Jornadas "Lecturas de Masotta"





NOTAS SOBRE EL IOM (Instituto Oscar Masotta)[1]




“A cualquiera que se encuentre sosteniendo esta barca de la profundidad le conviene reconocer de dónde sopla el viento y qué corrientes mueven al mar, para saber en qué sentido navegar, sin dejar de contemplar que allí se puede ahogar.”
Aza Nishan, 2011[2]


Un Fantasma recorre la Argentina[3]
El Instituto Oscar Masotta nace en el año 2000 con la idea de organizar la enseñanza del psicoanálisis lacaniano estableciendo una orientación común destinada a expandirlo y arraigarlo, para aquellos grupos que en la extensión de la Argentina se encontraban con dicha intensión.
El IOM está organizado en Centros de Investigación y Docencia (CID) y Delegaciones, en varias ciudades del país, con el objetivo de investigar y enseñar psicoanálisis lacaniano con la política de la Escuela (de Orientación Lacaniana – EOL) en aquellas ciudades en las que no hay una Sección de la misma. Los CID se encuentran en: Bahía Blanca, Bariloche, Corrientes-Chaco, Jujuy, Junín, Mendoza, Neuquén, Pergamino, Salta, San Juan, San Luis, Santiago del Estero y Tucumán, y las Delegaciones en: Comodoro Rivadavia, Conurbano Sur, Escobar, La Rioja, Mercedes (Provincia de Buenos Aires), Paraná, Pilar, Posadas, Río Gallegos, San Fernando, San Martín de los Andes, San Miguel, San Nicolás y Ushuaia. Pocos años más tarde, se incorporó también la figura de Grupo Asociado, de la que hay dos: Asociación Psicoanalítica de La Plata y Acción Lacaniana de La Plata.
El comité de iniciativa del IOM está integrado por Germán García, Samuel Basz , Jorge Chamorro, Juan Carlos Indart, Roberto Mazzuca y Mónica Torres; el presidente del Instituto es Jacques-Alain Miller. El IOM cuenta con el auspicio del Instituto del Campo Freudiano con sede en Paris y del Departamento de psicoanálisis de la Universidad de Paris VIII.
Cada CID cuenta con un Director y cada Delegación con un Interlocutor, además de los Responsables locales y la Comisión de Actividades del lugar. La organización de cada Delegación, la difusión de cada actividad –tanto los auspicios como la publicidad-, es consultada con los Interlocutores y varía según las características locales y los medios disponibles, pero sostiene el objetivo de ampliar la transferencia de trabajo interesando a otros colegas y estudiosos del psicoanálisis, teniendo como finalidad establecer una base sólida para la creación de un CID del Instituto Oscar Masotta. Este tipo de información se encuentra ampliada y detallada en la página de los Institutos del Campo Freudiando de la EOL[4].

Fundación y función

“Las formaciones del inconsciente son de lengua no de territorio”[5]

Germán García, 1984

En una generosa entrevista brindada por Germán García[6] para este trabajo, que funcionó como motor y habilitó la escritura del mismo, se puede ubicar un relato testimonial en lo que concierne a la creación del IOM. En dicha entrevista G. García comenta, con un estilo muy coloquial, que al fundar el IOM se buscaba, entre otras cosas, “evitar el desparramo”, dado que en varias ciudades del país se perdía mucho tiempo porque se hacían grupos que luego se desarmaban, había peleas de liderazgo, grupos enfrentados, gente herida y deliciosos factores de este tipo que dificultaban mantener una enseñanza continua. “Se quería terminar con eso y se pensó que de haber desde Buenos Aires un acuerdo suficientemente flexible pero a la vez inflexible, de manera que nadie se dejara usar ni desarmara lo que otro armó, se podría organizar una enseñanza sistemática del psicoanálisis lacaniano con carácter propedéutico en relación a la clínica, para los grupos que estuvieran interesados”. Entonces, cuenta Germán, “de una conversación previa entre J-A. Miller, Samuel Basz y yo, surge una reunión multitudinaria en la que se aprueban las bases del Instituto Oscar Masotta”.
Se pensó en un programa al que se denominó Seminario Clínico y que consta de actividades mensuales que se distribuyen en dos años y cuyo contenido se organiza en núcleos temáticos que se renuevan cada año. El IOM otorga certificados y esto tiene validez dentro del Campo Freudiano. Lo interesante es que de esta manera comenzó a sostenerse un intercambio que incluye viajes y clases de miembros de la Escuela (EOL) que visitan los CID y Delegaciones, actividades de difusión del psicoanálisis y de intercambio con otros campos de la cultura: presentación de libros; charlas y debates sobre temas de actualidad, proyección de documentales, películas y videos; estudio de otras disciplinas que interesan al psicoanálisis. En fin, un abanico de actividades que hacen a la enseñanza del psicoanálisis lacaniano y que tienen en cuenta tanto las características de cada ciudad y región del país, como el interés y orientación común que conecta a esta red (ver epígrafe).
En un trabajo de Mariana Filippo y Leonor Lozano queda ejemplificado el modo en que se fue conformando un grupo que luego terminaría en calidad de Delegación (en Río Gallegos): “Como fue habitual en muchas localidades del interior del país, en Río Gallegos  hacia los años 90, comenzó a funcionar un grupo ligado a la APA, con la modalidad de clases dictadas exclusivamente por docentes de dicha institución, careciendo de una participación activa de los miembros locales y proliferación de reuniones  de carácter administrativo. Hacia el año 94, por expreso pedido del Dr. Jorge Filippo, el único psiquiatra y varón integrante de dicho grupo, se concreta la visita de Germán García quien, además de la clase correspondiente dio una conferencia en la Universidad local sobre Psicoanálisis y Literatura.
(…)     En 1997, bajo el asesoramiento de Germán García y el de Claudia Castillo, tomando como modelo –incluso a nivel estatutario- otras Bibliotecas del interior, creamos la Biblioteca Austral de Psicoanálisis.
(…) Al año siguiente «se refiere ya al año 2001», los integrantes de la BAP, llevamos adelante el proyecto del IOM con el Seminario de Estudios Clínicos: Introducción al discurso del método psicoanalítico.[7]
El IOM dispone de su propio Boletín mensual llamado Happening[8], cuya distribución es por Internet, posibilitando una circulación de la información que conecta y actualiza a unos y otros.
Además, el IOM  cuenta ya con dos libros publicados: Usos del psicoanálisis y Los resultados terapéuticos del psicoanálisis, en los años 2004 y 2005 respectivamente. Estos libros reúnen trabajos presentados por integrantes de los Centros de Investigación y Docencia y de las Delegaciones en los 13° y 14° Encuentros Internacionales del Campo Freudiano y el 1° y 2° Encuentro Americano (realizados en Buenos Aires en septiembre de 2003 y agosto de 2005).

