El inconsciente está estructurado como un lenguaje* - Marcelo Izaguirre






Hoy me toca a mí tomar la palabra aunque, como dice Descombes, no siempre tomar la palabra implica tener algo para decir. El tema que del que voy a hablar es sobre el conocido aforismo, el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Tomar ese tema que como sabemos es clásico, viejo, implica referirse a un tema que en algunos casos parece trillado. Entonces mi interés ha sido plantearme cómo hacer para decir algo distinto, que sea alguna novedad para ustedes, dado que casi todos han escuchado alguna vez este aforismo de Lacan. Entonces a mí se me ocurrió que podría presentar los diferentes momentos en el que ese aforismo ha ido apareciendo en la lengua Argentina, ya que ahora estamos con la nueva investigación sobre la importación de los modelos culturales, el caso del psicoanálisis. Esa es una posibilidad. No voy a hablar del ultimísimo Lacan, aunque sí lo tomaré, en el sentido que refiere a él Miller en el capítulo 14 del ultimísimo Lacan, que se llama la materialización.

Otra posibilidad sería tomar algo que, quizás aún cuando conozcan el aforismo, no se han dedicado a leer lo que comenta sobre él Roudinesco, en su diccionario del año 1997. ¿Ya que quién anda leyendo los seminarios? Allí ella destaca que el aforismo  aparece en el año 1972, en el seminario Aún. Para mí esa referencia no deja de ser una sorpresa. Si leemos el seminario Aún, efectivamente en la clase 2, que es el homenaje a Jakobson que hace Lacan,  afirma: mi decir, el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Aparece, efectivamente, allí literalmente. Y agrega que Jakobson expresó que todo lo que se refiere al tema del lenguaje, pertenece al campo de la lingüística. Entonces, en tanto se trata de Francia y creo que Lacan no desconocía la teoría de la tensión de los campos de Bordieu, y además era amigo de Jakobson, me parece que esa es la razón que lo lleva a Lacan a sostener que está bien, puede que sea así, aunque no hay que olvidar que Freud no ha hecho otra cosa que un tratado de lingüística, en la interpretación de los sueños o en psicopatología de la vida cotidiana; pero no vamos a discutirle a Jakobson, entonces nosotros vamos a llamar a aquello que  hacemos “lingüistería”. Es decir que cuando Lacan habla de eso no es nada más que para diferenciarse de Jakobson y no pelear con él por una cuestión de campo.
Hay otro texto, de Paul Laurent Aussoun, que remite al año 1960 para situar el aforismo. Se trata del escrito posición del inconsciente. Pero si van a buscar el texto no van a encontrar el aforismo tal cual. Hay un momento que Lacan habla de las cavernas, de la alegoría de Platón y alude al cierre y dice que se abre desde adentro,  que hay algo insoluble, y escribe que el inconsciente tiene la estructura del lenguaje. Es lo más aproximado que hay al aforismo. Es un tema que también toma en el periplo estructural Milner.

Entonces, a pesar de esa referencia francesa tardía que alude al año 1972; curiosamente en nuestro país, en el año 1964, había aparecido ya ese aforismo, en Buenos Aires en la charla que  da Masotta en el Instituto de Pichon Rivière  (se han cumplido  50 años en marzo de este año). Luego de mencionar que Lacan afirma que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, Masotta señala que el sujeto antes de ser sujeto está sujetado por el lenguaje. No obstante sostener que está estructurado como un lenguaje, dice que no hay que confundirse, pues no significa que no existan diferencias entre la estructura de una lengua (el sistema de los estructuralistas)  y la estructura del inconsciente. Importa destacar que en ese año, 1964,  Miller hace su presentación en el seminario de Lacan y luego forma un cartel en la Escuela Freudiana de París del cual surge  el trabajo “Acción de la estructura” (publicado en el año 1966 en Cahiers pour l’Analyse, en el que señala que el estructuralismo ha excluido la relación del sujeto con su palabra  y por tanto se prohíbe decir algo acerca de él. Dice  también que los estructuralistas se han olvidado del sujeto, por eso no pueden decir nada de la relación del sujeto con la palabra. Diferencia entonces una “estructura estructurada” de la estructura estructurante, situando en la primera al sujeto, en el que la acción de la estructura pasa a estar mantenida por una falta y lo estructurado desconoce la acción que lo forma.

El interrogante, si recordamos lo de Roudinesco, es si Masotta era mago o vidente, pues descubre que Lacan habla de que el inconsciente está estructurado como un  lenguaje pero el aforismo no aparece hasta el año 1972 y su charla es del año 1964. En verdad si buscamos el escrito función y campo de la palabra, que algunos señalan como el lugar donde se encuentra dicha frase, o instancia de la letra, no aparece en esos sitios tal cual la expresión. Sucede que Masotta no oculta sus cartas, porque en la segunda cita que hace en la presentación del instituto cita a Jean Reboul, por un trabajo que luego publica en el resumen sobre los seminarios 5 y 6 que hará en el año 1970 en la editorial Nueva Visión. El trabajo de Reboul se llama “Lacan  y los fundamentos del psicoanálisis”. Cuando digo que no oculta sus cartas es porque Masotta titula su trabajo “Lacan o el inconsciente y los fundamentos de la Filosofía”, es decir que parafrasea el título de Jean Reboul. Y si leemos el artículo de Jean Reboul es él quien afirma que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Esto había salido en un artículo de Critique del año 1962.

