DESCARTES. El análisis en la cultura. N° 6. Septiembre 1989 - Sumario y Editorial - #FRD30años


DESCARTES. El análisis en la cultura. N° 6. Septiembre 1989



Director: Germán L. García
Consejo editorial: Norma Barros, Eva Dukasz, Elba Falcón, Déborah Fleischer, Vera Gorali, Carmen González Táboas, Aníbal Leserre, Graciela Musachi, Ana Ruth Najles, Haydée Rosalén, Ernesto Sinatra.
Corresponsales: Rosa M. Calvet (Barcelona), Marco A. Mauas (Israel), Miriam Chorne (Madrid), Josefina Ayerza (Nueva York), Hugo Freda (París).

SUMARIO 

La deferencia, la decision — German L. García

ANUDAClONES
A propósito de la infatuación — Guy Clastres
La ética del psicoanálisis y la moral perversa — Silvia Inés Ons
El prepsicótico en la ciudad del discurso — Gabriel Lombardi
Un caso de histeria masculina — Rosa Maria Calvet
Notas sobre la psicosis infantil — Anibal Leserre

MALESTARES
Sobre Paul Claudel - Carmen Gonzalez Táboas
El hombre subterráneo o la majestad del absurdo — Georges Steiner
La invención de una diferencia — Valerio Marchetti

SABERES
Un sueño y un caso -  Marco A. Mauas
La hipóstasis del valor y los modelos personales — Carlos Astrada
Noticia sobre Carlos Astrada — Alfredo Llanos
Kant y el punto de vista pragmático — Luis E. Varela

IMPOSICIONES
El espíritu de la venganza — Martin Heidegger
Mundo al revés, poder e impostura - Claudio Sergio Ingerflom




EDITORIAL


LA DEFERENCIA, LA DECISIÓN

¿Que trata de hacer Ia histérica? Trata de hacer desear, lo cual también es imposible, y tan real como Ia demás.
Eric Laurent

