Élisabeth Roudinesco, plagiaria de sí misma

Nathalie Jaudel


“Me era preciso por medio de estos Escritos poner una barrera a las codicias ya en marcha de los falsarios siempre de servicio bajo el estandarte del Espíritu.
Jacques Lacan, « Discours à l’ORTF »



Élisabeth Roudinesco ama a Lacan.
Ella lo ama « contra viento y marea »… como Charlène Wittstock a Albert de Monaco
1.
Ella lo ama, ama contra viento y marea, el hecho de que él fuera un « clown », que se asumiera como tal, nos lo anuncia ella desde el exergo de su última obra
2.
Ella lo ama, ama contra viento y marea sus « excesos » (LECT, p. 13), su « manía del neologismo » (LECT, p. 14), su odio a las madres y su compasión por los padres (LECT, p. 49), sus mentiras (LECT, p. 48), sus « crisis de rabia y de despecho » (LECT, p. 23), su hermetismo (LECT, p. 26), los conceptos que toma prestado sin decirlo (LECT, p. 31), su « culto a la ausencia de archivos » paradojalmente correlativo a una obsesión de dejar una huella para la posteridad (LECT, p. 66-67), su « perder de vista, con el correr de los años, la esencia conflictivo del diálogo » (LECT, p. 86) a menos que se trate de su « incapacidad », desde siempre, « de dialogar con quien sea » (LECT, p. 82), sus derrapajes (LECT, p. 86), su semejanza con las histéricas de Charcot (LECT, p. 74), su sumisión « más allá de lo que es razonable, al ritual de la presentación de enfermos » (LECT, p. 21), sus camisas extravagantes (LECT, p. 74), su adoración por los Ciento veinte días de Sodoma (LECT, p. 119), sus transgresiones (LECT, p. 171), sus « celos » y sus « alusiones más bien ridículas » (LECT, p. 162), el riesgo tomado por él de « volver a reunir a los secuaces del oscurantismo o los anti-Luces » (LECT, p. 20).
¡Qué bello amor aquél que supera esos desagradables desórdenes…!
Ella lo ama tanto que ha tenido el anhelo -nos lo dice en ese último opus muy oportunamente de acuerdo con el calendario mediático-conmemorativo y que, no dudemos de ello, « hará época »
3, tanto como las obras precedentes de la más eminente historiadora del psicoanálisis en Francia-, de « hablar otro modo y de manera más personal esta vez, del destino del último gran pensador de una aventura intelectual que había comenzado a desplegar sus efectos a fines del s. XIX […]. » Y agrega: « Quisiera que este libro sea leído como el enunciado de una parte secreta de la vida y de la obra de Lacan, un vagabundeo a través de senderos desconocidos […]. Quise evocar por fragmentos otro Lacan… » (LECT, p. 13).
Entonces nuevamente Lacan, se dice el lector feliz, el del secreto y el de lo desconocido. Y naif el lector, si cree que se tratará de hablar de él de otro modo, diferente a aquél de las obras precedentes que ella le consagró, especialmente su Jacques Lacan, Esquisse d’une vie, Histoire d’un système de pensée,publicado en 1993 y reeditado en edición de bolsillo en 2009
4, o su Généalogies 5, ensayo de « ego-historia » en parte destinado a responder a los detractores del anterior, o su libro sobre la familia 6, o sus artículos y conferencias sobre el estadio del espejo 7, o los archivos 8, y, primus inter pares, esa cumbre titulada « La lista de Lacan » 9.
Pero, avanzando en su lectura, cuál será la sorpresa del susodicho lector, por poco familiarizado que esté con los trabajos de Élisabeth Roudinesco… ya que, en suma, de nuevo, de secreto, y de desconocido, solo hay enormes repeticiones, palabra por palabra muy frecuentemente, trozos enteros de sus escritos anteriores con los que nos gratifica Élisabeth Roudinesco. Y más avanza la obra, más numerosos se hacen esos préstamos que crecen en número y en volumen.
Un compendio [digest].
Un patchwork de copias-pegadas.
Un auto-plagio.
Ciertamente, ella lima los excesos de los opus anteriores, así como también erosiona las numerosas fórmulas terminantes, los ataques virulentos, los matices ultrajantes, los reproches mordaces.
La jueza se vuelve compasiva, la ferocidad toma un aspecto de compunción, los ataques se velan con alusiones.
