Con profunda tristeza lamentamos comunicar el fallecimiento de Germán García.
A través de una transmisión en diálogo permanente con las tramas de cada cultura, el compromiso de Germán García con la causa analítica ha inspirado en varios países y distintas lenguas el interés por el psicoanálisis y la enseñanza de Jacques Lacan. Sin infatuación, con ese humor y apetito por las ideas que lo hacía estar siempre un paso adelante, provocando el despertar. Su inimitable estilo, así como su constante entusiasmo condensan el movimiento de una insistencia que está presente en la serie de sus revistas, la lista de los grupos e instituciones que ha creado, y a los que ha pertenecido; sus cursos y conferencias; la serie de sus novelas, ensayos, publicaciones.
Hacemos llegar nuestras condolencias y afecto a Graciela Avram y a su familia.
Consejo de Gestión y Miembros del Centro Descartes.


BREVES 18-LECTURAS COMENTADAS- DICIEMBRE 2018-BIBLIOTECA DEL CENTRO DESCARTES#NANINA50AÑOS












                                                    Juan José Becerra-Guillermo Saavedra                                                                                               Myriam Soae-Marcelo Izaguirre-Andrea Buscaldi                                                                                                                                 
                                                                                                                                 
                                                                                                                                    Nanina 50 años
                                                                                                         Por Juan José Becerra. Escritor.

Nanina y Cancha Rayada
                                                                     
   Germán García publicó Nanina, su primera novela, en 1968. Tenía 23 años. Inmediatamente, su libro pasó a competir en la lista de best sellers con Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Ganaba y perdía siempre “ahí” mientras por abajo, en la realidad siempre mal entendida de la literatura, las que competían eran dos ofertas formales muy distantes: por un lado, la novela testimonial de iniciación de García, protegida por la diégesis de las obras de Jack Kerouac y Henry Miller (fuga y sexo, respectivamente, más la fuerza juvenil que sostiene ambos deportes); por el otro, el fantaseo mitológico y selvático del Caribe, con sus picos de fiebre, que elevó la figura de Márquez y aplanó las expectativas de lo que entonces se entendía por literatura latinoamericana.
   Nanina vendió decenas de miles de ejemplares y la parte del stock que sobrevivió a las ventas fue incinerada por el gobierno de Onganía. El toreo estatal cerró su círculo con una denuncia del fiscal Guillermo de la Riestra, quien llevó a juicio penal a García por  “publicaciones obcenas”. La nueva figura de la literatura argentina tenía todo: precocidad, éxito, prestigio e incorrección; además de ilegalidad, el gran valor agregado del arte. Pero Germán García no terminaba de digerir el malentendido, por lo que decidió realizar una maniobra al borde del accidente, digamos un giro en U, y escribir Cancha Rayada, en la que la página 79 se hace presente un epígrafe de Sandro: “Si yo pudiera explicar ese boom...”
   Si se observan los hechos con el propósito -imposible- de restaurar la época, esa maniobra tiene fines literarios. Se olvidan las referencias a Kerouac, Miller y otros docentes vitalistas y, con ellos, el tributo al testimonio; y se abreva en Borges (Tiresías en la novela) ya en la primera página, a quien  uno de los tantos narradores le dice: “mi cuerpo habla un lenguaje que no entiendo”. Borges, que aparece en Cancha Rayada como un dios gagá que habla con la sencillez sobrecodificada de un Papa, es el primer nombre de una guía en la que aparecen Joyce, Kafka, Sartre, Sófocles, García Lorca, etc. Contra la vida de Nanina, la literatura de Cancha Rayada.
   Lo que García nos tiende es la trampa que nos hace creer que la familia “verdadera” de Nanina será borrada por la familia “compuesta” de Cancha Rayada. Pero como todas las familias son inventadas (todas las familias no son otra cosa que una novela familiar), Cancha Rayada se convierte en una máquina que estabiliza su variedad de ritmos, escenarios y voces bajo la unidad de la parodia. La literatura no es testimonial ni vital: es un aparato.
  Esa maniobra aparente de borrar Nanina con Cancha Rayada, vista en términos históricos, presagia la catástrofe que la época nunca imaginó para sí misma. La alusión a la batalla de Cancha Rayada, la escena del auto oscuro equipado con ametralladoras y el fracaso de unos agitadores que no pueden colgar un pasacalles en nombre de la Revolución, le dan a la novela el perfil del oráculo que le habla a un sordo. Cancha Rayada es una novela de la vanguardia, a la que el texto sigue aportando su cuota 45 años más tarde y, además, anuncia una tragedia que nadie quiso escuchar.  

                                        
                                            Informes para el psicoanálisis. Una salida, Germán García, Otium, 2018
                                            Por Guillermo Saavedra. Escritor. Lecturas Críticas, Noviembre 2018.

ANTES DE CONVERSAR, UN RECONOCIMIENTO

   Palabras pronunciadas antes de un diálogo público con Germán García sobre su libro Informes para el psicoanálisis. Una salida. Fundación Descartes, 13 de noviembre de2018. Estar hoy aquí, en este lugar que es una evidencia del esfuerzo de Germán García por sostener una conversación entre el psicoanálisis y otros discursos de la cultura, y participar de la presentación de este libro es, para mí, una ocasión para la evocación y la gratitud. Evocación porque los textos que reúne este libro fueron publicados originalmente en Babel, una revista que tuve la posibilidad de codirigir y que significó, para muchos de los que la hacíamos, una presentación en sociedad o, como diría el propio Germán, una entrada en la literatura argentina.
   La gratitud es, sin ninguna duda, hacia el propio Germán. En primer lugar,por las largas charlas mantenidas, desde un poco antes y hasta un tiempodespués de los tres intensos años que duró Babel, en el bar de la librería Gandhi de la calle Montevideo. En ese módico mar de los sargazos intelectuales que navegábamos entre todos hacia el final de la primavera alfonsinista, Germán conseguía situarse siempre en el lugar menos esperado y más productivo para pensar un problema, una obra, o la reputación de un autor; para pensarlo por fuera del sentido común y de cualquier otra forma de cristalización. Y yo, con la inescapable altivez provocadora de la juventud, lo acicateaba cada vez que podía, como una suerte de abogado del diablo que, a decir verdad, no había terminado la carrera de derecho. Pero, si esas charlas concitaban mi atención se debía en primer lugar a que yo tenía muy claro que ese tipo más bien bajito, de mirada vivaz y sonrisa pícara que era capaz de hablar del peronismo con ademanes de dandy y de Gide o Dostoievski con un estilo canyengue, casi justicialista, había escrito una novela como Nanina que, junto a El frasquito de Luis Gusmán y El fiord de Osvaldo Lamborghini, había puesto en cuestión lo que se entendía hasta entonces por literatura en la Argentina; y había sido uno de los animadores de las revistas Los libros y Literal, donde él y esos mismos–entre otros– autores se dedicaron a fundamentar teóricamente lo que habían puesto a funcionar con aquellos libros hoy míticos; y había escrito, entre otros ensayos, dos textos fundamentales sobre Macedonio Fernández.
   Yo también sabía, desde luego, porque eso estaba en primer plano en el presente de Germán a fines de los ‘80, que durante los años espesos de la dictadura él había continuado la labor de Oscar Masotta en España en tornoa Lacan y el psicoanálisis y que, regresado a la Argentina, había creado la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis y la revista Descartes. Pero de todo ese recorrido intelectual de Germán dedicado a labrar las hectáreas criollas del Campo Freudiano se ocupa muy bien Beatriz Gez en el prólogo al libro que hoy presentamos; y, además, en ese momento, un poco
agobiado por el manierismo pedante y más de una vez gratuito de muchos lacanianos, ya que no de Lacan, yo miraba de reojo y con escepticismo lo que pudiese venir de esas tierras feraces y demasiado locuaces. Y fue precisamente la aparición de las columnas de Germán en Babel, que me
llegaban a la redacción a veces traídas por su hijo Fernando y en otros casos por alguno de sus asistentes, que comencé a reconciliarme gradualmente con esos estantes de mi biblioteca personal. Porque, revisitado por Germán, el decir de Lacan –sobre cuya significación última disputaban por entonces demasiadas iglesias– se tornaba para mí, y supongo que para muchos de nuestros babélicos lectores, legible. Esto es, no unívoco, sino poroso, permeable a distintas aproximaciones. Al mismo tiempo, consciente de que hablaba desde una posición en un campo minado por las disputas y unas cuantas mezquindades, había siempre en las columnas de Germán una afirmación de ese lugar, explícita, sin tapujos, pero sin descalificar nunca el lugar de los demás. Ese gesto, que a algunos podrá parecerles secundario, me permitió leerlo con la confianza que se otorga a quien se presenta a cara limpia y el respeto que merece el que
respeta a los demás.
   No voy a extenderme mucho más en esta enumeración porque el propósito de esta noche es conversar con Germán, pero no puedo dejar de mencionar una cosa más, de enorme valor afectivo, aunque aparentemente alejada del motivo de este encuentro: el hecho de que Germán haya acompañado hasta el final a ese gran amigo que fue Ricardo Piglia cuando ya no era fácil hacerlo. Ese solo gesto da por sí solo la dimensión de una ética que no se juega exclusivamente en la obra o en el ejercicio de una profesión sino también en el reconocimiento de un otro en el que tal vez, arriesgo, Germán supo reconocer una forma de su propia extimidad. Son estas, en fin, algunas de las cosas que necesitaba agradecer hoy públicamente a Germán antes de dar comienzo a una conversación con él.

                                   Todo y nada de todo. Claudia D´Amico (Editora). Ediciones Winograd,2007
                             Por Myriam Soae. Miembro del Centro Descartes. Lecturas Críticas, Octubre 2018

   Esta selección de textos del neoplatonismo latino medieval reunidos por Claudia D´ Amico, nos introduce en un universo conceptual en donde se discuten y se argumentan nociones tales como Dios, la nada, el todo, el ser, el uno, lo múltiple, el conocimiento, la ignorancia, lo infinito, lo excluído y lo absoluto. A lo largo de los trabajos que se presentan podemos inmiscuirnos en una porción de la historia del pensamiento, ya que el libro en su conjunto permite ser leído con una lógica que articula los conceptos de un siglo a otro y apreciar así la influencia de la filosofía
griega a la teología cristiana. Se traza de este modo un hilo que enhebra pensadores como Mario Victorino, San Agustín, Meister Eckhart y Nicolás de Cusa entre otros. A lo largo de la lectura encontramos la fusión de conceptos y los rasgos diferenciales que van adquiriendo en cada uno de los exponentes.
   D´Amico explica que una filosofía neoplatónica se distingue por una reflexión de lo Uno “en lo múltiple y por sobre lo múltiple”. Este rasgo inaugura un pensamiento novedoso ya que no hay oposición con lo múltiple sino que se ubica a lo Uno “como anterioridad absoluta carente de toda oposición”. Precisamente ésta es la base de todo neoplatonismo. En la versión cristiana medieval presenta un nuevo giro, lo Uno es uni–trino. La alteridad, presente en la versión pagana donde se distinguen lo Uno absoluto y lo Uno que se piensa a sí mismo, desaparece. Para el cristianismo lo Uno pasa a ser un principio ntelectual del cual depende todo orden del ser.
   El libro nos acerca traducciones inéditas acompañadas por el texto en el idioma original. Éstas a la vez están prologadas por elaboraciones de estudiosos de la materia, indispensables para adentrarse en el libro con una orientación lúcida. El volumen concluye con un estudio sobre las imágenes medievales que instalan la representación de Dios en la cultura, complementando así la intelección de la trinidad a través de los sentidos, en una particular relación entre lo sensible y lo inteligible.