Ahora bien, dije que no iba a hablar del ultimísimo Lacan, pero en la clase 14 aludida, Miller expresa que Lacan dijo esa frase o ya no se sabe dónde la dijo pero en verdad, tal vez fue un alumno de él. Me parece que la posibilidad de que Reboul haya sido ese alumno, amerita que lo asociemos al ultimísimo Lacan con el alumno de los años sesenta. Lo más parecido al aforismo en función y campo de la palabra es cuando Lacan expresa que el síntoma tiene la estructura de un lenguaje y que allí hay una palabra que está atrapada y debe ser liberada.

En el año 1970 Masotta da una charla en el Hospital de Niños de la ciudad de la Plata. “Aclaraciones en torno a Jacques Lacan”, se llama la presentación. Para entonces ya ha podido leer el trabajo acción de la estructura de Miller que mencioné. Lo cita. Vuelve a insistir en la diferencia entre la lingüística y el psicoanálisis. Afirma que en estos momentos la teoría del psicoanálisis  no es un desierto ni la lingüística su oasis. Lo fuerte en Saussure, dirá, es el signo, mientras para Lacan se trata  del clivado. Es decir la barra, la división, la resistencia del significante a ser significado.

Otra presentación del aforismo no se produce en Buenos Aires pero llega aquí poco tiempo después: es en el año 1979 en Caracas. Se trata de una de las tres charlas que da Miller en la Universidad Central de Venezuela, invitado por Rabinovich. Miller indica que a partir de la escisión de 1953 Lacan introduce ese aforismo. O sea, lo ubica en ese año, a diferencia de Roudinesco. Situar su enseñanza bajo el retorno a Freud implica preguntarse por las condiciones de posibilidad del psicoanálisis afirma. La respuesta a ese interrogante fue que sólo es posible el desarrollo del psicoanálisis, si y sólo si, el inconsciente está estructurado como un lenguaje. La enseñanza de Lacan será el desarrollo de esta hipótesis hasta sus últimas consecuencias concluye.

No pasó mucho tiempo, dos años, en el año 1981 se presenta Miller en una actividad que se desarrolla en Buenos Aires, ya no en la universidad sino en un teatro. Siempre hemos sido un poco más teatrales. Allí da dos charlas, una acerca de la clínica del superyo y la otra sobre la teoría de los goces. En la primera me parece interesante que diferencia la teoría del superyo del nombre del padre y establece la cuestión de la tiranía del superyo a diferencia del nombre del padre. Y desarrolla un tema que tiempo después Bork Jaköbsen tomó en el libro Lacan el amo absoluto. Y, en el trabajo sobre la teoría de los goces, retoma el tema del aforismo expresando que si bien había dicho en otro momento que todo era lenguaje ahora Miller indica que no todo es lenguaje. También está el síntoma. A los caraqueños les ha dicho una cosa y en Buenos Aires nos dice algo diferente, lo cual me parece que está bien, ya que no se trata de decir siempre lo mismo. No deja de destacar que él ha aludido antes a ese aforismo y al hecho de que toda la tesis de Lacan es desarrollar aquella hipótesis pero eso no se hace de manera armónica. Tenemos allí una diferencia entre el lenguaje y el goce. Por eso destaca que a función y campo de la palabra le faltaba una instancia, la de la letra (que conduce a lo que no se permuta y en esa instancia, la metáfora es equiparada al síntoma).

Finalmente para terminar con lo de los años de aparición, en el año 1986, el aforismo hace su presentación en la universidad de Buenos Aires, en la Facultad de Psicología, de la mano de la Dra. Rabinovich. Fue un concurso objetado, pero las objeciones no prosperaron y la tesis que hace de ese concurso, está en un librito que se llama significante y sexualidad. En la introducción dice que “en el año 1953 el Dr. Lacan impone este aforismo bajo el lema del retorno a Freud. Y expresa que también hay goce, por eso se llama significante y sexualidad. O sea, está tomando lo presentado por Miller tanto en Caracas como en Buenos Aires.

Por último, lo pensaba dejar para el final, pero como seguramente va a derivar en otro tema no quería dejar de señalar que en el año 1966 Lacan destacará que el inconsciente es Baltimore al amanecer.
Hay dos principios primordiales según Saussure que rigen el signo: lo arbitrario y el carácter lineal del significante. En el primer caso diferencia lo arbitrario del signo, lo inmotivado, de lo motivado como el símbolo (la justicia por ejemplo). El segundo caso la característica de lo lineal del significante, un término luego de otro, da lugar a una cadena.

Creo que es en el libro que es un reportaje, Claridad de todo, donde Milner dice que lo que le parecía interesante de Freud es que había terminado con la idea de que el significante tiene un significado. Es el punto que está en cuestión en Saussure, donde como decía Masotta en él es más importante el signo que el clivaje. Entonces eso es el signo de Saussure, que es el concepto sobre la imagen acústica. Lacan saca la elipse e invierte los términos. Entonces se trata ahora del significante sobre el significado: S / s.

