BREVES -Lecturas comentadas- N°1-Marzo 2017.- Biblioteca del Centro Descartes-#FRD30Aaños


Constelaciones de lecturas
Leonor Curti


El modelo freudiano de la constitución y la formación de masas, planteado en Psicología de las masas y análisis del yo (1921), su incidencia y uso o apropiación por parte de organizaciones sociales y políticas actuales, siguen aún hoy suscitando estudios y publicaciones.
Una de ellas, Sugestión. Potencia y límites de la fascinación política (Adriana Hidalgo, 2015), de Andrea Cavalletti. En este ensayo, el autor desarrolla a través de anécdotas ligadas al surgimiento de la hipnosis (anécdotas que involucran tanto a Freud, como a Charcot, o a Mesmer y Bernheim, entre otros) el poder de la sugestión de llevar al sugestionado a un acto inducido por el sugestionador. A partir de la fascinación, y analizando la novela de Thomas Mann, Mario y el mago (en la que el autor italiano ve la evocación de Mussolini) abordará los fenómenos sugestivos y su uso político, gracias a la acción de la educación, del gobierno, de la política; en definitiva, de la acción biopolítica del Estado: incidiendo sobre la voluntad, se logra detener el acto, que siempre tiene consecuencias. Dirá, en el camino de encontrar una salida para este esquema de cosas, “La teoría libidinal es el corazón del psicoanálisis, y tal vez este último no es sino una singular excepción en la larga historia de las fuerzas sugestivas”. Así como: “En el orden sin poder de la escritura se anuncia así el final de toda mágica autoridad” planteando que Mann logra distanciarse de la fascinación ominosa que el mago había ejercido sobre él, cuando escribe su nouvelle, y que la noción de tradición en Benjamin puede también aportar claves para prevenir efectos sugestivos.
La teoría freudiana y los esquemas de la propaganda fascista (1951) de Theodor Adorno, contenido en Ensayos sobre la propaganda fascista. Psicoanálisis del antisemitismo (Paradiso, 2003), avanza sobre el tema, en la dirección del uso del lenguaje. Siguiendo también a Freud, dirá que “el fascismo no es solamente la reaparición de lo arcaico, sino su reproducción por la civilización y en el propio seno de la misma”. El agitador de chusma adorniano, homólogo del mago de Mann, será instrumento ineludible para lograr la conformación artificial de la masa (ya que retoma la idea de Freud de que no hay pulsión de grupo). Y lo logrará con recursos concretos: despertar la herencia arcaica del sujeto, exacerbación del narcisismo, dirigir la hostilidad hacia lo externo, la tendencia al igualitarismo malicioso, uso mágico del lenguaje (que conlleva un mínimo de recursos y la repetición compulsiva de argumentos basados en procesos inconcientes). Adorno percibe la existencia en las masas de la
susceptibilidad potencial hacia el fascismo, que sin embargo precisa de la sugestión para actualizarse. Como Cavalletti no avanza más allá de la sugestión, sin llegar a la capacidad hipnótica que en mayor o menor medida habita a cada sujeto, es posible que se le escape esta susceptibilidad potencial que para Adorno es tan clara. Dirá que los opresores se han apropiado de la teoría y del esquema freudiano, desarrollando habilidades para explotarlos en su favor, y que el mérito de Freud habrá sido haber llegado al “punto del que la psicología abdica”.
Será allí donde el Psicoanálisis deberá necesariamente tomar su relevo, como posible salida de la hipnosis generalizada, dado que cualquier proceso de identificación colectiva parece llevar al hombre a quedar sumergido y sometido a la masa.
El miedo (Capital intelectual, 2016), diálogo que por momentos no parece tal, entre Patrick Boucheron y Corey Robin, sigue esta línea, pero suma el miedo a los recursos de los que los poderes no solo fascistas sino de administración en general se sirven en su ejercicio. El que gobierne deberá generar un sutil equilibrio entre el uso del miedo y el recurso a la esperanza. Hacer temer, dirá Boucheron, es la mejor forma de hacerse obedecer. Robin planteará una infraestructura política del miedo, subsistiendo en Estados Unidos a partir de septiembre de 2001; dirá que el miedo no es un artefacto de la psicología de las masas, sino un proyecto político, que se valdrá de autoridades, ideología y acción colectiva. Hobbes, Brecht entre otros, serán de la partida para tratar de esclarecer la relación del miedo con el lenguaje.