Así, Élisabeth Roudinesco no vuelve a decir más que, a partir de 1963, « Lacan estaba sin aliento » y que él había « elaborado lo esencial de su doctrina… »
1. Ella escribe a partir de ahora : « Es entre 1953 y 1963 que Lacan elaboró lo esencial de su sistema de pensamiento[…] él ofrece a los que lo rodean, durante diez años, lo mejor de sí-mismo » (LECT, p. 77-78).
Ella no vuelve a decir más que Lacan pasó de « La potencia y la gloria »
11 a un « Psicoanálisis, grado cero » 12, ella misma preludia la erección de una « Tumba para un faraón » 13 ; se contenta con mencionar discretamente una « apoteosis inmediatamente seguida del crepúsculo » (LECT, p. 71).
Ella no le reprocha más que sea un « plagiario »
14, sino « que esté siempre pronto a borrar el archivo original » (LECT, p. 31)…
Ya no se trata más de « caja de milagros para secta mesiánica »
15 ni de « disolución de su enseñanza en una tina con fórmulas » 16 ; menos aún de « báscula en un ejercicio lenguajero de la psicosis » que conduce a « disolver su enseñanza en una lengua hecha casi exclusivamente de retruécanos[calembours], de alógrafos [allographes], de palabras –clave [mots-valises] y de neologismos que recuerdan a los significantes fundamentales de su doctrina y de su historia » 17. El tono es en lo sucesivo más mesurado: « manía [u obsesión] del neologismo » (LECT, p. 13 et 84), « manía topológica » (LECT, p. 84), « auto-aniquilamiento de la lengua » (LECT, p. 88), « frenesí por los nudos y por las trenzas » (LECT, p. 122) bastan. Quienquiera comprenda.
La actualidad no pide más hacer de él el « doble » de su paciente Marguerite Anzieu — esta paciente del hospital Sainte-Anne que Lacan rebautizó Aimée, y cuyo caso clínico constituye lo central de su tesis de medicina sobre la paranoia en 1932 —, esta « mujer autodidacta y solitaria, cuyo destino hubiera podido ser el suyo (el de Lacan) si, en lugar de acceder a una carrera médica, él hubiera basculado entre la errancia y el delirio. Probablemente hizo falta que la paranoia fuera femenina para que el hijo de Alfredo pudiera contemplar, en el espejo que Aimée le sostenía, una imagen invertida de su propio universo familiar: un universo de normalidad en el que reinaba sin embargo, bajo el emblema del amor cotidiano, la desmesura enmascarada de una locura de larga data. » (JL, p. 1565).
El comentario se vuelve en el presente más sigiloso, como la iluminación tamizada de esas « Luces sombras » de las que él hubiera sido un partidario (LECT, p. 19) : « Lacan hubiera podido como [Louis Lambert], apagarse en la errancia si no se hubiera, por su entrada en el saber psiquiátrico, confrontado con la locura asilar, es decir, confrontado con esa parte de sí-mismo que lo reenviaba a una genealogía familiar atormentada: un hermano -Marc-François- que eligió el encierro monacal, una madre -Emilie- que no sabrá jamás en qué hombre se convirtió, un padre -Alfred- que quería hacer de él un comerciante de mostaza. » (LECT, p. 24)
¿Lo ignoraba usted, querido lector? ¡Si su hermano abrazó una vocación religiosa, si su madre falleció demasiado joven como para haber conocido su éxito [Emilie Lacan murió cuando su hijo tenía 47 años], y si su padre hubiera querido hacer de usted su sucesor en el comercio, usted pasó cerca de la locura y de la errancia!