En Saussure su signo se sostenía bajo dos cuestiones, la arbitrariedad del significante y la linealidad del significante. La linealidad implica que va un término detrás de otro, lo que da lugar a una cadena. La arbitrariedad está bien contada en la novela de David Lodge, el mundo es un pañuelo, donde entre las charlas de intercambio que tienen profesores norteamericanos e ingleses, aparece uno que pregunta:
- qué tal la charla, y una mujer contesta, bien, apareció el tema del estructuralismo.
- Y eso qué quiere decir interroga, bueno tiene que ver con la arbitrariedad del signo y que todo es diferencia en la lengua. Puede dar un ejemplo, pues no puedo seguir un argumento si no es con un ejemplo dice quien pregunta. Bien, sería como esa cuestión de que se le dice perro al que hace guau- guau, y gato al que hace miau- miau, pero bien podría decirse gato al que hace guau.-guau y perro al otro. Pero eso ¿no confundiría más a los animales?, es posible, contesta, pero se acostumbrarían como todos dice el especialista.

A esa idea de Saussure de arbitrariedad del signo ya había realizado una crítica Benveniste en 1939. Dirá que  la relación entre significante y significado es necesaria. Como dije, Lacan realiza una crítica a esos dos principios presentes en Saussure: la arbitrariedad y el carácter lineal del significante. En el primer caso cambiando la posición de los términos y sacando la elipse que los une. En el segundo al señalar que si la linealidad es necesaria no es suficiente. Para ello dirá que basta oír la poesía para escuchar la polifonía.
Otra vía que usa Lacan para mostrar la preponderancia del significante sobre el significado es sustituir la figura que corresponde al significado. Es el famoso ejemplo de las puertas de los baños, donde ubica C y D como significante pero el significado es el mismo en tanto puerta, se podría decir, más allá de las segregación de los sexos.

En el año 1967 Lacan dirá que el origen de su enseñanza está en el lenguaje. En esa charla también usa la expresión el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Y dirá que introdujo la cuestión del sujeto en el psiquismo. J.L. Nancy y P. Labarthe en su libro el título de la letra dirán que para Lacan en “Instancia de la letra” se trata de una ciencia de la letra y en tanto transforma el signo Saussuriano en el algoritmo, instala la ciencia de la letra en la lingüística y a la vez la destruye. Que da lugar a una posición paradojal que conduce a la pregunta de ¿cómo fundar una ciencia si se destruye su elemento fundante? Y ¿cómo destruir una ciencia si se mantienen todos sus conceptos? Para estos autores la letra designa la estructura del lenguaje, en tanto en ella está implicado el sujeto, y ello conduce a una doble lectura: el lenguaje en su estructura preexiste al sujeto y el sujeto como locutor da a la estructura del lenguaje el soporte material del discurso.

Por otra parte, en esa frase del aforismo según Vincent Descombes, en su libro Lo mismo y lo Otro, 45 años de Filosofía francesa, está contenida la tesis estructuralista. Está estructurado significa que es susceptible de un análisis estructural y lo está como un lenguaje. Allí dirá que hay tres tesis ajustadas a los cánones del estructuralismo:
1- el significante precede al significado: propio del estructuralismo. El lenguaje no es de ninguna manera un médium, medio de expresión ni una mediación entre el interior y exterior. (Si a fines de los años 80 el filósofo norteamericano Richard Rorty escribe un ensayo sobre contingencia, ironía y solidaridad, en el cual dedica dos capítulos a dar cuenta de la contingencia del yo y el lenguaje, afirmando que el lenguaje no es un medio de expresión de los sentimientos (romanticismo), ni de representación de la realidad, de lo que está ahí fuera (ciencia); Lacan en su manifiesto de 1953, FyCLP había afirmado que el lenguaje no sirve para informar sino para evocar, es decir, hablaba de la función poética más que representacional o expresionista del lenguaje. Si bien el trabajo de Jakobson no había salido aún, podemos decir que la función poética es el estilo, no es lo mismo afirmar de alguien que siempre ha tenido la misma conducta que decir “genio y figura hasta la sepultura”. Respecto al tema de la expresión, Descombes lo dice así: no hay primero una situación vivida y una necesidad imperiosa de expresarla, de donde derivaría la invención de una forma de expresión correspondiente a esa vivencia. De ahí ¿Cómo enunciar lo imprevisto?
2- el sentido surge del sin sentido: si esto se relaciona con el estructuralismo, podemos encontrar que los sueños freudianos pueden situarse en este rubro. Descombes lo destaca diciendo que el código es independiente del mensaje, cualquiera sea el sentido del mensaje ya está capitalizado en la lengua. El sinsentido es la reserva a la cual se acude. Pueden recordar el ejemplo que señala Masotta de dos amigos que van al casino y uno de ellos entra y el otro se queda afuera. Pasa el tiempo y no sale. En un momento sale y dibuja una figura de alguien que se lo ve lleno, hinchado. Y vuelve. Pasa un tiempo más y sale definitivamente. El amigo pregunta cómo te fue, mal contesta el jugador. Peo no habías dibujado una figura llena, sí pero era lleno de ilusiones.
3- finalmente, el sujeto se somete a la ley de significante: para la fenomenología se trata de la referencia, para la semiología de la enunciación. Si ahora digo vamos a devaluar el peso nadie se conmueve, pero si lo dice Kicilofff alguien va a tratar de salir a comprar unos dólares. Descombes alude al planteo de Lacan, con relación al objeto que se da en términos de la respuesta a la demanda de amor. Como sabemos, nunca será bastante.
Markos Zafirópulos se encarga de mostrar en su libro Lacan y Levis Strauss el retorno a Freud, que respecto al modelo estructural Lacan es deudor de Levis Strauss, del trabajo de 1949 Estructuras elementales del parentesco, que le permitió a Lacan pensar de otra manera la posición del padre desligándolo de la declinación paterna durkheimiana, como lo había planteado en su ensayo La familia, permitiendo el pasaje a las consideraciones simbólicas del mismo. Señala Zafirópulos que no hay ningún autor francés que haya destacado esa influencia de Levi Strauss sobre Lacan. En nuestro país sí hay alguien que destacó esa influencia, fue Masotta. En esa charla en el Instituto de Pichon, lo señala en tres oportunidades.