 Diccionario del léxico corriente de la política argentina Palabras en democracia( 1983-2013)
Andreína Adelstein y Gabriel Vommaro (coordinadores editoriales) ,Ediciones UNGS, 2014
Por Marcelo Izaguirre. Miembro del Centro Descartes. Lecturas Críticas, Noviembre 2018

Palabras políticas

   En cuanto tuve el libro en mis manos lo primero que se me ocurrió fue recordar los años 70, y un rumor bajo la forma de chiste que circulaba por entonces, con relación a una teoría del significante  y la identificación: entre otras, había dos consignas que circulaban por entonces, Perón – Evita, la patria peronista y Perón – Evita la patria socialista. El rumor era que Perón decía que estaba claro quienes estaban del lado de él. Incluso si ustedes juegan con la ubicación de la coma, como hace José Antonio Millán en Perdón, imposible  terminarían dando la razón al político. 
   En cuanto empecé la lectura y leí la primera frase de Adelstein que dice que la lengua es un objeto de reflexión vasto y sumamente complejo tuve otro recuerdo, en este caso vinculado a estos tiempos y se refiere a un amigo, que decía que a unos abogados amigos suyo le había causado gracia cuando en una audiencia ante el juez, al interrogarlo sobre una familia con problemas de violencia familiar, todo lo que pudo contestar aquel amigo al juez que esperaba las palabras del “perito”, es que era un tema muy complejo.
   En este caso Adelstein da algunos argumentos sobre las razones de la complejidad de esta obra realizada por 65 autores, con 106 entradas: que el léxico de la política, tema comprendido en el diccionario, se caracteriza por ser inestable y a menudo vago. Rasgo que se pone de manifiesto por ser un léxico altamente polisémico, pues las palabras presentan una gran variedad de significados. Es decir que a una complejidad, la lengua, se sumaron otras, la cantidad de autores y las características del tema tratado. Lo que conduce a que el resultado sea como destaca la Dra. Adelstein, un diccionario hibrido. Lo que no le resta valor en absoluto al trabajo. 
Por ello puedo decir que si bien no sé lo sucedido con los autores, en lo que a mí respecta no me comprenden las afirmaciones de Nicolás Rosa, quien al editar el Léxico de lingüística y semiología expresó que “El léxico –como el diccionario- comparten una misma fatalidad: su peculiar organización deja insatisfecho tanto al lector como al autor”. Más bien acuerdo con lo que decía Carlos Correas hablando sobre el entendimiento en Hegel, que los diccionarios van al concepto de las cosas, a lo esencial de algo. Aunque como es sabido es imposible definir todo.  El ejemplo que daba era que si uno quería entender lo que era una mujer, era necesario ir por otra vía. Pues el diccionario aclara que mujer es lo propio de lo femenino y si uno busca femenino, lo reenvía a mujer. Que en algunas ocasiones los diccionarios servían, pero en otras no.
   En todo caso, para quienes se han dedicado a la práctica del psicoanálisis, ámbito donde no  han faltado diccionarios, no resulta una novedad la complejidad de la lengua y la variedad de significados de las palabras. Desde la Psicopatología de la vida cotidiana o la Interpretación de los sueños de Freud. Aunque como es sabido, desde diversos sitios y en particular desde los ámbitos del poder, se ha intentado aclarar el significado de las comunicaciones, órdenes y directivas, pero a pesar de ello  el malentendido del lenguaje se ha impuesto.
   Para todo aquel que tenga una queja sobre la ausencia de algún término, nunca faltan (ni los términos ni los que se quejan), se encarga Andreína de hacer saber que los diccionarios siempre son parciales. Y aclara también, lo que parece adecuado, que los responsables de los contenidos son los autores de cada artículo.
   Siguiendo con el método comparativo, en la primera página del apartado correspondiente a Gabriel Vommaro encontré que exponía diferentes momentos desarrollados en la obra de Jacques Lacan. De entrada cuando alude a que el lenguaje constituye el mundo, si bien él remite a Austin y sus realizativos o performativos; podemos encontrar afirmaciones de esa naturaleza en el escrito de Función y campo de la palabra y el lenguaje de 1953 (es el mundo de las palabras el que crea el mundo de las cosas, afirmaba el francés, siguiendo una idea hegeliana, poco antes de que el inglés diera su charla en Harvard).
   Inmediatamente se encarga de aclarar que el lenguaje, no obstante, no es la única forma de producción del mundo, ya que el mundo social es producido por los objetos que los actores hemos puesto en él, así como aquellos que hemos producido. Fue la respuesta de Lacan ante las críticas que recibió por su pasión por el lenguaje de los comienzos lo que lo condujo a hablar del das ding, ese objeto que está excluido del campo del significante, pasando por el objeto de la angustia para culminar en las letosas.
   Finalmente Vommaro alude a Durkheim para hacer saber que no sólo hay palabras y objetos, sino también instituciones, normas, etcétera, que pesan sobre el presente al orientar las acciones de las personas. El sociólogo francés fue un autor al cual Lacan recurrió para explicar las familias contemporáneas, a diferencia de Freud.
   Pasando a los términos del diccionario encontramos  algunos que presentan una metonimia con los cuales se podría hacer con ellos solos un pequeño librito, como ser ajuste, blindaje, cepo, corralito, convertibilidad. Sobre el final de corralito se afirma: “Sería otras de las páginas oscuras de la ‘patria financiera’ iniciada con la dictadura”. Lo cual nos devuelve al artículo de Vomaro que recurriendo a Durkheim expresaba que el presente se orienta por el pasado. Y… podríamos ir más atrás de la última dictadura,…
   Más allá de los términos y de esta gigantesca tarea que se han impuesto los 65 autores que han configurado esta obra, para quienes siempre tienen las reservas pertinentes respecto de los diccionarios y Aldestein habla de eso en su introducción, tomaré dos breves ejemplos. En El diccionario del habla de los argentinos editado por la Academia Argentina de Letras si vamos a la palabra popular encontraremos que dice: “En estadios y en hipódromos, gradería, sector de las localidades de menor precio”. A diferencia de ello tenemos un artículo de Pierre Bordieu titulado ¿Dijo usted popular? Y comienza citando el Petit Robert del año 1979 que entre otras cosas, más interesantes que los estadios e hipódromos reservado a los más pobres, afirma que “Pertenece al pueblo, emana del pueblo, gobierno popular. Véase Democrático”. Y está claro que el matiz ideológico que tiene esta obra, como dice Aldestein en el comienzo, sitúa a la misma del lado del Petit Robert, más que de la academia de Letras.
   Uno de los términos que me interesó tomar fue el de populismo, del cual el autor da una serie de caracterizaciones a partir de la adjudicación en su momento a John Locke, pasando por los movimientos del siglo XX que la sociología sitúo entre la tradición agraria y la modernidad industrial: Cárdenas, Vargas, Irigoyen y Perón son los líderes latinoamericanos que estarían comprendidos como tales. Dos de esos autores son destacados por Jacques Ranciere en un artículo sobre el inhallable populismo. Han sido tiempos de ampliación de derechos pero no bien vistos por los sectores liberales, se agrega.
   En el comienzo del ciclo de la democracia  comprendida en el libro, no fue muy usada la expresión y se consideró como populista a toda iniciativa de intervención del Estado en la sociedad o los mercados. Será a partir del año 2003 que será identificado más con el autoritarismo, con un matiz conflictivo, más que por la intervención en la economía. Término que debe ser leído  junto con el de republicanismo y en tal sentido llama la atención que Eduardo Rinesi, el autor del referido populismo, no haga mención a ello siendo que él había compilado junto con Gabriel Vommaro un libro en el que había un artículo en el que se contraponían esos dos términos: populismo y república; libro que sí está citado en la bibliografía: Si este no es el pueblo. Hegemonía, populismo y democracia en Argentina.
  De todas maneras en el apartado correspondiente Sergio Morresi afirmó que “No obstante, el republicanismo volvió a ocupar un lugar importante en el habla cotidiana luego de la elección de Nestor Kirchner como presidente, cuyo gobierno al igual que el de Menem fueron percibidos contrarios al republicanismo. Aunque si a uno se le criticó la ausencia de virtud, al otro se le criticó el autoritarismo, la hegemonía”.
   Resulta interesante como el abecedario condujo a que el término que continuó a republicanismo, fue el novedoso riesgo país. O sea que a los republicanos  siempre le continúa el riesgo país. Siempre, como se ha dicho a lo largo de este diccionario, han sido los sectores liberales los que por una razón u otra la emprendieron con el populismo. Hay un libro de reportajes compilado por José Natanson, en el que interrogado Luis Romero sobre el liderazgo de Kirchner, respondía que “Como forma es la continuidad  de los liderazgos populistas típicos de la historia argentina”.
   Me interesó tomar en particular ese término de populismo porque es un tema central en los últimos tiempos de nuestro país y también en el mundo, y con relación a ello hay un libro muy interesante que no ha podido ser citado entre las referencias de los autores de este diccionario pues fue publicado en el año 2017. Me refiero a El cambio y la impostura de Ezequiel Adamovsky. Allí señala que populismo fue la palabra elegida del año 2016, por una entidad que se dedica al estudio de la lengua española. Y entre otras cosas, para explicar las arbitrariedades del uso de los términos, afirma que ninguno de los amantes de la República dijo nada cuando un simple juez (jueza en verdad) se arrogó el derecho de reemplazar un presidente elegido democráticamente por otro que nadie había votado (alude al reemplazo de Cristina Kirchner por Federico Pinedo).
   Del populismo podemos  pasar a Democracia, crispación y blindaje. En aquel apartado se puede leer una crítica a la idea de democracia a partir del famoso “la casa está en orden” y el pacto de Olivos y el pasaje de la democracia a la democratización en la etapa que comienza en el año 2003, con el deslizamiento de democracia y libertad al vínculo entre democracia y derechos. Respecto a la crispación se pasa del matiz negativo del término a la inversión en una Cris-pasión como clave de una batalla cultural que dio el kirchnerismo. Resulta curioso porque esa supuesta batalla cultural, con signo invertido obviamente, es la que propone el macrismo desde su llegada al poder (es lo que comenta Adamovsky y también Vommaro en su último artículo en Le Monde diplomatique). Por último al hablar del blindaje se destaca que el monto final del préstamo del FMI al gobierno de De La Rúa alcanzó a 39.700 millones de dólares. Y se señala, que el 19 de diciembre de 2000  “El presidente destacó que el blindaje marca una nueva etapa para el gobierno y evitará ‘sorpresas desagradables’ a la sociedad”. Es decir, exactamente  un año antes de los episodios de diciembre del 2001, durante los cuales la sociedad además de la masacre, se llevó varias sorpresas desagradables. Dadas las circunstancias actuales y si como afirma Vommaro, el pasado orienta el presente, deberíamos preocuparnos un poco sobre el futuro del año próximo.

