El tiempo del consumo

El cuarto doble, es un medio, para pensar el tiempo. La muerte en la vida. Abrazo de los destinos de las pulsiones. Tiempo perseguidor que hace finitos los senderos, nos amura, nos estruja. Tiempo ajeno.
Pensamos al tiempo breve escribía Séneca, en Sobre la brevedad de la vida, pues lo desperdiciamos, si hacemos lo que verdaderamente nos interesa dispondremos del necesario. Siglo I. Opinión estoica.
Hoy, Carlos Oliva, poeta peruano, escribe poemas a 200 Km. por hora. Grito desesperado del grupo Neón. Prisa de palabras que no quieren atrasarse al reloj del nunca más. Hipermodernos, más modernos que los modernos, herederos de sus relojes.
Con Poe, nunca más, no es una proyección, no es un futuro que espera que algo no se repita, sino la certeza del pasado.
Al poema de Baudelaire llego por un escrito que me acerca Adriana Testa. De Alberto Castoldi, el Texto Drogado, aludiendo a la paradójica relación, seducción, traición que el poeta tenía con el láudano, metáfora difundida entre los intelectuales y “consumidores de su tiempo”, como la que se lleva con una mujer misteriosa.
Lo ubiqué en Le Spleen de París, me interesó su expresión de la esclavitud y el tiempo.
Recordé entonces, un artículo de Eric Laurent, La lógica del Tiempo, que dice: el tiempo del psicoanálisis según Lacán es futuro, porque es tiempo contingente, futuro que será anterior. Acotará que es Kripke entre los lógicos del lenguaje en 1958 el que incluirá al futuro como posible. Otra posibilidad.


Fragmentos de poema El cuarto doble de Charles Baudelaire (1821 - 1867) traducción de la autora.

"Un cuarto parecido a un sueño, verdaderamente espiritual, en el que la quieta atmósfera está ligeramente teñida de azul y rosa. El alma toma un baño de pereza, con aroma de nostalgia y de deseo (…).¡Beatitud! Lo que llamamos comúnmente vida, en su máximo despliegue nada tiene en común, con esta tan suprema que ahora conozco y paladeo minuto a minuto, segundo a segundo. Pero, no, no son minutos, no son segundos. El tiempo ha desaparecido. La eternidad reina, una deliciosa eternidad (…) El cuarto paradisíaco, El Ídolo, la reina de los sueños, la sílfide, como decía René, toda esta magia ha desaparecido por el golpe brutal del Espectro. (…) Este tugurio, este lugar de hastío eterno, es mío. Es muy mío. Aquí están los muebles, sucios, podridos, la chimenea sin llama, sin brasa, llena de escupitajos, las tristes ventanas donde la lluvia deja sus marcas sobre el polvo. Los manuscritos, tachados o incompletos. El almanaque en el que el lápiz marcó fechas siniestras. El perfume de otro mundo en el que me embriagué de sensibilidad perfecta, es ahora reemplazado por fétido olor a tabaco mezclado con no se que nauseabundo moho. Aquí se respira lo rancio de la desolación. En este mundo estrecho, pero lleno de disgustos, un solo objeto conocido me sonríe, la ampolla de láudano. Una vieja y terrible amiga. Cómo todas las amigas, fecunda en caricias y traiciones. El tiempo ha reaparecido. El tiempo reina soberano ahora y con el odioso anciano, ha vuelto su demoníaco cortejo de recuerdos, nostalgias, espasmos, miedos, angustias, pesadillas, cólera, neurosis. Le aseguro que los segundos, aquí, están fuerte y solemnemente, acentuados, que cada uno, al pendular del reloj, dice, soy la vida, la insoportable e implacable vida. No hay, sino, un solo segundo en la vida humana que tiene la misión de anunciarnos una buena nueva, la buena nueva que causa a cada uno un inexplicable miedo. Si, el tiempo reina y ha retornado su brutal dictadura. Me pincha como a un buey, con un doble aguijón, arre burro, suda esclavo, vive condenado(...)"


Esmeralda Miras

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