Diván francés
de Silvia López
Diván
francés, el título, invita al lector, con
delicadeza, a recostarse en la lectura, a seguir la deriva de esos hermanos que
juegan con el enigma de ese nudo de sus vidas en común transcurridas en la
trama de una familia que parece disolverse en las disonancias de sus voces.
“Todo lo que hay alrededor del diván francés parece alejarse, todo excepto el
psicoanalista y sus variadas formas: el brujo en su castillo, el clarividente,
el organizador de cónclaves secretos, el matemático interesado en resolver los
síntomas como si fueran teoremas. Lemonnier sostiene su presencia; se levanta
del sillón, abandona el escritorio, el confort de sus papeles, va hacia la
puerta, se apoya contra el marco, convertido en fiel cariátide. Pero de pronto
vuelve a su forma terrena y la acompaña, comparte con Rosario los once pasos
que hacen falta para llegar al final del corredor. En el trayecto nada ocurre,
ninguna revelación cegadora ni repentina, ninguna hipótesis nueva, ningún rayo
iluminante. Sin embargo toda la historia de Rosario está ahí, clara, palpable,
más concentrada que ayer. Clara y palpable, como si fuera importante, como si
fuera una respuesta a la pregunta que no se puede formular"
¿Por
dónde se sale? Silvia
López crea una novela destacable donde la figura del
analista, discreta y decisiva, puntualiza como al descuido las marcas de una
vida.
En una
prosa que evoca al lector la escritura de Silvina Ocampo y el estilo de una
novela de iniciación, con la intensidad de La campana de cristal de
Sylvia Plath. Aunque ésta es otra historia.
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