Se conjetura que el término deferencia es una imitación del francés deférénce, lo que implica de por sí una deferencia. Que sea la moderación y/o el respeto lo que Ileva a ponerse bajo el dictamen de otro, deja sin resolver cualquier pregunta sobre el valor —no importa el sentido, tampoco Ia significación— de ese dictamen.
En cambio, el valor de la deferencia es algo que fue devaluado por el empuje de una racionalidad que suponía prescindible la autoridad, las jerarquías, etcétera. Los valores de deferencia parecían arcaicos en una cultura que podía aceptarlos como rituales exóticos, pero que los rechazaba como regulación de las propias conductas sociales.
La deferencia, en su origen latino, implica no sólo el rendir honores sino también el  diferir la causa a un tribunal.
Aunque acordemos sobre la jurisdicción del psicoanálisis —sobre la égida, el escudo que protege de no se sabe qué—la deferencia responde mal a la causa. Los modales no son las modalizaciones, los modales dicen poco de las posiciones subjetivas —los modos de la deferencia son la denuncia, el conceder, la apelación a la justicia, etcétera—. Las frases deferentes de Jacques Lacan, cuando se trata de hacer honores a sus colegas, siempre conducen a la antítesis.
La deferencia, en psicoanálisis, suele llevar a ceder la decisión, a declinar el deseo (por cobardía en un caso y para hacer desear en el otro).
No es el lugar para hablar sobre la teoría de la decisión, pero sí podemos decir algo sobre la decisión de practicar el psicoanálisis como efecto de ciertos valores implícitos. Esos valores suponen la existencia de unos semejantes, la constitución de una verosimilitud con sus deferencias y diferencias previas. Se decidió, algo existe antes: cada uno decide, entonces, que la conservación del conjunto —no la del individuo, pero también se trata de éste— es más importante que las funciones sociales que sus ideales le imponen. (La psiquiatra, en este punto, es lo opuesto al psicoanálisis.)
 Las decisiones implican un deseo que está más allá de la deferencia como simulacro de la aceptación del deseo del Otro, puesto que ese Otro no existe. Por eso, en su primer libro sobre el tema de la decisión, Lucien Sfez puede concluir: “en el curso de nuestras investigaciones concretas, nunca hallamos el menor rastro del fiat de la voluntad, ese relámpago intemporal que crea ex nihilo. Tampoco encontramos el actor psicológico carismático, cuyo enigmático secreto escaparía al análisis, cuando, solo en su puesto de mando, éste tomaría su decisión”.
Ni el deseo propio del obsesivo, ni el sacrificio al deseo del Otro propuesto por la deferencia histérica: “Para criticar esta visión clásica de los puntos cero y de las decisiones primeras, había que seguir las narraciones, a  menudo contradictorias, que se nos hacían (...) Una fecha controvertida es el indicio de un problema, de un nudo en que se unen la micromalla de la historia de una decisión y la red compleja de la otra historia en la que se integra y se construye (...) una cantidad de efctos caen de la red secuencial y estrucatural: hay restos irrecuperables en términos de estructuras, aun complejas” (Lucien S fez).
Esos restos, aunque las colegas profesen su pasión por convertirnos en esquimales, pueden decidir que “un hombre sabe lo que no es un hombrc”, para instaurar la deferencia en la conclusión de que “los hombres se reconocen entre si”.
Si las mujeres fueran, como dice Hegel, la ironía de la comunidad valdría la pregunta ¿por qué siguen con fervor ese parloteo que las denigra y las maltrata, según ellas dicen cuando algún sobresalto las despierta? El psicoanálisis, discurso de hombres causado por mujeres, interesa por sus maneras de hacer dcl hombrc lo que sea.
¿La deferencia frente a los valores extranjeros que las mujeres simulan practicar para imponer a sus hombres, trata de volver deseable la decisión de decidir?: “Siguiendo a Northrop Frye —escribe Tzvetan Todorov—, se puede denominar transvaloración a la vuelta sobre sí mismo de la mirada previamente informada por el contacto con otro, y decir que constituye en sí un valor, mientras que lo contrario no lo es (...) Recuerdo el sentimiento de frustración que me embargaba al concluir una animada conversación con amigos marroquíes o tunecinos que padecían la influencia francesa; o con los colegas mexicanos que se quejaban de la de Estados Unidos. Parece que estuvieran abocados a una elección estéril: o bien malinchismo cultural, es decir, la adopción ciega de los valores, los temas e incluso la lengua de la metrópolis, o bien el aislamiento, el rechazo de la aportación europea, la valoración de los orígenes y las tradiciones, lo que a menudo revierten en la repulsa del presente y el rechazo, entre otras cosas, del ideal democrático”.
En Carlos Astrada podemos rescatar a uno —existieron otros en la Argentina, que iremos publicando— que supo que en la cultura dar es recibir, lo que implica que la alternativa anterior es falsa cuando se decide hacer las cosas de verdad.
Jacques Lacan ha provocado más interés por la cultura francesa que los cientos de funcionarios abocados a esa tarea, lo mismo puede decirse do Sigmund Freud en lo que hace a la lengua y la cultura que lo rechazó. Lo que se sigue del juego de esos dos se traduce en la ironía del objeto, cosa que solivianta a más de uno.


