Roberto GARRIZ-Felix CHIARAMONTE
Carolina SAYLANCIOGLU-Julio RIVEROS
NANINA 50 AÑOS
Por Roberto Garriz. Escritor.
“Es como si todo me estuviera permitido.”
“Es como si lo que no conduce a la sumisión, de alguna manera mágica, legal, condujera a la cárcel.”
INTRODUCCION
1. Quiero agradecer la invitación para intervenir en este homenaje por los 50 años de la publicación de la sensacional obra de Germán García, Nanina. La novela publicada en 1968, produjo un verdadero revuelo en el panorama literario. Según las crónicas de la época agotó cuatro ediciones en un mes, tuvo las críticas más elogiosas que yo haya leído para una ópera prima en los medios más importantes del país y en otros tantos del exterior. Como ejemplo, los invito a leer los minimísimos recortes que figuran en el póster. En forma más extensa, pueden encontrarse las críticas, así como la transcripción de la acusación, la defensa, la sentencia del proceso y otros escritos de interés en el libro Proceso a Nanina, que es una recopilación de Daniel Ortiz publicada en 1969 en Ediciones L.H..
En medio de esa euforia la novela fue secuestrada de las librerías por orden judicial en una causa iniciada por denuncia del fiscal Guillermo De la Riestra, por la infracción del art. 128 del Código Penal que perseguía a los responsables de publicaciones obscenas. Ese proceso terminó con una sentencia del Juez en lo correccional Dr. Edmundo Sanmartino, que condenó a García a la pena de un año de prisión en suspenso. A la vez, inscribía a Nanina en una lista que comparte con El Cantar de los Cantares, El lazarillo de Tormes, La Celestina, Madame Bovary, Las Flores del Mal, el Ulises, y otros tantísimos libros censurados a lo largo de la historia.
2. Dada mi condición de abogado, presumo que fui invitado a esta celebración para analizar (dicho esto en la acepción gratuita de la palabra “analizar”) la resolución judicial que hoy es parte inseparable de la historia de Nanina y, por lo que se verá, del propio Germán García.
3. Corresponde entonces, para meternos de lleno en el tema, definir qué se considera o, mejor, qué se consideraba “obsceno” en 1968. El artículo 128 del Código Penal, hoy derogado se limitaba a describir las conductas “El que publicare, fabricare o reprodujere” luego enumeraba “Libros, escritos, imágenes u objetos” a los que calificaba “obscenos“, y finalmente detallaba el destino “con el propósito de difundirlos o de exponerlos al público”.
La jurisprudencia se encargó de aclarar: “La obscenidad de una obra se determina colocándose en el plano del hombre medio normal, es decir, al margen de la inmoral predisposición de algunas personas, de la morbosa mentalidad de un anormal respecto del sexo, de las exigencias éticas de un escrupuloso hipersensible, y aún de lo que sólo puede resultar peligroso para la mentalidad de niños y adolescentes, porque el bien tutelado es el pudor público medio y no el sentimiento individual de pudor” (C.C.C., caso Lozada, 1964; Bol. Int., f. 54)
En otro fallo del año 1964: “el pudor colectivo, a los efectos del delito de obscenidad, se debe estimar, no con un criterio medio abstracto, sino en concreta relación con los conceptos normales que configuran, en una época y lugar determinados, el ámbito de intimidad sexual” (C.C.C., 23/12/64; JA. 1965-II-141)
Se requiere una ofensa que ataque la sensibilidad promedio de la población. No consideraremos entonces la impoluta calidad moral que pudiera imponer un sacerdote del Opus Dei, ni tampoco tendremos como referencia la abyecta predisposición que surgiera de un sacerdote del Opus Dei.
Ahora pensemos en 1968, en el Germán García del póster. Gobierna el General Juan Carlos Onganía, que lleva adelante la denominada Revolución Argentina. Se inicia una cruzada en favor de la moral y las buenas costumbres, con la creación de la correspondiente Brigada de Moralidad. Se controla el largo de las faldas y de las cabelleras masculinas, se allanan hoteles alojamiento (en ese momento “ambuebladas”) en busca de adúlteros y se persigue a los homosexuales (en aquella época “invertidos”). Y se ejerce una fortísima censura en todos los frentes.
Todo esto hoy nos resulta casi inverosímil ante algunos cambios. Digo cambios y no necesariamente avances, porque tengo para mí que la censura no se mueve de una manera unívoca. Basta pensar en películas como Último Tango en París, o muchas de las del dúo de Jorge Porcel y Alberto Olmedo, que por distintos motivos serían difíciles de concebir en la actualidad así como sería impensable una revista como la recordada Libre, que se publicaba en los primeros años del retorno democrático.