No obstante si bien eso es correcto hablar de esa influencia, también es cierto que el estructuralismo de Lacan no equivale al de Levis Strauss, como así tampoco al de Saussure del cual como hemos visto en el comienzo también es deudor aunque invierta sus términos. De igual manera, aunque él mismo remite en sus consideraciones sobre metáfora y metonimia a Jakobson, tampoco sostiene las mismas cosas que el lingüista ruso. Por otro lado, como plantea Miller en aquella charla en Venezuela, Lacan en primer lugar es estructuralista, en segundo lugar es un estructuralista un poco raro y en tercer lugar no es estructuralista para nada. Y me parece que cuando hace esta última afirmación es porque toma en cuenta el sujeto, y que la estructura no es completa.

Respecto a Levi Strauss, como vimos ya que nunca se tratara para Lacan de una estructura completa, el sujeto mismo sometido a la división desde Hegel para Lacan (como destaca ya en el seminario 2), y respecto a la estructura de los lingüistas ya se mencionó la cuestión de la consideración del sujeto.

Pero queda clara su influencia si prestamos atención a una de las afirmaciones de Lacan en lo que Jean Claude Milner, en el Periplo estructural, llama el manifiesto psicoanalítico: “La alianza está presidida por un orden preferencial cuya ley, que implica los nombres de parentesco, es para el grupo, como el lenguaje imperativa en sus formas pero inconsciente en su estructura (estr. Elementales del parentesco)”. Imperativa quiere decir con este sí, con este no; e inconsciente en su estructura que no sabe su determinación.

En FyCLP Lacan usando casi la misma definición del aforismo se pregunta “¿No es acaso sensible que un Levi - Strauss, sugiriendo la implicación de las estructuras del lenguaje y de esa parte de las leyes sociales que regula la alianza y el parentesco conquista ya el terreno mismo en el que Freud asienta el inconsciente?”. Esta frase conduce a Zafirópulos a afirmar que no es la influencia de una moda o una amistad, sino que está en el centro de “un retorno a Freud”, por el objeto: el inconsciente y sus estructuras, las de la palabra y el lenguaje (vuelta a miller del 79).

En cuanto a la metáfora y metonimia, Lacan toma las mismas no tanto como figuras de la retórica, sino antes bien como los ejes del lenguaje. El eje sintagmático de la combinación o la contigüidad y el paradigmático de la selección o sustitución.
Es en Instancia de la letra o la razón después de Freud, el ya aludido trabajo del año 1957, una presentación a los estudiantes de filosofía, donde Lacan expresa que es toda la estructura del lenguaje lo que la experiencia psicoanalítica descubre en el inconsciente. Y allí señala para qué le sirve el estructuralismo: para no tomar el inconsciente como la sede de los instintos. O sea, le sirve para desustancializar el inconsciente, vacía el inconsciente como la sede de los instintos en que lo habían convertido los posfreudianos. La letra será material pero no sustancia. Aquí no puede dejar de recordarse a L. Strauss en su texto sobre la eficacia  simbólica donde expresa: “el inconsciente; por el contrario siempre está vacío o para decirlo con más exactitud es tan ajeno a las imágenes como el estómago lo es a los alimentos que lo atraviesan. Órgano de una función específica, se limita a imponer leyes estructurales, en las que se agota su realidad, a elementos inarticulados que provienen de otra parte: pulsiones, emociones representaciones.

He mencionado entonces dos cuestiones fundamentales: desustancializa el inconsciente y considera la vertiente simbólica de la función paterna (esto con la consideración de que el lenguaje preexiste al sujeto). Y a estos dos temas hay que agregar la letra, que a diferencia del significante no se permuta. Para este trabajo Lacan agrega al estructuralismo de L. Strauss el de Jakobson
Sitúa en ese trabajo la metonimia como la relación de contigüidad de un significante con otro significante que es congruente con el mantenimiento de la barra:


Y por otro lado la metáfora que implica la sustitución de un término por otro que es congruente con el atravesamiento de la barra:


Que el síntoma sea una metáfora implica que el síntoma está en el lugar de otra cosa (como se ve cuando hablamos de la perla de rocío). En Freud está en el lugar del deseo reprimido, Isabel de R. Esto lo había destacado en FyCLP Lacan, donde usa la frase que es lo más parecido al aforismo, al afirmar que para admitir un síntoma en la psicopatología, Freud exige el mínimo de sobredeterminación que constituye un doble sentido, símbolo de un conflicto difunto más allá de su función en un conflicto presente no menos simbólico; lo que lo lleva a concluir que “queda del todo claro que el síntoma se resuelve por entero en un análisis del lenguaje, porque el mismo está estructurado como un lenguaje, porque es lenguaje cuya palabra debe ser librada”. Como ya destaqué, de todas maneras Miller dirá en una charla en Madrid en 1987 que a FyCLP le faltaba una instancia, la instancia de la letra. Retomando aquella expresión de 1981 dirá que considerar el síntoma como un mensaje que tiene un sentido no es suficiente para describir el síntoma analítico. En tanto hay goce en el síntoma hay que tomarlo como letra.