En lo que concierne a las relaciones del IOM con “la Universidad”, se puede decir que no hay un tipo de relación preestablecida o formateada. “Hay lugares donde hay alianza, hay lugares donde hay diferencias. Depende mucho de la situación local. La posición nuestra es crear una polea transmisora, o sea, poder difundir lo que se hace y no simplemente juntar gente”, dice G. García. Por tanto, los intercambios se llevan a cabo de manera más o menos fluida, dependiendo de los lazos que tengan los que en cada ciudad hacen lo posible por sostener el discurso lacaniano con las universidades o instituciones de tal o cual tipo.

Resumiendo, respecto de la función del IOM en lo que hace a la enseñanza del psicoanálisis, G. García aclara que “El IOM no forma analistas. Es un lugar para la enseñanza, por eso es un Instituto, no es una Escuela. Para formar analistas hace falta una Escuela. Hay que analizarse y pasar a la Escuela”. Podríamos agregar que, siendo un Instituto para la enseñanza, puede tener la función de ser una pata en la formación de un analista y una vía de entrada al mar del psicoanálisis.


Nada nuevo: el novedoso IOM

La historia (pienso la palabra con mayúsculas) no está en los libros, sino en nosotros, que la vivimos y la hacemos solo a condición de soportarla. Los libros solo conservan el reflejo lejano y fugaz de eso que los hombres viven muy de cerca. Pero por lo mismo: esto es lo que los torna imprescindibles”

Oscar Masotta, 1968, “Advertencia” en Conciencia y estructura[9].

En el 2010 el IOM cumplió 10 años. Se festejó en el Seminario Intensivo que cada año se lleva a cabo en el mes de diciembre reuniendo a colegas, integrantes, interlocutores y amigos del IOM. Pero 10 años es solo una parte de esta historia que inició el mismo Oscar Masotta, quien introdujo el psicoanálisis lacaniano en la Argentina fundando la primera Escuela Freudiana en 1974, pero leyendo, estudiando y citando a Jacques Lacan ya desde la década de los 60 (habiendo hecho su primera referencia escrita a Lacan en 1959)[10].

“El IOM es nuevo, pero surge de un trabajo de años”, le dice G. García a Caroline Newton en un reportaje antes mencionado. Este trabajo comienza con el de Oscar Masotta, como ya se dijo. “Hice lo que pude para que su exilio y muerte fuera del país, no lo hundiera en el olvido. No era justo, nada más.”, agrega.
Una vez más, en la reciente entrevista que tuve con Germán García, él reconstruye la historia en un relato justo y claro. Dice: “Yo creo que tenemos que tomar la cuestión de la creación del IOM en un marco histórico, dentro de una problemática más amplia, que incluye el papel que cumplió Oscar Masotta aquí; su ida del país y estadía en el exterior; el viaje de Lacan a Caracas 1980; la presencia de la política del Campo Freudiano en la Argentina, en América Latina y en los lugares de lengua española a través de Jacques-Alain Miller y sus amigos. Éste es el marco a partir del que se puede entender por qué este nombre, Oscar Masotta. Entonces, lo primero que hay que subrayar es que Masotta, durante bastante tiempo y “en solitario” -como se dice en España- se dedica a difundir y enseñar Lacan”.

Ya son, entonces, más de 50 años de trabajo. El problema es que, como dice Beatriz Gez en su trabajo “Dos momentos en la historia del lacanismo argentino”, con el viaje de Jacques Lacan a Caracas en 1980, “eso que estaba claro para Jacques-Alain Miller no pareció ser entendido por sus interlocutores argentinos de entonces, quienes prefirieron entender que se  trataba de una forclusión de lo realizado por Oscar Masotta hasta ese momento (tanto en Buenos Aires como en Barcelona)”[11]. B. Gez alude a la creación del IOM en tanto consolidación de la orientación lacaniana en el país, denominando a esto  La escansión de Buenos Aires. 2000.
“De ser así, se estarían enterrando años de trabajo”, dice Germán García. Cuando lo interrogo por los motivos por los cuales cierta gente haya querido omitir o no haya reconocido -como lo merece- el nombre, el trabajo y la enseñanza de Oscar Masotta, responde claramente: “porque de considerar que todo empezó luego, a partir del viaje de Lacan a Caracas, todos pueden considerarse un poco fundadores. Si las cosas ya existían, no lo son. Pareciera que molesta reconocer el trabajo anterior de otros; cada generación quiere ser la que inventó la pólvora”.
Me es necesario remarcar esta cuestión y muy grato leer la siguiente declaración de Jacques-Alain Miller a partir de la cual Beatriz Gez dice que se resuelven las cosas en la orientación lacaniana: El capítulo Lacan y el extranjero es muy breve: dejó hacer fuera de él la escuela Belga de psicoanálisis de la que no quiso saber nada; habría deseado un grupo italiano, y fracasó en crearlo; dos o tres berlineses le avisaron que fundaban una escuela que sería la de ellos, no la de él. Y creo que eso fue todo. Ese mundo que viniendo de París, habríamos descubierto en Caracas en 1980 no somos nosotros, de París, quienes lo hemos creado. Es la obra de un asombroso argentino, Oscar Masotta, gracias al que la enseñanza de Lacan conoció una difusión que se extendió a todo el mundo hispánico, durante los años sesenta, sin que Lacan interviniera en ello más que haciendo de Masotta un miembro de la Escuela Freudiana de París”[12].   