4. Pero estamos en 1968. Hechas estas consideraciones, ¿es obscena Nanina? La acusación y la sentencia se niegan a transcribir las partes que consideran que infringen el art. 128 citado. En lugar de ello, simplemente subrayan un ejemplar que se supone, se encontraba en el Juzgado. Por lo tanto, no hay ninguna mención literal a esas eventuales expresiones o escenas que resultaron ofensivas. Desde el punto de vista de la técnica jurídico-procesal, esa falta de determinación de una parte medular de la acusación, podría haber acarreado la nulidad del proceso. Es como si en una causa donde se investiga un homicidio no se describiera la autopsia, o el arma homicida. Nos vemos obligados, entonces, a subsanar esa omisión del juzgado, enumerando, de la manera más decorosa posible, las alusiones que pudieron haber escandalizado al Señor Fiscal y al Señor Juez intervinientes.
Existen 10 menciones a los largo del libro a la palabra que se utiliza para referirse a aquello que se aprecia en el ojo ajeno mientras no se advierte la viga en el propio. A ello se suman 3 repeticiones de la palabra “masturbación”. 15 menciones al órgano sexual masculino en la forma más coloquial de nombrarlo. 6 veces aparece la palabra que es definida como “cubierta que protege los moluscos”. 5 veces se habla de los senos femeninos en su sinónimo más utilizado, 3 de esas veces se los nombra en diminutivo. 6 veces se lee “culo”. Un personaje sueña con Yolanda desnuda, otra se baja la bombacha, hay 3 menciones a invertidos, 6 referencias a lo que los españoles dicen por “agarrar”, 5 veces se dice la palabra sexo, 4 menstruación, 2 hímenes, 1 clítoris. Y otras expresiones dudosas, como (y ahora leo textual) “forro del bolsillo”, “Quien mal anda mal acaba”, “el niño quedaba en el portal y era recogido por un rico”, “recogiéndole la ropa”, “más vale pájaro en mano”.
5. A esta altura, ya tenemos los elementos necesarios para dictar sentencia. Conocemos el marco legal, revisamos algo de la moral de la época y enumeramos objetivamente la prueba, que no es otra que las supuestas obscenidades que el distinguido Sr Fiscal, Doctor de la Riestra nos subrayó.
Con esos elementos, el Juez consideró:
“No debe confundirse la literatura que abreva en las fuentes del erotismo o de la sensualidad, con realismo, pero con arte y dignidad en la expresión y las imágenes, con la literatura colindante con la más repugnante pornografía, que echa mano de vocablos que se pretenden populares, pero que no son usuales en el lenguaje del pueblo, sino en la jerga de los lupanares o en el vocabulario procaz de minúsculos grupos de inadaptados sociales.”
“Se desconoce y se ofende al pueblo cuando se le imputa esa perversión en el lenguaje, que es reflejo siempre de perversiones y que arraiga en hondas taras psíquicas y morales. Es inexacto que los más grandes genios de la literatura –Dante, Cervantes, Shakespeare, etc.- hayan caído en licencias pornográficas u obscenas (este es un argumento ofrecido por la defensa). Las imágenes o expresiones de crudo realismo que hallamos en sus obras, expresadas en lenguaje directo, son como un ligero e imperceptible contraste de sombras en la diafanidad de una prosa de belleza y dignidad deslumbrantes. Lejos de afearlas o de disminuir su jerarquía, la destacan y exaltan. Pero qué distinta es la prosa y las imágenes de algunos autores nacionales y extranjeros, hábilmente promovidos por los traficantes de la literatura, que buscan fama y dinero en la procacidad del lenguaje y en el impacto que produce en determinados lectores la exhibición de una sexualidad sin frenos ni valor.”
“Cuando nos hallamos ante un verdadero proceso gramatical de imágenes y palabras obscenas, pornográficas o impúdicas, que no se justifican con el argumento, de que reflejan fielmente la vida de privaciones, de miseria y de orfandad moral del protagonista –que en el caso de Nanina es el mismo autor- es lógico deducir que esa técnica oculta desaprensivos fines de promoción literaria y desviaciones que caen en el campo de la patología criminal. Si hubiera establecimientos de reeducación psíquica y moral, a cargo de especialistas capacitados, esos escritores, que, por atentar contra el alma, son más peligrosos que los que atentan contra la dignidad física del prójimo, deberían ser recluidos en esos establecimientos. No importa que la crítica ligera o complaciente aplauda esos engendros de inteligencia y espíritus deformes.”
Hasta aquí, viene haciendo referencias generales, a partir de ahora se mete con la novela.