Germán L. García
BIP, septiembre de
1989

Descartes Nº 6. Invitación - Sofía Ortiz - #FRD30años


          Me llega la propuesta de comentar la Revista Descartes Nº 6 con motivo del 30º aniversario del Proyecto Descartes. No la había leído, está agotada, sí conocía otras. Veo que es de septiembre de 1989…27 años…Me acerco con curiosidad, miro los colores, el tamaño, la forma, la estética un poco típica de la época, veo que el título resaltado es "La Infatuación" y pienso que es un tema que conserva toda su actualidad.
          Me llama la atención que en la página legal, luego de la información acerca del director, el consejo editorial, corresponsales, aparece un apartado que dice “Descartes publicó en sus números anteriores, artículos de los siguientes autores:” Encuentro allí los nombres de conocidos psicoanalistas, escritores, filósofos, críticos literarios y me sorprende que aparezcan también Ernest Jones y Martín Heidegger. Me pregunto si el estar todos juntos los empareja…quizás soy prejuiciosa...tal vez sea un chiste…Calculo que de haber continuado la número 30 iba a ser sólo de "autores que escribieron en números anteriores", y encuentro que ya en la número 7 esa parte no figura y tampoco en las siguientes, sí en alguna anterior.
          Comentar toda la revista sería ahorrar la posibilidad de la experiencia de disfrutarla, por lo cual me quedaré sólo con algunos textos. Vale la pena adelantar que todos, siempre en la perspectiva del psicoanálisis, se van enlazando uno a otro conformando “un clásico”, en tanto eso que sostiene su vigencia.
          El prólogo de Germán García titulado “La deferencia, la decisión” nos recibe como un llamado de atención refiriéndose a la decisión de practicar el psicoanálisis y lo mal que se aviene la deferencia, en tanto simulacro de aceptación del deseo del Otro (puesto que no existe) a esa causa, por llevar a una declinación del deseo.
          Insistiendo sobre esta cuestión en el artículo de Guy Clastres sobre la infatuación se pone el acento en la necesidad del análisis de los analistas. Se pregunta qué pasa con aquellos que justo cuando deberían comenzar un análisis se vuelcan a su práctica. Dirá que “la infatuación es diferente del desconocimiento, que es una forma clínica agravada del desconocimiento del desconocimiento”. Y que no se trata de un síntoma, y así habla de la canallada y plantea el dispositivo del pase como el procedimiento en el que alguien puede dar cuenta de su análisis. Concluye preguntándose si están en ese punto en la Escuela.
          Y si de la práctica se trata, seguirá una serie de artículos referidos  a la ética del psicoanálisis y el estatuto del acto analítico, otro sobre pre-psicosis, también el relato de un caso de histeria masculina y algunas notas sobre la psicosis infantil en las que se aproximan preguntas, dificultades y posibilidades respecto de las psicosis infantiles.  
          No faltan la referencia literaria y la filosófica. Es posible leer un interesante trabajo sobre Paul Claudel y la referencia que hace Lacan a la trilogía conformada por “El rehén”, “El pan duro” y “El padre humillado”. Otro de Carlos Astrada sobre la Hipostasis del valor y los modelos personales, que interroga el problema del papel del individuo en la múltiple estructuración del mundo histórico. Y también un texto imperdible de Heidegger sobre el espíritu de la venganza, donde habla de Nietzsche, la venganza y la voluntad.
          Mi preferido resultó el texto de George Steiner sobre “Memorias del subsuelo” de Dostoievski. Indaga en la esencia profunda de este hombre subterráneo que el mismo autor consideraba la más punzante de sus creaciones. Hará un punteo de los antecedentes de este hombre que según dice se remontan a los tiempos de Caín si se tiene en cuenta el “ewig vernein ende geist” (espíritu siempre negativo), y afirmará que es Dostoievski en “Memorias del subsuelo” quien “mejor resuelve el problema de poner en escena a través de una voz única el caos de la conciencia humana.” Y claro, explica cómo lo hace.
          El trabajo de Steiner permite desnudar la obra en su estructura más íntima, con el único fin de involucrarse profundamente en ella y renovar el deseo de releerla con todos esos elementos nuevos.    
          No me queda más que recomendar conseguir esta revista, servirse una copa de vino, poner música suave de fondo y adentrarse en una lectura que sin dudas se va a disfrutar.
          Queda hecha la invitación.



DESCARTES. Del análisis en la cultura. Nº 5. Diciembre 1988 - Sumario y Editorial - #FRD30años


DESCARTES. Del análisis en la cultura. N° 5. Diciembre 1988.

 

Dirección: Germán L. García

Consejo editorial: Norma Barros, Eva Dukasz, Elba Falcón, Déborah Fleischer, Vera Gorali, Carmen González Táboas, Aníbal Leserre, Graciela Musachi, Ana Ruth Najles, Haydée Rosalén, Ernesto Sinatra.
Corresponsales: Vicente Palomera (Barcelona), Marco A. Mauas (Israel), Miriam Chorne (Madrid), Josefina Ayerza (Nueva York), Hugo Freda (París).