O, siempre a propósito de Marguerite Anzieu, maldita inspiración del estilo: « Al término de una increíble investigación, el brillante psiquiatra se apropió del destino de esta mujer para construir un “caso”, en el cual proyectó no solamente su propia representación de la locura femenina, sino sus obsesiones familiares y fantasmáticas. Le esconde a Marguerite sus textos, sus fotografías y toda la historia de su vida con una avidez feroz y sin restituirle jamás nada. En ese sentido hubo entre ellos una distorsión constante, una frialdad, una hostilidad que nada pudo colmar. Ya que si Lacan no se interesaba en esta mujer más que para ilustrar su doctrina de la paranoia y redactar una obra teórica que iba a hacer de él el fundador de una nueva discursividad freudiana, ella rechazaría sin cesar el papel que él quería hacerle jugar. »
18
En 2011, Élisabeth Roudinesco juega la carta de la moderación. Luego de largos desarrollos, inéditos e innovadores, sobre la dificultad contemporánea para redactar grandes relatos de casos, referida al culto de laautoficción que convertiría a los pacientes en « los confesores de sus propias neurosis », el pasaje antes mencionado es tratado en estos términos : « Entre el psiquiatra y Marguerite no hubo jamás la menor armonía. Ella no buscaba solamente ser curada o ser tomada a cargo, y él no buscaba convencerla de que se viera como una paciente, puesto que sólo se interesaba en esta mujer para ilustrar su doctrina de la paranoia. En cuanto a ella, siempre rebelde, rechazaba ser un “caso” y le reprochó toda su vida el haber querido hacer de ella lo que ella no era. Esto no hizo sin embargo que las entrevistas que tuvieron fueran negativas. Y cuando ella salió de la internación asilar cesó, no de delirar, pero sí de cometer actos que podrían haberla perjudicado 19. (LECT,p. 61) […] Le reprochaba en efecto, a Lacan haberla tratado como un “caso” y no como un ser humano, y de no haberle devuelto jamás los manuscritos que ella le había confiado cuando estuvo internada en el hospital Sainte-Anne. Para ella, Lacan se convirtió en eso que ella había soñado ser y, para eso, él le había ocultado su bien más preciado: su escritura. » (LECT, p. 63).
Ya no más grandiosas antonomasias —Su Majestad, El Gran Timonel— o comparaciones con el Diablo, con Fausto, con Ubu; menos menciones a su avidez por el poder y el reconocimiento; no más —o muy poco— del Lacan obsesionado por el plagio, viendo complots por todas partes, demente desde 1970, manipulado por su entorno en la época de la disolución, ensombrecido « en el estupor mudo de una gran afasia nietzscheana » (JL, p. 1930) o « en la mostración infinita del planeta Borromeo » (JL, p. 1980); no más denigración de la « sesión corta » transformada en « no-sesión » y cuya principal motivación era la acumulación de una inmensa fortuna.
Ataca violentamente a Jacques-Alain Miller en el JL, no solamente lo acusa de haber traicionado -en relación a lo que concierne al establecimiento del Seminario- los deseos de un suegro que no había podido disponer de todas sus facultades, sino también de haberse asegurado « una empresa considerable sobre la obra lacaniana: jurídica e interpretativa » (JL, p. 1998-99 ; Généalogies, p. 111). A partir de ahora es gratificado y en un buen punto: su nombre está, en tanto « transcriptor del Seminario, de pleno derecho, y a justo título, al lado del de Lacan » (LECT, p. 112).
Pero encontramos también allí los caballitos de batalla [dadas] habituales de Élisabeth Roudinesco, y ese estilo inimitable en el que los superlativos más estruendosos (interpretación magistral, obra fastuosa, comentario deslumbrante, terminología lujuriosa) se codean con las alusiones más denigrantes.
Lacan personaje balzaciano, cuya historia sería la de la juventud de Louis Lambert, la de la madurez de Horace Bianchon, la de la vejez de Balthazar Claës (LECT, p. 23-24, JL, p. 11). Lacan teniendo « horror a sus orígenes » (LECT p. 22, JL, p. 1528) y habiendo sido su propia madre y su propio padre (LECT p. 22, JL, p. 1797; p. 1864; p. 1899). Lacan ávido de poseer cosas y seres, hasta « devorándolos » (LECT p. 22 y 73, JL, p. 1929). Lacan predicando una « revalorización » del padre (LECT, p. 22, p. 43, JL, p. 1944), que hallaba su fuente en sus propias dificultades familiares (LECT, p. 48-49, JL, p. 1522, p. 1843, p. 1850) y especialmente en su dificultad para ser padre (LECT p. 22, JL, p. 1844). El hecho de que hubiera escapado por muy poco a la pretendida locura de su familia (LECT, p. 24, JL, p. 1565). El interés concedido a la topología y a los nudos al final de su enseñanza rebajada a una « tentación del saber absoluto » (LECTp. 25, JL, p. 1930; p. 1940). Su fascinación por los extremos (especialmente por Joyce, Maurras, Bloy, Nietzsche: LECT, p. 22 et JL, p. 1528; p. 1579; p. 1589; p. 1629-30; p. 1946-50) y por la locura (LECTp. 22, JL, p. 1630), especialmente femenina.