“Es evidente que Nanina es una osada obra de lenguaje impúdico, de incoherente contextura y de exhibición de escenas reñidas con el más elemental decoro. El protagonista no tiene ubicación precisa en el tiempo, ni en la geografía. Tan pronto es un niño, como un adolescente. Está en Junín, en Rawson o en Buenos Aires. Sin transición, sin etapas intermedias, sin un proceso lógico de cambio y de transformación. Por puro afán de ser original, de espantar al lector equilibrado o simplemente por incorregible incoherencia mental. Esa técnica es frecuente en la simulación del talento. La obra carece de una sólida arquitectura argumental y es, en general, un sucio canto al desamor filial y al sexo animal e indiscriminado. No tiene tampoco pretensión de protesta social ni de mensaje. El protagonista es un testigo impávido del infortunio que lo rodea. La novela no está ni siquiera justificada por la rebeldía que despierta la injusticia que se siente en carne propia o los males de la sociedad en que se convive. Esta valoración de la obra por el juzgador, fuera de lo común en un fallo judicial, es necesaria, ya que la falta de auténticos méritos literarios y de injustificado sentido social de rebeldía, contribuye a destacar con mayor crudeza la obscenidad reiterada y machacona que aparece en cada momento en su contexto. Esas notorias deficiencias ayudan a tener en consideración a ese aspecto, estrictamente jurídico, que las pone de relieve. No se pueden transcribir en esta sentencia los largos párrafos subrayados en la obra, que dan fundamento a la resolución condenatoria. Son demasiados, coincidentes e irreproducibles. La doctrina y jurisprudencia es uniforme en cuanto a que solo se requiere el dolo genérico de que la publicación calificada de obscena hiere al pudor medio de los lectores.”
“Dejo desde ya sentado que para aplicar la penalidad que a mi juicio corresponde a los procesados García y Lecouna (editor), así como la condicionalidad de la condena, tengo en cuenta la falta de antecedentes de ambos, la poca edad y consiguiente falta de experiencia de García , así como el deseo del suscripto de que este fallo sea como un toque de atención para este joven que si en realidad siente vocación literaria vuelque sus esfuerzos a otra clase de literatura, o sea la que pueda darle brillo y nombre honroso.”
1. Luego de esta pequeña introducción, quiero dar comienzo a mi intervención titulada Elogio del Dr. Edmundo Sanmartino.
2. Se cumplieron, el 27 de julio de 2018, 49 años de la sentencia que condenó a Germán García a la pena de un año de prisión en suspenso por el delito que se tipificaba en el art, 128 del Código Penal de la Nación. Dada mi condición de cotraductor de historietas como Asterix, Lucky Luke, presumo que fui invitado a esta celebración para intentar traducir la resolución que hoy es parte inseparable de la historia de Nanina y, por lo que se verá, del propio Germán García.
3. Sería fácil para mí enumerar la cantidad de expresiones obscenas que determinaron la condena de los imputados en esa causa. Sobre todo considerando la existencia de la función de copiar y pegar. No voy a caer en simplificaciones, porque lo que me propongo, es analizar cómo la sentencia condenatoria es innovadora. El Sr. Juez sabe que está cruzando un límite, expandiendo las fronteras del derecho, y lo reconoce. “Esta valoración de la obra del juzgador, fuera de lo común en un fallo judicial, es necesaria…” dice. Y condena a la obra por obscena. Pero es que el derecho no le deja otra alternativa. Veamos que respecto a la obscenidad propiamente dicha, no es mucho lo que tiene para decir “es una osada obra de lenguaje impúdico, de incoherente contextura y de exhibición de escenas reñidas con el más elemental decoro.” Más adelante agrega lo del “sucio canto al desamor filial y al sexo animal e indiscriminado”. Pero ¿le resulta esto ofensivo? ¿siente que ataca el pudor de la época? No lo dice. No lo sabemos. Porque se distrae considerando que los elementos cuestionados no están inscriptos en medio de una prosa “de belleza y dignidad deslumbrantes”. Traduzco, el problema no son los pasajes supuestamente obscenos, sino el resto, la falta de compensación. En pocas palabras, no le gustó la novela. Le pareció incoherente, desordenada. El protagonista es joven, es niño, va de acá para allá, aparece en Junín, en Buenos Aires, en Rawson. ¿qué es esto? Ni siquiera es un reclamo social, ahora lo cito: “la novela no está ni siquiera justificada por la rebeldía que despierta la injusticia que se siente en carne propia o los males de la sociedad en que se convive.” Retomo: al final, no es ni para reírse ni para llorar. El Dr. Sanmartino ha leído la novela. Eso es innegable. Y está indignado. Le han hecho perder el tiempo. Ya no le importa que sea o no obscena. No se agravia por una mala palabra más o menos. Pero solamente dispone de la posibilidad de retirarla de circulación si la declara obscena. El derecho aplicable no le deja otra opción. Y dicta el fallo condenatorio.