Vincent Descombes abordará en El idioma de la identidad (Eterna Cadencia, 2015) la problemática del uso de la lengua y los fenómenos identitarios. Como los anteriores, el libro de Descombes es complejo, erudito y filosófico y sitúa en el horizonte la cuestión del lazo social.
Constata que a medida que se la intenta definir, la identidad se va disolviendo para dejar paso a la aparición de identificaciones, que como sabemos desde Freud, son solamente parciales, no otorgan un ser. Con Erikson se impondrá luego de la Segunda Guerra Mundial, el diagnóstico de crisis de identidad, para los soldados que volvían del frente de batalla, sin ningún sentido de cohesión, impotentes para mantener la idea que hasta entonces se habían hecho de sí mismos y de los lazos que los constituían y en cierta manera, los representaban. Erikson propondrá con su teoría una continuación del desarrollo freudiano de las identificaciones, planteando que en el adolescente, la formación de la identidad comienza cuando las identificaciones dejan de ser útiles.
Investiga sobre el uso de los pronombres “yo” y “nosotros”, sobre el nombre propio, sin llegar a conclusiones definitivas respecto de lo identitario. Luego de un recorrido exhaustivo por la filosofía de la identidad, llega a la cuestión de las identidades colectivas. Se ocupará de la concepción medieval tanto como de la aristotélica al respecto. A nivel de lo nacional, se detendrá en Mauss, destacando que la consolidación de instancias de constitución superior va en detrimento de las individualidades, y que la modernidad concierne la idea del individuo libre en su conciencia y en su voto. Preguntas del estilo “¿Cómo puede concebirse a sí misma en su composición la sociedad particular, dado que está compuesta, justamente, de individuos humanos particulares?” se multiplican. Aparecen Rousseau, Hegel, Benveniste, Voltaire para echar luz sobre la tensión yo-nosotros, rozando los debates actuales por el derecho a la diferencia y la democracia multicultural. Hacia el final abordará el tema a partir de la
diferencia entre poder instituyente y poder constituyente. Cita a Castoriadis para sostener su propuesta de que lo que funda cierto nivel identitario en un grupo humano es el poder instituyente, que no se agota en un líder, ni en el presente de dicho grupo humano: “detrás del poder constituyente, hay que reconocer el ejercicio de un poder instituyente”, que para Castoriadis serán “la lengua, la familia, las costumbres, las “ideas”, una multitud innumerable de otras cosas y su evolución escapan por lo esencial a la legislación”. En la participación en una tradición histórica es imprescindible ejercer y ejercitar la imaginación, en tanto facultad de invención y de concepción, y apostar más allá del presente, a la continuidad histórica.
En resonancia con lo ya comentado, por estas latitudes me pareció interesante recordar La ciudad letrada (Del norte, 1984) de Ángel Rama, donde también es posible leer la caída represiva del uso de la letra y de la escritura legal (lo constituido) sobre las fuentes de saberes orales y tradicionales (lo instituyente) en pueblos donde la mayor parte de la gente no leía ni escribía. Mira con entusiasmo las revoluciones americanas de comienzo del siglo XX: la mexicana y la uruguaya, y la auspiciosa inclusión en estas gestas, de distintos tipos de intelectuales y hombres de letras. Quizás por ser una publicación póstuma, queda el sinsabor de cómo hubiera seguido tan jugosa investigación, de haber podido hacerlo.
Más cercana a nuestro tiempo es Las teorías salvajes (Entropía, 2008), recientemente reeditada, primera excelente novela de la argentina Pola Oloixarac. Un mundo de discursos paralelos, de lenguajes delirantes que envuelven al lector, resuenan para resquebrajar la infatuación de cierta intelectualidad argentina vinculada a lo académico, que hunde sus raíces en los ´70. El valor de la novela en este contexto (sin duda tiene muchos más) es el de poner en acto, al dejarnos abstraídos dentro de ese delirio de lenguaje pseudohumanístico, los efectos de sugestión que produce todo lenguaje que se autocomplace y se cierra sobre sí mismo, e intenta dar una cosmovisión sin resto de las cosas del mundo. Más allá de los conceptos en los que el supuesto lenguaje esclarecedor se base, en el momento de abortar los cuestionamientos, de proponerse universal, roza inevitablemente el fascismo.



