BREVES- Lecturas comentadas-N°2-Abril 2017- Biblioteca del Centro Descartes #FRD30años

Hoja bibliográfica


Abril / 2017


La séptima función del lenguaje
(Laurent Binet, Seix Barral, 2015)


Leonor Curti


La muerte accidentada de Roland Barthes en marzo de 1980 y su ficcionalización como posible asesinato, es el puntapié inicial para el armado de un thriller satírico apasionante. Junto con el gran crítico francés del siglo XX, desaparece un documento que guarda un tesoro: el esclarecimiento de la séptima función del lenguaje: contraseña, llave maestra que abriría todas las puertas, derribaría muros; arma indestructible que podría cambiar la historia; la del pensamiento, la de los intelectuales, la de una nación, la del mundo. ¿Posee el lenguaje una función encantadora o mágica?
El comisario Jacques Bayard será el encargado de buscar dicho documento, que al momento se ha vuelto una cuestión de estado, pero considerándose neófito absoluto en el ámbito en el que su investigación se desarrollaría, se ocupa de encontrarse un intérprete, el profesor Simon Herzog, quien lo guiará como un lazarillo, por los senderos laberínticos de la lingüística y del pensamiento francés de aquellos años. Ambos se embarcarán en una suerte de road movie  literaria que los llevará a recorrer París detrás de Jakobson, de Foucault,  de Derrida, de Althusser, de Guattari, de Sollers, de Kristeva y de todo posible interesado en hacerse del valioso documento; irán a Italia detrás de Umberto Ecco; luego cruzarán el charco para llegarse a Cornell University donde se toparán con Chomsky, Rorty, Saïd, Searle y otros, en una conferencia sobre el giro de la lingüística de aquel entonces.
Es una novela desopilante, en la que no faltan los esclarecimientos teóricos (que Herzog debe hacer para Bayard), los perfiles narcisísticos de los implicados, la noche en los cabarets parisinos, las justas de saber y oratoria, los espías, los debates presidenciales (entre Giscard y Mitterand), el sexo desenfrenado, y una mirada irónica muy directa sobre la intelectualidad francesa, de la que pocos quedan a resguardo.
En el final, con una estrategia barroca y más allá del subjetivismo, del relativismo y del objetivismo, Binet nos conduce al punto en el que el arma más poderosa que el hombre parece tener es el lenguaje y su uso creador ( si no mágico) que puede torcer destinos y hacer de las falencias, fortalezas.
 


Garantías de felicidad
(Vanina Papalini; Adriana Hidalgo, 2015)


Maximiliano Fabi


No hace mucho, en una presentación televisiva, un alto funcionario de la ciudad de Buenos Aires respondía de esta manera a la pregunta del conductor respecto a aquello que aquel espera para su hija de la escuela secundaria a la que ésta asiste: “Que sea feliz”. Se entiende que esa persona posea un cargo público jerárquico en una sociedad como la nuestra: vivimos en democracia. Y no por nada nuestra cultura ha dado origen al libro Garantías de felicidad, de Vanina Papalini.
Papalini ha hecho algo que hoy, en un principio, uno creería imposible: en un mundo unidimensional, ha escrito un libro contra-hegemónico, contra-cultural; un libro crítico como acaso no se veía desde Dialéctica de la ilustración. Por supuesto que Adorno y Horkheimer lo tuvieron más sencillo: exiliados en los Estados Unidos, tuvieron la oportunidad de mirar esa cultura -que luego sería la nuestra- desde un lugar óptimo para la crítica: el del étranger. Pero en un mundo ya conquistado por la industria cultural, toda crítica a la cultura es necesariamente auto-crítica (es decir, exilio sin topos; extranjerización en el Estado absoluto); y basta un día de redes sociales para saber lo difícil que ello resulta al hombre actual…
Garantías de felicidad no es únicamente -por tanto- un estudio sobre los libros de auto-ayuda; o mejor dicho: sí, lo es. Pero en una época en que “auto-ayuda” es mucho más que un anaquel en las librerías de moda, un estudio de esos libros se vuelve necesariamente un estudio de la sociedad toda.
El libro de Papalini es por tanto un libro esencial para todo aquel que desee comprender la subjetividad reinante en las sociedades de masas del capitalismo avanzado, es decir, en la era del consumismo. Quizás por eso sea un libro como aquellos que gustaban a Nietzsche: intempestivo. Quiero decir que acaso no sea un libro para nosotros, sino para algún lector de entre unos trescientos o cuatrocientos años futuros. Confío en que para entonces vuelva a haber lectores, y en que algún miembro de esa hipotética raza rediviva tenga la suerte de toparse con un ejemplar arqueológico de este libro en el que Papalini escribe cosas como esta:
"En el extremo opuesto a las derivas a las que induce el "texto de placer" barthesiano, aquí no se estimula una lectura abierta a múltiples sentidos, sino que el lector es invitado a introducirse en una grilla previamente definida en la que el texto debe procurarle motivación para realizar un trabajo sobre sí, una tarea regulada y pautada por el autor, con ejercicios guiados, que conllevan la "cura" para su mal".
Ese Gibbon futuro podrá decir entonces: -Hubo una mujer al menos, en el siglo XXI, que les advirtió a dónde estaba yendo todo-.


