El título de mi trabajo surgió de la
discusión, en un grupo de investigación, sobre la intersección del arte y el
psicoanálisis. Comenzamos interrogando el concepto de creación, no tenemos que
dar por supuesto que todos acordamos en lo que esto significa.
Es mi intención presentarles un
recorte de lo trabajado, que nos permita vislumbrar cuáles serían las
intersecciones posibles entre el campo del psicoanálisis y el de la poesía, con
respecto al término creación.
El término griego ποιέω (poiesis)
significa crear. Esta
palabra, la raíz de nuestra moderna "poesía", en un principio era un
verbo, una acción que transforma y otorga continuidad al mundo. Sin
embargo, desde el campo literario, vamos a encontrar una sucesión de teorías
literarias que cambian la perspectiva de lo que cada una entiende por este acto
creador.
Tomo el creacionismo, que como muchos
de ustedes sabrán, es una teoría estética de la poesía, ya que esta nominación
esta ligada al propósito de esta investigación.
Dice Vicente Huidobro que el
creacionismo ofreció el cuerpo de doctrinas más coherente y orgánico entre los
movimientos de vanguardia de principios del siglo XX en lengua castellana
“Renueva el lenguaje y los fines de la poesía tradicional – el culto a la
belleza y las exigencias de armonía estética – La nueva poesía desecha el uso
racional del lenguaje, la sintaxis lógica, la forma declamatoria y el legado
musical (rima, métrica, moldes estróficos) dando primacía al ejercicio
continuado de la imaginación, a las imágenes insólitas, al asintactismo, a la
nueva disposición tipográfica, a los efectos visuales, a una forma discontinua
y fragmentada que hace de la simultaneidad el principio constructivo esencial
(Hugo Verani)”.
Con El espejo de agua se inicia la experiencia creacionista del poeta
chileno. En el poema Arte poética
explica su concepción de la poesía. Cabe agregar que este poema iba acompañado
de una conferencia que leyó en Madrid en 1921 y que agregó en El creacionismo, que apareció
originalmente en francés, en el libro Manifestes
(Paris, 1925), de donde también procede Manifiestos
de manifiestos. El poema dice así:
Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El poeta es un pequeño Dios.
Vale decir que la poesía tiene que
darse en el poema, de nada vale nombrarla si el poema no es tal. La poesía
tiene una significación mágica. En todas las cosas hay una palabra interna, una
palabra latente y que está debajo de la palabra que las designa. Esa es la
palabra que debe descubrir el poeta.
El poeta crea fuera del mundo que
existe, es decir, el que debería existir. Porque el poeta cohabita con la
palabra. Hace cambiar de vida a las cosas de la naturaleza, saca con su red
todo aquello que se mueve en el caos de lo innombrado; porque la poesía es
energía, tiende hilos eléctricos entre las palabras y alumbra, de repente,
rincones desconocidos, y todo ese mundo estalla en fantasmas inesperados. Es lo
que hoy se llamaría (lejos de V.H.) poesía activa.
La poesía es el lenguaje de la Creación. Ya que toda
poesía válida tiende al último límite de la imaginación. En resumidas cuentas,
El Creacionismo (1912) no es una escuela, sino que es una teoría estética. Un
pensamiento tan vivo que, como el espíritu de una planta o de un animal, tiene
una arquitectura propia, adorna la naturaleza con una cosa nueva.
Según V.H. la primera condición del
poeta es crear; la segunda crear y la tercera crear. José Ingenieros y los filósofos alemanes le
dijeron que su hipótesis es hermosa pero irrealizable. A lo que él respondió:
“Si el hombre ha sometido para sí a los tres reinos: vegetal, animal y mineral
¿Por qué razón no podrá agregar a los reinos del universo su propio reino, el
reino de sus creaciones?
Un poema creado es un poema en el que
cada parte constitutiva, y todo el conjunto, muestra un hecho nuevo,
independiente del mundo externo, desligado de cualquier otra realidad que no
sea la propia, pues toma su puesto en el mundo como un fenómeno singular;
aparte y diferente a los demás fenómenos.
<> Sintetiza
así, diciendo que un poeta debe decir aquellas cosas que nunca se dirían sin
él.
El poema creacionista se compone de
imágenes creadas; no escatima ningún elemento de la poesía tradicional, salvo
que en él dichos elementos son íntegramente inventados, sin preocuparse en
absoluto de la realidad ni de la veracidad anterior al acto de realización. Por
ejemplo:
El océano se
deshace
Agitado por el
viento de los pescadores que silban
En su libro Horizonte cuadrado, condensa la esencia de sus principios:
1.
Humanizar
las cosas.
2.
Lo
vago se precisa.
3.
Lo
abstracto se hace concreto y lo concreto abstracto.
4.
Lo
que es demasiado poético para ser creado se transforma en algo creado al
cambiar su valor usual, ya que si el horizonte era poético en sí, si el
horizonte era poesía en la vida al calificársele de cuadrado acaba siendo
poesía en el arte. De poesía muerta pasa a ser poesía viva.
Siguiendo esta idea V.H. dice “hacer
un poema como la naturaleza hace un árbol”. Porque “el arte es una cosa y la
naturaleza otra”. Los creacionistas han sido los primeros poetas que han
aportado al arte el poema inventado en todas sus partes por el autor.
A partir de aquí sería pertinente
situar qué entendemos por creación en el psicoanálisis. Y también preguntarnos
¿de quién es la creación? ¿del analista, del analizante, o del dispositivo como
agente que permite esa operación? Porque Lacan dice “yo soy un poema” no dice
“soy un poeta”. Y Jacques-Alain Miller nos impulsa a “un esfuerzo de poesía”. El
concepto que más parece acercarse a explicar algo del orden de la creación en
psicoanálisis es el de sublimación: elevar un objeto a la dignidad de la cosa.
Sin embargo no considero que esta afirmación alcance para explicar el complejo
proceso del devenir pulsional. Lo que se produce como estético no es
interpretable; dejemos para otros la búsqueda de sentido porque no se trata de
eso para nosotros.
Con Joyce ejemplifica Lacan el saber
hacer con su sinthome. Pero Joyce no necesitó de un analista para hacerlo. Entonces
¿por qué suponemos que hay aquí resonancias fecundas para nuestra tarea?
Son todas estas las preguntas que dejo
abiertas para el debate y para continuar esta investigación.
Alicia Marta Dellepiane
Presentado en la jornada del 20 de noviembre de 2010 en AIAP
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