El acto y la palabra
Liliana Goya


Maurice Pinguet (La muerte voluntaria en Japón, Adriana Hidalgo, 2016), realiza un análisis del suicidio en Japón a través del estudio pormenorizado de la historia feudal nipona. El deber para con los amos y señores (samuráis, bakufu, rónin), así como la deuda filial con los padres, serán parte de esos determinantes que hacen del seppuku (corte y apertura del vientre) y el tsumebara (decapitación) los actos ejemplificadores que elevan el código a la categoría de acto supremo. Así queda trazada la división profunda entre el acto y la palabra: la cultura japonesa está armada de gestos e imágenes que sugieren, más que de palabras. En ese entre-líneas también, la literatura japonesa así como la historia (puesto que se narra en las crónicas guerreras), el acto de la muerte voluntaria es descripto como la única salida posible al honor mancillado.
 "El Japón sólo confió el cuidado de plantear lo verdadero al acto mismo, cuya palabra -al ser una convención- corre el riesgo de debilitar la claridad. (...) La verdad no se deja asir por las palabras mismas, se desliza entre ellas, al revés de lo que dicen, en los intersticios y en las rasgaduras: intuición freudiana que Japón, por toda una práctica de lo implícito, parece haber preparado. (...) Paradoja de la muerte voluntaria: ¿sólo dejando de ser se puede asegurar lo que se era?"


Agradecemos los comentarios enviados por nuestras colegas Leonor Curti y Liliana Goya

DESCARTES. El análisis en la cultura 22/23 (2012). Sumario. #FRD30años.

Descartes /Año XVIII/número 22/23 agosto 2012

SUMARIO


ILUMINACIONES
Retorno a lo triple del placer / Jean-Claude Milner.
Después de todo. Entrevista a Jean-Claude Milner / por J. P. Lucchelli.


Palabras claves
Marx es Dios, y Ford es su profeta / Alexandre Kojève.
El origen cristiano de la ciencia moderna / Alexandre Kojève.
Antígona entre Hegel y feministas / Graciela Musachi.
El objeto Sócrates / Juan Pablo Lucchelli.


CONTRALUZ
La estética de Lacan o una estética con Lacan / Luciano Lutereau.
Otra muerte para Facundo. Ensayo de speculum para la modernidad argentina / Maximiliano Fabi.
Apuntes sobre David Viñas / Germán García.


De archivo
Discurso leído por Cristina Banegas en la Fiesta del Huracán el 22/12/1990 / escrito con María Moreno.
Reina Victoria / de Lytton Strachey.
Vida de Jacques Lacan / de Jacques-Alain Miller.
Tu yo no es tuyo. Lo real del psicoanálisis en la ciencia / de Miquel Bassols.
Claridad de todo, de Lacan a Marx, de Aristóteles a Mao / de Jean-Claude Milner
Después de la gran división: modernismo, cultura de masas, posmodernismo / de Andreas Huyssen.
De la luna al sol: para una historia de los viajes espaciales / Ezequiel De Rosso.

