DESCARTES. El análisis en la cultura. N° 10. Marzo 1992
Director: Germán L. García
Consejo: Rubén Cohen, Daniel Lascano, Claudia Lavié
Traducción: Claudia Lavié (francés), Graciela Musachi (inglés), Déborah Fleischer (alemán).
Promoción: Haydée Rosalén, Beatriz Gez, Oscar Díaz.
Corresponsales: Miquel Bassols (Barcelona), Marco A. Mauas (Israel), Jorge Alemán (Madrid), Josefina Ayerza (Nueva York), Hugo Freda (París), Antonio Quinet (Brasil)
SUMARIO
Prólogo
ANUDACIONES
Sigmund Freud y Whilhelm Jerusalem - Franz Kaltembeck
Lacan saluda a Tristan Tzara - Germán L. García
Voz de retorno - Alain Vaissermann
La posesión y el goce - Antonio Quinet
MALESTARES
Creer: una práctica de la diferencia - Michel de Certeau
Llama de amor viva - Hebe Tizio
Joe Orton: teatro privado - Vera Gorali
Las voces del éxodo - Luis Juan Guerrero
Descartes, Freud y los sueños - Jorge Yunis
SABERES
Romanticismo y preciosidad - René Bray
Madame de Sevigne. Las cartas de amor de una preciosa - Carmen Lafuente
Educación y retórica - Henry Irene Marrou
Finnegans Wake y la imaginación posmoderna - Ihab Hassan
IMPOSICIONES
El sacerdote y el bufón - Leskek Kolakowski
BIBLIOTECA
EDITORIAL
DESCARTES Y LA RAZÓN DESPUÉS DE FREUD
Cuándo encontré el nombre de esta revista saludaba por encima del hombro a los que sabían que un presidente argentino habia usado el apellido del filósofo para firmar sus opiniones regulares en un diario. Jugaba, tarnbién, con el uso oscilante que puede hacerse entre el nombre cornún y el nombre propio, provocaba de paso a los que se molestaban por la falta de consistencia del ser argentino.
Ahora, llegado al número diez se divisa una perspectiva diferente: en vez de buscar un lugar es necesario calcular una articulación.
En el momento en que el proyecto IRMA (Investigaclan Racional del Matema Analitico) es posible, también hay que preguntarse por los limites del racionalismo y su diferencia con la racionalidad.
En el momento en que el proyecto IRMA (Investigaclan Racional del Matema Analitico) es posible, también hay que preguntarse por los limites del racionalismo y su diferencia con la racionalidad.
Leszek Kolakowski lo dice con precisión: “El racionalismo radical no puede engendrar escatología alguna; su escatología viene contenida en su propio movimiento. Unicamente acepta una instancia inapelable: la negación de toda instancia inapelable, negación que no es concebida como un acto único del pensamiento, sino como un esfuerzo permanente, como un punto de vista frente a todas y cada una de las formas de pensamiento o sentimiento en un momento determinado disponibles, como punto de vista que impide la conversión de estas formas en una instancia inapelable”.
Es interesante que para Kolakowski no se trate, como para los heroes de las luces, de terminar con la autoridad paterna sino de liberarse del yugo de la madre, de un verdadero matricidium: “Es la situación de Orestes —escribe—. Después de haber matado a Clitemnestra, Orestes no encuentra protección alguna frente a los dioses, cuya gendarmería le persigue y le veda todo descanso. Ha cometido una acción que los dioses le habían prohibido de manera absoluta y rigurosa. Asi pues, Orestes se ha negado a reconocer a los dioses como realidad inapelable, última y definitiva; se ha enfrentado al absoluto en nombre de su propio derecho, ha puesto en cuestión algo que contaba como dado, algo válido como suelo permannte e indestructible de la vida humana. Orestes, acosado por las furias, busca expiar entre los hombres, quiere convencerlos de su derecho, quiere que también los otros acepten su superación absoluta (....) Orestes no consigue ganar para sí a la mayoría, ya que la mayoría reconoce ese absoluto contra el que él, precisamente, ha procedido; ya que la mayoría, en fin, aún no ha superado el status infantil”.
El status infantil no es la infancia, tampoco la vieja contradicción entre revelación y demostración, sino la imposibiidad de una alianza que ponga en cuestión el absoluto de la divinidad y el absoluto de la mayoría.
El status infantil no es la infancia, tampoco la vieja contradicción entre revelación y demostración, sino la imposibiidad de una alianza que ponga en cuestión el absoluto de la divinidad y el absoluto de la mayoría.
La instancia de Ia letra tiene una equivalencia irónica, juguetona, ...o la razón después de Freud. Allí leemos sobre nuestro asunto lo siguiente: “...el freudismo, por muy incomprendido que haya sido, por muy confusas que sean sus consecuencias, aparece a toda mirada capaz de entrever los cambios que hemos vivido en nuestra propia vida como constituyendo una revolución inasible pero radical. Acumular los testimonios sería vano: todo lo que interesa no sólo a las ciencias humanas, sino al destino del hombre, a la política, a la metafísica, a la literatura, a las artes, a la publicidad, a la propaganda, y por ahí, no lo dudo, a la economía, ha sido afectado por él”.
Es un hecho del que hay que esperar nuevos dichos.
Germán L. Garcia
Buenos Aires, enero de 1992
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