Quién era Aurora Venturini antes de recibir en 2007 el Premio Nueva Novela Página/12 por su libro Las primas?



Aurora Venturini nació en La Plata en 1922 y es ciudadana ilustre de la misma ciudad desde el año 1991, se especializó en Filosofía y Ciencias de la Educación (Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional platense) y ha dictado cátedra en la escuelas secundarias y en la universidades de La Plata y Lomas de Zamora. Cofundadora del Instituto de Psicopedagogía de Minoridad entre 1942 y 1950, cumplió funciones de psicómetra en institutos de adolescentes, tratando la batería de tests, hasta llegar al Rorschard.  En 1948 recibe de manos de Jorge Luis Borges el Premio Iniciación, por El solitario. Formó parte de las Ediciones del Bosque de La Plata, junto a María Dhialma Tiberti y otros escritores de la ciudad de La Plata. Estudió psicología en la Universidad de París, ciudad en la que se autoexilió durante 25 años tras la Revolución Libertadora. En París trabó amistad con Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus, Eugène Ionesco y Juliette Gréco; en Sicilia frecuentó la amistad de Salvatore Quasimodo. Ha traducido y escrito trabajos críticos sobre poetas como Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont, François Villon y Arthur Rimbaud, traducciones por las cuales recibió la condecoración de la Cruz de Hierro otorgada por el gobierno francés. En diciembre de 2010 fue votada como el mejor libro en español editado en España durante 2009, recibiendo el II Premio Otras Voces, Otros Ámbitos.
Libros de referencia: Pogrom del cabecita negra (Colombo, Buenos Aires, 1989), con el que obtuvo el Premio Scalabrini Ortiz de la Municipalidad platense, y también el Forti Glori; Esos Locos bajitos o Historia dinámica de la educación (Premio Regional –Región Pampásica y Patagónica- 1965)
Editó 15 poemarios y por La Trova, 1962, mereció el Premio Provincial de Literatura. Recibió, además, otros premios: por Nosotros, los Caserta, el del Fondo Nacional de las Artes, el Pirandello d´Oro della Collegiatura di Sicilia y el Domani de Verona
A continuación un comentario publicado en un diario cultural de la Argentina con fecha del 9 de febrero del año 2003, la presentación escrita por Germán García y un capítulo de la novela  Nanina, Justina y el doctor Rorschach, Editorial Dunken, 2002 .

Abuso y poder
«Psicómetra del Instituto, tal mi función», dice la voz ordenadora de estos textos que prefiguran una forma para que el lector arme una novela sobre dos casos: Nanina, Justina. Hay una batería de tests, pero el del suizo Rorschach se impone. La hipnosis también, aunque el discurso de Nanina resulte más literario en personajes gracias a la Ekeko y a Berson. Como sea, el caso Justina es más complejo.
Aurora Venturini arma este puzzle narrativo con documentos. Las voces de Nanina y Justina van imponiéndose y estructurando sus respectivas historias. Los documentos orales reconstruyen dos versiones de sexo y fracaso. Mejor dicho: de abuso y poder. Las diez manchas de tinta del doctor Rorschach imponen una lectura dactilar de ambos casos. El epílogo de estas interpretaciones prefigura el abuso y el horror. Esas manchas no son meramente simbólicas. Venturini ha reconstruido un pasado de dolor y mutilaciones sabiamente, dejando que las voces de Nanina y Justina hablen sin concesiones. El prólogo de
Germán Leopoldo García –autor de otra «Nanina» y de «Cancha rayada»- resulta tan preciso como valioso: «la novela de Venturini - destaca- es a la vez, un documento de época y un momento en la constitución de una disciplina».