Reseña Descartes 22/23. El análisis en la cultura (2012) -Gabriela Rodriguez- #FRD30años

La objeción de la mujer.
El profesor Bram Dijkstra tituló Idolos de perversidad a un estudio sobre la imagen de la mujer en la cultura de fin de siglo. Allí, pasa revista a toda una iconografía misógina que infectó las artes y el pensamiento, en la que floreció una representación de la mujer identificada con una especie de “mala voluntad”, una actitud “intrínsecamente perversa”, “reacia por naturaleza”, en fin, la encarnación de una auténtica “maldad indómita”. Tales representaciones estéticas que perviven con más o menos fuerza, nos ponen frente a un planteo hegeliano, que también pudo ser calificado de misógino y que simplificado podría ser reseñado como sigue: 1- la comunidad devora la femineidad hasta disolverla, 2- en ese movimiento se crea en lo que oprime su enemigo interior que deviene principio hostil, 3- así la femineidad que retorna como ironía, altera… transforma… invierte...
Este planteo archi-retomado críticamente por los feminismos, aloja en su interior una frase que no solo da pie al enorme artículo “Antígona entre Hegel y feministas” de Graciela Musachi, sino que recorre cual fantasma, este número doble de la revista Descartes. Se trata de la metonimia que Hegel produjo para decir la femineidad: eterna-ironía-comunidad, que Musachi ausculta, acentuando el costado ironía, en su lazo con el romanticismo, vía Ernst Behler, del que extrae una definición cercana al Witz freudiano, un “arte sociable investido de una sublime urbanidad”, siguiendo el ardid de Friedrich Schlegel, quién convierte a la ironía en eso que hace “fluctuar” el enunciado, ahora vía Rüdiger Safranski. Pero en tanto esa ironía, eterna, se juega como paradoja que articula lo propio de la femineidad, las voces del feminismo acudirán a la cita argumentativa, Luce Irigaray, Celia Amorós, Seyla Benhabib, para “escupir” sobre Hegel, el patriarcado y la misoginia, según reza la corrección política, y/o hacer surgir “un resto fecundo” que hace objeción - Benhabib -.
La objeción de la mujer al edificio hegeliano emerge como un real en esa “otredad del otro” que “se rehúsa al malabar de la dialéctica”, un punto en el que Benhabib pudo coincidir con Jacques Alain Miller y por el que reclama para la femineidad la tarea de restaurar esa ironía en la comunidad. La italiana Carla Lonzi, a quién sumamos a la serie por haberse ocupado de Hegel y de la frase, puede ironizar incluso con el hecho de que la femineidad “eterna ironía de la comunidad” hiciera reír al pensador de lo universal, y ve, auspiciosa, en el feminismo, una manifestación de aquella ironía.         
El fantasma en cuestión vuelve a cobrar vida en la reseña de Beatriz Gez sobre el libro de Andreas Huyssen, Después de la gran división: modernismo, cultura de masas y posmodernismo, Gez se hace eco del interrogante con el que Huyssen lee Metrópolis, la película de Fritz Lang: “¿por qué el robot creado por el mago-inventor Rotwang, es presentado con la apariencia de una mujer?”. Digresión histórica mediante, la respuesta involucra la creciente percepción de la tecnología como una “amenaza demoníaca”, un “presagio de destrucción” “fuera de control”. Así el Maschinenmensch como mujer, cual electrodoméstico insumiso, es potador de una amenaza para la Metrópolis del Amo Fredersen, “en sus dos tipos ideales: la virgen y la vamp”. Otra vez la ironía, ahora la de Lang en el film, muestra como del intento de neutralizar el poder que emana de la virgen - quien elude la mirada del Amo al reunir a los trabajadores en las catacumbas -, retorna el peligro bajo la forma de la vamp fatal, que ahora se cierne sobre el entero sistema de Metrópolis.   
Las mujeres no se inquietan por categoría como las del poder y el saber, simples simplezas, ironiza Lacan en su Seminario, ellas detentan ¿un poder? que rebaza sin medida toda categoría. Es hablando de Queen Victoria, la biografía de Lytton Strachey reseñada por Juan Cruz Martínez Methol en este número, que Lacan “suena extrañamente hegeliano” - Musachi lo había señalado respecto del Freud del Malestar en la cultura -, cuando señala la ironía de que ellas podrán integrarse en las categorías del hombre, aunque Aún en tanto una-mujer, lo es sin medida respecto del universal y en una relación al inconsciente, menos trabada por eso.  
    Hojeando el ejemplar de esta revista descubrimos esas apariciones irónicas: la mujer-máquina con encantos de vamp insurgente, animada desde otra mujer santa, mensajera de las nupcias entre capital y trabajo, no menos amenazante que la primera, tal la María desdoblada de la Metrópolis de Fritz Lang. Una reina, cuya acción de mujer designa a una época con su nombre, y en discordia con lo que su nombre acuña puede encarnar el ideal de libertad, en la época de la renuncia, Queen Victoria de Lyton Strachey. Otra mujer, tironeada entre Hegel y feministas, la Antígona de Sófocles, que abre la vía de una eticidad, pasión inhumana de un ser al límite que disuelve toda conciliación. Figuraciones del irónico y eterno “principio femenino”, reunidas en este episodio de la revista Descartes en su análisis de la cultura.      