4. Llega el momento de las confesiones. ¿Quién alguna vez no se ha indignado leyendo una novela que suponía una pérdida de tiempo? ¿quién no ha dicho, en su intimidad, mientras leía, “deberían prohibir a este autor” o mejor “Deberían meterlo preso”? ¿no hemos pensado, como Sanmartino, que deberían existir establecimientos de reeducación psíquica a cargo de especialistas capacitados para algunos escritores?
Es evidente que el Dr. Sanmartino cometió un error con Nanina, como tantos censores se han equivocado con grandes obras y paradójicamente, en algunos casos, nos han abierto los ojos y han despertado el interés por ellas. Pero no por eso deberíamos desentendernos de la importancia de un tribunal que nos facilita lecturas y descarta las de menos valor. Tal vez no sea Sanmartino el más idóneo para esa función. Pero imagino a Borges y a Bioy Casares, a cargo de sendos juzgados encargados de impartir justicia, conversando sobre autores y sus obras como en esos pasajes que transcribe Bioy en su libro “Borges”. ¿Serían ellos más benignos que nuestro elogiado?
5. Lo cierto es que en su condena, el Dr. Edmundo Sanmartino expresa el deseo de que el fallo sea como un toque de atención para este joven, para que si en realidad siente vocación literaria vuelque sus esfuerzos a otra clase de literatura, o sea la que pueda darle brillo y nombre honroso.
49 años después de esta premonición, Germán García ha publicado otras 7 novelas: Cancha Rayada, La vía Regia, Perdido, Parte de la Fuga, La Fortuna, Miserere; todas ellas con excelente repercusión de público y crítica. Ha fundado, dirigido y participado en una docena de revistas literarias, entre las que se destacan la mítica Literal y la invisible Odradek. Ha recibido premios y distinciones de todo tipo, entre otras obtuvo la Beca Guggenheim, otorgada por la Guggenheim Foundation (Nueva York); es Dr. Honoris Causa por la Universidad Nacional de Córdoba; recibió la distinción de Personalidad Destacada de la Cultura de Buenos Aires; y la de “Visitante Distinguido”, otorgada por la Municipalidad de San Salvador de Jujuy; fue declarado Ciudadano ilustre y visitante distinguido de la Ciudad de San Miguel de Tucumán. En el año 2011 fue el encargado de pronunciar el discurso inaugural de la Feria del Libro de la Ciudad de Buenos Aires.
No ha vuelto a ser condenado por ningún tribunal por sus obras literarias, es uno de los autores más prestigiosos del país y si se me permite una nota personal, es también el más generoso. Tiene hoy de sobra, ese brillo y nombre honroso que le auguró el Dr. Sanmartino, que, como se demuestra, tan equivocado no estaba.
Incomodar con estilo. El exilio de Gombrowicz en la Argentina, Nicolás Hochman,Dobra Rebota Editora, 2018. Por Félix Chiaramonte. Miembro del Centro Descartes
El Gombrowicz de Hochman.
Me privaré de citar autores. O todo lo contrario.
He sido recibido al final de una escalera de este edificio de la Fundación René Descartes con una imagen de una pintura que me gusta y me causa curiosidad. ¿Gombrowicz?
“¡Psicoanálisis! ¡Diagnóstico! ¡Fórmula! Mordería la mano del psiquiatra que pretendiese destriparme privándome de mi vida anterior; no se trata de que el artista no tenga complejos, sino de que sepa transformar el complejo en un valor cultural “ . Esta cita de algo escrito por Witold Gombrowicz, que está en Incomodar con estilo y en La virtud indicativa, texto de Germán García, me ha orientado no solamente respecto del gusto literario sino a favor del psicoanálisis que no domestica ni es domesticado.
Conocí a Nicolás Hochman en una reunión familiar. Vaya si me topé con alguien interesante. Comenzamos a hablar y al rato estábamos charlando de Lacan, Miller, y tan luego de Germán. No creo que Gombrowicz haya presenciado esa conversación , pero tal vez fue testigo invisible como yo de algo verdaderamente asombroso. Al menos para mí. Quizás ustedes ya estén familiarizados con ese juego de naipes llamado truco. Yo no lo juego. No me gusta que se sepa que alguien va a mentir. Es como un juego con un spoiler que en la puerta del cine dice: todos mienten. Nicolás esa tarde-noche jugaba al truco con unos sobrinos endiablados a los que lograba domar con ese juego. Pero había algo raro en la atmósfera: no había cartas. Físicamente no había cartas. Cantaban las cartas a viva voz. Un truco imaginario. Éste tipo es raro , pensé. Muy raro. Me parecía bien domar a los niños que se convierten en seres incómodos por sus conductas, sus movimientos, sus demandas, sus dibujos… Pero un truco imaginario era demasiado. Me pareció rarísimo jugar de ésa manera, y a la misma vez intrigante y divertido.