Entonces entender el mecanismo de las metáforas es entender muchas cosas como sostiene Germán García: la elección de objeto por ejemplo, que es metonímica – metafórica; si decimos que un sujeto eligió a su mujer porque tenía los ojos de su madre (conexión metonímica) en tanto esa mujer sustituye a su madre es metáfora, es lo que esta en el lugar de su madre. Pero hay un rasgo metonímico que es el que conecta los dos puntos.

Lo interesante no es tanto saber sobre la metáfora, en tanto que a cualquiera que cuente un síntoma se le puede decir ya sé, eso es la metáfora de un deseo reprimido. Cuando Freud habla de formación de personas mixtas en los sueños (por ejemplo un padre es sustituido por un tío en un sueño) dice que saber que este padre es sustituido por el tío no sirve de mucho. Hay que buscar la x común, es decir que el sujeto diga que ese tío es tan cruel como su padre, que es tan mujeriego como el padre, o tan estudioso como el padre. Entonces uno puede darse cuenta que el deseo, la conexión metonímica está en el puente que ha permitido la sustitución metafórica.

De modo que analíticamente, si aceptamos que el síntoma es una metáfora, lo que hay que escuchar o entender, es de qué metonimia es metáfora el síntoma.
Finalmente, retomando la posición de Milner, respecto al aforismo está el tema señalado por el lingüista en su libro de reportaje con Luccelli y Fajnwaks en cuanto al planteo galileano de Lacan en ese uso del aforismo, donde importa más que el número la letra. El alude a dos textos allí, el amor por la lengua y la obra clara. A él le interesa que cuando Galileo dice que el libro de la naturaleza está escrito en caracteres matemáticos, allí lo importante, según él, separándose de Koyré es la palabra letras, no las matemáticas como en Koyré (es lo que se encuentra en Jakobson y también en Levi – Strauss y aunque no de manera explícita también en FyCLP. Eso permite abandonar la vieja dicotomía naturaleza (physei) cultura (thesei). Que todo está en la naturaleza o es fruto de represiones culturales.
Decir que el inconsciente está estructurado como un lenguaje significa que ya no tenemos que preguntarnos si el inconsciente pertenece a la naturaleza (physei) o si es el resultado de las represiones culturales.

Para finalizar, otra alusión al ultimísimo Lacan, pues parece inevitable la referencia a eso someramente ya que, curiosamente, en ese lugar donde Roudinesco encontraba el decir el inconsciente estructurado como un lenguaje, en el seminario Aún; en la última clase del mismo seminario, como destaca Miller, allí donde supuestamente comienza el ultimísimo Lacan se termina con ese aforismo porque finaliza la preponderancia del lenguaje. Ahora se trata de la lengua, del saber hacer dice Lacan. Miller pone el lenguaje y la lengua primero y luego la lengua y el lenguaje. Otra cosa interesante en ese seminario en el cual Miller sitúa el comienzo de la última enseñanza de Lacan, se encuentra en esa clase 2 de homenaje a Jakobson; Lacan expresa que la diferencia entre el significante y la palabra es que el primero no se encuentra en el diccionario, a diferencia de la palabra. Y si se consulta con el dr. Google, efectivamente encontraran que no aparece ese término en el diccionario. O sea que el aforismo finaliza a costa de la lengua. Algo se podía perfilar ya en aquella charla en Baltimore, cuando ya había señalado Lacan que el inconsciente es Baltimore al amanecer.

De todas maneras el aforismo, entiendo, comienza a desplazarse, como afirma Germán García, cuando Lacan comienza a constatar que no se trata tanto de la lógica interna de un lenguaje como del cuerpo afectado por el lenguaje. Deja de interesarse por el desciframiento para interesarse por lo real (trauma). Pero eso será motivo de otra clase.



*Clase del 13 de noviembre de 2014 en el seminario “Lecturas de Jacques Lacan. Resonancias y hallazgos”, Fundación René Descartes de Buenos Aires.


Guía para el uso de burócratas principiantes. Adelanto del próximo número de Etcétera