Sugestión. Potencia y límites de la fascinación política
(Andrea Cavalletti; Adriana Hidalgo, 2005)


Carolina Saylancioglu
Una escritura que discurre con dialéctica no le impide a Andrea Cavalletti sostener la posición categórica de Hippolyte Bernheim: todo es sugestión1
Gran teórico de la sugestión, director de la clínica de Nancy en tiempos del auge de la hipnosis, Bernheim tenía una reputación tal que nadie en la ciudad osaba sentarse frente a él en el tranvía por miedo a ser hipnotizado.
Para explicar de dónde viene esa fuerza que en un contexto terapéutico podía hipnotizar a alguien y hacerlo cumplir una orden y en un contexto político puede conducir masas sin hipnotizarlas, Cavalletti va de la atmósfera a la escritura, pasando por el magnetismo animal, la mirada magnética, la imaginación, la imitación o el afán de emulación, y el teatro. Pero se topa con la barrera del carácter y la resistencia –voluntaria o no- como límites al contagio de la sugestión.  
Resistencia que llevó a Freud a la verdadera innovación técnica que constituyó el psicoanálisis comenzando por su renuncia a la hipnosis y la creación de la transferencia como lugar donde se interviene la palabra del sujeto y no al sujeto de la palabra. Al respecto, Cavalletti transcribe algunas escenas entre Charcot, Bernheim y Freud, y algunos pasajes que lo llevan a resaltar que la primera vez que Freud utiliza la palabra Widerstand (resistencia) en una página destinada a publicación, es cuando traduce el libro de Bernheim De la suggestion et de ses applications à la thérapeutique (1886). Freud utiliza el término moralischer Widerstand en un lugar fuertemente polémico del texto, dice Cavalletti (p.108), en el que Bernheim advierte que “no vaya a creerse que las personas impresionadas sean todas neurópatas, cerebros débiles, histéricas, mujeres […]. También son propensos a la sugestión campesinos, militares, gente de pueblo […]”. La impresionabilidad es variable, pero sin duda hay personas que ponen empeño en demostrar que no son hipnotizables, “rechazan aceptarlo conciente o inconscientemente; se hacen una especie de contrasugestión”.
Un año después, en una reseña al libro de Auguste Forel Der Hypnotismus, seine Bedeutung und seine Handhabung (1889) (El hipnotismo, su importancia y su manejo), Freud escribe que el exhaustivo trabajo de Bernheim que culmina con la afirmación tout est suggestion, “no se aventura jamás a plantear el problema de la sugestión misma, es decir, no intenta jamás una definición de ese concepto”. Lo cierto es que al efecto hipnótico propagado por Bernheim, que con la credulidad del amor producía una obediencia ciega, Freud responde con la invención del psicoanálisis, haciendo a la vez su aporte para develar el secreto del método sugestivo.
Así, en Psicología de las masas… de 1921, Freud vuelve a acercase al enigma de la sugestión con una nueva interpretación: la palabra Suggestion se explica a su vez con la palabra Liebe. Este explicarse de una palabra por otra, este explicarse de la palabra Suggestion por la palabra Liebe, será de lo que la economía libidinal se trata. De aquí tomará su fuerza la sugestión. La teoría libidinal -escribe Cavalletti- será el corazón del psicoanálisis, al que respecto de la sugestión considera un “relato marco”. Esto quiere decir que en este libro “el psicoanálisis no es sino una singular excepción en la larga historia de las fuerzas sugestivas” (p. 99).