El acierto de un nombre

El nombre de Oscar Masotta, que parecía ser el pivote de una divisoria de aguas, pasa a ser un elemento de unión…”

Germán García, 2000. Reportaje realizado por Caroline Newton

Es digno de mención que el nombre “Oscar Masotta” lo propuso Graciela Musachi en una de las reuniones colectivas que luego derivaron en la creación del IOM.
Así lo relata Leonardo Gorostiza, actual Presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, en el Boletín Happening del décimo aniversario del IOM: “Aún recuerdo aquella reunión… Aún recuerdo el momento en que, mientras debatíamos acerca de
cómo nombrar al instituto que estábamos creando, Graciela Musachi, bajo la forma de una pregunta, lanzó la propuesta: “¿Y por qué no: Instituto Oscar Masotta?”[13].
Germán García dice: “yo estuve enseguida de acuerdo con eso y la asamblea también lo aceptó”.
“Hoy en día su nombre anda por todos lados; se han reeditado sus libros, salen páginas enteras sobre él en los diarios”, comenta Germán García en la entrevista que le realicé. Pero esto que es un auge muy actual (del siglo XXI), pocos años atrás todavía no se vislumbraba. Entonces, hay que destacar que dar el nombre de Oscar Masotta a un Instituto de la orientación lacaniana que recorre de norte a sur el país, es una intervención que no solamente dice reconocer y servirse bien (dice-bien) de lo que operó como fundamento y condición de posibilidad para la novedad que es el IOM, sino que también mantiene vivo un deseo en la historia.

Carolina Saylancioglu


 

[1]Trabajo presentado en el XII Encuentro Argentino de Historia de la Psiquiatría, la Psicología y el Psicoanálisis. Buenos Aires, 7 y 8 de octubre de 2011.

[2] Aza Nishan (2011). “Cuento para la profundidad”. En Literatura y tanto más. El escritor hacer referencia explícita a un artículo de Miquel Bassols: “Oscar Masotta, un lugar de enunciación”, publicado en: Etcétera. El periódico Descartes. N° 75, Octubre 2006, y en: Freudiana: Nº 48, 2006, pp. 41-48.  (Revista psicoanalítica publicada en Barcelona bajo los auspicios de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis).
[3] Newton, Caroline, (2000). “Un Fantasma recorre la Argentina”. En http://www.descartes.org.ar/masotta-iom.htm
[5] La cita es utilizada por Alicia Alonso en “La propagación del psicoanálisis en lengua castellana”, y refiere a un reportaje efectuado por María Moreno a Germán García: “Psicoanálisis: una ética de la verdad”, publicado en el suplemento de cultura de Tiempo Argentino el domingo 26 de agosto de 1984. En: Marcelo Izaguirre. (2009), Jacques Lacan: El anclaje de su enseñanza en la Argentina, Buenos Aires: Catálogos.
[6] Entrevista realizada a Germán García en julio de 2011. Inédita.
[7]  Mariana Filippo y Leonor Lozano (2003). “Apuntes para la Historia del psicoanálisis en Río Gallegos”. En Happening n°30. Septiembre 2003. http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=institutos&SubSec=iom&File=iom/happening/boletines.html
[9] Masotta, Oscar, (1968). Advertencia. En: Conciencia y estructura. Buenos Aires: Eterna Cadencia. p. 31.
[10] Ver García, Germán L. (1978). La entrada del psicoanálisis en la Argentina. Buenos Aires: Altazor.
[11] Gez, Beatriz (2007). “Dos momentos en la historia del lacanismo argentino”. Texto presentado en el VIII Encuentro de Historia Psicología. Mar del Plata, 2007 (inédito).
[12] J.-A. Miller. Conferencia Institucional del 11 de julio de 1988. Publicado en el IV Correo del Campo Freudiano en la Argentina y en España. Citado en el trabajo de Beatriz Gez y anteriormente por Graciela Musachi, (1990): “Un asombroso argentino: Oscar Masotta”, en Correo del Campo Freudiano n°7, Argentina.
[13] Happening n° 101: “Décimo aniversario del IOM”. (30 de diciembre de 2010). Directores de la publicación: Samuel Basz, Jorge Chamorro, Germán García y Stella Palma. En: http://www.eol.org.ar/institutos/iom/happening/boletines/happening_101.pdf






Novedad A.A.F.D. - De Archivo Nº 2 - OCT 2011



Asociación Amigos de la Fundación Descartes
De Archivo Nº 2 - OCT 2011








aparece CONCEPTUAL 12



Revista CONCEPTUAL

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Nº 12

octubre 2011





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El otro en la escritura de Borges





El otro: inmigrantes, mujeres y compadritos en Borges

El otro configurado como un imaginario mortífero, como el semejante con el cual la relación especular se vuelve paranoica, aparece en los cuentos de Borges, no solamente en el símbolo de los espejos que reflejan a ese “otro” conocido e ignoto, cercano y detestable, sino en los “otros” de carne y hueso, los “otros” sin mediación y que se tornan perturbadores. Esos “otros” aparecen, por un lado, en la visión de los inmigrantes, ese “otro” distinto y amenazante que invade el universo borgeano para mostrar el lado xenófobo de su clase patricia, por otro, en la descripción de los semejantes, compadritos y gauchos, enfrentados en una dualidad especular que los remite al duelo ineludible, y finalmente, en las mujeres, ese “otro” anhelado y a la vez rechazado, amado y odiado, temido y deseado, cuya presencia y ausencia se torna insoportable para el narrador Borges, al que llamaremos narrador borgeano, articulación entre el autor real y el narrador ficcional, como lo señala Gérard Genette en Ficción y dicción.