DESCARTES. El análisis en la cultura 21 (2011). Sumario y Editorial. #FRD30años

Revista Descartes Nº 21 Por una política del Witz. Año XVII, julio 2011. Otium ediciones.


ÍNDICE GENERAL


Los banqueros de la lengua / Germán García.


DOSSIER - XXIII COLOQUIO DESCARTES


Acción del significante
Una intervención de Freud / Beatriz Gez
Pintate a ti mismo y pintarás el mundo / Judith Gociol
Copi: política, vanguardia y exilio / Laura Vazquez


El humor y la construcción del poder
La prensa de humor político de El Mosquito a Tía Vicenta / Mara Burkart
Humor y política / Andrea Matallana
Literatura dibujada: una política de Oscar Masotta / Ignacio Lotito


El witz como proceso social
El porvenir sin ilusión / Graciela Avram


BIBLIOTECA


El procedimiento de Susy / Mauricio Tarrab

Presentación de la edición argentina del libro Figuras del destino. Aristóteles, Freud y Lacan o el encuentro de lo real / Eduardo Mahieu





LOS BANQUEROS DE LA LENGUA

Lacan dice “acción del significante, pasión del significado”. Supone el signo de Saussure. Esta expresión donde hay una acción del significante previa a una pasión del significado parafrasea a alguien de quien se acuerda, poco antes de morir. Tristan Tzara, en un Manifiesto Dadá dice “el pensamiento nace en la boca”. Si “el pensamiento nace en la boca” la profundidad queda abolida y es la acción de ese significante que uno pone en juego la que provoca o no provoca una pasión del significado. Opino que desde Las nubes de Aristófanes hasta este dibujo de Caloi, en el que el señor que lee el diario en lugar de poner el pie en el cajoncito lo pone en la cabeza de quien le lustra los zapatos, la acción del significante puede provocar las más diversas pasiones. En última instancia, desde que las palabras y las cosas se separaron -porque ya no hay mensajes de los dioses según el Crátilo- hay que buscar legisladores que digan qué palabra se corresponde con qué acontecimiento de la ciudad, con qué objeto determinado. La relación entre el referente y el objeto ya no es unívoca. Hablar, decía Lenin, ya que estamos en ese tono, es hacer propaganda. Entonces charlar, escribir, discutir, publicar es querer articular la acción previa a un significante sobre los efectos negativos o positivos que tienen sobre nosotros los significados correspondientes, es decir, las pasiones que esos significados despiertan en los cuerpos y/o en la ciudad.
En el Coloquio a la “Acción del significante” le responde la última parte que se llama “Los banqueros de la lengua”; que son los que negocian esa acción del significante. Respecto del humor hay quienes dicen que al ser una válvula de escape en vez de apresurar el cambio social crea una homeostasis. Están otros que dicen que el humor puede ser subversivo, en tanto ataca la apariencia que necesita el poder para sostenerse, para hacerse creíble como ideal colectivo (al igual que una clase social que cree ser el ideal de todas las clases). Creo que no es ni una cosa ni la otra, ni las dos cosas: el humor juega, como cualquier discurso, distintas funciones en diferentes momentos políticos según su emplazamiento social (es decir lo que Freud llama “la capilla”).
En un congreso Bretón intentó apropiarse del movimiento Dada para colocarlo bajo el nombre de surrealismo. Tristan Tzara afirma, en otro contexto lo siguiente: “esta tarea no fue ordenada por una fuerza sobrenatural sino por el cartel de los mercaderes de ideas y los acaparadores universitarios.” Es decir que la subversión Dada surgida en Zurich caería según las razones de Tristan Tzara “en el cartel de los mercaderes de ideas y los acaparadores universitarios.”
Efectivamente, el surrealismo sirve para hacer tesis como todo lo que anda por el mundo, incluido el marxismo.
Lacan repite otra idea de Tristan Tzara al final de su vida para responderle a Althusser: “El señor A. (Althusser) me hizo acordar al señor Aa, antifilósofo, de Tristan Tzara”. Lacan dice la jerarquía no se sostiene sino por administrar el sentido. Una jerarquía es una administración del sentido, es decir, administra las pasiones que las palabras provocan. Lo diré como aquella afirmación Dada ‘los banqueros de la lengua siempre recibirán su pequeño porcentaje de la discusión’.
Nuestro Coloquio llamado Por una política del Witz, en homenaje a Sigmund Freud, encontró su título en un trabajo de Jacques-Alain Miller.
Tomen estas palabras de presentación como una bienvenida.
GERMÁN GARCÍA