Azú lunala - Graciela Musachi



Se ha caracterizado el modernismo literario por la ruptura de límites entre la ficción y la realidad, entre el espacio interior y el exterior, por el juego entre la orientación y la  desorientación, la repetición sin fin, la representación dentro de la representación, la sucesión  infinita, los temas del hueco y la incorporación, del extrañamiento. Es que su surgimiento ocurre al compás del surgimiento de la topología que hace existir esas superficies completamente cerradas sobre sí mismas pero que no tienen ni interior ni exterior al autoatravesarse. La topología no hace sino descubrir los encantos del lenguaje que gira en redondo, equivale a una recta infinita y sin embargo tiene su límite, produce un vacío que nosotros, salvajes, incorporamos para colmarlo con nuestra dicha y nuestro tormento.
Así las cosas, en la argentina la literatura contemporánea, las fronteras son ilusorias, incesantes, las ceremonias no tienen desenlace, en la orilla nada cambia y por suerte no debemos escoger. Se dice en lengua Ema, la cautiva.
En otra, las oposiciones son dos caras de la misma moneda, revés y derecho y las ratas son de biblioteca: no se ha traspasado ningún borde más que el borde de gala: uno solo, contínuo, cerrado, terso. Sin  cortes. Dicen.
Por eso se nos aclara (una psicoanalista que las lee), con toda justicia, que las transformaciones son cosa del sujeto y su singularidad y nosotros aclaramos que esa cosa es de río, de litoral -latin  litera, letra, escritura por donde se fuga el sentido aunque haya hueso en la entraña de la letra como dice Heer refiriéndose a la letra hecha cuerpo, o sea: una heterogeneidad entre la letra que hace murmullos silenciosos en el cuerpo y lo que hablo sin saber lo que digo.
Aún así hay cortes en la vida de los serdicentes, hay antes y después (¡incluso sin la intervención del autor y ni siquiera del analista!). Se ha retenido la fórmula: “Cruzar el Rubicón”. Julio César puede ser personaje de Hoppenhayn: un sujeto elige sin saber qué consecuencias tendrá dando ese paso  y se convierte en el que será: a eso llamo acto. Una niña dice sí o no y es otra o la misma (clava un cuchillo, dice que no al acto sexual, queda fijada a unos roces azarosos del cuerpo).
El tedio y la angustia, la vida sin sobresaltos ¿empujan o no al acto? ¿es romántica la idea de que la poética es un acto?: que Aira haya pasado, en medio del río de Ema, de cierto realismo al gótico país de los faisanes con su teatro de apariencias ¿transformó a Aira? Y el pasaje a la novela de Negroni y López ¿las convirtió en otras?
Y para peor (o mejor) el acto sexual no es un acto ya que sólo elegir entre un sí y un no recorta de otro modo el litoral entre el cuerpo del saber y el cuerpo murmurante de la dichosa letra.

“No hablo de género sino de palabras”

La psicoanalista de hace un rato quiere dar a entender que la feminidad no es un género,  que, al hablar, cualquiera muestra su feminidad al palo, algo a situar en ese litoral.
El género es política y, de no ceder al arrebato, es política de un estado del desierto de orientación ya que, revés y derecho, obliga a elegir entre la ley y su desafío, entre bien y mal, entre corrección e incorrección, entre el límite y lo ilimitado. En vez, las metáforas de la extranjería, de la otra lengua, del malentendido que hace surgir la comedia en el drama de los   islotes solitarios, las metáforas de la violencia hecha al discurso corriente introducen la feminidad que hablamos: un modo singular de gozar de la lengua y, por lo tanto, del cuerpo. ¿De eso se quiere privar Aira según dicen cuando hablan de cierta zanja de la provincia? Debemos aclarar enfáticamente que no acordamos con quien dice que la zanja de la que se priva sea la inversa de la muralla china.  

La argentina cautiva de las ideas salvajes que la arrojan al arte de la frivolidad de la mirada o a la melancolía de la repetición, encuentra el gozo en un pozo, según dice el refrán. Quizás ese borde diga algo de por qué estamos aquí deslizándonos entre la literatura y el psicoanálisis de Jacques Lacan, el francés que se adentró en la pampa y nunca supo en qué se convirtió.

 Setiembre 2014.
Intervención en Autopistas de la palabra 2014 “La frontera. El antes y el después. Mitos, quiebres, el folletín de los argentinos”.


  

ALEGATO. Hijos terroristas de Borges - Pola Oloixarac


El problema no es María Kodama. El problema es la ley de propiedad intelectual.


Conocí a María Kodama en una especie de cocktail literario en Toulouse, Francia. Estaba vestida de blanco impecable, me la presentó un escritor argentino que no recuerdo porque yo sólo la miraba a ella. Menuda, sonriente, irradiaba algo sumamente juvenil. Debía irradiar algo más, o quizás se lo aportaba yo, que podía detectar sus tentáculos sutiles de bruja titilando bajo la falda. Desde hace años, María Kodama ya era considerada la bruja del Oeste de la literatura, la Yakuza literaria, la Yoko Ono argentina; es un lugar común de la progresía literaria detestarla. Me sorprendió verla tan cándida y seductora, así que le llevé una copa de vino blanco y me invitó a sentarme con ella en una mesita. Mientras, escritores engordados por el súbito prestigio de bajarse de un avión en Francia pasaban cerca y nos miraban con discreto horror, mascando su horror con un quesito galo, lo que no dejaba de transmitirme cálidas ondas de placer; no podía haber mejor plan que conocer a Madame El Mal y evitarme chit-chats fatigosos.