El Otro, tal como aparece en la teoría lacaniana, esa instancia pacificadora, regida por la Ley paterna y que atañe a lo simbólico, está presente también en Borges, quien acude a toda la literatura, de oriente y occidente, como él bien lo señala, para justificar su obra y para justificarse. En sus textos están explícitamente Homero, Las mil y una noches, Dante, Cervantes, Shakespeare, Poe, Stevenson, Conrad, Joyce, y, de modo más velado, aunque con igual intensidad, novelistas del siglo XIX como Balzac, Flaubert y Proust. Ese Otro simbólico se ejemplifica magistralmente en “Borges y yo” (El hacedor, 1960).


Los inmigrantes

En el cuento “La señora mayor” en El informe de Brodie de Borges, la protagonista, María Justina Rubio de Jáuregui, hija de un guerrero de la independencia se siente defraudada por la Infanta Isabel, que llega a visitar a la Argentina durante el Centenario, pues advierte que  habla “no como una señora argentina”, sino “como una gallega cualquiera”. En el mismo cuento, se alude a otro personaje, a un señor Molinari, que “aunque de apellido italiano, era profesor de latín y una persona de lo más ilustrada”. De más está recordar la ridícula posición de Carlos Argentino Daneri, protagonista de  “El aleph”, en el libro del mismo nombre, descendiente de italianos, en quien sobreviven después de dos generaciones “la ese italiana y la copiosa gesticulación italiana” y cuyo segundo nombre muestra el oropel calificativo y orgulloso de los nuevos argentinos, hijos y nietos de inmigrantes que ostentan el gentilicio. Los personajes de “Emma Zunz” (El aleph) o “El indigno” (El informe de Brodie), donde la delación, la crueldad y la traición configuran oscuras psicologías, portan nombres y apellidos judíos. Sin embargo, hay extranjeros con los cuales el narrador borgeano siente evidente simpatía: Juan Dahlmann, especie de “alter ego” del autor y que muere en el sur, de manera heroica y romántica, tal vez, como señala el narrador, siguiendo los designios de su sangre germánica. Borges teme y repite incesante en su fantasía esa clase de muerte, la muerte violenta (el “destino sudamericano” que aparece en el “Poema Conjetural” cuando Laprida es asesinado por los montoneros de Aldao) y huye de ese final violento en la realidad, eligiendo el ostracismo y la serenidad de Ginebra. Su personaje, Juan Dahlmann, desdeña la tristeza de una muerte “civilizada”, protegida y atemperada en un hospital, para elegir el desenlace  viril que un oculto designio le ha deparado. Juan Dahlmann, como Borges, desciende de un pastor protestante y, por línea materna, también como Borges, posee un abuelo héroe de vieja prosapia argentina que luchó contra los indios. Esos dos linajes anuncian la dualidad constante que lleva a Borges a fantasear su muerte en Buenos Aires como en el poema “A Francia” en el libro La cifra (“y estaré en Francia cuando la grata muerte me llame- en un lugar de Buenos Aires”)o en el cuento “Las uñas”, en El hacedor donde dice:”Cuando yo esté guardado en la Recoleta, en una casa de color amarillo ceniciento provista de flores secas y de talismanes…”, anuncios que  cumplirá el fantasma borgeano, no el Borges real que está enterrado en Suiza, aunque, ¿cuál es el Borges real, cuál el fantasma?¿acaso no es ya bastante explícito al prever el desenlace fatal de su ser mortal en Buenos Aires mientras su ser “fantasmal” estará definitivamente en Europa, precisamente en esa Francia que le evoca el idioma de la Suiza donde finalmente está enterrado? División íntima, excluida y excluyente que nos torna sujetos.

Otro personaje de apellido italiano, Alejandro Ferri, narrador-protagonista del cuento “El congreso”,  (El libro de arena) se presenta también como una especie de “alter ego” del escritor, ya que ha llegado a Buenos Aires en 1899, año del nacimiento de Borges, es autor de Breve examen del idioma analítico de Johm Wilkins, se ha afiliado al partido conservador y habla de un director de la Biblioteca Nacional de la calle México, a quien no quiso conocer ,y  que “se ha consagrado al estudio de las lenguas antiguas” (Borges), mientras escribe sobre orilleros y comadritos, en un juego de ficción y realidad constante. Ferri, poeta, hombre culto a pesar de su apellido italiano, no deja de evocar a “ferrum” de donde procede hierro y a ese arquetipo literario que es el gaucho Fierro, aquel bravo de facón y guitarra que canta sus desventuras en vigorosas sextillas. En un párrafo del cuento,  el narrador-protagonista dice:”Ser de cepa italiana en Buenos Aires era aún desdoroso; en Londres descubrí que para muchos era un atributo romántico.”

En “La espera”, en El aleph, un hombre que dice llamarse Villari, como su enemigo, aguarda  a la muerte mientras lee el libro más grande, “esa obra capital” La Divina Comedia. Para Borges La Comedia es el libro”máximo” como dice en el poema “Inferno, V, 129” (La cifra). Villari está ya fuera del tiempo y recibirá la descarga en ese instante entre mágico y demencial que lo borrará del mundo visible en un lugar cabalístico, el 4004 de la calle del Noroeste, lo que remite inmediatamente al tetragrámaton o “nombre de Dios” del cuento “La muerte y la brújula” (Ficciones), lugar crucial, del encuentro  definitivo, ese encuentro que puede tornarnos divinos, sin tiempo, sin cuerpo, sin sufrimiento, encuentro entre el perseguidor y el perseguido, entre el uno y el otro. Sin embargo los indicios espaciales y temporales, muestran una realidad histórica y social determinada: “En la vidriera de la farmacia se leía en letras de loza: Breshauer; los judíos estaban desplazando a los italianos, que habían desplazado a los criollos. Mejor así; el hombre prefería no alternar con gente de su sangre.”

