El otro cuerpo del amor – Graciela Musachi*

Si en la tapa de este libro solo dijera Musachi o G. Musachi, un lector atento se daría cuenta de que Musachi es mujer. Habla – mejor dicho escribe – hasta por los codos. Ella misma lo dice: “Ella habla hasta por los codos”. Pero ella sabe lo que dice, al menos cuando habla de psicoanálisis, filosofía, historia, religión, los grandes momentos de la ciencia.
He aprendido mucho con este libro. Me ha llevado a leer al filósofo catalán Albert Rivas y sus trabajos sobre el “Complejo nihilista de occidente”, el “horror vacui” y sus relaciones con oriente, evocándome los trabajos de F. Julien. Me ha llevado, también, a releer pasajes de Freud, Lacan y otros analistas contemporáneos del primero y a sus extravíos.
Es un libro erudito que está a la altura de una función de brújula para la lectura del Seminario 20 de J. Lacan, Aún.
Me lo representé como uno de esos pequeños barcos que guían a los transatlánticos para entrar en puerto. “El otro cuerpo del amor” podría ser esa barca – en femenino – que hace entrar conceptos del Seminario 20 en nuestros débiles puertos mentales. Me refiero a la debilidad de todos los que no elegimos la locura.
He pensado por qué Graciela Musachi me invitó a compartir esta presentación. Algo extraje de la dedicatoria que me escribió en su libro: “Para GS, con el deseo de que nos encontremos en este libro.” Por mi parte doy por satisfecho ese deseo.
Más allá del affectio societatis en el Campo Freudiano, de que nuestra relación con el psicoanálisis – cada uno la suya – esté indisolublemente ligada a Germán García y un gusto compartido por el humor, me he encontrado en algunas de las preguntas que la orientaron.
Ella las resume en una, al principio: “¿Por qué hay tantas mujeres en el psicoanálisis?” Recientemente he podido testimoniar públicamente de la modalidad con que una pregunta resonante con la de Graciela Musachi se me presentó: “La mujer, ¿qué sabe?”

El misterio femenino se lleva bien con el psicoanálisis. Este es la mística queda, al decir de Graciela Musachi. No da la última respuesta – ¿la hay acaso? – pero cree en ella sin creerle todo lo que dice.
Es una respuesta menos tonta que el rechazo de lo femenino porque hace existir aquello que el significante no llega a nombrar en cada encuentro – singular – con el otro cuerpo del amor.
Al modo de David Gilmour , el crítico de cine que recomendaba a su hijo las mejores y las peores películas porque en todas encontraba algo a extraer, Graciela Musachi toma ese binomio cuerpo-amor del título de un libro de Norman Brown: El cuerpo del amor. Pero solo para felicitarlo por haber tomado dos puntos álgidos para el psicoanálisis.
¿Cómo se articulan un tormento – el cuerpo – y un misterio – el amor? Luego de saludar a Brown por ese hallazgo todo el libro es el desarrollo de las consecuencias de esa palabrita que la autora agrega: “otro”: “El otro cuerpo del amor”.
Este agregado complica todo, ya que es mucho más sencillo, pero más mortífero, arreglárselas con el propio cuerpo, “el otro cuerpo nos pone en movimiento” (pp. 105). Esta frase me parece un buen ejemplo de la precisión que Graciela le da a su escrito.
Es un decir bien lo que está en lo bordes de lo indecible. Por eso sus referencias son los psicoanalistas más osados, la religión, la ciencia, las mujeres en cada uno de estos campos.
De las referencias a los primeros aprendí que Lacan definió la extimidad – esa íntima exterioridad en el centro del serhablante – casi tan bien como Lou Andreas Salomé.
De las referencias religiosas aprendí, entre otras cosas, el lugar del retrete en la génesis del dogma luterano y la conexión con la versión que relaciona al amado con el objeto excrementicio, en Swift.
Las referencias a la ciencia me enseñaron – no sin sorprenderme – que hay una neuroteología que discute si Dios es el origen del cerebro o éste el origen de Dios. Es la versión de la religión atravesada por la ciencia: hasta la existencia de Dios requiere demostración científica. A su vez, vemos como la religión va en apoyo de la ciencia dando sentido a sus locos efectos en lo real. Recuerdo por ejemplo el caso de una madre muy añosa en Italia. Tuvo un hijo con más de 60 años con técnicas de fertilización. Sus primeras palabras a la prensa – tuvo tratamiento mediático – fueron “Gracias a Dios y a la ciencia…” Uno no va sin el otro.