Por su parte, Cavalletti irá a fondo con el tópico de la sugestión con el fin de acercarse a una explicación de las fuerzas que mueven a las masas hoy (y ayer), para arribar a una hipótesis acerca de la biopolítica actual.
Pero la cuestión no se agota allí. El drama del sugestionador-sugestionado tiene su magnífica realización en la nouvelle Mario y el mago de Thomas Mann, de la que Cavalletti se sirve como eje de principio a fin de su libro. Afirma con fuerza que en Cipola, el mago sugestionador del cuento, se reconoce a Mussolini. Y que en la atmósfera hostil, desagradable, de contrariedad, irritación y sobreexcitación de Torre di Venere se reconoce una metáfora del clima del fascismo, en el que la sugestión tomó cierta dinámica. Había una “vigilancia mutua”, una “política patriotera” y una “idea de nación”. Respecto de ese “general estado de ánimo muy difícil de captar”, Thomas Mann hace en  su cuento algunas reflexiones sobre la voluntad y la libertad. En consonancia con el Widerstand freudiano y en respuesta a la pretensión de dominar la vida, aparecerá  en el cuento el término “resistencia crítica” como aquella oposición que saldría de la “confusión de los ánimos”. Se puede decir que la expresión “resistencia crítica” representa, a su vez, al cuento de Mann como respuesta a la vivencia sufrida en Torre di Venere.
De nuevo, ¿por qué esa fuerza en la afirmación respecto de estas metáforas? Es la potencia de la alegoría, responde Cavalletti, sin dejar de reconocer que el efecto de la alegoría es a su vez sugestivo.
El obedecer, reverso de mandar, “la pobre voz del amor y del deber”, en palabras de Thomas Mann, encuentra un límite en el cuento. La violencia hegeliana, el temblar ante la muerte de la esclavitud, se resuelve con la sugerencia de Erika Mann (hija de Thomas), a partir de la cual lo visto se convierte en una nouvelle, “y la fascinación de la que era presa el padre-espectador se disuelve en el nuevo sonambulismo de la escritura”. El genio de Cipola quedará anulado por el genio de Erika Mann.
Con Cavalletti, ni la escritura quedará por fuera de la sugestión, a la que en mayor o menor medida, nada escapa en este libro. Sin embargo, el drama dialéctico que tiene por núcleo el genio de la sugestión se transcribe y en “el orden sin poder de la escritura se anuncia así el final de toda mágica autoridad” (p.200). Quizás sea ésta otra alegoría.
Continuaré en otro texto una elaboración acerca de la subversión que plantea el psicoanálisis a un sujeto cuya sugestión acaso llegue al punto de que ni sepa que habla.


1 Esto fue destacado por Leonor Curti en el comentario que hizo del libro durante el curso breve que dio Germán García en febrero de 2017 y que tomó el título del libro de Cavalletti: “Potencia y límites de la fascinación política”.



Agradecemos los comentarios enviados por nuestras colegas Leonor Curti, Maximiliano Fabi  y  Carolina Saylancioglu

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