Primera entre esos caballitos de batalla [dadas], la pasión de la historiadora: demostrar que ella ha descubierto fuentes nuevas e inéditas, que ha puesto al día fragmentos de verdad hasta ahora mantenidos como secretos. Que esas fuentes sean inexistentes o de valor histórico dudoso y la conduzcan a proferir alegatos infamantes o que hayan sido, contrariamente a lo que afirma, ya difundidas, le importa poco.
Así el descubrimiento, gracias a ella de un manuscrito de Marguerite Anzieu del 21 noviembre de 1931, « inédito hasta ese día », formando parte de la colección de René Allendy y que revelaría, según ella, que la paciente de Lacan se había beneficiado muy poco con las entrevistas con él, porque cinco meses después de su internación ella continuaba delirando. Ese manuscrito, tomemos nota, habría sido « confiado » a Élisabeth Roudinesco por Julien Bougosslavsky, a quien calurosamente agradeció (LECT, p. 61).
¡Descubrimiento inaudito! ¡Un inédito de Marguerite Anzieu, cayó por milagro en las manos de Élisabeth Roudinesco! El único problema es que esta carta era notoriamente conocida quince meses antes de la publicación de Lacan, envers et contre tout. Efectivamente ella fue vendida a Artcurial el 14 de junio de 2010 por el estudio Briest-Poulain-F. Tajan
20; su reproducción integral figuraba en el catálogo de venta, además teledescargable libremente…
Además del gusto por los inéditos, a Élisabeth Roudinesco le gustan las incongruencias. De este modo no duda en escribir que, « apurado por volver a la escena de la IPA y vengarse por la humillación sufrida, Lacan pronuncia una segunda conferencia sobre el estadio del espejo, en Zurich, en 1949. » Ahora bien, ¿de cuándo data « la humillación »? Esta se debió al hecho de que su conferencia en Marienbad fue interrumpida por Ernest Jones, del cual Lacan habría querido vengarse « apurado ». Data de 1936… Es decir, trece años antes. Muy apurado, en efecto.
Encontramos también algunas novedades. Algunas de ellas no sin relación con los trabajos recientes de otros autores. Un interés nuevo por la voz de Lacan, a la que le consagra un capítulo entero, algunos meses después de la aparición del Portrait silencieux de Jacques Lacan
21 de Claude Jaeglé, por cierto mencionado. Un interés más nuevo todavía por las relaciones de Lacan con Mallarmé, posterior al Mallarmé le livre 22, de Joseph Attié, con prefacio de François Regnault, éste no citado. Pero sin duda se debe al hecho de que se trata de uno de sus « epígonos » por los cuales ella experimenta el más profundo desprecio. Un Lacan súbitamente convertido en « pensador de la angustia » después de la publicación del Seminario, Libro X, al que la historiadora le había acordado muy poco interés. Citas extraídas del Seminario, Libro XVIII, De un discurso que no sería del semblante, recientemente establecido por Jacques-Alain Miller y que hasta entonces no había retenido su atención.
He aquí algunas de esas comparaciones a las que les presta tanto afecto, hasta ahora inéditas: Lacan queriendo ser Salomón, hijo de David (LECT, p. 23); Lacan comparado al viejo Edipo « tirano venido a menos con los ojos destruidos, exilado en Colona y maldiciendo su descendencia » (LECT, p. 25), o a « Aramis admirador de Fouquet » (LECT, p. 122); Lacan « entre Max Ernst y La Fontaine » (LECT, p. 119); el interés por los escudos de la familia Borromeo traído con el objetivo de desviar la atención de su propia genealogía (LECT, p. 76).
Reflexiones, nuevas ellas también, y portando la marca del sentido común, respecto al hecho de que la palabra « puede también transformarse en un instrumento de destrucción cuando sirve de soporte a anatemas, rumores y complots. » (LECT, p. 72).
Aparece igualmente la idea de un «s. XXI ya lacaniano », que claro, debe entenderse como poniendo a cuenta de Lacan todas las bajezas del malestar contemporáneo de la civilización. Así, « la fascinación actual […] por la exhibición, femenina en general, de objetos extraídos de los cuerpos humanos […] hasta las prácticas más perversas — necrofilia, coprofilia » sería « la herencia inesperada de esta política del goce y de lo femenino puesta en obra por Lacan […] » (LECT, p. 107-108).