En “Guayaquil” (El informe de Brodie) aparece el profesor judío Zimmerman, un estudioso de las gestas de Bolívar y San Martín. Zimmerman es astuto, adulador, no escatima zalamerías para lograr lo que se propone. Alaba de un modo casi servil la casa señorial del historiador argentino eminente, narrador en primera persona y que posee rasgos biográficos de Borges, o sea narrador-Borges. Descrito con cierto desdén “”Soy poco o nada observador, pero recuerdo lo que cierto poeta ha llamado, con fealdad que corresponde a lo que define, su torpe aliño indumentario”, en clara alusión a Antonio Machado, por el estudioso argentino, miembro de la Academia Nacional de la Historia, Zimmermann es visto con poco disimulado desprecio.

La cuestión del otro, el semejante y el distinto, se plantea muy claramente en Juan Muraña, en El informe de Brodie. El relato es contado por un personaje, Trápani, cuyo apellido italiano y la antipatía que profesa por Borges, nos recuerda inmediatamente a Carlos Argentino Daneri. En este cuento que evocará el  pasado de los cuchilleros de Palermo y del Sur, la venganza llega mediante una mujer(como en “Emma Zunz”) , la desquiciada tía Florentina, en cuya mano el cuchillo de su marido, Juan Muraña, se carga de la potencia de aquel que lo había empuñado (como en “El encuentro”, del mismo libro, El informe de Brodie, donde se enfrentan las dagas, no los hombres, los míticos Juanes, en este caso Juan Almada y Juan Almanza). La víctima será  “el gringo”, el mezquino dueño de la casa alquilada, Luchessi, el enfrentamiento criollo-inmigrante toma aquí el sesgo de otra obra fundamental de la literatura argentina: Juan Moreira de Gutiérrez. No es  Muraña quien venga la afrenta del gringo en el cuento borgeano, es la débil y alienada tía Florentina. La venganza en las mujeres roza el tema de la locura, un ribete recurrente en la literatura de Borges, y de alguna manera clásico en la literatura universal, “la loca”, aquella que impreca, hiere o mata siguiendo un extraño mandato, que parece provenir desde el enigmático femenino, Doña Lambra, Ofelia, Casandra…


Las mujeres y el amor

En los libros juveniles de Borges, como Fervor de Buenos Aires (1923) y Luna de enfrente (1925), el amor surge como sufrimiento y pérdida envuelto en la atmósfera melancólica de los amores frustrados, de las despedidas y el desgarro:

Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos
(…)
Tu ausencia me  rodea
como cuerda al la garganta
                     (Ausencia, Fervor de Buenos Aires, 1923)

Inmediatamente, sigue en Fervor de Buenos Aires, el poema “Llaneza”, dedicado a Haydée Lange, hermana de Norah Lange, el malogrado amor de Borges en su juventud, ya que ella eligió a Oliverio Girondo. El abandono de Norah representó para Borges una herida que nunca curó. Según sus biógrafos, trató de consolarse con Haydée a quien halaga en numerosas dedicatorias y textos.

En “Llaneza” se lee:

Se abre la verja del jardín
con la docilidad de la página
que una frecuente devoción interroga
y adentro la miradas
no precisan fijarse en los objetos
que ya están cabalmente en la memoria.

Como dentro de las páginas de un libro, Borges lee allí su amor y su desdicha.

En “1983” (Atlas, 1984), el narrador-Borges conversa con Haydée Lange acerca de un film, pero de pronto recuerda que ella había muerto hacía ya mucho tiempo. No se extraña, sabe que es un fantasma y luego un sueño. También hay un poema en Los Conjurados (1985) titulado “Haydée Lange” que evoca la progenie noruega de Haydée, los objetos que sus ojos han mirado, con profunda y dulce tristeza, los films que vieron juntos, los viernes que compartían pues era el día en que Borges solía visitar a las hermanas Lange y de nuevo surge la imagen de la misteriosa verja y el jardín como en los poemas de la juventud. Ese jardín, esa verja recuerdan sin duda el ámbito melancólico de un remoto amor.

(..)
la verja de un jardín junto al ocaso,
un dejo de Inglaterra en tu palabra,
el hábito de Sandburg, unas bromas,
las batallas de Bancroft y Kohler
en la pantalla silenciosa y lúcida,
los viernes compartidos. Esas cosas,
sin nombrarte te nombran.

El amor y las despedida en sucesión ineludible, aparecen en “Sábados” (el sábado era el día en que visitaba a su primera novia, Concepción Guerrero, en Villa Urquiza, según Mario Paoletti en Las novias de Borges) y “Despedida”, en Fervor de Buenos Aires, poemas que parecen anunciar otro par de poemas, “Amorosa anticipación” y “Una despedida”, esta vez en Luna de enfrente, que desarrollan también el relato del amor consumado y la irremediable separación. En “Despedida” y “Una despedida”, no solamente casi se repite el título de modo explícito, sino que el escenario afectivo hecho presente en el poema del amor perdido y doliente es la tarde infinita que “socavó nuestro adiós” y que se torna “acerada y deleitosa y monstruosa como un ángel oscuro”.
Imágenes decadentistas e inmersas en ese placer malsano que tanto leemos en los simbolistas y en Lugones. Los atardeceres (y el arrabal), como él mismo lo confiesa, eran los ámbitos preferidos del Borges juvenil, propicios a la soledad, al desgarro y a la amargura de los amores contrariados, lugares a la vez seductores y recónditos que se cargan del rictus atractivo y tenebroso de algo “monstruoso”, algo que se vuelve siniestro en su dimensión placentera e íntima.