                                            Lacan saluda a Tristán Tzara, Revista Descartes 10, Mu, el vacio, 1992
                                            Por Andrea Buscaldi. Miembro del Centro Descartes
  
  En 2015, escribí una reseña sobre Lacan saluda a Tristán Tzara, un artículo de Germán García, publicado en la Revista Descartes 10. Fue en ocasión del 30 aniversario del Centro Descartes...no voy a contar la historia, sólo un fragmento del pasado historizado en el presente. 85’: la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis (BIP), se proponía...anudar lo que venía de Oscar Masotta con lo que se había generado a partir del viaje de Jacques Lacan a Venezuela. 86: la Revista Descartes se inicia como parte del llamado “Proyecto Descartes” y su editorial advierte estar  más cerca del amorodio borgiano que de la irresistible admiración de la Ocampo por la antología para amigos. Es decir: la Revista Descartes no es una revista complaciente y menos con sus lectores.
   La Descartes 8/9 fue publicada en 1991 y está dedicada a La causa freudiana.  Es el resultado del material presentado en el IV Coloquio Descartes (2018: XXXII) y abre una discusión sobre los modos institucionales del psicoanálisis en nuestro país. La siguiente Descartes, la resignifica: “Ahora, llegado el número diez se divisa una perspectiva diferente: en vez de buscar un lugar es necesario calcular una articulación.”  Es el fin del verano porteño del 92’ y a dos meses de la fundación de la EOL, Jacques-Alain Miller dicta la clase inaugural del Centro Descartes, plantea un debate sobre los dispositivos de carteles y pases y señala al Centro como el lugar donde darlo. Apela a una suerte de oxímoron: el Centro no es central en la Escuela, está al lado y "es más fácil debatir al lado que debatir en el centro”. Centro al lado.  
   En esta ocasión, tengo la oportunidad de reescribir aquella reseña, porque al artículo de GG se le puede aplicar rigurosamente la teoría del iceberg de Hemingway: “Hay nueve décimos del bloque de hielo bajo el agua por cada parte que se ve de él”. Es decir: no sólo hay que leer en el sentido amplio del término; también hay que ir a leer, a agarrar los libros, literalmente.
  “Vengo de Argentina y les hablaré de Sami Rosenstock, un escritor rumano conocido como Tristán Tzara.”  El artículo fue presentado por el autor en el Encuentro Jacques Lacan, Paris, 1991.  Aquel “saludo” de Lacan, se redobla en GG: compara la oposición entre Dada y el surrealismo con el Delenda est iniciado por Lacan en 1980 (la llamada disolución): “La causa freudiana no tiene más muebles que mi buzón.” (Señor A, Carta del 18 de marzo de 1980). 
   Cinco años antes del grito de guerra, Quizás en Vincennes (1975), Lacan organiza un programa (Lingüística, Lógica, Topología, Antifilosofía): “...de lo que se trata es no sólo de ayudar al analista con las ciencias que se propagan según la modalidad universitaria, sino de que esas ciencias encuentren en su experiencia la ocasión de renovarse.” Lingüística: la gramática hace del sentido “una cantinela”, el equívoco es un fallido logrado. Si el “yo” es la gramática, las formaciones del inconciente, su división subjetiva.  San Juan y Milner son citados a modo de ejemplo. Lógica: “A condición de que sea destacada como ciencia de lo real por permitir el acceso a ella del modo de lo imposible”. Topología: “Entiendo matemática...para proveerle al analista aquello de lo que carece, o sea, otro apoyo que el metafórico”.  En Lacan saluda a Tristán Tzara, GG, se pregunta: “¿Qué es llamado Antifilosofía? La investigación de lo que el discurso universitario debe a la “suposición” educativa, sin que se trate de una “triste” historia de las ideas. Recoger con paciencia la imbecilidad que está en juego en el asunto, para valorar la raíz indestructible de este sueño eterno”. Finalmente, define el mencionado Programa lacaniano “como una apuesta universitaria despegada de pretensión educativa”. ¿Otro oxímoron? GG plantea un oxímoron retórico con respecto a la presentación del dispositivo de carteles: “¿El cartel, anunciado en esta misma intervención de 1980, es un modo de enseñanza anti-educativa? La enseñanza, en la ocasión, se opone a la educación y la palabra “saber” aparece una sola vez en la Ornicar 1.”
   Sobre la comparación planteada al comienzo del artículo, GG señala que “Lacan con su Delenda está más cerca de Dada que de el surrealismo”.  En la carta del 18 de marzo, se compara con Tzara: “Este señor Aa es antifilósofo. Es mi caso. Yo me sublevo, por decirlo así, contra la filosofía. De lo que no caben dudas, es que es cosa terminada. Aunque me temo que le va a rebrotar algún retoño”.          En La aventura Dada, Georges Hugnet señala el fin del dadaísmo para evitar convertirse en tópico y academicismo. El punto cúlmine es el Congreso de París (1922). En palabras de Tzara, el dilema podría ser graficado del siguiente modo: Academia o Cabaret (el Cabaret Voltaire fue la cuna geográfica del dadaísmo). Por supuesto, para Tzara no hay tal dilema: la academia es sinónimo de “mercaderes de ideas y acaparadores universitarios”.  En la misma sintonía, Eluard y Satie se refieren de modo irónico al gran congreso destinado a delimitar los alcances del arte moderno. Sobre el dispositivo del cartel, es propuesto como “un saber anti”... otra suerte de oxímoron: “un saber que la educación quisiera jerarquizar.” Como el caso de Bernard Shaw que se vió obligado a suspender su educación justo cuando empezó la escuela.  El chiste radica en hacer de educación un antónimo de escuela.  Así, la palabra educación adquiere otros sentidos que no tienen nada que ver con la pedagogía o el bronce universitario.
  En Alocución sobre la enseñanza(1970), Lacan pone en relación tres términos: Enseñanza-Saber-Verdad. Una enseña no implica un saber, aún más, “la enseñanza podría estar hecha para hacerle de barrera al saber.” Echa por tierra con la supuesta transitividad inherente a  parejas de participios: enseñanza-saber; enseñante-enseñado. Recomienda reemplazar la supuesta transitividad por ambivalencia, pero aclara: amor y odio, no son todo uno, provienen de fuentes diversas. 
  En el caso de ”nuestro discurso, no se sostendría si el saber exigiera la intermediación de la enseñanza. De ahí el interés del antagonismo que destaco aquí entre la enseñanza y el saber”. El Saber deviene en Verdad a partir del medio giro por el cual el discurso del analista se distribuye de modo opuesto al del Amo. El Amo es “el enseñante como tal”...un signo. La verdad del discurso analítico se juega en la cadena significante vía regla fundamental.  “Es por la relación del saber con la verdad como nuestro discurso plantea la pregunta de si él no puede resolverla sino por la vías de la ciencia”. Es decir: la Lógica formal extendida a la estructura del lenguaje, desplegada cinco años después,en el Programa lacaniano (Quizás en Vincennes). 
  Freud enumera tres imposibles: educar, gobernar y psicoanalizar.  Conceptualiza la pulsión epistemofílica (trieb, deriva) y escribe Análisis terminable e interminable. Lacan realiza una rectificación semántica que va de psicoanalizado a psicoanalizante, del presente perfecto al futuro indefinido. La posición del psicoanalizante está determinada por “nunca estar a la altura de lo que de él cae de psicoanalizado”.
   En El psicoanálisis verdadero y el falso (1958), Lacan apela al término alemán Anschluss, esgrimido para nombrar la fusión de Austria y la Alemania nazi en una sola nación. Funciona de metáfora que advierte sobre la “shoah” de “hacer entrar al psicoanálisis en una psicología...bajo la etiqueta de una psicología general”.  Lo mismo vale, para la psiquiatría, la sociología, la filosofía.       Para Piglia, literatura y psicoanálisis son el arte de la natación.  La metáfora alude a la hija de Joyce: “Allí donde Ud nada, ella se ahoga”. El arte consiste en mantenerse a flote en el mar del lenguaje. GG suele llamar Manifiesto al Discurso de Roma pronunciado por Lacan durante la llamada escisión  y el retorno a Freud. Función y campo de la palabra y el lenguaje: la función es el lenguaje; el campo, la palabra. Es decir, no hay más allá de las palabras, ni detrás, ni delante, ni fondo.
   La Revista Descartes 10, llamada Mu, el vacío, alude a la presencia de una ausencia: no hay nombre propio en su portada, a diferencia de los números anteriores. Finaliza GG: “Pasamos de la exclamación !ah!, al objeto a, de la pasión primaria de la admiración a una lógica…a”   Qué más decir: ¡ni mu!


    



 .



BREVES 17-LECTURAS COMENTADAS-OCTUBRE 2018-BIBLIOTECA DEL CENTRO DESCARTES#NANINA50AÑOS










                                           
 Roberto GARRIZ-Felix CHIARAMONTE                                                                                             
                                                      Carolina SAYLANCIOGLU-Julio RIVEROS                                                                                                                                                                     
                                                                                                                                 NANINA 50 AÑOS
                                                                                                                  Por Roberto Garriz. Escritor. 

                                                                                        “Es como si todo me estuviera permitido.”
 “Es como si lo que no conduce a la sumisión, de alguna manera mágica, legal, condujera a la cárcel.”

INTRODUCCION
    1. Quiero agradecer la invitación para intervenir en este homenaje por los 50 años de la publicación de la sensacional obra de Germán García, Nanina. La novela publicada en 1968, produjo un verdadero revuelo en el panorama literario. Según las crónicas de la época agotó cuatro ediciones en un mes, tuvo las críticas más elogiosas que yo haya leído para una ópera prima en los medios más importantes del país y en otros tantos del exterior. Como ejemplo, los invito a leer los minimísimos recortes que figuran en el póster. En forma más extensa, pueden encontrarse las críticas, así como la transcripción de la acusación, la defensa, la sentencia del proceso y otros escritos de interés en el libro Proceso a Nanina, que es una recopilación de Daniel Ortiz publicada en 1969 en Ediciones L.H.. 
          En medio de esa euforia la novela fue secuestrada de las librerías por orden judicial en una causa iniciada por denuncia del fiscal Guillermo De la Riestra, por la infracción del art. 128 del Código Penal que perseguía a los responsables de publicaciones obscenas. Ese proceso terminó con una sentencia del Juez en lo correccional Dr. Edmundo Sanmartino, que condenó a García a la pena de un año de prisión en suspenso. A la vez, inscribía a Nanina en una lista que comparte con El Cantar de los Cantares, El lazarillo de Tormes, La Celestina, Madame Bovary, Las Flores del Mal, el Ulises, y otros tantísimos libros censurados a lo largo de la historia.
    2. Dada mi condición de abogado, presumo que fui invitado a esta celebración para analizar (dicho esto en la acepción gratuita de la palabra “analizar”) la resolución judicial que hoy es parte inseparable de la historia de Nanina y, por lo que se verá, del propio Germán García.
    3. Corresponde entonces, para meternos de lleno en el tema, definir qué se considera o, mejor, qué se consideraba “obsceno” en 1968. El artículo 128 del Código Penal, hoy derogado se limitaba a describir las conductas “El que publicare, fabricare o reprodujere” luego enumeraba “Libros, escritos, imágenes u objetos” a los que calificaba “obscenos“, y finalmente detallaba el destino “con el propósito de difundirlos o de exponerlos al público”.
            La jurisprudencia se encargó de aclarar: “La obscenidad de una obra se determina colocándose en el plano del hombre medio normal, es decir, al margen de la inmoral predisposición de algunas personas, de la morbosa mentalidad de un anormal respecto del sexo, de las exigencias éticas de un escrupuloso hipersensible, y aún de lo que sólo puede resultar peligroso para la mentalidad de niños y adolescentes, porque el bien tutelado es el pudor público medio y no el sentimiento individual de pudor” (C.C.C., caso Lozada, 1964; Bol. Int., f. 54)
         En otro fallo del año 1964: “el pudor colectivo, a los efectos del delito de obscenidad, se debe estimar, no con un criterio medio abstracto, sino en concreta relación con los conceptos normales que configuran, en una época y lugar determinados, el ámbito de intimidad sexual” (C.C.C., 23/12/64; JA. 1965-II-141)
     Se requiere una ofensa que ataque la sensibilidad promedio de la población. No consideraremos entonces la impoluta calidad moral que pudiera imponer un sacerdote del Opus Dei, ni tampoco tendremos como referencia la abyecta predisposición que surgiera de un sacerdote del Opus Dei.
         Ahora pensemos en 1968, en el Germán García del póster. Gobierna el General Juan Carlos Onganía, que lleva adelante la denominada Revolución Argentina. Se inicia una cruzada en favor de la moral y las buenas costumbres, con la creación de la correspondiente Brigada de Moralidad. Se controla el largo de las faldas y de las cabelleras masculinas, se allanan hoteles alojamiento (en ese momento “ambuebladas”) en busca de adúlteros y se persigue a los homosexuales (en aquella época “invertidos”). Y se ejerce una fortísima censura en todos los frentes.
       
