Señoras y señores:
Entre nosotros hay uno de que hablar. Las iniciales de su nombre se duplican como en Mariano Moreno y Brigite Bardot en señal de buena estrella o porque, a menudo, las letras del alfabeto tienen nostalgia de ser sólo jeroglíficos emblemáticos, como el sello en el anillo del rey o la H y la D de la poeta analizada por Freud.
Germán García -a quien hacemos hoy este rendez vous criollo- es muchas cosas como todos nosotros pero seguramente no las mismas y al mismo tiempo. En principio un psicoanalista venido de la literatura que es lo mismo que decir un psicoanalista sin fronteras, un Don Giovanni de la lengua. Un laico (quizás una redundancia tratándose de un lacaniano), es decir un monstruo de deseo que no se aviene al arbitrio de los encargados de distribuir flores y medallas en las solapas del logos y aprende en el cielo y en la tierra y de los cuatro costados (como sor Juana en el oro del siglo, como Martínez Estrada, ese profesor que tocaba el violín y como Macedonio, el viejito del guiso bajo la cama, condenado de motus propio a los trabajos forzados del querer.
Por eso no consideró que debía tener un aspecto de profeta de quevedos panópticos ni una barba profética cayendo sobre el sueter decorado con caspa sino éste que ven aquí, el de un profesor limpio, algo humorístico, la sonrisa sin pliegues y una pajarita en el cuello. Pajarita que evoca tanto la etiqueta -las aventuras inconscientes merecen vestimenta ritual como este sábado a la noche- como la del eterno escolar, alumno de sí mismo.
La sociedad en comandita del pret a penser lo encuentra oscuro, el buró populista demasiado para unos pocos.
Sin embargo Germán García no tiene un código a la manera de un secreto templario, para abrir las orejas a su discurso no se exige un período de prueba, la superación airosa de los juicios de un tribunal, la pureza de una pertenencia. Si el discurso lacaniano en el que se inscribe, por sus múltiples referencias y disciplinas, pide un seguimiento. Si ese acompañarlo por los desfiladeros como el despeñamiento sólo puede ser imaginario es vivido como el yugo de un déspota es porque uno se está haciendo un profesional para quien el saber sólo puede ser rentable, servir para otra cosa, ética capitalista que Miller señala como opuesta al psicoanálisis y quizás a la relación con el conocimiento mismo.
Resulta escandaloso: hoy es un valor descalificador el hecho de que algo requiere ser leído dos veces.
Se dice que Germán García es agresivo en nombre del progresismo light y del psicoanálisis analgésico. Sin embargo su agresividad consiste menos en los desplantes de un soberbio que en la impaciencia amarga del que no se da tregua y pocas veces encuentra a otro de su alegría elocuente, en lugar de rencorosos hambrientos de reconocimiento.
Así como hay revolucionarios a quienes les molesta que le toquen el brazo hay populistas que limpian el asiento antes de sentarse en el bar de la esquina.
Germán García, sin ceder ante la extorsión de la palabra "pueblo" es más callejero. Le preocupa la novela familiar del borracho que pasa, la pierna muerta del quiosquero y el teléfono roto de las guerras de alcoba. En la transferencia democrática del bar -ese hogar contra el hogar- suele acuñar sus aforismos mejores, privilegio de todos. También maestro oral, no sustrae el cuerpo a la réplica, a la interrogación y sus violencias, dejando su voz como mediación sin el paraguas de la prosa escrita y sus correctores retóricos. Le da al otro esa ventaja.
Y es cierto que suele hacerlo de manera un poco cómica, ya que si el existencialismo era teatralmente bastante Lee Strasberg, el lacanismo mima los subrayados de la comedia del arte donde Miller descubre el estilo inconsciente.
Señoras y señores: Contengan el bostezo, empinen sus copas y acepten con tolerancia este tributo en chorrera. No siempre los rituales son mudos y confortables.
Germán García: Si el huracán levanta quioscos, también abre puertas y hay primeros. En calidad de Asesor científico hablarás tres veces en la biblioteca de la Sección de Cataluña invitado por la Escuela Europea de Psicoanálisis. Primer paso en el espacio "Conferencias Oscar Masotta".
La filiación no es la búsqueda de un origen legítimo y excluyente sino una ficción en función de un proyecto, el reconocimiento de una deuda a condición de no considerarla saldada, ponerse tanto·a la sombra de un nombre como despertarlo a nuevas resonancias. Por eso en el coloquio del Círculo Internacional de Psicoanalistas Argentinos, organizado por la Escuela Europea de Psicoanálisis tu ponencia se titula "Bibliotecas: De Masotta al Campo Freudiano".
Querido Germán, no habiendo podido encontrar en ningún museo la rosa que Freud regaló a Virginia Wolf y temiendo ofenderte como caballero si lo lográbamos, te damos a cambio este regalo para que multipliques los brindis.
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