SUMARIO


Presentación / Germán García

ANUDACIONES
Estupidez simulada de la histeria / Ernest Jones
Unsecreto de Goethe / Graciela Musachi
Psicosis y compulsión del pensamiento / José Luis García Castellano
El moi, la teoría de Lacan sobre el sujeto / Ellie Ragland Sullivan
Topologías, metáforas y modelos / Marco A. Mauas
Psicoanálisis con niños / Ana Ruth Najles
Redefinir la noción de realidad / Vicente Palomera
Extraños pensamientos / Vera Gorali

MALESTARES
La aventura del hombre no lateral / Martín Grdner
Sartre: política de la prosa / Sarah Kofman
El problema de la pena / Enrico Castelli
La república universitaria / Germán García

SABERES
Estructuras topológicas en la literatura moderna / Hans Magnus Enzensberger
La importancia filosófica de la lógica paraconsistente / Newton C. A. Da Costa
En memoria de Bartolomé Hidalgo / Fernando García
De lo absoluto no hay retorno / Carlos Espartaco
Bibliografía de y sobre Gombrowicz

IMPOSICIONES
El pensamiento del Príncipe: Descartes y Maquiavelo / Francois Regnault



EDITORIAL

PRESENTACION

A casi treinta años de la introducción de Jacques Lacan en la Argentina, a pesar de las más contradictorias y dramáticas situaciones políticas y sin descontar la confusión creciente de la economía, podemos decir que las anudaciones producidas por la transferencia tienen una solidez admirable.
El hecho de que el campo freudiano se consolida y extiende, el interés renovado por Jacques Lacan y lo que se produce a partir de su enseñanza, pudo constatarse en el encuentro de julio de 1988. La presencia en Buenos Aires de analistas de los más diversos países del mundo, el equívoco de las lenguas y la mutua comicidad de las presencias, la pululación irónica del malentendido y hasta del contrasentido, era para alguno de nosotros el eco de la fiesta de aquellos comienzos —que algunos llamaron de la manía del significante— anteriores al terror y la dispersión.
 La ironía fue mentada por Jacques-Alain Miller a propósito de la esquizofrenia, pero quizás no sean demasiados los que se detuvieron sobre esa palabra y entendieron que “el golpe de ironía que para un crítico es brillante y sutil, será para otro un truco barato” (Wayne C. Booth). Los goces de la ironía no parecen reducirse a su estructura —gramática, semántica, lingüística— porque implican nuestras relaciones con los demás, nuestros valores y nuestras convicciones. Por la ironía se accede a un arte de interpretación. Pero “no es también cierto que me veo condenado, si no por los demás, por el espíritu burlón de la ironía, cuando veo ironías que no existen?” (Wayne C. Booth).
Wladimir Jankelevitch se interesa por la ironía en una perspectiva que podríamos llamar, con Sigmund Freud, atributiva: “un espíritu inocente y un corazón inspirado”. Eso causó impresión en la imprenta de la Editorial Taurus, después de alistarse Flammarion.
Descartes conoce, desde su nombre, el double bind con su fenomenología de falta de comunicación, discordcia, indiferencia aparente y hasta rareza.
En cuanto a las paradojas, de Epiménides hasta los ejemplos lógicos, no ignoramos la ironía que ordena los juegos de la voluntad, el deber y el saber.
Si lo postulado por Jacques-Allain Miller conduce a la información sobre la ironía y sus referencias a la esquizofrenia posibilitan la lectura de Perceval el loco y una respuesta al prólogo de Bateson, Descartes encontraría que su próximo número podría llegar a sorprender la monotonía. De cualquier manera este número encuentra algunos tonos memorables, por criticable que sea la elección del conjunto. La tentación de nombrar algunos de los autores cede, preferimos que el lector descubra sus diagonales.