Todo esto hoy nos resulta casi inverosímil ante algunos cambios. Digo cambios y no necesariamente avances, porque tengo para mí que la censura no se mueve de una manera unívoca. Basta pensar en películas como Último Tango en París, o muchas de las del dúo de Jorge Porcel y Alberto Olmedo, que por distintos motivos serían difíciles de concebir en la actualidad así como sería impensable una revista como la recordada Libre, que se publicaba en los primeros años del retorno democrático.

    4. Pero estamos en 1968. Hechas estas consideraciones, ¿es obscena Nanina? La acusación y la sentencia se niegan a transcribir las partes que consideran que infringen el art. 128 citado. En lugar de ello, simplemente subrayan un ejemplar que se supone, se encontraba en el Juzgado. Por lo tanto, no hay ninguna mención literal a esas eventuales expresiones o escenas que resultaron ofensivas. Desde el punto de vista de la técnica jurídico-procesal, esa falta de determinación de una parte medular de la acusación, podría haber acarreado la nulidad del proceso. Es como si en una causa donde se investiga un homicidio no se describiera la autopsia, o el arma homicida. Nos vemos obligados, entonces, a subsanar esa omisión del juzgado, enumerando, de la manera más decorosa posible, las alusiones que pudieron haber escandalizado al Señor Fiscal y al Señor Juez intervinientes.
           Existen 10 menciones a los largo del libro a la palabra que se utiliza para referirse a aquello que se aprecia en el ojo ajeno mientras no se advierte la viga en el propio. A ello se suman 3 repeticiones de la palabra “masturbación”. 15 menciones al órgano sexual masculino en la forma más coloquial de nombrarlo. 6 veces aparece la palabra que es definida como “cubierta que protege los moluscos”. 5 veces se habla de los senos femeninos en su sinónimo más utilizado, 3 de esas veces se los nombra en diminutivo. 6 veces se lee “culo”. Un personaje sueña con Yolanda desnuda, otra se baja la bombacha, hay 3 menciones a invertidos, 6 referencias a lo que los españoles dicen por “agarrar”, 5 veces se dice la palabra sexo, 4 menstruación, 2 hímenes, 1 clítoris. Y otras expresiones dudosas, como (y ahora leo textual) “forro del bolsillo”, “Quien mal anda mal acaba”, “el niño quedaba en el portal y era recogido por un rico”, “recogiéndole la ropa”, “más vale pájaro en mano”. 
    5. A esta altura, ya tenemos los elementos necesarios para dictar sentencia. Conocemos el marco legal, revisamos algo de la moral de la época y enumeramos objetivamente la prueba, que no es otra que las supuestas obscenidades que el distinguido Sr Fiscal, Doctor de la Riestra nos subrayó. 
           Con esos elementos, el Juez consideró: 
“No debe confundirse la literatura que abreva en las fuentes del erotismo o de la sensualidad, con realismo, pero con arte y dignidad en la expresión y las imágenes, con la literatura colindante con la más repugnante pornografía, que echa mano de vocablos que se pretenden populares, pero que no son usuales en el lenguaje del pueblo, sino en la jerga de los lupanares o en el vocabulario procaz de minúsculos grupos de inadaptados sociales.”
“Se desconoce y se ofende al pueblo cuando se le imputa esa perversión en el lenguaje, que es reflejo siempre de perversiones y que arraiga en hondas taras psíquicas y morales. Es inexacto que los más grandes genios de la literatura –Dante, Cervantes, Shakespeare, etc.- hayan caído en licencias pornográficas u obscenas (este es un argumento ofrecido por la defensa). Las imágenes o expresiones de crudo realismo que hallamos en sus obras, expresadas en lenguaje directo, son como un ligero e imperceptible contraste de sombras en la diafanidad de una prosa de belleza y dignidad deslumbrantes. Lejos de afearlas o de disminuir su jerarquía, la destacan y exaltan. Pero qué distinta es la prosa y las imágenes de algunos autores nacionales y extranjeros, hábilmente promovidos por los traficantes de la literatura, que buscan fama y dinero en la procacidad del lenguaje y en el impacto que produce en determinados lectores la exhibición de una sexualidad sin frenos ni valor.”
“Cuando nos hallamos ante un verdadero proceso gramatical de imágenes y palabras obscenas, pornográficas o impúdicas, que no se justifican con el argumento, de que reflejan fielmente la vida de privaciones, de miseria y de orfandad moral del protagonista –que en el caso de Nanina es el mismo autor- es lógico deducir que esa técnica oculta desaprensivos fines de promoción literaria y desviaciones que caen en el campo de la patología criminal. Si hubiera establecimientos de reeducación psíquica y moral, a cargo de especialistas capacitados, esos escritores, que, por atentar contra el alma, son más peligrosos que los que atentan contra la dignidad física del prójimo, deberían ser recluidos en esos establecimientos. No importa que la crítica ligera o complaciente aplauda esos engendros de inteligencia y espíritus deformes.”
Hasta aquí, viene haciendo referencias generales, a partir de ahora se mete con la novela.
“Es evidente que Nanina es una osada obra de lenguaje impúdico, de incoherente contextura y de exhibición de escenas reñidas con el más elemental decoro. El protagonista no tiene ubicación precisa en el tiempo, ni en la geografía. Tan pronto es un niño, como un adolescente. Está en Junín, en Rawson o en Buenos Aires. Sin transición, sin etapas intermedias, sin un proceso lógico de cambio y de transformación. Por puro afán de ser original, de espantar al lector equilibrado o simplemente por incorregible incoherencia mental. Esa técnica es frecuente en la simulación del talento. La obra carece de una sólida arquitectura argumental y es, en general, un sucio canto al desamor filial y al sexo animal e indiscriminado. No tiene tampoco pretensión de protesta social ni de mensaje. El protagonista es un testigo impávido del infortunio que lo rodea. La novela no está ni siquiera justificada por la rebeldía que despierta la injusticia que se siente en carne propia o los males de la sociedad en que se convive. Esta valoración de la obra por el juzgador, fuera de lo común en un fallo judicial, es necesaria, ya que la falta de auténticos méritos literarios y de injustificado sentido social de rebeldía, contribuye a destacar con mayor crudeza la obscenidad reiterada y machacona que aparece en cada momento en su contexto. Esas notorias deficiencias ayudan a tener en consideración a ese aspecto, estrictamente jurídico, que las pone de relieve. No se pueden transcribir en esta sentencia los largos párrafos subrayados en la obra, que dan fundamento a la resolución condenatoria. Son demasiados, coincidentes e irreproducibles. La doctrina y jurisprudencia es uniforme en cuanto a que solo se requiere el dolo genérico de que la publicación calificada de obscena hiere al pudor medio de los lectores.”
“Dejo desde ya sentado que para aplicar la penalidad que a mi juicio corresponde a los procesados García y Lecouna (editor), así como la condicionalidad de la condena, tengo en cuenta la falta de antecedentes de ambos, la poca edad y consiguiente falta de experiencia de García , así como el deseo del suscripto de que este fallo sea como un toque de atención para este joven que si en realidad siente vocación literaria vuelque sus esfuerzos a otra clase de literatura, o sea la que pueda darle brillo y nombre honroso.”

    1. Luego de esta pequeña introducción, quiero dar comienzo a mi intervención titulada Elogio del Dr. Edmundo Sanmartino.
    2. Se cumplieron, el 27 de julio de 2018, 49 años de la sentencia que condenó a Germán García a la pena de un año de prisión en suspenso por el delito que se tipificaba en el art, 128 del Código Penal de la Nación. Dada mi condición de cotraductor de historietas como Asterix, Lucky Luke, presumo que fui invitado a esta celebración para intentar traducir la resolución que hoy es parte inseparable de la historia de Nanina y, por lo que se verá, del propio Germán García.
    3. Sería fácil para mí enumerar la cantidad de expresiones obscenas que determinaron la condena de los imputados en esa causa. Sobre todo considerando la existencia de la función de copiar y pegar. No voy a caer en simplificaciones, porque lo que me propongo, es analizar cómo la sentencia condenatoria es innovadora. El Sr. Juez sabe que está cruzando un límite, expandiendo las fronteras del derecho, y lo reconoce. “Esta valoración de la obra del juzgador, fuera de lo común en un fallo judicial, es necesaria…” dice. Y condena a la obra por obscena. Pero es que el derecho no le deja otra alternativa. Veamos que respecto a la obscenidad propiamente dicha, no es mucho lo que tiene para decir “es una osada obra de lenguaje impúdico, de incoherente contextura y de exhibición de escenas reñidas con el más elemental decoro.” Más adelante agrega lo del “sucio canto al desamor filial y al sexo animal e indiscriminado”. Pero ¿le resulta esto ofensivo? ¿siente que ataca el pudor de la época? No lo dice. No lo sabemos. Porque se distrae considerando que los elementos cuestionados no están inscriptos en medio de una prosa “de belleza y dignidad deslumbrantes”. Traduzco, el problema no son los pasajes supuestamente obscenos, sino el resto, la falta de compensación. En pocas palabras, no le gustó la novela. Le pareció incoherente, desordenada. El protagonista es joven, es niño, va de acá para allá, aparece en Junín, en Buenos Aires, en Rawson. ¿qué es esto? Ni siquiera es un reclamo social, ahora lo cito: “la novela no está ni siquiera justificada por la rebeldía que despierta la injusticia que se siente en carne propia o los males de la sociedad en que se convive.” Retomo: al final, no es ni para reírse ni para llorar. El Dr. Sanmartino ha leído la novela. Eso es innegable. Y está indignado. Le han hecho perder el tiempo. Ya no le importa que sea o no obscena. No se agravia por una mala palabra más o menos. Pero solamente dispone de la posibilidad de retirarla de circulación si la declara obscena. El derecho aplicable no le deja otra opción. Y dicta el fallo condenatorio.
    4. Llega el momento de las confesiones. ¿Quién alguna vez no se ha indignado leyendo una novela que suponía una pérdida de tiempo? ¿quién no ha dicho, en su intimidad, mientras leía, “deberían prohibir a este autor” o mejor “Deberían meterlo preso”? ¿no hemos pensado, como Sanmartino, que deberían existir establecimientos de reeducación psíquica a cargo de especialistas capacitados para algunos escritores?
       Es evidente que el Dr. Sanmartino cometió un error con Nanina, como tantos censores se han equivocado con grandes obras y paradójicamente, en algunos casos, nos han abierto los ojos y han despertado el interés por ellas. Pero no por eso deberíamos desentendernos de la importancia de un tribunal que nos facilita lecturas y descarta las de menos valor. Tal vez no sea Sanmartino el más idóneo para esa función. Pero imagino a Borges y a Bioy Casares, a cargo de sendos juzgados encargados de impartir justicia, conversando sobre autores y sus obras como en esos pasajes que transcribe Bioy en su libro “Borges”. ¿Serían ellos más benignos que nuestro elogiado?
    5. Lo cierto es que en su condena, el Dr. Edmundo Sanmartino expresa el deseo de que el fallo sea como un toque de atención para este joven, para que si en realidad siente vocación literaria vuelque sus esfuerzos a otra clase de literatura, o sea la que pueda darle brillo y nombre honroso.
49 años después de esta premonición, Germán García ha publicado otras 7 novelas: Cancha Rayada, La vía Regia, Perdido, Parte de la Fuga, La Fortuna, Miserere; todas ellas con excelente repercusión de público y crítica. Ha fundado, dirigido y participado en una docena de revistas literarias, entre las que se destacan la mítica Literal y la invisible Odradek. Ha recibido premios y distinciones de todo tipo, entre otras obtuvo la Beca Guggenheim, otorgada por la Guggenheim Foundation (Nueva York); es Dr. Honoris Causa por la Universidad Nacional de Córdoba; recibió la distinción de Personalidad Destacada de la Cultura de Buenos Aires; y la de “Visitante Distinguido”, otorgada por la Municipalidad de San Salvador de Jujuy; fue declarado Ciudadano ilustre y visitante distinguido de la Ciudad de San Miguel de Tucumán. En el año 2011 fue el encargado de pronunciar el discurso inaugural de la Feria del Libro de la Ciudad de Buenos Aires. 
No ha vuelto a ser condenado por ningún tribunal por sus obras literarias, es uno de los autores más prestigiosos del país y si se me permite una nota personal, es también el más generoso. Tiene hoy de sobra, ese brillo y nombre honroso que le auguró el Dr. Sanmartino, que, como se demuestra, tan equivocado no estaba. 