Nos pusimos a hablar de gramática finlandesa (yo venía de ahí) y pasamos a la hebrea, que a ella le interesa mucho, y me contó de cuando estudiaba árabe con Borges. Como una niña estudiosa que de pronto se ilumina, me contó una anécdota en la que la Kodama lingüista nerd brilla como la mejor estudiante de los dos: al parecer alguien había puesto en duda que ella manejara cierto entuerto de un tiempo verbal en árabe, que ella había resuelto con gracia. “Si ella te dijo que estudió, es porque estudió”, habría reprendido un orgulloso Borges al profesor. Seguimos hablando de idiomas y tomando y ya escabiada le dije: “Me encanta tu saquito, María, ¿es Thierry Mugler?”. “Ah, ¿éste? ¿Te gusta? Es de Ricky Sarkany. Pero se me aplastó con la valija, lo planché en el hotel, pero no quedó bien”. Se descorrió el pelo blanco radiante y me mostró: sobre la hombrera tenía una levísima marca, apenas un trazo grisáceo de sombra sobre el blanco impoluto. “No se nota nada”, le dije. “Sí, sí que se nota”, insistió, estableciendo su fe férrea en la perfección, su veta detallista obsesiva. Me cayó bien; si nuestra embriónica amistad perdura, pensé, me prometo decirle que Ricky Sarkany es cache, no va con ella.
Me preguntó qué hacía, me explicó cortésmente que en realidad no leía a los contemporáneos. Me dijo que jamás leyó a Gombrowicz y que Borges tampoco. Me contó que está por sacar un libro. “Será un gran escándalo”, sonrió coqueta. “Ay, María, por favor un título, algo”. “Nada, no puedo decirte nada”, me respondió. Los mozos nos traían vino a la mesa.
Le dije: “María, María, sé que sos una defensora férrea de la obra de Borges, y que te ganaste muchos enemigos por eso”. “¡Todo el periodismo me odia!”, exclamó. “Pero la gente sabe que yo defiendo lo que Borges quería que yo defendiera, por eso no les contesto a los periodistas, que me maltratan y me dicen que yo hago las cosas por dinero, cuando no es así, es un voto de confianza de Borges que jamás voy a traicionar”. “Claro, bueno –le dije–, pero vos tenés que entenderlos también, cuando un autor es tan amado como Borges, la gente siente que es de ellos, se lo apropia, la literatura en Argentina es algo muy pasional”. Me miró muy seria. “Bueno, pero no es de ellos. Borges no está para eso.” Quería cambiar de tema, firme pero tranquila.
“Además, hacen unas cosas horribles”, agregó después de una pausa, misteriosa. La miré unos segundos, el vaso en el aire. “María, ¿sabés qué? Tengo un amigo compositor en Nueva York que hizo un cuarteto de cuerdas para el poema “El Angel” de Borges, ¿quizás querés escucharlo a ver si te gusta la música y…?”
Perón e Isabel, en los años felices.
Ahí se transformó. Abrió grandes los ojos y me dijo que jamás en la vida iba a permitirlo. Borges dijo que no quería que ninguna de sus piezas fuera puesta música excepto las que él puso para tal fin, empezó lacónica, como leyendo un documento legal. No no y no y a nadie jamás en el mundo y mientras ella esté viva no lo va a permitir, y hará todo lo que esté en su poder impedirlo. Habló sin parar. Monstruosamente articulada, transmitía un rigor y una vehemencia descomunal, pura cara y puro cuello palpitando, saliendo en columnas de fuego de esa mujer tan pequeñita. Pensé en las cadenas nacionales de Cristina Kirchner, en los momentos más falopa del canon nacional. La claridad con la que veía a su enemigo, cómo sentía y transmitía cada rasgo de su ser indigno; de su lado, la devoción y la fuerza moral. María también tenía su Él, Él le había dado el poder, a Él debía su entrega. “No lo digo yo, lo dijo Él”, dijo varias veces. “Él sabía el valor que yo le doy a la palabra, porque yo fui criada por japoneses y alemanes, donde la palabra vale, no es como acá”. El territorio de Borges era el universo; María no se equivocaba al llamar ese pedazo de Francia una sinécdoque de Argentina. “Él me lo pidió y yo se lo prometí”.
La recuerdo efervescente, conmovida y violentada por su misión. No pude evitarlo y la entendí. La entendí sin estar de acuerdo, como me pasa a veces con Cristina Kirchner; a veces, simplemente la entiendo, aunque yo haría las cosas de una manera completamente distinta. María Kodama es una vestal, una sacerdotisa de una guerra santa, una jihad. Jihad, en árabe, significa la guerra contra uno mismo para ser cada día mejor, simboliza el conato de la perfección. Actúa bajo el influjo de una revelación, que no es necesariamente ser irracional. En Maria Kodama, la idea del experimento literario funciona como esos double-bind que describe Gregory Bateson en el seno de las familias esquizofrénicas: es la palabra de Borges (campeona del intertexto) contra la Palabra de Borges (dicha a ella y en privado en relación a cómo actuar en el futuro con sus obras). No es que sea tonta, o que no entienda de teoría literaria (leo en el muro de un amigo: “¿Acaso la heredera no entendió el sentido de lo que heredó?”): ella no puede apreciar el caso de la palabra de Borges interpretada por otros porque entra en contradicción con la que le fue legada a ella. Y su fe en esa palabra es tan fuerte como la de quienes creemos en el intertexto y el ready made y en todos los artilugios borgianos; alguien que no los comprenda nos parece un bárbaro, un obtuso.
Pongamos por ejemplo otro Pierre Menard: la invención de la Triple A, viz. historia nacional de la infamia. Juan Domingo Perón creó y firmó el decreto que proscribía al Ejército Revolucionario del Pueblo; imaginemos que este documento es luego copiado por un Pierre Menard que lo reproduce al dedillo y que, oh, es la Junta Militar. Mutatis mutandis, Borges es una especie de Perón que inspira y libera a la juventud para que estallen mil Vietnams del intertexto y a la vez firma el documento que proscribe y persigue a esos miles (o esos pocos guerrilleros literarios). Avala el terrorismo (literario, creativo: verbigracia “escribir es robar”), pero deja instrucciones específicas a su mujer donde proscribe su uso, porque sabe que las va a hacer cumplir con celo policial.
Unos años más tarde, hace unos días, leo que procesan a Pablo Katchadjian y me pongo a escribir esto.
La ley es sucinta: prohíbe la utilización de cualquier obra registrada en cualquier formato por un determinado tiempo. Este parece un punto más interesante para el debate intelectual: la ley debe reformularse para que la prohibición exista en la medida en que se pruebe lucro; i.e. no hay malversación de la propiedad intelectual en un experimento literario con el que no se lucró, c’est tout. Es el caso claramente de El Aleph Engordado, con una edición de 200 ejemplares repartidos mayormente entre amigos. Era el caso de Horacio Potel​, que subía capítulos de libros de Derrida para uso de estudiantes de filosofía y fue perseguido por las editoriales durante años, amenazado de embargo a sus bienes, hasta que finalmente fue absuelto.
En suma, la práctica de witch hunting a la viuda embrutece y oscurece el problema real, que es la ley: la Ley 11.723 no debería perseguir a quienes pueden probar que no lucran con las obras de otros en sus experimentos literarios; asimismo, es importante modificar la ley para que contemple poder hacer obras de arte con materiales artísticos existentes. Si Kodama no hiciera el juicio, un hipotético fiscal (llamémoslo Carlos Argentino Daneri) podría demandar a Katchadjan de oficio sólo porque la ley lo permite. Las consecuencias mentales de Pierre Menard no se acaban en cómo entendemos ahora el intertexto y sus posibilidades; nuestra idea de Borges se va a seguir modificando y complejizando con el tiempo. Que Borges mismo haya comprendido todas las implicaciones de su descubrimiento artístico en vida es algo que puede ponerse en duda; quizás, como Perón firmando el decreto que creaba la Triple A, Borges no protegió a sus hijos espirituales de su viuda.
Mientras, las almas bellas podemos deleitarnos en el quimérico pregusto de apreciar la ironía terrible de dos interpretaciones de la palabra revelada de Borges: la que Borges legó a sus lectores-escritores, y la que Borges legó a sus ejecutores. Como Perón: no son la misma cosa.
Me extiendo en estas consideraciones porque me parece baladí sostener el argumentoCorporaciones Malas versus Arte Bueno instanciado en Kodama y el Establishment Literario versus El joven Escritor Marginal. El texto en discusión acá es el de la ley y la interpretación de la ley en tiempos de copyleft. El único Aleph engordado con depósito legal según la Ley 11.723 parece ser el Borges de Bioy Casares (en esa conversación ella me dijo que odiaba ese libro, “puso cosas que jamás debió haber puesto… eso no lo hace un amigo, él envidiaba a Borges”). En el reino de los hombres, María Kodama puede seguir fiel a su batalla ultramundana y Pablo Katchadjian a la suya, que es la escritura; es la ley y su interpretación la que debe mejorar y evolucionar por Pablo y por el resto innumerable de hijos terroristas de Borges. Todos somos hijos terroristas de Borges, bajando en la noche unánime entre ruinas circulares de textos de otros.