Finalmente confidencias -es la vertiente « más personal ». Élisabeth Roudinesco se sorprendía, cada vez que se encontraba con Lacan, por la capacidad de éste para hacer varias cosas a la vez (LECT, p. 83); sería el mismo Lacan, nos enteramos, quien la habría « convidado » a adherir a la EFP en 1969 (LECT, p. 86)— curiosamente, mientras que en una de sus obra anteriores, Généalogies -que era ya « muy personal » y calificada como « ego-historia »- relataba « [sus] orígenes, [su] infancia, [su] formación intelectual »
23 y especialmente la llegada de Lacan a la casa de sus padres cuando ella era niña, y no daba allí esta versión de su adhesión a la EFP 24 . Por otro lado, en ocasión de una visita a la casa de campo de Lacan, hacia 1970, ella habría « percibido la “cosa” secreta [L’Origine du monde de Courbet] »; y a fines de 1979, tuvo « la ocasión de hablarle. Su rostro ya había girado hacia el mundo de un silencio infinito y su mirada permanecía huidiza como atraída por este otro lado inmemorial. » (LECT, p. 175).
Vayamos ahora al auto-plagio.
Acerca del estadio del espejo (capítulo III): las páginas 31, 32, 33 están en parte compuestas por pasajes de las páginas 1632, 1640, 1641 de JL.
Acerca del sujeto (capítulo IV): la página 35 está compuesta de extractos de las páginas 1646 y 1648 de JL. Las páginas 36, 37, 38, 39 retoman de manera idéntica las páginas. 52 y 53 de la contribución de Élisabeth Roudinesco al Lacan de Jean-Michel Rabaté
25. El capítulo completo está pues tomado en su casi totalidad de textos anteriores del autor.
Acerca de la familia (capítulo V) : con excepción del parágrafo de introducción, las páginas 41 a 44 están compuestas de extractos de manera idéntica a otra obra de Élisabeth Roudinesco, La famille en désordre
26.Las páginas 48 y 49 resumen, retomándolas, las páginas1695-85 de JL sobre los asuntos de familia de Lacan durante la Ocupación.
Acerca de Aimée (capítulo VI): se trata de un resumen de JL, un tanto atenuado, como lo vimos.
Acerca de los archivos (capítulo VII): si las dos primeras páginas retoman temas caros a Élisabeth Roudinesco, ya evocados en Généalogies, las páginas siguientes (p. 66 a 69) constituyen una retoma, palabra por palabra, de las páginas 23 a 25 de una conferencia dada por sus esmeros en la BNF en 2000 con el título « El poder del archivo » que fue publicada un año después de un compendio titulado L’analyse, l’archive
27.
Acerca del Seminario (capítulo IX): las páginas 84-85, dedicadas al comentario hecho por Lacan del Banquetede Platón, copian de manera idéntica muchos parágrafos de las páginas 1810-11 del JL.
Acerca del amor y de la mujer (capítulo X): las páginas 96-97, dedicadas a Françoise Dolto, retoman calcados, pasajes de las páginas 1803-1804 del JL; las páginas 104 y 105, consagradas a El Origen del Mundo, vuelven a copiar palabra por palabra, pasajes de la página 1732 del JL, después, siempre palabra por palabra y sobre el mismo tema, las páginas 187 y 188 de « La lista de Lacan »
28.
Acerca de los Escritos (capítulo XI): las páginas 109, 110, 111, retoman de modo idéntico trozos enteros de las páginas 1884 y 1885 del JL. Las páginas 112, 113, 114 retoman de modo idéntico trozos enteros de las páginas 1929 y 1930 del JL. La página. 115 resume la página 1896 del JL.
Acerca de la Cosa (capítulo XII): la página 121 retoma por partes la página 1822 del JL.
El capítulo XIII, el más largo del Lacan, Envers et contre tout —24 páginas— bate todos les récords. Se trata de una retoma, línea por línea, de la cuasi-totalidad del artículo « La lista de Lacan »
29.
El capítulo XIV, consagrado a Antígona, retoma breves extractos de La famille en désordre; finalmente, el capítulo XV, consagrado a « Kant con Sade », es casi inédito, dado que se trata de un texto sobre el cual Élisabeth Roudinesco se había inclinado ya muchas veces.
¡Qué homenaje más bello se le puede rendir a aquél que, cada semana, durante treinta años, se consagró intensamente a no repetirse nunca!