En “El duelo” en El informe de Brodie, se enfrentan dos tipos de mujer: una hispánica, Marta Pizarro, que tal vez evoca a Concepción Guerrero, y otra, Clara Glencairn de Figueroa “de fogoso pelo rojo”(rasgo que recuerda a Norah Lange), de ascendencia escocesa, y que responde a una tipología femenina por la que Borges mostrará preferencia: las nórdicas suecas o noruegas (Las hermanas Lange eran de ascendencia noruega), y anglosajonas. Marta y Clara viven absorbidas por una sutil rivalidad que lleva en sí misma la paradoja del amor, Marta y Clara podrían haberse convertido en los personajes complejos de una novela breve. No en vano Borges dice que el mismo Henry James no hubiese desdeñado la historia y le hubiera dedicado una centena de páginas, en el marco que introduce la historia, escrita (“dictada” dice el autor-narrador en evidente confesión autobiográfica) precisamente a la manera de Henry James. Las protagonistas de “El duelo”, representan una particular y lúcida mirada de Borges sobre la cuestión del alma femenina, aquella que tiene que ver con la “la otra “mujer.

En “El Congreso” (El libro de arena), Beatriz Frost y Nora Erfjord, evocan de nuevo el semblante y los nombres significativos de la mujer idealizada por Dante, Beatriz, y de aquella mujer que tanto amara Borges, Norah Lange. Beatriz Frost y Nora Erfjord, (como Ulrica en el cuento homónimo) son discípulas de Ibsen, no se quieren “atar a nadie” y a la vez son la dama inalcanzable, en la literatura y en la realidad, en la vida del propio Borges. Pero Borges sabe por supuesto que la literatura y realidad son lo mismo, por eso, ese par Beatriz- Nora remite a un solo y acosador fantasma: la mujer imposible.

En “Ulrica” poseerá, no a la mujer, sino a la imagen de Ulrica, consciente de que el amor conlleva esa dimensión imaginaria y evanescente. Poseerá “la imagen”, nunca al otro o a la otra. La dimensión de espejo aquí aparece relacionada con el amor. Ulrica reúne los atributos de la mujer soñada, es enigmática y fina (rasgos que resaltará luego en María Kodama, su segunda mujer) pero es también noruega y feminista a ultranza, una mujer que no quiere parecerse a los hombres en nada, por eso no fuma, ni bebe. En una cabaña entre la nieve y el aullido de los lobos, Otárola (Metátesis de Otálora, en el cuentoEl muerto”, de El aleph), que no es otro que el fantasma de Borges, junto a Ulrica reviven la célebre historia de Sigurd y Brynhild de la saga noruega y se entregan a la verdad del amor, fantasmática, casi irreal, casi imposible. Sin duda en este cuento se reúnen dos mujeres muy amadas por Borges, María Kodama y Norah Lange. Como un símbolo del universo borgeano, confluencia de realidad y ficción, territorio de fantasmas literarios, María Kodama hizo colocar en la tumba del escritor, en Ginebra, la leyenda: “de Ulrica a Otárola”, o lo que es lo mismo, “de María a Borges”.


Civilización y barbarie: Presencia del Martín Fierro de José Hernández

Los textos dialogan y las ideologías. Así podría construirse una secuencia en los cuentos borgeanos, “Hombre de la esquina rosada”, “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, “El fin”, e “Historia de Rosendo Juárez” que se sustentan en el texto genesíaco del Martín Fierro y en su ideología subyacente. En todos los cuentos mencionados se plantea el enfrentamiento a un otro semejante, un otro que es el propio reflejo, un “otro” al que Lacan sitúa en la relación imaginaria y mortífera, solamente pacificada por a Ley que devine de lo simbólico.

Los duelos y peleas de la primera parte del Martín Fierro, muestran la cuestión del “otro”. En primer lugar aparece el enfrentamiento con un indio, “el hijo de un cacique”, un enfrenamiento donde se dibuja claramente la concepción civilización-barbarie, el “otro” visto como un “otro” diametralmente distinto, peligroso, in-humano, esquema que refrendó el avance de todas las empresas coloniales de la historia: (1)

Dios le perdone al salvaje
 Las ganas que me tenía…
Desaté las tres marías
Y lo engatusé a cabriolas…
¡Pucha…! si no traigo bolas
Me achura el indio ese día.

Más adelante dice que hace una “obra santa” al matarlo. De regreso de la frontera, Fierro mata, gratuitamente, al un negro que llegaba a un baile. En esta escena predomina el espíritu revanchista y pendenciero del gaucho, quien obnubilado por el alcohol y dolido por las injusticias que ha vivido, descarga su agresividad en el “otro”, en este caso, también el “otro” distinto y rechazado, el negro, “tizón del infierno”, concebido con marcado racismo. Más adelante, matará a un semejante parecido o igual, a un “taita”, aguerrido y matón como él, en un encuentro que actúa como un espejo. De las dos muertes, sin duda, la que parece más teñida de remordimiento es la del negro, cuya agonía jamás podrá ser olvidada por Fierro. La pelea bestial con el indio describe la cuestión del “otro” como lucha por la supervivencia en un medio totalmente salvaje donde la cruda violencia alcanza sus tonos más elevados.

En la segunda parte, cuando la vida de Hernández y su posición política han tomado otros rumbos, y por sobre todo la historia del país, Fierro nos asombra con un regreso sereno y maduro: ya no es el gaucho perseguido y matrero, descreído y amargo que había buscado refugio en las tolderías junto a su amigo Cruz, sino un hombre experimentado y digno, que aconsejará a sus hijos y al hijo de Cruz a mantenerse dentro de una moral estoica y sujeta a la Ley. En esta segunda parte, Fierro no aceptará el duelo con el moreno, el hermano del negro a quien había matado en otra época, sino que, luego de un duelo con palabras (la payada), abandonará para siempre la posibilidad de un encuentro sangriento. ¿Qué había pasado en el alma de ese hombre? Si  habíamos adivinado la altura moral de Fierro cuando se enfrenta al indio para defender a la cautiva en medio del desierto, una de las estampas más épicas  de la literatura argentina, estampa casi homérica tanto en su magnificencia y despojamiento como en su crudeza ; en la negativa a combatir con el moreno advertimos la posición distanciada y ya crítica de quien no se deja confundir con el espejo de la agresividad primordial, sino que ha transitado hacia  una instancia capaz de dirimir, separar, negociar, dialogar, en suma, ha accedido a la relación pacificada por la cultura, por la palabra y lo simbólico de la ley.