“Gombrowicz miente. Todo el tiempo miente. Distorsiona, agranda los hechos, omite otros, se contradice , niega haber dicho o escrito lo que dijo o escribió.” Y lo hace cuando escribe su Diario, cuando habla en Testamento, cuando manda cartas a sus amigos, cuando traduce novelas, cuando presenta prólogos.
Jugar al truco. Mentir. Mentirle a los niños. Mentirle a la familia. Mentirle al país. Mentir y hacer un congreso. Mentir y escribir un libro. Mentir, mentar a un polaco para hacerse conocer. No está nada mal. En un momento volví a pensar, este tipo va a ganarle a estos pibes. Pobres pibes. Pobres malditos. Pobres malditos polacos. Pobres malditos, polacos y argentinos. “¡Malditas y terribles partes! ¡Para eso, pues, construimos el todo: para que una partícula de la parte del lector asimile una partícula de la parte de la obra y solo en parte!”. Luego de releer este extracto de párrafo de “Gombro” en Hochman, comienzo a entender algo de la transmisión del psicoanálisis, tal vez justamente inextinguible por las partes que resisten a la comprensión general.
Hemos comenzado una serie de intercambios culturales o pseudo culturales allá por San Fernando con Nicolás . En la centenaria Biblioteca Madero, en la sede de la Asociación de Psicoanálisis San Fernando Tigre, en el Colegio de Psicólogos de San Isidro, ahora en la” Fundación Descartes.
Vuelvo por un momento al recuerdo de aquella pintura que por momentos me chocaba. Me chocaba ese largo nombre que era un apellido impronunciable.
¿Para qué carajo vino un polaco, de apellido mal dicho casi siempre, a la recóndita Argentina? ¿A exiliarse de qué? ¿A inventar lectores? ¿A hinchar las pelotas?
Alguien me dijo que ese título, Incomodar con estilo, era muy pertinente para Mirtha Legrand. Me gustó la idea de imaginar a “Gombro” en su mesa, o más interesante aún , un programa de TV que se llamara Almorzando con Gombrowicz. Fuerte. Creo que se iría todo a la mierda en pocos minutos. Sin embargo, ¡tendríamos a un noble de verdad en la mesa por una vez por lo menos! A fin de cuentas un desubicado muy orientado.
Imponer la fábula a la experiencia, esta vez Philip Roth, hablando de Kafka, citado por Nicolas. Nicolás que sigue fabulando con esos pibes que no dejan de moverse. Inquietos, desubicados, molestos.
Molesta es la dialéctica entre escritura y vida real. ¿Quién es quién? Una vez golpeé a la puerta de un psicoanalista. Me ayudó a reescribirme en varias ocasiones. Quién dice que cada uno no pueda ser un escritor que no escribe aún, o que no escribe bien, o que quiere escribir de otra manera.
Es cierto que André Gide es una referencia para el tema de la sinceridad.
Ni turista, ni vagabundo, ni peregrino. Hochman intenta confrontar por ejemplo a Bauman con Gombrowicz para definir esas palabras. Unos viajan porque quieren , otros porque no tienen otra elección soportable. Gombrowicz con algo de cada cosa, no encaja.
En Argentina o en Europa es un exiliado. ¿Exiliado de qué, de una patria en la que no cree, o de la que es tan consecuente que muestra a su manera que la quiere más que nadie, fuera de los mediocres que la habitan?
¿Era una especie de eremita que vivía como alguien con un yo descontextualizado y libre de trabas? ¿Era un ciudadano romano? ¿Un hombre del silencio?
Detesta ser un peregrino que se pone frente a una imagen. “Libertad salvaje , desnuda,, primigenia, esencial”. Y sin embargo escribe algo que titula Peregrinaciones argentinas. Otro capítulo: Una patria. Dos patrias. Ninguna patria.
“Extranjero en Polonia, obligado a la extranjería en Argentina, la extrañeza es fuente de identidad. Movimiento convulso y traumático”. Para los que estamos en el psicoanálisis, la identidad solamente es la de percepción, mientras que lo idéntico a sí mismo no se corresponde por el sujeto dividido del inconsciente, el sujeto habitado por un lenguaje que lo parte en pedazos. Hay una buena distinción de este concepto por Nicolás.
“Un estanciero polaco opinando de política argentina” , es el título de un capítulo. Está con Perón , contra Perón, lo mismo da.
