de la sumisión, fue lo que facilitó la deportación de tantas personas y otros países.
[18]

Y por último, en la película “Amén”, un sacerdote sube “voluntariamente” al tren de los deportados desde Italia, en la misma estación dónde antes fue trasladado Primo Levi a Auschwitz. Él consuma esa decisión –es acto- como respuesta a los argumentos del Papa Pío XII, argumentos de orden paterno: Pio XII como padre de la feligresía debe velar por el conjunto del rebaño. Argumentos del orden de la paternidad y sus obligaciones. Sólo subrayo esos elementos del argumento de Pio XII.

Se conoce el debate abierto por los resistentes del gueto de Varsovia con el resto de las instituciones del gueto, esas autoridades sostenían una argumentación semejante al de Pio XII
[19].

Cuando la sustentación de la autoridad paterna cae, eso afecta a cada uno, lanza la pregunta ¿Cómo ser padre en tiempos de la muerte de Dios? ¿Cómo ubicarse en la descendencia ante la caída de la paternidad? A la manera de un sueño relatado por Freud, se podría decir “Padre no ves que estoy ardiendo y ya nada puedes hacer”.

Estos son algunos de los cambios de la ciudad monoteísta a la ciudad de la concentración sin campo visible. Estos elementos llevaron a Lacan, formulo esa hipótesis, a introducir en el pase, un hecho fáctico: el campo de concentración. Nos queda localizar el tema del “logos”[razón] nacido en Atenas y las bases del orden patriarcal heterosexual en Roma.

Las formulaciones de Germán García permiten hacer una precisión doctrinaria y fáctica respecto del pase: es un procedimiento sólo destinado a dar cuenta de las razones que X o Y tienen para ocupar el lugar de analista. Allí no se trata del final del análisis –tema no está excluido- por una cuestión fáctica: si se tiene que hablar de ese final corresponde hacerlo en la galera dónde estaban puestos los conejos.

Alberto Sladogna, analista[1].


[1] Un miembro de la elp.
[2] Seminario oral, inédito, “El acto analítico”, que inició el 15/11/1967, la proposición está antecedida por el seminario oral concluido en julio de 1967 “La lógica de la fantasía”.
[3] El termino pertenece a los despliegues del filósofo del nazismo como posmodernidad, Heidegger, otro filosofo Giorgio Agamben estudió ese término en esa obra.
[4] Retomo la constatación de José Pablo Feinmann, “La filosofía y el barro de la historia”(Planeta, 2008) :”No es lo mismo pensar aquí que pensar en la Sorbona”(p.47)
[5] Ver el estudio e investigación de Giorgio Agamben quien localizó esa institución del derecho romano, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida. La nota del traductor explica su traducción, del italiano al castellano, de “uccidibile” como “matable” para dar cuenta de la definición del homo sacer .Él obtiene ese término al ser informado del tratamiento dado en Colombia a los marginados extremos llamados “desechables”, los desperdicios sociales, sus muertes por asesinato no causan ningún juicio jurídico, moral, social.
[6] En el filme alemán, “La caída”, se observa la presencia de un pequeño grupo de médicos que mientras esperaban el lanzamiento de la reconquista por parte del Hitler, ellos planificaban la instalación de un método para eliminar la “fealdad”, origen de los actuales regímenes de persecución contra quienes tienen el diagnóstico de “sobre peso”.
[7] La “culpa” como ha sido estudiada en la doctrina analítica, en varios de sus aspectos fue modificado, solo subrayó uno: la culpa tiene ahora un equivalente “simbólico”, el dinero ¿Cómo afecta esa equivalencia a la doctrina de la culpa?
[8] El término pertenece a Michel Foucault en Historia de la sexualidad, Siglo XXI Editores, México, DF, 1977.
[9] Si alguien pasa por la experiencia del pase ¿esa “experiencia” opera alguna modificación en su vida erótica, amorosa?
[10] Lacan introdujo la trinidad naturaleza-cultura-sociedad en su seminario oral de 1961/1962, lo hizo dialogando con las tesis de C. Leví-Strauss. Seminario organizado, en parte, por la pregunta sobre la presencia en el análisis fáctico del amor de la semejanza.
[11] Hecho fáctico: en cada compañía fúnebre de nuestros barrios ofrecen el servicio de cremación de cuerpos ¿Cómo afecta esa mecanismo tecnológico al duelo?
[12] Las sociedades surgidas de la “conquista” no tienen la misma estructura subjetiva que las sociedades surgidas de la “colonización”.
[13] Lacan señaló esto en su seminario oral , 1959/1960, “La ética del psicoanálisis”
[14] religar.(Del lat. «religare», de «ligare»; v. «LIGAR».) Õ *Atar nuevamente o atar mucho Ö Añadir nueva cantidad de un metal a una aleación. religión.(Del lat. «religio, -onis», escrúpulo. Fem.)
[15] Este tema Lacan lo abordó en “El fracaso del Un-desliz es el amor…” seminario oral de 1976, 1977, conocido a veces, como “seminario 24”.
[16] Ferdinando Camon, Primo Levi en diálogo con Ferdinando Camon, Anaya/Muchnik editores, Madrid, 1995.
[17] 1990, Narrativa del acantilado, Barcelona, 2001
[18] Periódico El país, suplemento cultural, Babelia, 14/09/2002, p.2
[19] Emanuel Ringelblum, Crónica del gueto de Varsovia, alba editorial, Barcelona, 2003, p.349. Ringelblum fue uno de los fundadores de la Organización judía de combate, fue fusilado 1944.