Incomodar con estilo. El exilio de Gombrowicz en la Argentina, Nicolás Hochman,Dobra Rebota Editora, 2018 Por Félix Chiaramonte. Miembro del Centro Descartes

El Gombrowicz de Hochman. 

Me privaré de citar autores. O todo lo contrario.
He sido recibido al final de una escalera de este edificio de la Fundación René Descartes con una imagen de una pintura que me gusta y me causa curiosidad. ¿Gombrowicz? 
“¡Psicoanálisis! ¡Diagnóstico! ¡Fórmula! Mordería la mano del psiquiatra que pretendiese destriparme privándome de mi vida anterior; no se trata de que el artista no tenga complejos, sino de que sepa transformar el complejo en un valor cultural “ . Esta cita  de algo escrito por Witold Gombrowicz, que está en Incomodar con estilo y en La virtud indicativa, texto de Germán García, me ha orientado no solamente respecto del gusto literario sino a favor del psicoanálisis que  no domestica ni es domesticado.
Conocí a Nicolás Hochman en una reunión familiar. Vaya si me topé con alguien interesante. Comenzamos a hablar y al rato estábamos charlando de Lacan, Miller, y tan luego de Germán. No creo que Gombrowicz haya presenciado esa conversación , pero tal vez fue testigo invisible como yo de algo verdaderamente asombroso. Al menos para mí. Quizás ustedes ya estén familiarizados con ese juego de naipes llamado truco. Yo no lo juego. No me gusta que se sepa que alguien va a mentir. Es como un juego con un spoiler que en la puerta del cine dice: todos mienten. Nicolás esa tarde-noche jugaba al truco con unos sobrinos endiablados a los que lograba domar con ese juego. Pero había algo raro en la atmósfera: no había cartas. Físicamente no había cartas. Cantaban las cartas a viva voz. Un truco imaginario. Éste tipo es raro , pensé. Muy raro. Me parecía bien domar a los niños que se convierten en seres incómodos por sus conductas, sus movimientos, sus demandas, sus dibujos… Pero un truco imaginario era demasiado. Me pareció rarísimo  jugar de ésa manera, y a la misma vez intrigante y divertido.
“Gombrowicz miente. Todo el tiempo miente. Distorsiona, agranda los hechos, omite otros, se contradice , niega haber dicho o escrito lo que dijo o escribió.” Y lo hace cuando escribe su Diario, cuando habla en Testamento, cuando manda cartas a sus amigos, cuando traduce novelas, cuando presenta prólogos. 
Jugar al truco. Mentir. Mentirle a los niños. Mentirle a la familia. Mentirle al país. Mentir y hacer un congreso. Mentir y escribir un libro. Mentir, mentar a un polaco para hacerse conocer. No está nada mal. En un momento volví a pensar, este tipo va a ganarle a estos pibes. Pobres pibes. Pobres malditos. Pobres malditos polacos. Pobres malditos, polacos y argentinos. “¡Malditas y terribles partes! ¡Para eso, pues, construimos el todo: para que una partícula de la parte del lector asimile una partícula de la parte de la obra y solo en parte!”. Luego de releer este extracto de párrafo de “Gombro” en Hochman, comienzo a entender algo de la transmisión del psicoanálisis, tal vez justamente inextinguible por las partes que resisten a la comprensión general. 
Hemos comenzado una serie de intercambios culturales o pseudo culturales allá por San Fernando con Nicolás . En la centenaria Biblioteca Madero, en la sede de la Asociación de Psicoanálisis San Fernando Tigre, en el Colegio de Psicólogos de San Isidro, ahora en la” Fundación Descartes.
Vuelvo por un momento al recuerdo de aquella pintura que por momentos me chocaba. Me chocaba ese largo nombre que era un apellido impronunciable. 
¿Para qué carajo vino un polaco, de apellido mal dicho casi siempre, a la recóndita Argentina?  ¿A exiliarse de qué?  ¿A inventar lectores?  ¿A hinchar las pelotas? 
Alguien me dijo que ese título, Incomodar con estilo, era muy pertinente para Mirtha Legrand. Me gustó la idea de imaginar a “Gombro” en su mesa, o más interesante aún , un programa de TV que se llamara Almorzando con Gombrowicz. Fuerte. Creo que se iría todo a la mierda en pocos minutos. Sin embargo, ¡tendríamos a un noble de verdad en la mesa por una vez por lo menos! A fin de cuentas un desubicado muy orientado.
Imponer la fábula a la experiencia, esta vez Philip Roth, hablando de Kafka, citado por Nicolas. Nicolás que sigue fabulando  con esos pibes que no dejan de moverse. Inquietos, desubicados, molestos. 
Molesta es la dialéctica entre escritura y vida real. ¿Quién es quién? Una vez golpeé a la puerta de un psicoanalista. Me ayudó a reescribirme en varias ocasiones. Quién dice que cada uno no pueda ser un escritor que no escribe aún, o que no escribe bien, o que quiere escribir de otra manera.
Es cierto que André Gide es una referencia para el tema de la sinceridad.  
Ni turista, ni vagabundo, ni peregrino. Hochman intenta confrontar por ejemplo a Bauman con Gombrowicz para definir esas palabras. Unos viajan porque quieren , otros porque no tienen otra elección soportable. Gombrowicz con algo de cada cosa, no encaja. 
En Argentina o en Europa es un exiliado. ¿Exiliado de qué, de una patria en la que no cree, o de la que es tan consecuente que muestra a su manera que la quiere más que nadie, fuera de los mediocres que la habitan?
¿Era una especie de eremita que vivía como alguien con un yo descontextualizado y libre de trabas?  ¿Era un ciudadano romano?  ¿Un hombre del silencio? 
Detesta ser un peregrino que se pone frente a una imagen. “Libertad salvaje , desnuda,, primigenia, esencial”. Y sin embargo escribe algo que titula Peregrinaciones argentinas. Otro capítulo: Una patria. Dos patrias. Ninguna patria. 
“Extranjero en Polonia, obligado a la extranjería en Argentina, la extrañeza es fuente de identidad. Movimiento convulso y traumático”. Para los que estamos en el psicoanálisis, la identidad solamente es la de percepción, mientras que lo idéntico a sí mismo no se corresponde por el sujeto dividido del inconsciente, el sujeto habitado por un lenguaje que lo parte en pedazos. Hay una buena distinción de este concepto por Nicolás. 
“Un estanciero polaco opinando de política argentina” , es el título de un capítulo. Está con Perón , contra Perón, lo mismo da. 
Desprecio, incredulidad y escepticismo, sentimientos de Gombrowicz, presentándose como un "conde" que será calificado como "pederasta"  para Borges. 
Repugnante para la gente de izquierda  diciendo que festejaba con champaña cuando había muerto el Che Guevara, pero también para peronistas por su ataque a la figura del líder, e incluso para liberales que deciden no tomarlo en serio, por más experiencia libre que haga. 
La inmadurez , la juventud y las formas. Cuestiones centrales para su trabajo. “ Desarrolla un rechazo cada vez mayor hacia la idea de madurez”.
Políticamente incorrecto, critica la igualdad respecto de los que votan en una democracia. Ahora que conocemos cómo vota el pueblo brasileño a un candidato de ultraderecha para presidente, en octubre de 2018, nos resuenan esas palabras. 
Conoce a Santucho, y más allá de lo que Hochman trae sobre ese intercambio que es más o menos verificable, dice que hay una tensión sexual entre el escritor y el guerrillero . Audaz planteo , pero... ¡Pará, pará, pará! Diría el periodista de espectáculos deportivos Fantino... ¿vos me queres decir que Gombrowicz se quería voltear a Santucho? Insolente, irrespetuoso, contrarrevolucionario y al mismo tiempo ¡propagandista de seres rupturistas y subversivos! 
Coincidentemente encuentro: “Conservador iconoclasta, terrateniente vanguardista , izquierdista de derechas, derechista de izquierdas , un sármata argentino, un plebeyo aristócrata , un maduro inmaduro, un anarquista disciplinado, un artificial sincero , sinceramente artificial”, un ida y vuelta que no se frena con nada hasta ser reconocido pero allí se planta para arruinarlo todo de nuevo, o por lo menos para intentarlo .
“Intelectual incómodo para otros intelectuales” según Hochman, se angustia y se divierte , incluso se pregunta “Gombro” si habrá desacreditado el nombre de Polonia. 
Disociación que permite generar un recurso para sobrevivir, el doble exilio. 
Recordar el texto Contra los poetas, y recordar que una vez fui a un teatro donde la consigna era Contra los escritores. Un tal  Muscari, director teatral, un tal Heredia, actor, y más gente de la actualidad de los medios masivos de comunicación , estaba Golombek, la vi a Dalia Gutmann, un audio y vídeo de Victor Hugo Morales , que ya ni sé si comparaba al polaco con el gran Diego Armando, pero, ¿de qué estamos hablando? Todos divirtiéndose a causa de Gombrowicz, pero también gracias a Nicolás y sus amigos en esta aventura de lecturas y rupturas. Me acuerdo de Los casquivanos, el otro libro de Hochman, y me pregunto, ¿estará haciendo chocar el trencito de la alegría de nuevo? 
Vuelvo al historiador en su mejor versión: Gombrowicz no acepta las reglas del juego. Conspira, se burla , asusta por un instante fugaz a Borges. 
Análisis de las figuras del exilio: El desarraigo, la nostalgia, la añoranza . O como dice otro título “Más allá del territorio”. ¿Hasta donde es capaz de ir nuestra propia biografía?
Una cita que nos reconcilia con el odio al trabajo: “Todo se va al garete porque cada día durante siete horas cometo el asesinato de mi propio tiempo” . Una digresión : hace poco me invitaron un grupo de colegas de que hablaban de la inserción laboral de nuestra pobre y noble profesión, la psicología , no tan noble, y una de ellas que se autodenominaba psicoanalista nos decía lo bueno que era ser concurrente ad honorem por años en un hospital luego de graduarse. Sé que no he trabajado gratis por tres razones por lo menos: una, por ser pobre, dos, por orgullo, tres por ideología , pero lo que no sabía que era por gombrowicziano también, si es que existe esa patología. Inclusive otra amable colega me contaba las bondades de trabajar en selección de personal y reclutamiento. Maravillosa palabra: ¡psicólogos reclutadores! Muévase, comprenda, contenga, margine. Y usted futuro trabajador recluta : corra , limpie, barra.  Bueno, la barra que pudimos hacerle, la hicimos, la única concurrencia que hicimos fue ir en barra a ese evento, tachamos y dividimos todo lo que pudimos, respetuosamente fuimos  a "empatizar" con las reclutadoras que nos explicaban lo lindo que es someterse.   
Si hay algo de lo que escapa nuestro polaco es de las instituciones.
Escuché a Germán García decir que se reía solo mientras viajaba leyendo a este polaco increíble. Gombrowicz, el estilo y la heráldica, es un libro que tiene en común estilo y Gombrowicz en el título de Nicolás. Coincidencias fecundas.
Dice Germán en su libro editado en 1992: “Ferdydurke es un infierno. Quiero decir, no se puede escribir como Gombrowicz. Se corre el peligro de enmudecer, de idiotizarse en el fuego de la risa. Se corre el peligro de que el gesto disuelva cualquier “aliento narrativo”, de que el autor contagie esa asfixia asmática que convierte en intersección el ademán de una frase literaria , que disuelve en el punto suspensivo la palabra conclusiva de un acorde. Una vez que la risa de Ferdydurke resuena en nuestro ser hay un eco que vigila la pretensión de “hacer literatura” . Falsa alarma, risa vacía, solución sin problema , discurso sin tema: Ferdydurke enseña que un cuerpo encuentra una cierta soberanía en el lenguaje que es la caza del ser. No lo enseña, se aprende. Alguien se encuentra con eso . Y punto. ¿Punto, qué? Nada de un punto varonil, sólo la huella de una pata de mosca. Tampoco un vuelo poético, sino un aleteo de cucaracha. Mucho menos vibraciones humanas, sacudidas de perro mojado”. 
Hay una referencia en el capítulo “Los síntomas del exilio”, que implican a Nicolás en una serie de lecturas psicoanalíticas. Los Grinberg, Zizek, Umerez, Edward Said, Bruck, son citados, para indagar en conexiones múltiples. 
Finalmente otra cita de este resultado de una tesis: “Germán García refuerza esa idea en “Gombrowicz en otra lengua, sin otra música” cuando dice que el castellano de Gombrowicz es el de un niño de pocos años . Pero como un niño, importa palabras que su capricho sonoro le dicta como provistas de las resonancias que quiere” 
¿Y si el truco que juega Nicolás con aquellos niños fuese con palabras inventadas? Sospecho que es un juego que sabe jugar como cualquier otro niño, que a su vez sabe escribir. 