PRESENTACIÓN
Estoy seguro de que Hermann Rorschach jamás hubiera imaginado que su obra produciría la desinencia que el lector ahora conoce, que su obra estaría en la raíz de una novela como la que escribió Aurora Venturini.
Rorschach, un suizo que pertenece a la cultura de las postrimerías de la belle époque y a la crisis de la Europa de 1914, apenas llegó a conocer lo que vino después: el precario equilibrio de la postguerra del 18 y los presagios latentes que llevaron a Sigmund Freud a proponer en 1920 una pulsión de muerte, una tendencia de lo viviente a retomar a su estado anterior, como lo hacen Nanina y Justina en esta novela.
Pero aprendió que el caos está siempre ahí, y que la respuesta de cada uno es enfrentarlo, encontrarle un orden que también es posible.
El test descansa sobre ese supuesto, en tanto propone que algunos borrones de tinta contienen formas específicas. Entre los múltiples antecedentes de este descubrimiento existen algunos tan ilustres como Leonardo Da Vinci, pero Rorschach lo convirtió en un procedimiento que llevó a construir una teoría de la personalidad. Su muerte le impidió conocer la teoría de la configuración que se difundió con el término Gestalt, los arquetipos de Jung y el método paranoico-crítico de Salvador Dalí, que se inspiró en este descubrimiento. El caos tiene una dinámica en su temporalidad (por la repetición, decía Witold Gombrowicz, se llega al cosmos) y una configuración en su forma: esa opacidad que presenta la vida se ilumina con la localización de sus fuerzas. El caos es la manera en que se presenta lo posible, la apertura hacia el juego.
Rainer María Rilke hablaría de ángeles (mensajeros) portadores de comunicación con lo invisible. Estos ángeles son los personajes de la novela de Aurora Ventuirini, y la novela misma es el proceso mediante el que se intenta conquistar lo visible.
La novela comienza con Justina, cuyo pasado "fue un negro telón que oscureció el esfuerzo de un equipo de profesionales".
Luego vendrá el relato de su caso, que no se parece a un historial clínico sino a la puesta en escena de una vida, de un lenguaje que la narradora comparte con lo narrado. Un ángel ha muerto, se evoca su historia como la huella de esa ausencia, de esa presencia singular que ahora falta en el mundo: "Mi caso era Justina. Yo era el caso de Justina. Una obstinación peligrosa".
Aunque la psicómetra piense que "la psicometría es la matemática de la psicología de diván", se convierte en la que suple la presencia perdida, la que vuelve a la vida por la literatura.
Bela Szekely, uno de los introductores claves del test de Rorschach, aparece como personaje en la novela. En mi libro La entrada del psicoanálisis en la Argentina escribo sobre la vida de este hombre, sobre sus libros y su importancia intelectual. Pero aquí se habla de su vida práctica y, en algunas escenas, lo veremos junto al doctor Alfredo Calcagno en el momento en que hace su aparición otro ángel, otro mensajero de lo invisible, que se llama Nanina Paz, quien será elegida para una prueba de Rorschach.
Irene, la mujer de Bela Szekeley -llamada también Penélope en la novela- es descripta por su marido en los siguientes términos: "Irene es loca, teje para un hijo inexistente y mece con el pie el moisés de un niño de aire que hace mucho lleva en sus entrañas". Ella ha estado en un campo de concentración: la locura y el horror se hacen presentes. "Bela (Szekely) ama ese esperpento que le siguió en la fuga de Auschwitz y así ella en su locura y él en su sabiduría irradian la paciencia de la tristeza, porque la tristeza posee la paciencia de una buena hermana que acaricia con ásperas manos y arrulla con abrupta disfonía".
Esta patética semblanza antecede a la introducción del test de Rorschach que funcionará como una configurador del relato, como un regulador del caos de los personajes presentados. Luego, tendremos también los datos sobre Hermann Rorschach (1884-1922), así como una breve descripción de las consecuencias prácticas de su test. Este paréntesis explicativo prepara la relación de Nanina Paz con la narradora que la somete a un test: mediante diez láminas, en breves epifanías, la constelación de fantasías de Nanina Paz entrega la configuración "semántica" de su vida interior. Dejo la incógnita para el lector, así como el complejo desarrollo de esta historia.
Después vendrá la historia de Justina, presentada al comienzo. Tanto en un caso como el otro, la historia es inducida por la aplicación del test pero no se reduce a sus resultados, puesto que se expande para abarcar la dimensión familiar, social y existencial. Asistimos, también, a los efectos de la "transferencia", al movimiento cotidiano de una vida que transcurre en ese espacio intermedio entre la realidad y la ficción.
El final es trágico. La novela termina en el contrapunto de interpretaciones de una y otra, de Nanina y de Justina. Se trata, a la vez, de un documento de época, de un momento en la constitución de una disciplina. Y de un fracaso.
Para concluir con esta historia de ángeles, de mensajeros que llegan desde otro tiempo, quiero contar una confidencia. Cuando tenía 23 años publiqué una novela llamada Nanina (en mi caso, el nombre de una gata de la infancia). La novela conoció el éxito, pero también la prohibición de los tribunales del general Onganía. Estábamos en 1968. A la Ed. Jorge Álvarez llegó una carta de La Plata, una carta que sugería que la enviaba una mujer que era una nueva encarnación -esta vez humana- de aquella gata que había tenido. Me pedía detalles de Nanina, mi gata, para conocerse mejor. Me desconcertó. Fue una carta que tuve durante algunos años. La he perdido. La novela de Aurora Venturini me hizo recordar el episodio y, en algunos momentos, me dejé llevar por la imaginación: Nanina Paz es la mujer que escribió aquella carta que no respondí; esta presentación es la respuesta que faltó entonces.

Germán García


Capitulo 8.
NANINA PAZ
Testar a Nanina significó para mi incursión rorscharchariana.
La manipulación de las diez láminas que ella interpretaba según la mancha elegida y las sugerencias.
Varias veces volvió sobre la misma mancha.
Cuando el examinado se siente dominado por el test, destendido del examinador, soliloquia -o dialoga- con el entintado motivo. Aunque yo tenía un grabador prefería anotar: triunfo del humanismo encima de la minúscula ayuda del aparato.
Se nos venían las horas, y sin percatamos aquello que fuera un juego de proposiciones iba avanzando hacia lo vivencial ya imparable y tragedioso.
Por momentos yo misma me advertía dominada por esas formas que superaban la llana superficie de lámina imponiendo un extraordinario sésamo ábrete al hermetismo rezagado.
Nanina tuvo sobre la mesa las diez láminas y comenzó a interpretar los motivos.
Sabía como manipular el Rorschach.