Todo esto sería anecdótico si Élisabeth Roudinesco no persistiera, contra viento y marea, en desconocer no solamente la significación sino también la marcha de la enseñanza de Lacan: multiplicando las aproximaciones que, en el mejor de los casos aplanan, en el peor desnaturalizan radicalmente su alcance y su filo, al reducirla a algunos aforismos pasados al discurso corriente —no sin acumular, por otro lado, sobre ellos los más groseros contra-sentidos, al machacar sin fin, series innumerables de neologismos, como perlas enfiladas unas tras las otras, sin comentarlas ni explicarlas por nada del mundo
30 ; al reportarse aún y siempre, después de casi veinte años, a los mismos textos, de manera aún y siempre aproximativa, sumaria, errónea. « El estadio del espejo »; « Los complejos familiares»; « Kant con Sade »; El Seminario, Libro VII, La ética del psicoanálisis; El Seminario, Libro VIII, La transferencia…
Los extractos que siguen, y que se supone explican al lector el pensamiento de Lacan, son, no solamente incomprensibles, sino que, nunca están -y a su cuenta y razón- acompañados de la más mínima nota. Se ignora de qué galera han sido extraídos. Jamás Lacan pronunció esas frases; lo más probable es que los términos empleados sean de aquellos que Lacan rechazaba con la radicalidad que era la suya, y el todo testimonia de un profundo desconocimiento de lo que aquél intentó transmitir.
- « Peligrosa y cincelada, [su] prosa interroga el desfasaje entre el objeto y su representación, reduciendo la realidad a una irrupción salvaje atravesada por fórmulas y arabescos. Según Lacan, toda realidad debe ser dicha de manera objetal, sin el menor lirismo, porque toda realidad es en principio un real, es decir un delirio » (LECT, p. 30);
- La nominación por el padre « permite al sujeto adquirir una identidad » (LECT, p. 49);
- Lacan habría forjado el neologismo « lalangue para definir la articulación del deseo a la lengua » (LECT, p. 73);
- La dialéctica del deseo y de la demanda es « síntoma de las intermitencias del corazón y del amor » (LECT, p. 80);
- « Lituraterre » parece tomar en broma el « Seminario sobre la carta robada » (LECT, p. 89);
- a propósito de la angustia: « Este “falta la falta” ahoga al deseo y se traduce entonces por fantasmas de auto-destrucción: caos, fusión imaginaria con el cuerpo materno, alucinaciones, espectros de insectos, imágenes de dislocación o de castración ( ???) […] Desde el punto de vista clínico, la angustia, cuando se vuelve patológica, puede ser superada si el sujeto logra desviarse de ese real traumatizante, y distanciarse del espanto de la falta, fuente de decepción » (LECT, p. 92);
- a propósito del amor: « [Lacan] no estaba lejos de mirar al amor como el salto dado por un astro oscuro a un objeto persecutorio que se sustrae a cualquier encuentro.» (LECT, p. 96);
- los términos hommelle y hommelette habrían sido inventados « para definir al hombre moderno separado de su primera virilidad » (LECT, p. 96);
- « la mujer es un suplemento » (LECT, p. 99);
- « el aforismo “no hay relación sexual” significa que la relación amorosa no es una relación sino más bien un lucha entre dos contrarios » (idem); « el amor es dar lo que no se tiene » es traducido como siendo « un don que no se puede dar » (LECT, p. 103);
- el goce sería « una posesión sin amo, una dominación sin dominante ni dominado » (LECT, p. 104);
- « Lacan transforma “La Cosa” en una pura falta, en un goce por medio del cual el sujeto se fusiona con el objeto: paraíso perdido, cuerpo reducido a sus excrementos, como lo expone Sade. »
Para concluir, un Lacan al revés [à l´envers] — y contra todo espíritu de sutileza, contra toda rectitud de pensamiento.