 Élucidation, Revista dirigida en París por Jacques-Alain Miller, Atuel /Anáfora, Buenos Aires, 2003.  Por Carolina Saylancioglu. Miembro del Centro Descartes
                                                
                                                             
Lo familiar se encuentra donde menos se lo espera. La mano que trae a la vida es por eso una sujeción, un peso, una atadura. Cuanto menos se cree en ella, en esos dichos que nos han traído al mundo, que nos acompañan desde los inicios, más presentes se hacen de modos insospechados. Es la paradoja del que creyéndose libre encuentra su imposible a la vuelta de la esquina. En el otro extremo, una creencia reconocida es el puntapié inicial de una novedad sin garantías. El asunto parece encontrar la salida en el inquietante síntoma que produce la familia. 
Élucidation, revista publicada en París por Jacques-Alain Miller, tuvo una compilación dirigida por Germán García. Algunos de sus textos a lo largo de sus diez números (2002 - 2004) fueron elegidos y traducidos al castellano.
El pase, como empuje a la biografía, es un retorno a la familia, un retorno a los retratos de familia con los que el sujeto arma sus fantasías. Los complejos familiares se articulan en una nueva historia, que es la del análisis. Pero si esa nueva historia trasciende las fantasías, parece sin embargo que el sujeto sigue atravesado por ellas, y tiñe así al pase (como dispositivo) con un manto de ingenuidad.
Ararat, película que rememora da partícipación del drama de los armenios, enseña que para que el arte transmita una verdad es necesario que el sujeto se borre ante el carácter universal de la historia que cuenta. Estas conclusiones de Anne-Sophie Janus se resumen al final de un artículo que se ha traducido como “Cuartos osbcuros”. Cual pasantes de la historia, los realizadores de Ararat se saben simples transmisores. El efecto es que se consagran con una obra que hace memoria de un pueblo que insiste en que se recuerde su pathos
Gerard Wajcman analiza las fantasías ignoradas de una inquietante muestra de arte que propone una “estetización de la muerte”. La fascinación del asco, el gusto por lo horrible, cimentados por el utilitarismo científico en busca del progreso, pretenden justificarse en una exposición por el argumento artístico. El texto de Wajcman es una verdadera crítica de arte porque plantea cuestiones éticas más allá de lo que se presenta como mera estética. Capta el nudo subjetivo de un sujeto cuya intención es mortificar a los espectadores de su exposición. El arte como productor de realidad o como consecuencia de una realidad subjetiva es indagado en sus límites, es decir, por el real que toca y los efectos que eso tiene.
Lo que plantean los artículos de Élucidation es una lectura crítica de algunos fenómenos de la cultura. Como ejemplo, la reconstrucción histórica de Luc Miller sobre la Clasificación de grupos finitos simples en matemáticas. Este asunto conduce al problema de los números esporádicos, obstáculo que evidencia que la cuestión de la clasificación es un ejercicio de taxonomía, y que así como la razón, “la estructura también engendra monstruos” (Monstruo es un número gigante que se reveló emparentado en el seno de una Familia Feliz de grupos esporádicos). Otros ejemplo, el artículo de Alain Clerval con la “literatura de hoy” que carga con el rechazo de que se le demande la creación de una obra de genio cuya expresión daría cuenta de la “complejidad desordenada, estrepitosa, mórbida del mundo contemporáneo” y de la crisis de la representación que “los escritores mismos se hacen del lugar del libro en la sociedad”, “crisis de la cultura general ligada a la invasión de lo audio-visual”… en fin, lo que según él tiende a una indigencia de la que solo salvaría un desgarro del velo de la ceguera, el escepticismo y la ignorancia. En su confusión, la época ocultaría, sin embargo, una fecundidad creativa “que quita el centelleo de los falsos valores”. Como paradigma de escritores aislados en su soledad propone a Pascal Quignard. De aquí se puede pasar al artículo de Natacha Michel sobre el valor de la novela francesa, que partiendo de la premisa de que uno es de su tiempo, lo que en literatura se traduciría como ser póstumo, hoy (2002) no hay ni artistas ni decadentes, o más bien hay post. Moderación, indiferencia, reino del yo, coincide con Clerval en que la literatura del gran proyecto hoy existe poco. 
En el número 1 de Élucidation, “Las profundidades del gusto” de Jacques Alain-Miller da un indicio de lo que falta. Los muertos gobiernan a los vivos, son sus amos. Por eso, a los muertos hay que matarlos una segunda vez, hay que olvidarlos, darles una segunda muerte, la del símbolo que permanece después de ellos, sólo eso es susceptible de liberar el cálculo de los vivos…”Pero los muertos no quieren que los muertos los entierren, sino que los vivos no los entierren. Es el principio del deseo del Otro.” El obsesivo hace de esto una deuda; la adoración femenina, por su parte, se dirige a un amante castrado o a un hombre muerto, o a los dos en uno.
Élucidation, al alcance de la mano en la Fundación Descartes, da cuerpo a un texto ausente, el de sus números parisinos. Familiar e inquietante, parece establecida a sabiendas de que la naturaleza de los elementos cambia mientras que los lugares permanecen, y de que el futuro se anuncia cuanto más se funda sobre “el conjunto del pasado”.

                                                                                                                     Carta de lectores 
                              Por Julio Riveros. Alumno del Programa Estudios Analíticos Integrales
                              Sobre el Curso anual de Germán García Una historieta del psicoanálisis.

Estimado Germán

Considero que el nihilismo es un programa de investigación. Es un campo complejo, tiene muchas aristas. Nos interpela como analistas. A propósito, encontré alguna articulación posible con un pasaje de Miller, que le quería comentar y que es el siguiente:
"Creíamos haber entrado ya en la posmodernidad, es decir, en el régimen más allá del Edipo, en el régimen del ¬?xFx. Cuando tratábamos acerca Del Otro que no existe, intentábamos ingeniárnosla con la época de la permisividad, con el ocaso del significante amo y con el reino del capitalismo -destinado, según Lacan, a promover el $ al lugar del agente. Creíamos que lo destinado a estar en el candelero era el sujeto tachado, aquel que había empujado el significante amo hacia el piso inferior, el No soy nadie y -llegado el caso- el productor de sus propios significantes amo. Pero debemos reconocer que en este comienzo del siglo XXI asistimos más bien a un retorno sensacional del discurso del amo."(Un esfuerzo de poesía, J-A Miller, Paidós, p. 204)
Este pasaje autoriza a pensar que no todo está permitido, tal como pensaba Raskolnikov, el personaje de Fedor Dostoyevski, "muerto Dios entonces todo está permitido". Esa fue su conjetura inicial, la muerte del Padre propicia una liberación del goce, pero no fue exactamente así. Más bien se trata de un imperativo de goce que se impone a través de la voz áfona del Superyó de la época que ya no exige, no conmina, casi no impone, sino que seduce, como sostiene Byung-Chul Han en Psicopolítica, un panóptico de nuevo tipo de esencia algorítmica más letal. Un nuevo amo cuyo recurso sutil es un canto de Circe que captura incautos errando en el desierto de un mundo cada vez más... real, hiperreal. "Entre el hombre y la nada se atraviesa la sombra de Dios" (Nicolás Gómez Avila).

La sombra de Dios sobrevuela este paisaje de algoritmos, softwares, mercancías, dispositivos técnicos hiper sofisticados y las más feroces segregaciones como escenografía global.
La pregunta de Miller nos interroga: "¿En qué porvenir habremos de hacer que el psicoanálisis exista?"

Cordialmente

Julio Riveros




BREVES 16-LECTURAS COMENTADAS-SEPTIEMBRE 2018-BIBLIOTECA DEL CENTRO DESCARTES#NANINA50AÑOS












                                                                                                                                NANINA 50 AÑOS
                                                                                                                             .


Nanina: un autor entra en escena.  Extracto del texto introductorio, Palabras de ocasión. Entrevistas a Germán García, Editorial Los Ríos (en prensa). Por César Mazza. Psicoanalista (EOL-AMP). Responsable del Programa Psicoanálisis en la cultura. Autor de los ensayos Disciplina del comentario,Ediciones de autor, Córdoba 1998; La lectura y sus dobles, El Espejo Ed., Córdoba 2005; Otras muecas del escribiente (en preparación); compilador de la edición facsimilar de la revista Escrita ,EDUVIM, Villa María, Córdoba. 2013; Director de la revista Exordio y de la web sinthomaycultura.com

“Hay un mundo para todo nacer y el no nacer no tiene nada de personal, es meramente no haber mundo” (Macedonio Fernández).
“Sábado 10. Ayer visita de Germán García, enseguida magias verbales, despegue de pensamientos que flotaban en el aire” (Ricardo Piglia).