Desprecio, incredulidad y escepticismo, sentimientos de Gombrowicz, presentándose como un "conde" que será calificado como "pederasta" para Borges.
Repugnante para la gente de izquierda diciendo que festejaba con champaña cuando había muerto el Che Guevara, pero también para peronistas por su ataque a la figura del líder, e incluso para liberales que deciden no tomarlo en serio, por más experiencia libre que haga.
La inmadurez , la juventud y las formas. Cuestiones centrales para su trabajo. “ Desarrolla un rechazo cada vez mayor hacia la idea de madurez”.
Políticamente incorrecto, critica la igualdad respecto de los que votan en una democracia. Ahora que conocemos cómo vota el pueblo brasileño a un candidato de ultraderecha para presidente, en octubre de 2018, nos resuenan esas palabras.
Conoce a Santucho, y más allá de lo que Hochman trae sobre ese intercambio que es más o menos verificable, dice que hay una tensión sexual entre el escritor y el guerrillero . Audaz planteo , pero... ¡Pará, pará, pará! Diría el periodista de espectáculos deportivos Fantino... ¿vos me queres decir que Gombrowicz se quería voltear a Santucho? Insolente, irrespetuoso, contrarrevolucionario y al mismo tiempo ¡propagandista de seres rupturistas y subversivos!
Coincidentemente encuentro: “Conservador iconoclasta, terrateniente vanguardista , izquierdista de derechas, derechista de izquierdas , un sármata argentino, un plebeyo aristócrata , un maduro inmaduro, un anarquista disciplinado, un artificial sincero , sinceramente artificial”, un ida y vuelta que no se frena con nada hasta ser reconocido pero allí se planta para arruinarlo todo de nuevo, o por lo menos para intentarlo .
“Intelectual incómodo para otros intelectuales” según Hochman, se angustia y se divierte , incluso se pregunta “Gombro” si habrá desacreditado el nombre de Polonia.
Disociación que permite generar un recurso para sobrevivir, el doble exilio.
Recordar el texto Contra los poetas, y recordar que una vez fui a un teatro donde la consigna era Contra los escritores. Un tal Muscari, director teatral, un tal Heredia, actor, y más gente de la actualidad de los medios masivos de comunicación , estaba Golombek, la vi a Dalia Gutmann, un audio y vídeo de Victor Hugo Morales , que ya ni sé si comparaba al polaco con el gran Diego Armando, pero, ¿de qué estamos hablando? Todos divirtiéndose a causa de Gombrowicz, pero también gracias a Nicolás y sus amigos en esta aventura de lecturas y rupturas. Me acuerdo de Los casquivanos, el otro libro de Hochman, y me pregunto, ¿estará haciendo chocar el trencito de la alegría de nuevo?
Vuelvo al historiador en su mejor versión: Gombrowicz no acepta las reglas del juego. Conspira, se burla , asusta por un instante fugaz a Borges.
Análisis de las figuras del exilio: El desarraigo, la nostalgia, la añoranza . O como dice otro título “Más allá del territorio”. ¿Hasta donde es capaz de ir nuestra propia biografía?
Una cita que nos reconcilia con el odio al trabajo: “Todo se va al garete porque cada día durante siete horas cometo el asesinato de mi propio tiempo” . Una digresión : hace poco me invitaron un grupo de colegas de que hablaban de la inserción laboral de nuestra pobre y noble profesión, la psicología , no tan noble, y una de ellas que se autodenominaba psicoanalista nos decía lo bueno que era ser concurrente ad honorem por años en un hospital luego de graduarse. Sé que no he trabajado gratis por tres razones por lo menos: una, por ser pobre, dos, por orgullo, tres por ideología , pero lo que no sabía que era por gombrowicziano también, si es que existe esa patología. Inclusive otra amable colega me contaba las bondades de trabajar en selección de personal y reclutamiento. Maravillosa palabra: ¡psicólogos reclutadores! Muévase, comprenda, contenga, margine. Y usted futuro trabajador recluta : corra , limpie, barra. Bueno, la barra que pudimos hacerle, la hicimos, la única concurrencia que hicimos fue ir en barra a ese evento, tachamos y dividimos todo lo que pudimos, respetuosamente fuimos a "empatizar" con las reclutadoras que nos explicaban lo lindo que es someterse.
Si hay algo de lo que escapa nuestro polaco es de las instituciones.
Escuché a Germán García decir que se reía solo mientras viajaba leyendo a este polaco increíble. Gombrowicz, el estilo y la heráldica, es un libro que tiene en común estilo y Gombrowicz en el título de Nicolás. Coincidencias fecundas.