Reseña Descartes 21. El análisis en la cultura (2011) -Alejandro López- #FRD30años.

“Por una política del Witz”


Hay un capítulo (en El chiste y su relación con lo inconsciente) sobre la función social del chiste, donde bastaría cambiar la palabra Witz por la palabra psicoanálisis para aprender muchísimas cosas para la práctica analítica.
Germán García (2009)


La Revista Descartes nº 21 tuvo su aparición en el mes de julio del año 2011, por primera vez editada por Otium Ediciones. Interesa resaltar ello debido a que Otium se constituyó en el 2008 en el norte del país (Jujuy, Salta y Tucumán) como efecto de una continua labor iniciada en la década de los 80 respondiendo a la política y a instancias de Germán García.  Bajo el subtítulo Por una política del Witz se reúnen en el dossier trabajos presentados en el XXIII Coloquio Descartes, referidos a la acción del significante, el humor y la construcción de poder y el Witz como proceso social, entre otros textos que se reúnen en la sección Biblioteca.
En primer lugar, en el texto denominado Los banqueros de la lengua, Germán García dirá: “Charlar, escribir, discutir, publicar es querer articular la acción previa de un significante sobre los efectos negativos o positivos que tienen sobre nosotros los significados correspondientes, es decir, las pasiones que esos significados despiertan en los cuerpos y/o en la ciudad”. Advertir que las acciones del significante son negociables y por ende de ello se desprende la pasión del significado, trae a colación la falta en ser que se juega en los sujetos. La pasión del significado muestra la exigencia dirigida a Otro como búsqueda de un complemento a causa de esa falta. Es la función activa del significante de la cual resulta un sujeto barrado, es decir, un sujeto que habla como efecto de la articulación de significantes. Es la ignorancia la pasión estructural dirá Lacan, en ese no saber lo que se dice cuando se habla.
La administración del sentido da cuenta de una jerarquía, y esto responde a una política. J. C. Milner dirá que la política es asunto de seres hablantes y J. A. Miller recuerda que la política procede por identificaciones manipulando palabras claves e imágenes en las cuales el sujeto es capturado. Por esto es que el psicoanálisis ni revolucionario ni reaccionario, siempre subversivo, es el reverso de la política, porque en su operación tiende a sacudir y perforar esas identificaciones. Arremete ante lo que podríamos llamar, las industrias del significante.
En Una intervención de Freud, Beatriz Gez, puntualiza la respuesta de Freud ante las problemáticas y conflictos que acontecían al psicoanálisis en 1927.  Respuesta, a la cual Lacan da su carácter de subversiva en su escrito Kant con Sade. Judith Gociol, en Píntate a ti mismo y pintarás el mundo indica el movimiento de la historieta en Argentina durante los años 90 similar al que tuvo la poesía, planteando su sustento y fortalecimiento en los márgenes, lo cual brindó las posibilidades de experimentación y abrió los caminos para una nueva historieta que se desarrolló hasta la actualidad. Esta idea concuerda con lo que el poeta y ensayista Osvaldo Aguirre plantea en su libro La tradición de los marginales, siguiendo a Juan José Saer, al decir que la verdadera tradición poética corresponde a “los textos que inauguran nuevos caminos o modifican las formas artísticas que proceden en buena medida de escritores a los que se considera marginales”. Pero al fin, ya en el centro, estabilizan, sancionan, direccionan, generando estereotipos. El margen, sin embargo, refiere, posibilita contornos imprecisos, de cruce y mezcla en los discursos y por esto el cuestionamiento a las formas instauradas.