Un día de diciembre de 1944, en Junín (Provincia de Buenos Aires) nace Germán García. No inmediatamente, pero sí poco tiempo después, el mundo se subirá a la escena y el autor en esta obra entrará al juego, modificándolo. 
Inquietante movimiento porque no solo lo imprevisible del acontecimiento hace caso omiso a una ley forjada por la costumbre, sino que además la vida del principal protagonista se irá esbozando en razón de las sucesivas entradas.
Una ley tácita que rige cierta marcha del mundo se puede explicitar así: solo aquellos que provienen de un discurso acondicionado por esos genéricos que llamaremos “sistema” o “sociedad” podrán adquirir un estatus, incluso el reconocimiento, aunque sea el de la moneda corriente que regula los intercambios establecidos. A García, dirá Rodolfo Walsh a propósito de la publicación de su ópera prima Nanina, “nadie le dijo: ‘Germán, joven Germán, véngase por Buenos Aires, escriba, lea, viva’ y sin embargo “igual está aquí mirando de reojo esa ‘comunidad de los precios y horarios’, sin detenerse a pensarla: una sola reflexión y te me venías abajo, pobre ciudad”. 
Tal vez porque la principal mudanza es la escritura, el recién llegado en cada mudanza irá dejando la lengua en la que fue hablado: la familia, la ciudad, la patria; al mismo tiempo que se irá haciendo de un nuevo estado civil. Pero el comenzado escribiente no es un “reclamador de existencia”, aprendió que la exquisita sociabilidad no se logra ofreciéndoles a los lectores un mundo ya hecho, un reflejo. Magias verbales, la escritura es un juego que implica:
“encarnar (…) la experiencia. Yo me dejo hablar por el libro, el lenguaje está tomado como un objeto. (…) De ciertas lecturas (Krishnamurti, Freud, Nietzsche), de los más dispares autores yo había sacado la certeza de que lo más particular enraizaba en lo más general. Que de la mejor manera de hablar realmente del mundo era hablar de mí, puesto que yo vivía en forma contemporánea –abierto al porvenir- los sucesos del mundo”. 
Uno de los primeros encuadramientos de su escritura por parte de la crítica inscribe a Nanina en la tradición de las Bildungsroman (novela de iniciación, de aprendizaje). No dejaremos pasar la ocasión de subrayar el concepto de “formación” respecto de este comienzo. Reinhart Koselleck, en su estudio de la semántica y la pragmática del lenguaje de los conceptos, planteará que Bildung es un término que no se subordina a ningún conocimiento  concreto o ciencia, a ninguna posición política, principio social, ninguna confesión, vinculación religiosa, tampoco a una preferencia filosófica ni a una tendencia estética específica en el arte o en la literatura. Se trata más precisamente de un metaconcepto que constantemente incorpora en sí mismo las condiciones empíricas que lo hacen posible. De existir rasgos fundamentales que pueden distinguir a la Bildung los encontraremos en “ese modo de vida que no deja de buscarse a sí mismo.” Siguiendo estas coordenadas, ubicaremos algunos elementos de esa forma de vida, destacándose: 1-una sociabilidad emancipadora constituida por fuera del Estado u organización partidaria o profesional, 2- el cultivo de la amistad, 3-la conexión entre la razón y lo sensual se presentan como objeto de una permanente interrogación.
Este universo tiene su emplazamiento fundamental en los bares de Buenos Aires a fines de los ’60. Consideremos a modo de ilustración el siguiente pasaje de Ricardo Piglia en el primer tomo de  Años de formación en Los diarios de Emilio Renzi:
“Podría por ejemplo contar mi vida a partir de la repetición de las conversaciones con mis amigos en un bar. La confitería Tokio, el café de Ambos Mundos, el bar El Rayo, La Modelo, Las Violetas, el Ramos, el Café La Ópera, La Giralda, los 36 billares … la misma escena, los mismos asuntos” 
Una vida que “debe vivirse y no solo soportarse o sufrirse” (Koselleck) se inventa a sí misma. Pero para algunos, salirse de los dictados del sentido común es inadmisible. Rápidamente a la Bildung le llega un primer acuse de recibo. El impacto de este estilo de vida también tocó a los represores de turno de la dictadura militar de Onganía. Entonces, los voceros del orden entendieron que esas letras eran un atentado a su rutina de significados y, sin vacilación, trataron de que su nuevo estado civil, su incipiente lugar en la República de las letras, quede borrado con un juicio. Cosa juzgada: una condena de un año de prisión en suspenso, el pago de las costas del Juicio y el retiro de circulación de la novela.
La defensa del hombre de letras, de un hombre de veintitrés años que no se debía a otra institución más que a su forma de vida en perpetua creación, fue escribir… otra novela, titulada Cancha rayada. En una entrevista que recopilamos, afirmará:
“En la revista Sur se hablaba de ‘presunta autobiografía’ puesto que si era verdad que había escrito el libro que podía haber vivido la vida que cuento, y si viví esa vida el libro no fue escrito por mí: la clase baja tiene que ser hablada por las otras, pero no puede ‘hablar’. (…) el juez Sanmartino me recrimina mi falta de rebeldía, algo parecido me recriminaron algunas revistas de izquierda. El Juez es el anverso de esos otros jueces. Parecería un contrasentido y sin embargo es fácil comprender que se acepta cualquier retórica pero ninguna experiencia. La rebeldía es un producto de consumo, la memoria, la experiencia, lo vivido, no.”
Un comienzo que marca a fuego -pero no al fuego lento de los que creen que tienen el futuro asegurado- la relación de Germán García con la letra. Una ética de la escritura se irá formando y unos pocos años después, quedará cifrada en el lema de la revista Literal: no matar a la palabra, no dejarse matar por ella.
                                      
                                                          Ser loco sin estar loco, Emilo Vaschetto Grama Ediciones, 2018.                                                           Por Elena Levi Yeyati. Miembro del Centro Descartes.
                                                        Presentado en Lecturas críticas, Centro Descartes, Agosto 2018.
                                   
I
Un pequeño libro, que tiene alrededor de 150 ó 170 referencias, escrito por alguien que hace mucho tiempo (10 años al menos) piensa e investiga un tema, es un libro de consulta, es una referencia en sí mismo sobre el tema que aborda.
¿Cuál es el tema del libro? ¿Se trata de un viejo tema clínico, fijo, que -como una calle- va cambiando de nombre según la época? O, más bien, ¿se trata de un tema que al variar de nombre y de época construye su objeto cada vez? Y si fuera así ¿qué sería lo que da  unidad al libro? Enumeraré los puntos que, entiendo, anudan su estructura:
1-Un síntoma. Un punto principal es mostrar que los psiquiatras clásicos no plantearon una división dicotómica del tipo locura-razón como aseveró Foucault (punto de vista que se sostiene en la tesis de Gladys Swain). Lo que queda demostrado por el recorrido historiográfico de Emilio. El encuentra, que en esos márgenes, existen síntomas (de los nosógrafos) a propósito de lo que no se puede clasificar ni nombrar: hay allí una abundante proliferación de categorías paradójicas, indicadas por su forma de “oxímoron” (por ejemplo: manía sin delirio; locura moral; locura lúcida, manía razonante; locura de los actos; psicosis con conciencia). En este sentido, la investigación que realizan con Diego Costa Psicosis sin locura: antecedentes argentinos es un ejemplo, original y novedoso.
2-Un pregunta. Esos nombres fronterizos, paradójicos, articulan una pregunta que atraviesa la psiquiatría moderna desde que hay nosografías: ¿hay una psicosis única con diversas presentaciones o las psicosis son múltiples? Porque si hay una psicosis -el objeto mismo de conocimiento de la psiquiatría, estaría asegurado científicamente hablando; pero si hay múltiples psicosis, aquello que se quiere cernir cuando se habla de psicosis se torna más borroso, dudoso. ¿La idea lacaniana de estructura de la psicosis resuelve el dilema? Parece que no alcanzara…
3-Una propuesta. Emilio propone que la noción de síntoma (en el sentido que la J-A Miller da al término sinthome a partir de Lacan) sustituya toda otra discusión en torno a lo inclasificable que construyen las clases psicopatológicas mismas. Y que la noción de síntoma oriente la experiencia de la cura. 

II
El libro se dirige al Campo freudiano pero con un artefacto hecho de saberes provenientes de campos heterogéneos: 1- el de la psiquiatría moderna (su historia, su presente) y la psicopatología psicoanalítica (también en su exploración de los bordes); 2-nociones provenientes de la orientación lacaniana, especialmente la idea de sinthome.  

III
«Nuestra perspectiva es diferente pero a la vez complementaria [de la de J. M, Alvarez]…» dice Emilio. Propone la investigación de la clínica marginal, marginal respecto de categorías mejor establecidas. Allí surgirían “clases” marginales a la que el sujeto, a su vez, no podría integrarse (si un sujeto es, por definición, quien no puede integrarse enteramente a la clase a la que es asignado).
Su propuesta, dice, se inicia en 2008 a partir de una generalización del “delirio sensitivo” y su deseo de generalización en una “era sensitiva”. Aunque el delirio sensitivo no agota esa clínica, coincido en algunos puntos, puesto que  en 2017 algo semejante a propósito del uso del diagnóstico de “delirio sensitivo de Krestchmer” que J-A. Miller menciona en “Efecto retorno…”. No por casualidad, la categoría krestchmeriana forma parte de las referencias para el establecimiento de las personalidades “excéntricas” del DSM. 

IV 
Dejo planteadas algunas preguntas para el debate:
¿El programa de las psicosis ordinarias, aunque no fue la intención del Miller, deriva en una expansión, en un uso abusivo diagnóstico de psicosis?
En algunos párrafos podemos leer ejemplos clínicos que nos hacen pensar que para Emilio las psicosis atenuadas parecen todas desencadenadas, lo que discuerda de su idea de sujetos que vienen con su solución. Estas psicosis atenuadas ¿se han desencadenado en algún momento o tienen soluciones que lo impiden?
Un modo de traducir la idea de “solución” coloquialmente -sin entrar hoy en el asunto de los nudos- es una idea que Germán García siempre subrayó en mis controles: uno debe hacerse fuerte en lo que ya es fuerte, y no en su debilidad. 

