Se ha caracterizado
el modernismo literario por la ruptura de límites entre la ficción y la
realidad, entre el espacio interior y el exterior, por el juego entre la
orientación y la desorientación, la
repetición sin fin, la representación dentro de la representación, la
sucesión infinita, los temas del hueco y
la incorporación, del extrañamiento. Es que su surgimiento ocurre al compás del
surgimiento de la topología que hace existir esas superficies completamente
cerradas sobre sí mismas pero que no tienen ni interior ni exterior al
autoatravesarse. La topología no hace sino descubrir los encantos del lenguaje
que gira en redondo, equivale a una recta infinita y sin embargo tiene su
límite, produce un vacío que nosotros, salvajes, incorporamos para colmarlo con
nuestra dicha y nuestro tormento.
Así las cosas, en
la argentina la literatura contemporánea, las fronteras son ilusorias,
incesantes, las ceremonias no tienen desenlace, en la orilla nada cambia y por
suerte no debemos escoger. Se dice en lengua Ema, la cautiva.
En otra, las
oposiciones son dos caras de la misma moneda, revés y derecho y las ratas son
de biblioteca: no se ha traspasado ningún borde más que el borde de gala: uno
solo, contínuo, cerrado, terso. Sin
cortes. Dicen.
Por eso se nos
aclara (una psicoanalista que las lee), con toda justicia, que las
transformaciones son cosa del sujeto y su singularidad y nosotros aclaramos que
esa cosa es de río, de litoral -latin
litera, letra, escritura por donde se fuga el sentido aunque haya hueso
en la entraña de la letra como dice Heer refiriéndose a la letra hecha cuerpo, o
sea: una heterogeneidad entre la letra que hace murmullos silenciosos en el
cuerpo y lo que hablo sin saber lo que digo.
Aún así hay cortes
en la vida de los serdicentes, hay antes y después (¡incluso sin la
intervención del autor y ni siquiera del analista!). Se ha retenido la fórmula:
“Cruzar el Rubicón”. Julio César puede ser personaje de Hoppenhayn: un sujeto
elige sin saber qué consecuencias tendrá dando ese paso y se convierte en el que será: a eso llamo
acto. Una niña dice sí o no y es otra o la misma (clava un cuchillo, dice que
no al acto sexual, queda fijada a unos roces azarosos del cuerpo).
El tedio y la
angustia, la vida sin sobresaltos ¿empujan o no al acto? ¿es romántica la idea
de que la poética es un acto?: que Aira haya pasado, en medio del río de Ema,
de cierto realismo al gótico país de los faisanes con su teatro de apariencias
¿transformó a Aira? Y el pasaje a la novela de Negroni y López ¿las convirtió
en otras?
Y para peor (o
mejor) el acto sexual no es un acto ya que sólo elegir entre un sí y un no
recorta de otro modo el litoral entre el cuerpo del saber y el cuerpo
murmurante de la dichosa letra.
“No hablo de género
sino de palabras”
La psicoanalista de
hace un rato quiere dar a entender que la feminidad no es un género, que, al hablar, cualquiera muestra su
feminidad al palo, algo a situar en ese litoral.
El género es
política y, de no ceder al arrebato, es política de un estado del desierto de
orientación ya que, revés y derecho, obliga a elegir entre la ley y su desafío,
entre bien y mal, entre corrección e incorrección, entre el límite y lo
ilimitado. En vez, las metáforas de la extranjería, de la otra lengua, del
malentendido que hace surgir la comedia en el drama de los islotes solitarios, las metáforas de la
violencia hecha al discurso corriente introducen la feminidad que hablamos: un
modo singular de gozar de la lengua y, por lo tanto, del cuerpo. ¿De eso se
quiere privar Aira según dicen cuando hablan de cierta zanja de la provincia? Debemos
aclarar enfáticamente que no acordamos con quien dice que la zanja de la que se
priva sea la inversa de la muralla china.
La argentina
cautiva de las ideas salvajes que la arrojan al arte de la frivolidad de la
mirada o a la melancolía de la repetición, encuentra el gozo en un pozo, según
dice el refrán. Quizás ese borde diga algo de por qué estamos aquí
deslizándonos entre la literatura y el psicoanálisis de Jacques Lacan, el
francés que se adentró en la pampa y nunca supo en qué se convirtió.
Setiembre 2014.
Intervención en
Autopistas de la palabra 2014 “La frontera. El antes y el después. Mitos,
quiebres, el folletín de los argentinos”.
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