También podría ponderarse su equidad cuando habla de las mujeres, de las que rescata su condición de madres, en contraposición con los dichos de Cruz o del Viejo Vizcaba quienes no claudican en su misoginia.

Martín Fierro y sus hijos mudarán de nombre y el cantor se despedirá con la famosa estrofa ecuménica 33 de la Segunda Parte:

Mas naides se crea ofendido
Pues a ninguno incomodo,
Y si canto de este modo,
Por encontrarlo oportuno,
No es para mal de ninguno
Sino para bien de todos.


¿Qué ha pasado en el protagonista gaucho? Como Cervantes, Hernández, nos dio una segunda parte, pero en esa segunda parte está presente algo novedoso en los todavía bárbaros suelos de aquella Argentina del siglo XIX: la Ley. Martín Fierro adhiere a la Ley y acepta que el hombre no debe matar al hombre, acepta que hay una instancia conciliadora entre los semejantes, entre los hermanos. Hernández “civiliza” y “pacifica” a su gaucho quien deja a un lado su puñal, el “fierro”. Y Fierro ya no será más Fierro, será otro hombre.

La metamorfosis del gaucho Fierro en el lapso que va desde la Primera Parte de 1872 y la Segunda Parte de 1879, marca un periplo que cumplirán alguno personajes de la ficciones borgeana: el guapo de “Hombre de la esquina rosada”, aquel Rosendo Juárez que no quiere pelar con el Corralero que lo ha desafiado y a pesar de los ruegos de  la Lujanera que le pide que muestre su guapeza ante “el otro”, y le acerca el puñal diciéndole: “…creo que lo andás necesitando…” Rosendo no pelea, evita el enfrentamiento, aun a costa de aparecer como cobarde. Publicado en Historia universal de la infamia (1935),”Hombre de la esquina rosada” se completa, o mejor dicho alcanza su “insospechado rostro” siguiendo la terminología borgeana en “Historia de Rosendo Juárez”, publicado en 1970, en el In forme de Brodie. Como en el caso de Hernández, los años han tamizado al personaje, lo han depurado, lo han cambiado. Entonces, Borges, completa el periplo que conoce muy bien pues ha recorrido la lectura del libro de Hernández una y otra vez. Rosendo Juárez explica: “En ese botarate provocador me vi como en espejo y me dio vergüenza. No sentí miedo, acaso de haberlo sentido, salgo a pelear. Me quedé como si tal cosa.” Y al final reafirma su deseo de vivir en serenidad y dentro de la ley:” Para zafarme de esa vida, me corrí a la República Oriental, donde me puse de carrero. Desde mi vuelta me he afincado aquí. San Telmo ha sido siempre un barrio de orden”.

Inmersos en la violencia, en el reverso del otro mortífero permanecerán los personajes de “El fin”, (Ficciones) y de “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” (El aleph), cuentos donde “el otro”, en su dimensión especular unifica los destinos y los confunde. Cruz “comprendió que el otro era él” y se pone a pelear del lado del “desertor Fierro”, pues ha encontrado su rostro en el rostro barbudo y fiero del otro, el rostro fraterno y desdichado surgido en la noche del matorral, mientras canta el chajá, doblemente, en el texto de Borges y en el de Hernández, para mostrar la violencia y el coraje que emergen de una sociedad inusitadamente cruel e injusta. En la ficción borgeana corría 1870 y cuatro años después, en 1874, en esa biografía apócrifa, hija de la literatura, morirá Cruz en las tolderías asistido por su amigo Fierro. El año 1874 reviste gran significación para Borges, pues su padre Jorge Guillermo nació ese año, lo mismo que dos grandes escritores que marcaron su vida literaria: Leopoldo Lugones y Macedonio Fernández. El primero se suicidará el febrero de 1938, año en que también fallece Jorge Guillermo Borges.

El poema de Hernández está presente en la escritura borgeana no sólo en la repetición o duplicación de la anécdota, sino del estilo y la atmósfera. Sin duda, uno de los pasajes más bellos de a literatura argentina aparecen en la descripción del atardecer en la primera parte del Martín Fierro:

Y en esa hora de la tarde
En que todo se adormece,
Que el mundo dentrar parece
A vivir en pura calma,
Con la tristezas del alma
Al pajonal enderiece.

En “El fin” leemos: “Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo, nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo comprendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música…” Luego de matar a Martín Fierro y vengar así la muerte del hermano, el moreno limpia el facón en el pasto como lo hiciera Fierro en el pasado del texto de Hernández y en el tiempo sin tiempo de las posibilidades, y se aleja, lentamente, sin mirar hacia atrás. Había hecho justicia, por eso “era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un hombre.”


La noche de los dones y el sexo. Juan Moreira y Juan Perón

Emma Zunz
Esta relación mortífera y perturbadora que muestra a los otros como espejos animados de nosotros mismos, aparece en la relación siempre paradójica de amor-odio, como dos caras de la misma moneda. De ese modo, el otro, es amado o destruido. La literatura abunda en ejemplos, especialmente la literatura en lengua inglesa, tan presente en la escritura borgeana. El “otro” es admirado, pero también causa rechazo y destrucción, un abrazo mortal del que se huye aterrado. Los espejos provocan horror a Borges, porque son él mismo, el “insospechado rostro eterno”.La atracción y el horror se encaminan en el duelo fratricida del cual Caín y Abel son arquetipos, por eso el duelo conlleva la carga terrible de identidad y extrañamiento. El sujeto se encuentra en el “otro” que es él mismo dividido y dual, clave de la verdadera identidad y alienación simultáneas.