¿Qué queda de él luego de ser visto así «masticado con ganas» [croqué à belles dents] y pasado a la roudinette? Un libertino más o menos grandioso (tres ocurrencias : p. 15 ; p. 95 ; p. 165) ; un pensador focalizado sobre la Shoah (cinco ocurrencias : p. 16 ; p. 24 ; p. 120 ; p. 152 ; p. 168-169) ; un « espectador sensual de los desórdenes del mundo » (LECT, p. 77) ; un « pintor surrealista » (dos ocurrencias : p. 30 ; p. 32) ; un aficionado a gustos sofisticados [amateur d’ortolans]* (dos ocurrencias, p. 72 et 96) ; un amigo de los animales (LECT, p. 29-30 y 119), prendado de su perra, bien retribuido por ella (dos ocurrencias : p. 29 y 171) ; un hombre para quien « pensar contra sí-mismo » estaba referido no a una búsqueda que lo llevaba incesantemente a retomar los mismos conceptos para darles cada vez una vuelta de tuerca suplementaria, sino a las contradicciones entre su vida y su obra (LECT, p. 22 ; p. 49) ; un partidario del progreso (LECT, p. 15), que « rehabilitó el deseo de Revolución » (LECT, p. 52) — por otro lado, ¿con sus compañeros de ruta, no eran acaso « adeptos del bien común y del servicio público » ? (LECT, p. 21 et 173). ¿Pero un psicoanalista? Ciertamente no, salvo para mencionar hasta el agotamiento las sesiones cortas (LECT, p. 31, p. 111; p. 157), punto final. Envers et contre tout, Lacan psicoanalista y dirigiéndose a los psicoanalistas, Élisabeth Roudinesco no se preocupa por eso.
¡Oh, cómo ama a Lacan Élisabeth Roudinesco! Uno comienza a soñar que sea una mujer más ligera…
Por el contrario a los que ella no ama, es a sus « epígonos ». Abrazando la bandera de François Roustang
31, elle vuelve a sus alumnos responsables de todas las desviaciones del « lacanismo » : no contentos con ser los « enemigos de su disciplina y de su herencia » (LECT, p. 13), « permanecen enganchados a una lectura fija de sus textos » (LECT, p. 146) son ellos los « que contribuyen por su jerga a oscurecer su enseñanza » LECT, p. 27), a punto tal que, de todas las interpretaciones posibles del pensamiento de Lacan, « la peor [es] la de los epígonos » (LECT, p. 115). Además de la jerguita [jargonite] ellos sufren de una « postura melancólica, cierre frente a las cuestiones sociales, nostalgia » (LEf » (LECT, p. 158). Más terrible aún, con sus « interpretaciones ridículas » y « su ausencia de empatía», no solamente ellos han transformado la cura en « una aventura interminable, silenciosa, frustrante » sino sobretodo se desinteresaron, afirma, del sufrimiento subjetivo (LECT, p. 157). Élisabeth Roudinesco no come de ese pan; ella « confiesa » por otro lado no haber « jamás adherido mucho a esta ética del psicoanálisis » (idem).
Lacan, sí; los epígonos, no — ni al revés ni al derecho.
¿Cómo sorprenderse de que una tan fina especialista de Lacan —¡qué digo!, la « mejor »
32 !— que lo ha leído tan de cerca y que lo conoce tan bien como para haberlo encontrado personalmente cuatro veces al menos, esté en todas las emisiones de radio y en todos los programas televisivos o en casi todos los dossier de las revistas, cuando se trata de « evaluar su herencia » o « celebrar su desaparición » ?
Hay, no obstante, una obsesión de Lacan que ha escapado a su atención puntillosa y a su infalible radar-para-lacanerías: la de escapar a la suerte común conocida por Freud — la de que se « altere el sentido »
33 de su enseñanza; que se pueda hacer de ella una « utilización deshonesta » 34 ; « que uno escriba libros primero, con el firme propósito de informar después » 35.
Esta« oscuridad », este « hermetismo » que tanto le han reprochado, y su rechazo a publicar sus textos hasta una edad avanzada, eran al menos en parte deliberados. Apuntaban a asegurar el hecho de « que para referirse a ellos, era necesario estar decidido a leerlos »
36 ; a « prohibir las lecturas en diagonal » 37 ; a instalar « barreras contra los comentarios abusivos » 38 — a, finalmente, jaquear la impostura.
Esfuerzo estéril, es probable; pero no forzosamente para todo el mundo.
Traducción: Graciela Esperanza

1 « Albert y Charlène contra viento y marea », tal es el título destacado por la revista Paris-Match para comentar las primeras y agitadas nupcias, en junio de 2011.
2 Élisabeth Roudinesco, Lacan, envers et contre tout, Paris, Seuil, septiembre 2011. En adelante LECT. En las citas que siguen, las itálicas son nuestras.