V
Del último Freud al último Lacan se piensa la clínica, siguiendo a J-A. Miller, desde la psicosis. Esto ¿suma o resta? Me gustaría citar a Freud en este punto:
«Existe, sin embargo, otra clase de enfermos psíquicos, evidentemente muy próximos a los psicóticos: el enorme número de los neuróticos de padecimiento grave. Las condiciones de la enfermedad, así como los mecanismos patógenos, por fuerza serán en ellos los mismos o, al menos, muy semejantes. Pero su yo ha mostrado ser capaz de mayor resistencia, se ha desorganizado menos. Muchos de ellos pudieron afianzarse en la vida real a despecho de todos sus achaques y de las insuficiencias por estos causadas. Acaso estos neuróticos se muestren prestos a aceptar nuestro auxilio. A ellos limitaremos nuestro interés, y probaremos hasta dónde, y por cuáles caminos, podemos «curarlos».» Esquema del psicoanálisis (Freud, 1938, vol. 23, p.174)
Del último Freud al último Lacan se produce, dentro del Campo Freudiano, un desplazamiento del acento puesto en esa zona marginal -de la que habla Emilio-, y que va de la neurosis a la psicosis. ¿Qué se gana y qué se pierde? No puedo hacer aquí ese balance, pero creo que se produce un olvido de las neurosis, de la transferencia y la neurosis de transferencia, del método analítico (entrada, rectificación subjetiva, división subjetiva, histerización, transferencia e interpretación, formaciones del inconciente…) No por casualidad, entiendo que la investigación que E. Laurent formula en la disertación Disrupción de goce en las locuras bajo transferencia (2018) concierne al problemático lugar de la transferencia en el último Lacan.
A la vez que se dice que se piensa la clínica desde la psicosis (ordinaria), desde la forclusión generalizada, asisto con cierta extrañeza, al hecho que los testimonios de los AE son relatos de casos donde la cura está presentada desde la perspectiva clásica del método (enunciado más arriba). ¿No se corre el riesgo de caer en otra dicotomía, esta vez de razonamiento? Me refiero a un modo de tratar con analistas en formación y a otro con pacientes raros. Porque de ambos se podría decir que es una clínica actual.

                                                        
                                                                      BREVES 8MM: No toda es vigilia la de los ojos abiertos
                                                Bokeh, Geoffrey Orthwein y Andrew Sullivan.2017, Islandia y EEUU.
                                                Por Maximiliano Fabi. Miembro del Centro Descartes.

Though lovers be lost, love shall not;
And death shall have no dominion.
Dylan Thomas

En Amor y occidente, de Denis de Rougemont, encontramos el siguiente fragmento:
"La pasión no es, en modo alguno, esta vida más rica en que sueñan los adolescentes. Es, por el contrario, una especie de intensidad desnuda y denodada, un verdadero y amargo anonadamiento, un empobrecimiento de la conciencia vacía de toda diversidad, una obsesión de la imaginación concentrada sobre una sola imagen. Y en este punto el mundo se desvanece, «los demás» dejan de estar presentes, no hay ya prójimo, ni deberes, ni lazos que sostengan, ni tierra ni cielo; se está solo con todo lo que se ama. «Perdimos el mundo y el mundo nos perdió». Es el éxtasis, la fuga profunda, fuera de todas las cosas creadas”.
Me recuerda a una película que vi hace algún tiempo. Se llama Bokeh, y alguna vez llegué a recomendarla. Entonces me respondieron que no valía la pena, y aunque yo estaba casi dispuesto a consentir ese juicio, algo -un no sé qué- seguía haciéndome pensar que entre sus muchas trivialidades, se encontraba todavía un misterio digno de reflexión. Después de todo, pensaba, ¿a qué se debe que el protagonista, al final, no de sepultura a su novia?
Alguien, en ese caso, podría mentar el shock: acaba de encontrarla suicidada; y sin embargo, pienso, eso no sería leer una historia sino más bien descuartizarla. Porque si una escena, se me ocurre, ya ha aparecido esbozada antes, en otra, entonces se vuelve preciso leerlas en relación; y de ahí que el hallazgo de aquel cadáver me hiciese recordar, entonces, que el protagonista ya se había visto antes en una situación similar, aunque su reacción había sido muy otra.
Para continuar, será necesario decir algo de la trama: una pareja joven de enamorados viaja a Islandia de vacaciones. Un día se levantan y descubren que se encuentran completamente solos: la ciudad parece haber sido abandonada de un momento para el otro, y de hecho el mundo, ya que no logran comunicarse con nadie. Primero desesperan y luego se resignan, y comienzan a tratar de sobrevivir en ese desierto futuro. Él parece menos preocupado: una tarde, jugando con un changuito en un supermercado, se cae y se golpea fuerte. Ella se asusta, se enoja, grita, y lo acusa de egoísmo: -¿Qué haría yo si no te tuviese; si te pasase algo? Si te hubieses quebrado un hueso, ¿adónde te llevaría?- Él comprende y se disculpa, pero a partir de allí, sin embargo, ella empezará a hundirse en una profunda melancolía.
Hasta ahí el marco; ahora la escena: cierta vez, explorando, dan con una cabaña en las afueras de la ciudad. Allí encuentran a un hombre, especie de nihilista, que los recibe con naturalidad. Ellos se sorprenden, conversan, y deciden quedarse a pasar la noche. Al día siguiente descubren que el hombre ha muerto, y cuando él entonces se dispone a enterrarlo, ella lo interrumpe: -¿Para qué -lo interpela-, si ya no queda nadie en el mundo...?
"Y en este punto -decía de Rougemont- el mundo se desvanece... no hay ya prójimo, ni deberes, ni lazos que sostengan, ni tierra ni cielo..." Él podrá creer que la tiene a ella todavía, pero ella, ciertamente, sabe que le falta él... y acaso precisamente porque lo tiene, ya que esa pobreza del ser puede habérsele revelado finalmente aquella tarde, en el supermercado, cuando una pregunta nacida ante la desesperación por la posible pérdida del otro, vino a responder que no hay otro, que se está siempre solo con el amor, que es la falta ("esplendor de soledad de dos", decía Macedonio), en el páramo de nada: ¿Qué haría yo si no te tuviese...? ¿Qué haría? Puesto que no te tengo...
¿Puede sorprendernos entonces que él se levante una mañana; prepare el desayuno para ambos con los artilugios que ha inventado para esa simple vida conjunta, y luego, finalmente, no la encuentre por ningún lado? La hallará lejos, ahogada; sacará el cuerpo de la piscina y se irá, dejándolo a la intemperie. Las praderas de Islandia, como dunas, son y serán la continuidad de una desolación más íntima y cotidiana que aquella con la cual sueñan nuestras más futuras ficciones.

«Bokeh» es el nombre de un concepto fotográfico que evoca el arte de capturar una imagen nítida sobre un fondo fuera de foco. A esa "obsesión de la imaginación concentrada sobre una sola imagen", de Rougemont la llama «mito de amor», y ya en el nombre de su obra inscribe la que será su tesis: Amor y occidente, pues "occidente" viene de occidere, que en latín significa "morir". Entiendo entonces que él haya dejado el cadáver a la vera, suba al auto y comience a conducir: sabe muy bien -como lo supo ella- qué es lo único que resta por hacer en esa tierra baldía.

P.S.: Dos glosas merece aún el presente comentario. La primera: sé que habrá -en el mejor de estos casos- quien lamente aquí el spoiler, cosa que hasta hace un tiempo era el alerón de los autos de carrera, y que ahora se ha convertido en no sé qué especie de traición a los coleccionistas de virginidades. A ello respondo que aquí me dirijo siempre a lectores, que saben que el valor de seguir leyendo el Edipo no está en descubrir que... ¡era la madre!
Puede, por otro lado, que haya quien se pregunte por qué hay aquí una película donde más bien se esperaría un libro. Respondo que se trata de "lecturas comentadas", y que al menos hasta donde llega mi entendimiento, leer es mucho más que mirar unos dibujitos. De ahí la tranquilidad de que aunque alguna vez falten todos los libros, no por ello desaparecerá la lectura. Quizás haya algo más por hacer, entonces, en aquella tierra baldía... And death shall have no dominion.



                                                                                                                                   Carta de lectores
                                            Por Julio Riveros. Alumno del Programa Estudios Analíticos Integrales.  


Comentarios sobre pelar una naranja. (Sobre el Curso anual de Germán García)

No soy especialista en Hegel ni en la Fenomenología del espíritu, pero la referencia de la clase de Germán García del 06/09/18  sobre ese libro fundamental, sobre Le même et l'autre. Quarante-cinq ans de philosophie française de Vincent Descombes y la admiración de Lacan por Kojève, etc., me dejaron algunas cuestiones:
Shih T'ao, un pintor chino (1642 -1707), escribía lo siguiente: “Debe saberse que impregnar el papel con una sola gota de tinta no es asunto sin importancia: hace falta que el corazón se vuelva inmenso y vacío, sin contener ni un solo objeto” 
Salvando la distancia con la pintura china y siendo más trivial, si pelo una naranja y me quedo con la cáscara, tal como Ud. refirió anoche, el conjunto de gajos cae, se pierde. Ahora bien, si hay cáscara cortada, entonces, como consecuencia, la misma pasa a rodear un vacío. Por tanto, este vacío, ¿existía o no antes de cortar la cáscara?
¿Se constituye en vacío en el mismo acto de cortar la cascara? Queda cernido, sin duda. Pero si pensamos esto en términos de nihil o de sustancia [ser] (es un problema en cualquiera de los sentidos),  parece algo trivial. A mi gusto no lo es, como tampoco para un pintor chino y quizás para un psicoanalista tampoco. 
Propongo situar el acto de cortar la cáscara de la naranja en juego como un acto de escritura. La cáscara cortada es un trazo, algo así como un dibujo zen o de caligrafía china, trazos de pincel, trazos débiles, trazos fuertes de pincel que fundan un borde en el mismo acto de escritura.
Hay ahí una clave para situar algo importante: el vacío no es previo a la escritura, el trazo lo cierne, cuando el trazo comienza a existir, el vacío comienza a producirse. Por tanto, es plausible postular que antes del trazo no hay vacío. 
La instauración del trazo instala el vacío, lo que no hay.
El vacío se produce, pero este vacío carece de estatuto de sustancia, ya quedó situado que no es un a priori. 
Ese nihil queda cernido producto del trazo. ¿En qué espacio? Y el espacio, ¿en qué estatuto queda? Porque ese adentro (suponiendo que lo haya), no queda cernido de modo absoluto, no equivale a una totalidad cerrada, más bien se trata de un abierto, una abertura que se sostiene, una nada que se sostiene. Heidegger lo llamaba espaciar. Es el modo heideggeriano de referirse al intervalo, noción que también refirió Alicia Alonso en su clase del 30/8 sobre Demanda y deseo en la práctica analítica. 
En el artículo El arte y el espacio [1], Heidegger escribe:
"Pero, ¿cómo podemos encontrar lo más propio del espacio? Hay una senda, realmente estrecha y oscilante. Intentamos oír al lenguaje. ¿De qué habla en la palabra espacio? Allí habla el despejar. Esto quiere decir: talar, dejar espacio en lo selvático. El espacio trae aparejado lo libre, lo abierto para que lo humano se establezca y habite.
Espaciar, en sí mismo, es la liberación de sitios donde el destino de los hombres que allí habitan se torna la seguridad del terruño o la inseguridad del exilio o simplemente la indiferencia frente a ambos. Espaciar es la liberación del sitio, en el que se manifiesta el dios, del sitio del que los dioses han huido, sitio, en el cual la
manifestación de lo divino se retrasa.
El espaciar origina la situación preparada para habitar. Los espacios profanos son siempre la privación de antiguos espacios sagrados. Espaciar es liberar sitios." 
Sin embargo hay una suerte de continuidad con el "afuera", porque no hay interioridad, ésta queda objetada. Ese nihil, esa no interioridad, esa no sustancia, que mantiene una vecindad estrecha con la noción de corte, se sostienen. 
Pero, ¿cómo pensar que algo que no es sustancia quede cernido? ¿Cómo pensar que algo que es casi equivalente al corte mismo, quede cernido?
Problemas que están planteados también como trazo único del pincel de Shih T'ao, quien como bien diría  François Cheng , el amigo de Lacan, intenta " hacer lo que el lenguaje no sabe decir".

[1],Heidegger.M,El arte y el espacio.
  https://revistafilosofia.uchile.cl/index.php/RDF/article/download/44249/46255/