Germán L. García
Buenos Aires, octubre de 1988
  

Comentario Revista Descartes Nº 5 - Sebastián J. Aguilera - #FRD30años



En diciembre de 1988, en medio de una compleja situación política y un inquietante clima destituyente, se publica la Revista Descartes Nro5. En el artículo titulado "El pensamiento del Príncipe. Descartes y Maquiavelo ", Francois Regnault nos ofrece un recorrido sobre el pensamiento de Descartes y sus reflexiones acerca del pensamiento político de Nicolás Maquiavelo. Al título original fue agregado “El pensamiento del Príncipe” tal vez, para introducir el inquietante retorno de lo olvidado: el pensamiento sobre el Príncipe”
El autor divide el texto en dos partes, Discurso manifiesto y Discurso latente, la primera parte centrada en la posición política de Descartes,  reflexiones y diferencias con Maquiavelo,  la segunda, centrada en la transferencia de Elisabeth de Bohemia con Descartes.
En la Otra escena del texto, el autor nos invita a sumergirnos en terreno desconocido, calcula una articulación que nos permite entender que hay otro sentido al evidente, dónde hace referencia a la melancolía de Elizabeth de Bohemia, que llevará a Descartes en su pensamiento, hasta el final de sus días. Es condición lógica que ella muera para que luego él muera en sus pensamientos. El luego debe ser tomado aquí como conjunción consecutiva no como adverbio temporal.
En aquellas épocas, los Países Bajos eran un gran refugio; para los pensadores del siglo XVII, siendo  habitual que personajes de la realeza se contactaran y estudiaran con filósofos de prestigio.
La princesa calvinista, hija de Federico V del palatinado, el llamado “rey de un invierno”, conoce a Descartes en el año 1643, y partir de allí comienza una relación epistolar que seguirá hasta la muerte del filósofo. Será sin duda su mejor discípula y paulatinamente se forjará entre ellos una relación de amor y amistad. Las vicisitudes que está familia real tuvo que sortear terminaran por conducirlos a perder el reino de Bohemia y a vivir exiliados en La Haya.
 En “Cartas sobre la moral”, se puede leer que es evidente para el filósofo la inclinación a la melancolía de la princesa. Preocupado por su salud, el adscripto a los rosacruces le da sus consejos médicos .La causa de la enfermedad “… es la tristeza. La obstinación de la Fortuna en perseguir vuestra casa os da continuamente motivos de descontento…”.  Pero como la causa es moral la cura también lo es, por lo tanto Descartes exhorta a la princesa a no dejarse abatir por las desgracias. El antídoto que encuentra en el  plano moral para la melancolía es la alegría, el contento del espíritu que se obtiene cuando alguien se entrega a los acontecimientos dado que nos vienen de Dios, el hombre con su libre albedrío se somete a ellos y esto lo conduce al gozo interior…”
Según  René Guitart  “… el entendimiento es la sordera ante la cuestión de lo insabido…” Obstinado en lo evidente Descartes no supo escuchar la verdad del inconsciente. Desconociendo la tormenta de pasiones que acechaban su afán. O dicho de otro modo, “… Lacan ve en el síntoma la marca por la cual la verdad freudiana encuentra goce en oponerse al saber…”
Una desdicha oscura, aludida, apenas mencionada ha caído sobre la casa real “el asesinato del Sr L´ Epinay a manos de su hermano menor. L´Epinay se supone fue amante de su hermana Luisa. Elizabeth deseosa de vengar el honor mancillado de su casa conspiró e instigó al crimen. La Reina madre indignada contra los dos hermanos y teniendo la controversia pública, los castigó obligándolos a dejar Holanda. Nuevamente el exilio, volverá a poner en evidencia su condición de princesa destituida casi desde la cuna, llevando la existencia triste y difícil de los príncipes en el destierro. .Las lecturas olvidadas de Maquiavelo retornaron. Impulsada por secretos que ella misma desconocía, ya destituida, ya exiliada buscó en este Médico de Príncipes un remedio para el mal que la aquejaba. Condenada al destierro, con su trono usurpado, alimentó en secreto sus ansias de Restauración.
Al amparo de una Reina establecida (Cristina de Suecia), y deseoso de divulgar sus ideas, Descartes se “establece” en Estocolmo. Pero las magras inquietudes de la reina acerca de su filosofía, decepcionaron al filósofo que decide regresar a su soledad. Sin embargo, los fríos designios de la Fortuna desvanecieron sus ilusiones… suspendido entre dos Reinas,  “la callada diosa de la muerte lo acogió en sus brazos…”. (Freud).