DESCARTES. Del
análisis en la cultura. N° 5. Diciembre 1988.
Dirección: Germán L. García
Consejo editorial: Norma
Barros, Eva Dukasz, Elba Falcón, Déborah Fleischer, Vera Gorali, Carmen
González Táboas, Aníbal Leserre, Graciela Musachi, Ana Ruth Najles, Haydée
Rosalén, Ernesto Sinatra.
Corresponsales: Vicente
Palomera (Barcelona), Marco A. Mauas (Israel), Miriam Chorne (Madrid), Josefina
Ayerza (Nueva York), Hugo Freda (París).
SUMARIO
Presentación / Germán García
ANUDACIONES
Estupidez simulada de la histeria / Ernest Jones
Unsecreto de Goethe / Graciela Musachi
Psicosis y compulsión del pensamiento / José Luis
García Castellano
El moi, la teoría de Lacan sobre el sujeto / Ellie
Ragland Sullivan
Topologías, metáforas y modelos / Marco A. Mauas
Psicoanálisis con niños / Ana Ruth Najles
Redefinir la noción de realidad / Vicente Palomera
Extraños pensamientos / Vera Gorali
MALESTARES
La aventura del hombre no lateral / Martín Grdner
Sartre: política de la prosa / Sarah Kofman
El problema de la pena / Enrico Castelli
La república universitaria / Germán García
SABERES
Estructuras topológicas en la literatura moderna /
Hans Magnus Enzensberger
La importancia filosófica de la lógica
paraconsistente / Newton C. A. Da Costa
En memoria de Bartolomé Hidalgo / Fernando García
De lo absoluto no hay retorno / Carlos Espartaco
Bibliografía de y sobre Gombrowicz
IMPOSICIONES
El pensamiento del Príncipe: Descartes y Maquiavelo
/ Francois Regnault
EDITORIAL
PRESENTACION
A casi
treinta años de la introducción de Jacques Lacan en la Argentina, a pesar de
las más contradictorias y dramáticas situaciones políticas y sin descontar la
confusión creciente de la economía, podemos decir que las anudaciones
producidas por la transferencia tienen una solidez admirable.
El hecho de
que el campo freudiano se consolida y extiende, el interés renovado por Jacques
Lacan y lo que se produce a partir de su enseñanza, pudo constatarse en el
encuentro de julio de 1988. La presencia en Buenos Aires de analistas de los
más diversos países del mundo, el equívoco de las lenguas y la mutua comicidad
de las presencias, la pululación irónica del malentendido y hasta del
contrasentido, era para alguno de nosotros el eco de la fiesta de aquellos
comienzos —que algunos llamaron de la manía del significante— anteriores al
terror y la dispersión.
La ironía fue mentada por Jacques-Alain Miller
a propósito de la esquizofrenia, pero quizás no sean demasiados los que se
detuvieron sobre esa palabra y entendieron que “el golpe de ironía que para un
crítico es brillante y sutil, será para otro un truco barato” (Wayne C. Booth).
Los goces de la ironía no parecen reducirse a su estructura —gramática,
semántica, lingüística— porque implican nuestras relaciones con los demás,
nuestros valores y nuestras convicciones. Por la ironía se accede a un arte de
interpretación. Pero “no es también cierto que me veo condenado, si no por los
demás, por el espíritu burlón de
la ironía, cuando veo ironías que no existen?” (Wayne C.
Booth).
Wladimir Jankelevitch se interesa por la ironía en una perspectiva que
podríamos llamar, con Sigmund Freud, atributiva: “un espíritu inocente y un
corazón inspirado”. Eso causó impresión en la imprenta de la Editorial Taurus,
después de alistarse Flammarion.
Descartes conoce,
desde su nombre, el double bind con su fenomenología de falta de
comunicación, discordcia, indiferencia aparente y hasta rareza.
En cuanto a las paradojas, de Epiménides hasta los ejemplos lógicos, no ignoramos la ironía que
ordena los juegos de la voluntad, el deber y el saber.
Si lo postulado por Jacques-Allain Miller conduce a la información
sobre la ironía y sus referencias a la esquizofrenia posibilitan la lectura de Perceval
el loco y una respuesta al prólogo de Bateson, Descartes encontraría
que su próximo número podría llegar a sorprender la monotonía. De cualquier
manera este número encuentra algunos tonos memorables, por criticable que sea
la elección del conjunto. La tentación de nombrar algunos de los autores cede,
preferimos que el lector descubra sus diagonales.
Germán L. García
Buenos Aires, octubre de 1988
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