Dice Germán en su libro editado en 1992: “Ferdydurke es un infierno. Quiero decir, no se puede escribir como Gombrowicz. Se corre el peligro de enmudecer, de idiotizarse en el fuego de la risa. Se corre el peligro de que el gesto disuelva cualquier “aliento narrativo”, de que el autor contagie esa asfixia asmática que convierte en intersección el ademán de una frase literaria , que disuelve en el punto suspensivo la palabra conclusiva de un acorde. Una vez que la risa de Ferdydurke resuena en nuestro ser hay un eco que vigila la pretensión de “hacer literatura” . Falsa alarma, risa vacía, solución sin problema , discurso sin tema: Ferdydurke enseña que un cuerpo encuentra una cierta soberanía en el lenguaje que es la caza del ser. No lo enseña, se aprende. Alguien se encuentra con eso . Y punto. ¿Punto, qué? Nada de un punto varonil, sólo la huella de una pata de mosca. Tampoco un vuelo poético, sino un aleteo de cucaracha. Mucho menos vibraciones humanas, sacudidas de perro mojado”.
Hay una referencia en el capítulo “Los síntomas del exilio”, que implican a Nicolás en una serie de lecturas psicoanalíticas. Los Grinberg, Zizek, Umerez, Edward Said, Bruck, son citados, para indagar en conexiones múltiples.
Finalmente otra cita de este resultado de una tesis: “Germán García refuerza esa idea en “Gombrowicz en otra lengua, sin otra música” cuando dice que el castellano de Gombrowicz es el de un niño de pocos años . Pero como un niño, importa palabras que su capricho sonoro le dicta como provistas de las resonancias que quiere”
¿Y si el truco que juega Nicolás con aquellos niños fuese con palabras inventadas? Sospecho que es un juego que sabe jugar como cualquier otro niño, que a su vez sabe escribir.
Élucidation, Revista dirigida en París por Jacques-Alain Miller, Atuel /Anáfora, Buenos Aires, 2003. Por Carolina Saylancioglu. Miembro del Centro Descartes
Lo familiar se encuentra donde menos se lo espera. La mano que trae a la vida es por eso una sujeción, un peso, una atadura. Cuanto menos se cree en ella, en esos dichos que nos han traído al mundo, que nos acompañan desde los inicios, más presentes se hacen de modos insospechados. Es la paradoja del que creyéndose libre encuentra su imposible a la vuelta de la esquina. En el otro extremo, una creencia reconocida es el puntapié inicial de una novedad sin garantías. El asunto parece encontrar la salida en el inquietante síntoma que produce la familia.
Élucidation, revista publicada en París por Jacques-Alain Miller, tuvo una compilación dirigida por Germán García. Algunos de sus textos a lo largo de sus diez números (2002 - 2004) fueron elegidos y traducidos al castellano.
El pase, como empuje a la biografía, es un retorno a la familia, un retorno a los retratos de familia con los que el sujeto arma sus fantasías. Los complejos familiares se articulan en una nueva historia, que es la del análisis. Pero si esa nueva historia trasciende las fantasías, parece sin embargo que el sujeto sigue atravesado por ellas, y tiñe así al pase (como dispositivo) con un manto de ingenuidad.
Ararat, película que rememora da partícipación del drama de los armenios, enseña que para que el arte transmita una verdad es necesario que el sujeto se borre ante el carácter universal de la historia que cuenta. Estas conclusiones de Anne-Sophie Janus se resumen al final de un artículo que se ha traducido como “Cuartos osbcuros”. Cual pasantes de la historia, los realizadores de Ararat se saben simples transmisores. El efecto es que se consagran con una obra que hace memoria de un pueblo que insiste en que se recuerde su pathos.
Gerard Wajcman analiza las fantasías ignoradas de una inquietante muestra de arte que propone una “estetización de la muerte”. La fascinación del asco, el gusto por lo horrible, cimentados por el utilitarismo científico en busca del progreso, pretenden justificarse en una exposición por el argumento artístico. El texto de Wajcman es una verdadera crítica de arte porque plantea cuestiones éticas más allá de lo que se presenta como mera estética. Capta el nudo subjetivo de un sujeto cuya intención es mortificar a los espectadores de su exposición. El arte como productor de realidad o como consecuencia de una realidad subjetiva es indagado en sus límites, es decir, por el real que toca y los efectos que eso tiene.