Mara Burkart en, La prensa de humor político en Argentina; y Andrea Matallana en, Humor y política: la imagen de la república en la gráfica política de la Argentina, realizan un recorrido por las publicaciones de humor gráfico denotando su utilidad y función en determinado contexto, lo cual refleja una determinada época y las distinciones en el uso del humor. Al igual que Laura V. Vazquez Hutnik en La obra Gráfica de Copi, muestra el carácter polifacético, dislocado, casi inaprensible, producción que “difícilmente pueda encasillarse en un esquema de géneros puros”; Ignacio Lotito, explaya su texto sobre Oscar Masotta en relación a su intervención en el campo de la historieta y su operación en la cultura: “La producción en el campo de la historieta son un ejemplo entre otros, de la posición cambiante que él tuvo en el plano cultural (…) Estos cruces entre experimentación y teoría, resultaba difícil de clasificar e intranquilizaba los cánones vigentes en el campo artístico y cultural”.  
Prosiguen los escritos de Graciela Avram El porvenir sin ilusión, de Mauricio Tarrab El procedimiento Susy, de Eduardo Mahieu Aristóteles, Freud y Lacan o el encuentro de lo real y de Caroline Newton Informe para el psicoanálisis, los que junto a los primeros muestran ejemplos de las operaciones -incidencias e irrupciones en la cultura y la política-, las que tienen algo de lo que Freud y Lacan remarcaron a propósito del Wizt como intervención.
El Witz, palabra alemana traducida como “chiste”, ingenio, se relaciona con las artes y, más específicamente con la poética dirá Lacan. La intervención de estas dos (Witz y poesía), sumada la interpretación analítica, producen un efecto de destello, agujereando los marcos referenciales con los cuales se tiende a caer en las redes de entendimientos inocuos, de los que se desprenden juicios y prejuicios, es decir, los significados propiciados por la acción del significante. El Witz, posibilita tanto la irrupción en la conformación de sentidos que taponan como irrupción en el caos, generando la posibilidad de algo nuevo, como bien lo dijo Lacan en 1953, el orden entero del lenguaje “se anonada en un instante”. En este acto creador se percata un saber hacer, en donde hacer uso de la palabra para otro uso, para producir un efecto de equívoco, para despertar e introducirse en el orden de la sorpresa, en eso reside la operación del Witz, lo cual, como se sabe, es también la labor del artista. Es por ello que la interpretación analítica encuentra su referencia en el Witz y la poesía, no por la risa ni por lo bello sino por que produce un cortocircuito, generando una nueva articulación.




DESCARTES. El análisis en la cultura 19/20 (2006). Sumario y Editorial. #FRD30años

DESCARTES. Año Freud. El valor del psicoanálisis. N° 19/20.  Septiembre 2006.


Director: Germán L. García
Consejo de dirección: Graciela Avram, Beatriz Gez, Luis Varela, Graciela Musachi, Marcelo Izaguirre.
Difusión: Adriana Testa, Alicia Alonso, Ignacio Lotito, Juan Marino.
Corresponsales: Miquel Bassols (Barcelona), Marco A. Mauas (Israel), Mercedes de Francisco (Madrid), Hugo Freda (París), Marcela Antelo (Brasil), Fernando Abelenda (Corrientes),