Lámina 1 en posición correcta:
Dos curas bailando y en el centro, una mujer a la que le toman las manos para girar.
La misma lámina invertida:
La silueta de Godzila, de espalda.
La misma lámina de costado:
Un perro aullando sobre una roca junio al mar

Lámina II en posición correcta:
Un hombre vestido de negro afeitándose en un espejo. Se perfuma con agua de colonia.
La misma lámina invertida:
La madre de Carrie crucificada en el marco de la puerta por su hija que temió que la matara. (De la película "Carrie").
La misma lámina de costado:
Una osa enorme parada sobre dos patas muy feas.

Lámina III en posición correcta:
Dos hombres de negro tomando café en la mesa de un bar.
La misma lámina invertida:
El hombre mosca
La misma lámina de costado:
Un hombre musculoso, desnudo, golpeando un yunque con una maza y asiendo a una mujer por los senos.

Lámina IV en posición correcta:
Un gigante con pies enormes sentado en un trono.
La misma lámina invertida:
Dos mujeres con el pelo suelto, arrodilladas, apoyando la nariz contra las partes sexuales de un demonio.
La misma lámina de costado:
Un perro ladrándole a un lagarto a punto de atacar.

Lámina V en posición correcta:
Un animal hembra visto desde arriba a punto de descender y atacar con las uñas de las patas.
La misma lámina invertida:
Un pavo real con gran sotana, frente al espejo en el momento de desplegar la cola y erguir el sexo.
La misma lámina de costado:
Un cocodrilo y dos enormes quelonios. Los quelonios sacan la cabeza fuera del agua y mastican al cocodrilo.

Lámina VI en posición correcta:
Un cuero de búfalo extendido y en el extremo superior, un tótem emplomado de negro, con bragueta abierta que expele semen.
La misma lámina invertida:
Una monstrua con patas de pájaro que se rasca la espalda contra la espalda de una pequeña víctima hembra.
La misma lámina de costado:
La misma sombra colérica de dios echando a Adán y Eva del paraíso, escena reflejada en un lago apacible y quieto.

Lámina VII en posición correcta:
Dos chicas peinadas con cola de caballo, mirándose y bailando algo gracioso.
La misma lámina invertida:
Las mismas chicas bailando algo gracioso y chocando sus cabellos sueltos.
La misma lámina de costado:
A la izquierda un león, en el centro de la cara de un hombre enojado, a la derecha un rinoceronte.

Lámina VIII en posición correcta:
Dos osos con el sexo erguido, vestidos de negro hasta los pies tomados de la mano de un demonio, visto desde arriba.
La misma lámina invertida:
Un gigante arrodillado sosteniendo dos osos por las patas traseras al borde de un oscuro y pestilente precipicio.
La misma lámina de costado:
Un oso caminando sobre el borde de un acantilado.

Lámina IX en posición correcta:
Dos encapuchados sentados sobre bancos de piedra tocando flautas. Una mujer enorme golpea el piso con un bastón y se toca la entrepierna.
Lámina IX invertida:
"Drácula", de B. Stocker. La mujer del bastón lo golpea y de adentro del monstruo emana sangre y semen.
La misma lámina de costado:
Una mujer vieja lleva a un niño de la mano, ambos suben una cuesta.
La mujer furiosa corta el pelo del niño con una tijera que extrae de un bolso con la figura de un elefante.

Lámina X en posición correcta:
Dos gemelas chupando el mismo cordón umbilical. Dos mujeres rubias peinadas de alto las empujan. En la parte superior, una mujer togada de cara y pestañas largas, trata de sostenerles las cabezas, mientras dos seres, acorazados quelonios, las golpean con hojas grandes y verdes.
La misma lámina invertida:
Dos gatos sentados sobre la cabeza de una vieja fea y narigona, en el centro dos caballitos de juguete. Son caballitos de mar. Abajo, dos escorpiones celestes con una hoja en la pinza. Los escorpiones intentan hostigar a dos mujeres que se pelean por otra mujer que está desnuda y les ofrece sexo. Todas muestran los dientes en actitud de furia.
La misma lámina de costado:
Un escarabajo gris sobre una nube roja que la mujer grande ensangrentó aplastando a la más pequeña. El escarabajo es alimentado con carne de gatito muerto. Una araña azul transporta una pluma verde al interior de una nube repleta de plantas venenosas. El hombre vestido de negro extrae sangre del cuerpo de una mujer. La mujer se traga un quelonio vivo y lo expulsa por el ano porque carece de vagina. Unas mujeres jóvenes son obligadas a beber de la nube venenosa.



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