Lo que plantean los artículos de Élucidation es una lectura crítica de algunos fenómenos de la cultura. Como ejemplo, la reconstrucción histórica de Luc Miller sobre la Clasificación de grupos finitos simples en matemáticas. Este asunto conduce al problema de los números esporádicos, obstáculo que evidencia que la cuestión de la clasificación es un ejercicio de taxonomía, y que así como la razón, “la estructura también engendra monstruos” (Monstruo es un número gigante que se reveló emparentado en el seno de una Familia Feliz de grupos esporádicos). Otros ejemplo, el artículo de Alain Clerval con la “literatura de hoy” que carga con el rechazo de que se le demande la creación de una obra de genio cuya expresión daría cuenta de la “complejidad desordenada, estrepitosa, mórbida del mundo contemporáneo” y de la crisis de la representación que “los escritores mismos se hacen del lugar del libro en la sociedad”, “crisis de la cultura general ligada a la invasión de lo audio-visual”… en fin, lo que según él tiende a una indigencia de la que solo salvaría un desgarro del velo de la ceguera, el escepticismo y la ignorancia. En su confusión, la época ocultaría, sin embargo, una fecundidad creativa “que quita el centelleo de los falsos valores”. Como paradigma de escritores aislados en su soledad propone a Pascal Quignard. De aquí se puede pasar al artículo de Natacha Michel sobre el valor de la novela francesa, que partiendo de la premisa de que uno es de su tiempo, lo que en literatura se traduciría como ser póstumo, hoy (2002) no hay ni artistas ni decadentes, o más bien hay post. Moderación, indiferencia, reino del yo, coincide con Clerval en que la literatura del gran proyecto hoy existe poco.
En el número 1 de Élucidation, “Las profundidades del gusto” de Jacques Alain-Miller da un indicio de lo que falta. Los muertos gobiernan a los vivos, son sus amos. Por eso, a los muertos hay que matarlos una segunda vez, hay que olvidarlos, darles una segunda muerte, la del símbolo que permanece después de ellos, sólo eso es susceptible de liberar el cálculo de los vivos…”Pero los muertos no quieren que los muertos los entierren, sino que los vivos no los entierren. Es el principio del deseo del Otro.” El obsesivo hace de esto una deuda; la adoración femenina, por su parte, se dirige a un amante castrado o a un hombre muerto, o a los dos en uno.
Élucidation, al alcance de la mano en la Fundación Descartes, da cuerpo a un texto ausente, el de sus números parisinos. Familiar e inquietante, parece establecida a sabiendas de que la naturaleza de los elementos cambia mientras que los lugares permanecen, y de que el futuro se anuncia cuanto más se funda sobre “el conjunto del pasado”.
Carta de lectores
Por Julio Riveros. Alumno del Programa Estudios Analíticos Integrales
Por Julio Riveros. Alumno del Programa Estudios Analíticos Integrales
Sobre el Curso anual de Germán García Una historieta del psicoanálisis.
Estimado Germán
Considero que el nihilismo es un programa de investigación. Es un campo complejo, tiene muchas aristas. Nos interpela como analistas. A propósito, encontré alguna articulación posible con un pasaje de Miller, que le quería comentar y que es el siguiente:
"Creíamos haber entrado ya en la posmodernidad, es decir, en el régimen más allá del Edipo, en el régimen del ¬?xFx. Cuando tratábamos acerca Del Otro que no existe, intentábamos ingeniárnosla con la época de la permisividad, con el ocaso del significante amo y con el reino del capitalismo -destinado, según Lacan, a promover el $ al lugar del agente. Creíamos que lo destinado a estar en el candelero era el sujeto tachado, aquel que había empujado el significante amo hacia el piso inferior, el No soy nadie y -llegado el caso- el productor de sus propios significantes amo. Pero debemos reconocer que en este comienzo del siglo XXI asistimos más bien a un retorno sensacional del discurso del amo."(Un esfuerzo de poesía, J-A Miller, Paidós, p. 204)
Este pasaje autoriza a pensar que no todo está permitido, tal como pensaba Raskolnikov, el personaje de Fedor Dostoyevski, "muerto Dios entonces todo está permitido". Esa fue su conjetura inicial, la muerte del Padre propicia una liberación del goce, pero no fue exactamente así. Más bien se trata de un imperativo de goce que se impone a través de la voz áfona del Superyó de la época que ya no exige, no conmina, casi no impone, sino que seduce, como sostiene Byung-Chul Han en Psicopolítica, un panóptico de nuevo tipo de esencia algorítmica más letal. Un nuevo amo cuyo recurso sutil es un canto de Circe que captura incautos errando en el desierto de un mundo cada vez más... real, hiperreal. "Entre el hombre y la nada se atraviesa la sombra de Dios" (Nicolás Gómez Avila).
La sombra de Dios sobrevuela este paisaje de algoritmos, softwares, mercancías, dispositivos técnicos hiper sofisticados y las más feroces segregaciones como escenografía global.
La pregunta de Miller nos interroga: "¿En qué porvenir habremos de hacer que el psicoanálisis exista?"
Cordialmente
Julio Riveros
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