“Milonga de dos hermanos” en Para las seis cuerdas (1965), es un ejemplo de la rivalidad y confusión de lo imaginario, origen, cauce y fin de la agresividad que conlleva el exterminio del otro:

El payador relata al son de la guitarra en el popular octosílabo:

(…)
Cuando Juan Iberra vio
Que el menor lo aventajaba,
La paciencia se le acaba
Y le fue tendiendo un lazo.
Le dio muerte de un balazo,
Allá por la Costa Brava.

Así de manera fiel
Conté la historia hasta el fin;
En la historia de Caín
Que sigue matando a Abel.

En “El otro duelo” (El informe de Brodie) los pares rivales se enfrentan más allá del límite biológico en un entorno de barbarie. En “La noche de los dones” (El libro de arena) un niño escucha una historia de boca de alguien que evoca su adolescencia, que es ya de “otro”, en una cadena de posibles espejos y donde se narra un tema aludido y eludido por Borges, el de la iniciación sexual, relacionada siempre con una atmósfera asfixiante, con visos de prohibición, enigma y violencia. En “La noche de los dones”, el joven protagonista-narrador del relato enmarcado a la manera de Henry James en Otra vuelta de tuerca, conoce el amor en brazos de una infeliz muchacha, “la Cautiva”, durante la misma noche en que en el prostíbulo arrinconan y matan a un famoso malevo de Lobos, Juan Moreira. La violencia es el marco del ingenuo y dulce erotismo que promete el acercamiento de los jóvenes. La técnica narrativa de “La noche de los dones” que tanto se acerca a la de Henry James en el relato nombrado anteriormente, es coherente con el tema ya que pone un “viso realidad” y a la vez “aleja” al protagonista de acciones que parecen ser poco delicadas para espíritus dignos y puros. En “La noche de los dones” donde el narrador, un hombre mayor, cuenta la historia que lo tiene como protagonista y testigo. Protagonista de su  historia afectiva y  testigo de un acontecimiento sangriento, casi legendario; la  muerte de  Moreira, ocurrida en el año 1874, año en que muere de manera heroica, del Coronel Francisco Borges, abuelo del escritor (1874 también es el año del nacimiento de Lugones, de Macedonio Fernández, y de Jorge Guillermo Borges). El cuento muestra el hábito de narrar hechos cruciales en la vida de hombres y mujeres como lo es el de la iniciación sexual,  en una rueda de café, con la aparente ligereza con la cual los señores de la prejuiciosa burguesía argentina contaban sus experiencias entre los amigos casi como hazañas épicas o exóticas, tal vez para aliviar alguna culpa. El entramado no se cierra, puesto que sabemos que en Lobos, nació uno de los personajes mas importantes de la historia argentina: Juan Domingo Perón, en el hogar de una familia de hacendados rurales, lo que para Borges no pudo pasar inadvertido. También conocemos algunas anécdotas que relacionan a la abuela paterna de Perón, doña Dominga Dutey, con las historia de Juan Moreira, ya que algunos biógrafos de Perón cuentan que el general, en su niñez y adolescencia, había visto la cabeza de Moreira guardada en una caja de sombreros por doña Dominga (anécdota esta, la de la caja de sombreros con una cabeza adentro, recuerda la novela Sobre héroes y tumbas de Sábato). Otros cuentos y poemas de Borges, aluden al malevo Juan Moreira y, como contrapartida del doble, a Juan Muraña. La coincidencia de las iniciales JM, remiten a otros “Juanes” como en “El encuentro” (El informe de Brodie), historia también evocada por la lejana visión de un niño (Borges), testigo de un hecho de sangre y donde se encuentran las dagas de Juan Almanza y Juan Almada que se han buscado más allá de la muerte y de los hombres.

Es importante señalar la repetición del nombre Juan, de origen hebreo, que aparece tanto en el mundo de los compadritos borgeanos, como en la historia de muchas familias criollas, como los Sosa, Duarte e Ibarguren en el árbol genealógico de Perón y Eva Perón: Juan Sosa, casado con Mercedes Toledo son los padres de Juana Sosa, la madre de Perón. El también se llamará Juan. Por el lado de Evita, abundan los Juanes y Juanas, el padre, Juan Duarte y el hermano también, Juana Ibarguren, la madre. En el imaginario popular se sitúa también una progenie de juanes desposeídos como Juan Pueblo o Juan Laguna o Juan Nadie, y los íconos culturales y religiosos de occidente como San Juan el Bautista, Juan sin Tierra, Juana de Arco, Juana la loca, don Juan Tenorio, Juan sin tierra.

En “Emma Zunz”, cuyo argumento le fue dado a Borges por Cecilia Ingenieros,  la iniciación sexual aparece comprometida con la violencia y la venganza. La imagen cruel que Emma adjudica al acto sexual tiene que ver con el tabú de la virginidad. De este modo, tanto “En la noche de los dones” como en “Emma Zunz”, el sexo se carga de connotaciones traumáticas. En “El evangelio según Marcos” (El informe de Brodie), aparece la entrega femenina relacionada con la posesión sin recaudos, con la esclavitud, el servicio y paga al amo, al varón que posee desde el lugar indiscutible de la virilidad, en medio de la violencia de mentalidades salvajes.

De este modo, el “otro”, en su dimensión imaginaria, toca la vertiente amorosa y atañe a la relación entre los sexos, cuestión evasiva y alusiva siempre en Borges.


(1)   Cfr. Todorov, T., La conquista de América, México: Siglo XXI, 1987.



Liliana Bellone

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