Nuevo número de la revista "Estrategias -Psicoanálisis y salud mental"




Novedad Editorial Ariel/Paidós: Carta abierta a los gurús de la economía que nos toman por imbéciles de Bernard Maris




Bernard Maris, Oncle Bernard para los lectores de Charlie Hebdo, carga en este panfleto mordaz contra la arrogancia y la irracionalidad del discurso neoliberal imperante en los medios de comunicación y las instituciones internacionales y desmonta con argumentos las incoherencias y disparates habituales de los autoproclamados gurús de los nuevos tiempos, los economistas. Se trata de una obra única en su género porque combina las virtudes de un libro didáctico con la espontaneidad y vivacidad de una carta abierta, cargada además con la acidez y el sentido del humor propios del autor. Así, el libro nos ilustra sobre las grietas del modelo neoclásico, la imposibilidad de hacer previsiones económicas, el problema de las crisis cíclicas o las consecuencias funestas de las intervenciones del FMI en los países en desarrollo. Y aunque el humor está presente en cada página, su lectura nos helará a veces la risa y hará que nos interroguemos sobre por qué hemos dejado que estos impostores nos aleccionen y nos abrumen continuamente con sus recomendaciones y falsas previsiones.

Novedad UNSAM Edita/Pasaje 865: Derivas analíticas del siglo. Ensayos y errores, de Germán García


Contratapa

Apuntar al pasado con vistas al porvenir, tal es uno de los objetivos del análisis. German García interroga la formación del analista y la situación del psicoanálisis actual. No teme dialogar con la Iglesia ni con la universidad, recuerda que no solo son resistencias las que le psicoanálisis produce en la cultura y destaca el gusto que el psicoanálisis también producen en la época.
En el mismo instante en que el lector logra descifrar el mensaje que le está dirigido, se encontrará con que el libro “desconcierta e ilumina”; y cuando las palabras se desplacen y tengamos la sensación de no entender nada, apostemos –como Nietzsche, como Freud y como García- a que lo que ocurrirá con ese desplazamiento es “la subversión de todos los valores”.
Derivas analíticas del siglo. Ensayos y errores está compuesto por diez textos independientes. Sin embargo, la lectura demostrará que de algún modo todos están enlazados; y lo están, en principio, por las referencias que se retoman, se cruzan y se vuelven a encontrar para dilucidar el tema del que se trate en cada ocasión.

Damasia Amadeo de Freda