Ricardo Gandolfo (NOA),
Germán Schwidt (La Plata)
SUMARIO

Veinte años, algo más que nada, Germán García


IMPRONTA
Pero no sé si entienden... (1965), Oscar Masotta


ENCUENTROS
Alguien habla –poética analítica o desierto de la ciencia–, Enrique Acuña
Citas fallidas, Graciela Avram
Estar en análisis, Cristina Banegas
El puente, Juan José Becerra
El síntoma como una metáfora del arte, Guillermo A. Belaga
Algo preciado, Ricardo Coler
Para ser analista hay que analizarse, R. Horacio Etchegoyen
Lecturas y ediciones, Horacio García
Un pedacito de cielo, Beatriz Gez
Last but not least, Eduardo Grüner
Más allá de la representación, Marcelo Izaguirre
Poder hacer ver, Elena Levy Yeyati
La ficción de la exactitud, César Mazza
La zona, Graciela Musachi
Los sujetos trágicos (literatura y psicoanálisis), Ricardo Piglia
El artesano, Esthela Solano Suárez
¿Reduccionismo biomédico o psiquiatría dinámica?, Juan Carlos Stagnaro
Cuatro escansiones en la relación con el psicoanálisis, Gustavo Stiglitz


RECORRIDOS - Preguntas y respuestas
Encuentros y presencias reales, Alicia Alonso
La sorpresa de una ausencia, Norma Barros
Una mancha en el paisaje, Patricia Blanch
Actualizar las referencias, Claudia Castillo
Uno de los últimos espacios de libertad que existe, Francisco Hugo Freda
La vuelta, Juan Pablo Lucchelli
De la pediatría al psicoanálisis, Daniela Rodríguez de Escobar
Lo irreversible, Adriana Testa
Otro modo de hablar, Emilio Vaschetto


ACERCA DEL PASE
Bibliografía publicada en castellano


DOS COMENTARIOS, por Caroline Newton
Un final feliz (relato sobre un análisis) o nadar con antiparras
1991: El encuentro Jacques Lacan en un relato de Edgardo Cozarinsky





EDITORIAL


VEINTE AÑOS, algo más que nada


DADÁ insultaba a los imbéciles, lo que
supone un lujo desconocido para nuestra
época que los explota y los respeta.
Georges Hugnet, 1957


Se puede decir cualquier cosa de Sigmund Freud y de Jacques Lacan, menos que respetasen a los imbéciles. Es verdad que el último dijo que los no-tontos se equivocan, pero nunca dijo que los imbéciles tuvieran razón.
Descubrir, demasiado pronto, que la imbecilidad es la máscara cruelque rige cualquier “comunidad” –término bífido, si los hay– es algo que nadie desea, pero cuando le ocurre a tal o cual, no tiene vuelta. Descubrirlo demasiado tarde es patético, toca la sensibilidad. Por algo Jacques Lacan, en una clase del 11 de marzo de 1975, pudo decir lo siguiente: “Los imbéciles
del amor loco que habían tenido la idea de suplir a la mujer irreal se llamaban ellos mismos surrealistas”. Se trata del tiempo que discurre entre demasiado pronto y demasiado tarde (que es como decir entre Dadá y surrealismo).
Es por eso que Descartes –bendita nominación– se dio su tiempo: ahora lo tiene. Sigamos con el equívoco, vive en su futuro anterior.
Digo algo en primera persona: me gusta cada uno de los textos de este número de la revista, agradezco a cada uno de los que intervienen. Es así, trabajé durante décadas para este Descartes, en el año Freud, a veinte años de un proyecto que surgió como un espejismo en el desierto, como una luz en la oscuridad de nuestro murciélago, nacido en la imaginación de La Fontaine.
En veinte años algunos se van, otros vienen.
Pero nuestro proyecto, hilvanado por el deseo, no cambia de conversación y tampoco de país. No cree en la deixis en fantasma: allá, allá, allá, etcétera.
El psicoanálisis cuando no espanta a los imbéciles, a diferencia de Dadá, los soporta de muchas maneras. El psicoanálisis, por su práctica, no es Dadá: vale la pena saber que es Fort-Da.
Soy juez, parte y testigo: una gracia singular.


Germán García
Buenos Aires, junio 2006