Humor
Quiero destacar un rasgo de humor que encontramos en los títulos y que supongo que tienen como efecto para la autora – es lo que me sucede cuando tengo un pequeño logro de ese estilo – un entusiasmo para acometer la tarea de la transmisión. Para el lector, el efecto es de alivianar el acercamiento a los conceptos, sin perder seriedad.
Algunos parecen verdaderos títulos de prensa…amarilla? Por ejemplo:”Nuevos sacerdotes del amor tratan de enredar a Freud”. Parece que una secta está intentando sacar provecho de una estrella de la TV, o de problemas en las relaciones entre la Iglesia y el estado. Se trata, en realidad, de la desviación de las utopías comunitarias de la época, incluido el hinduismo – que era el Oriente que Freud tenía como referencia – y su tratamiento del inquietante elemento místico.
Otro título: “”Ingenuos” misreadings mistificantes comparecen ante Lacan”. Suena a un grupo de vecinos disconformes que se presenta ante el presidente de algún consejo deliberante, o líderes piqueteros desacreditados por la prensa ante un juez. Pero no, se trata de una de las aristas del misticismo oriental para situar aquello que Freud había atisbado: el misterio del cuerpo femenino como otro cuerpo del amor.
También están los títulos que parecen las últimas novedades de los suplementos de ciencia: “Una mujer es un conglomerado de albuminoides” sería por ejemplo: “Se descubre la causa de…Una mujer…” Esto predispone bien para seguir a la autora en su pregunta ¿Cumple la ciencia una función análoga a la mística religiosa para una mujer en nuestro tiempo? ¿Eso logrará articular algo de esa Otra, cuando la palabra de amor está tan devaluada en nuestros días?
Otros títulos parecen slogans publicitarios: “Puro amor francés”. No es un perfume. Se trata del debate alrededor del amor puro y el quietismo en Fénelon, siguiendo al historiador Jacques Le Brun, las transformaciones del debate en Kant, Schopenhauer y otros, por ejemplo la problemática del vacío como horror vacui en el pensamiento occidental y del vacío como plenitud en la mística oriental. ¿Nos está proponiendo a Oriente como la mujer de Occidente?

Pero quizá el título que más me llamó la atención fue el del primer apartado: “Yahoo!” No sabemos si grita de alegría o si se trata del famoso servidor de Internet, otra figura de Dios. Pero se refiere a la mencionada visión excremental de la anatomía de Swift. El hombre como Yahoo es la inmundicia, la porquería. También se ocupa de la interpretación satánica de la mujer, más específicamente de su cuerpo.

De los tres capítulos finales uno es un viaje en el tiempo que nos da la medida de lo que es un estilo. Musachi hace treinta años no decía lo mismo que ahora, pero ya se veía venir lo que nos dice hoy, también con un toque de humor. Una de las historietas que comenta – Krazy Kat – nos plantea el malentendido de la comedia de los sexos y el real en juego solo accesible a tientas, a través de semblantes que fallan. Un ladrillazo en la cabeza puede recubrir un mensaje de amor y la historieta en sí es un ladrillazo al sueño de que el amor escriba la verdad de la mujer.
En el último capítulo, la autora da muestra de lo que es saber leer lo que está escrito en lo que se dice, incluso en imágenes. Al concluir nos deja con un objeto, una papa caliente, un híbrido como corresponde a la época: esa mirada sonorizada que nos captura.
Quiero destacar para concluir un logro de Musachi que no es sencillo. Si bien se trata de un libro erudito, con muchas referencias, denso conceptualmente, la autora logra igualmente que sea de agradable lectura. Difícil combinación pero, evidentemente, posible.

Gustavo Stiglitz


* Texto del comentario realizado en la presentación del libro "El otro cuerpo del amor: El Oriente de Freud y Lacan" de Graciela Musachi. Fundación Descartes Lecturas Criticas - martes 22 de junio 2010. Presentaron: Gustavo Stiglitz y Ezequiel De Rosso, Coordino Emilio Vaschetto.

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