3 Extracto de la contratapa de Lacan, contra viento y marea: « Historiadora, directora de investigaciones de la Universidad de Paris-VII, Élisabeth Roudinesco es la autora de numerosas obras que hacen época »
4 En adelante JL.
5 Élisabeth Roudinesco, Généalogies, Paris, Fayard, 1994.
6 Élisabeth Roudinesco, La famille en désordre, Paris, Fayard, 2002.
7 Élisabeth Roudinesco, « Le stade du miroir, concept et archive », in Jean-Michel Rabaté (dir.), Lacan, Bayard Centurion, 2005.
8 Élisabeth Roudinesco, L’analyse, l’archive, BNF, 2001.
9 Élisabeth Roudinesco, « La Liste de Lacan; inventario de cosas desaparecidas », in Éric Marty (dir.), Lacan et la littérature, Paris, El martillo sin amo, Manucius, 2005, p. 181-195.
1 JL, p. 1870 et 1954.
11 JL, título de la séptima parte.
12 JL, título del capítulo II de la octava parte.
13 JL, título del capítulo IV de la octava parte.
14 El término plagio es usado explícitamente por Élisabeth Roudinesco en el JL, p. 1910; muchas veces ella subraya que tuvo que tomar « prestado », « sin citar sus fuentes », por ejemplo en las páginas 1564, 1575, 1672, 1768, 1771, 1817, 1825, 1838, 1842, 1877.
15 JL, p. 1906.
16 Loc. cit.
17 JL, p. 1950.
18 JL, p. 1550.
19 Recordemos que Marguerite Anzieu había atacado y herido a una actriz con un cuchillo.
20 Libros y manuscritos. Vente n° 1677 – Lot n° 160. Catálogo teledescargable en:
http://www.artcurial.com/pdf/2010/1677.pdf
21 Claude Jaeglé, Portrait silencieux de Jacques Lacan, Paris, PUF, 2010.
22 Joseph Attié, Mallarmé le livre, Losanges, 2007.
23 Généalogies, contratapa et p. 9.
24 Ibidem, p. 53: « En 1969, yo acababa de entrar a la Escuela freudiana de Paris, menos por un gusto por el psicoanálisis que por deseo de sostener la enseñanza de Lacan y la “causa” que él defendía. »
25 Élisabeth Roudinesco, « Le stade du miroir, concept et archive », in Jean-Michel Rabaté (dir.), Lacan, op. cit.
26 Élisabeth Roudinesco, La famille en désordre, op. cit.
27 Élisabeth Roudinesco, L’analyse, l’archive, op. cit.
28 Élisabeth Roudinesco, « La liste de Lacan », op. cit.
29 Ibidem.
30 p. 25 : « Jules Lacue, jaclaque, affreud, ajoyce, l’Aimée de Mathèse » ; p. 49 : « père-Orang, père-vers, ânons du père, père-versement, père-version, permaître, père-ternité » ; p. 73 : « apparoler, bafouille-à-je, lalangalise, langager, langagien, lituraterre mi-dire, métalanguer, par-dit, parlêtre, parlance, etc. » ; p. 98 : « hommoinzin, homelette, homelle, hommodit » ; p. 99 : « l’a(mur), amourir, amort, âmer. » ; p. 119 : « achose, hachose, Achose, achosique ».
31 François Roustang, Lacan, de l’équivoque à l’impasse, Paris, Les éditions de Minuit, 1986.
32 LECT, contratapa.
33 Jacques Lacan, « Entrevista con Gilles Lapouge », releído por Lacan, Le Figaro Littéraire », 29 de diciembre de 1966: «Me peleo desde hace años para prohibir que se altere el sentido de Freud. He aquí que debo tomar las mismas precauciones para mí mismo.»
34 Ibidem.
35 Jacques Lacan, « Entrevista con Pierre Daix del 26 de noviembre 1966 », Les Lettres Françaises, n° 1159 del 1er al 7 de diciembre de 1966.
36 Ibidem.
37 Jacques Lacan, « Entrevista con Gilles Lapouge », op. cit.
38 Ibidem.
*NdeT: En Francia, “amateur d’ortolans” -que literalmente significa “amantes o aficionados de los hortelanos”- refiere a unos pájaros cuya caza y consumo están prohibidos. Debido a ello son muy raros y muy caros, e incluso se los degusta según un ritual particular. Así, con esta fórmula, al mismo tiempo se designa tanto una transgresión como gustos lujosos.





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