DESCARTES. El análisis en la cultura N°14 (diciembre 1995). Sumario y Editorial. FRD#30años

DESCARTES. El análisis en la cultura. N° 14. Diciembre 1995.


Director: Germán L. García
Consejo de dirección: Guillermo Belaga, Graciela Avram, Luis Varela, Miriam Chorne, Graciela Musachi, Jorge Alemán, Marcelo Izaguirre.
Traducción: Valeria Mendizabal, Déborah Fleischer, Azucena Matarazzo, Daniela Rodríguez de Escobar
Difusión: Adriana Testa, Coral Mora, Alicia Alonso, Daniel Lascano
Corresponsales: Miquel Bassols (Barcelona), Marco A. Mauas (Israel), Mercedes de Francisco (Madrid), Josefina Ayerza (Nueva York), Diana Kamienny y Hugo Freda (París), Marcela Antelo y Antonio Quinet (Brasil)
Corrección: Fernando García


SUMARIO


Presentación  

ANUDACIONES  
Interpretación y verdad - Erie Laurent
Anatomía analítica - Genevieve Morel  
El síntoma - Colette Soler  
El fin de la identificación - Ana Ruth Najles  

SABERES  
Los tres lectores del psicoanálisis — Jorge Baños Orellana  
¿Pesimismo freudiano? - Graciela Musachi
El sueño cartesiano de la matematización - Luis Varela  
Tiempo y modalidad - Jesús A. Zeballos
El Midrash, su interpretación - Eugenia Fridman Dimerman

MALESTARES  
Umberto Eco, la pasión del conocimiento - Eduardo P. Giordanino  
Fernando Pessoa: ser o escribir - Marcelo Casarín  

POSICIONES  
Presencia de Jorge Alemán - Germán L. Garcia  
Françoise Sagan: El último mundo nuevo - Alexandre Kojeve  
Proust palimpsesto - Gérard Genette
BIBLIOTECA
Comentarios sobre trabajos de Nelly Feuerhahn, Marie Christine Hamon, Silvia E. Tendlarz, Elisabeth Saporiti, Fernando García, Roland Dumas, Marie Pierre de Cossé Brissac, Françoise Giroud, Déborah Fleischer, Jacques Lacan, Jacques—Alain Miller, Eric Laurent, Jorge Yunis y otros.





EDITORIAL


PRESENTACIÓN

No salimos porque ya nos creemos fuera. Si nos supiéramos encerrados, por lo menos tendríamos ganas de salir.
A. GIDE (Paludes)

Hace diez años, cuando empezó la publicación de la revista Descartes, nuestra ciudad despertaba de una pesadilla y entraba en el sueño de angustia que condujo a la disolución de la moneda, a la transformación en mensaje del silencio nocturno de los asesinatos anteriores, a la instauración de la “reserva moral” de una crueldad sentimental.
Entonces publicamos la Carta sobre el estatuto del psicoanalista, de Jacques-Alain Miller (con el tiempo, Descartes se convirtió en la única revista de nuestro campo que jamás publicó algo de Jacques Lacan).
Pero también se publicaron trabajos sobre el peronismo, los derechos humanos, el trinitarismo español, el lugar de las utopías.
En la presentación del primer número se puede leer: “Descartes es una decisión que al mismo momento de preguntar responde a una contingencia: la actualidad del psicoanálisis en nuestro país y en nuestra lengua, su anudación con países de otras lenguas”.
Tampoco faltó a la cita Macedonio Fernández con su advertencia de que no toda es vigilia la de los ojos abiertos, ni Jorge Luis Borges con la ironía de que Victoria Ocampo nunca pudo hacer una revista porque admiraba a todo el mundo y le salían antologías de notables.
Descartes, entre el activismo y el fatalismo del momento, trató de recordar la diferencia entre significado en la historia y significado de la historia, a partir de la función ordinal del sufrimiento que convierte en síntoma a cualquier “ingeniería social” —la expesión es de K. Popper—.
Diez años después, la difusión de la cultura de la autorrealización de los norteamericanos se disputa la función del ideal con la cultura europea de la responsabilidad. De un lado se generaliza la noción de adicto como compulsión que entra en cortocircuito con el relato del yo autónomo (no puedo hacerlo / no puedo dejar de hacerlo), del otro se responde con diferentes tesis a las tres preguntas de Kant (con una moralina tediosa que intenta soldar las pulsiones y la sexualidad).
El hacer, el conocer y el esperar —aludidos y eludidos en cada ocasión— ordena las diferentes tácticas, estrategias y políticas.
Hacer instituciones que interpreten lo que está en juego, conocer la lógica colectiva de las decisiones y esperar —sin temor y sin esperanza— lo que se desea, sería mostrar de hecho nuestra simpatía con Spinoza, sin olvidar la lección de Sade cuando Jacques Lacan lo confronta con Kant.
Varias de las revistas que eran nombradas en la presentación del primer número de Descartes ya no existen y en su lugar muchas otras proliferaron, tanto en castellano como en otras lenguas. El lugar de esta revista, entonces, ha cambiado. Y ella también tendrá que cambiar.
En 1937 nuestro país rindió homenaje al aniversario de la aparición del Discurso del Método —habían pasado 300 años.
En 1996 la Fundación Descarles realizará un encuentro internacional para recordar los 400 años del nacimiento de René Descartes: es nuestra manera de hacerle cosquilla a la certeza de Hegel, que apenas si podía aceptar nuestra existencia en el lenguaje y nos condenaba a estar fuera del discurso.
El reciente libro de Horacio González sobre Macedonio Fernández —un verdadero fuera de discurso— muestra la seriedad de alguien que intentó ser un cómico, el amor y la amistad de un solitario.
¿Acaso aquel del dicho al hecho ignoraba el sentido que está en juego en la decisión de no callarse cuando es el caso, para guardar silencio en la ocasión?: “Antes de hacer hablar a los hechos es conveniente reconocer las condiciones de sentido que nos los dan por tales. Por eso pienso que la consigna de regresar a Descartes no estaría de más.” (J. Lacan, Escritos, T. 1, pág. 153.) A nuestra manera, es lo que hacemos, en una perspectiva transpolítica.
Germán García
Buenos Aires, diciembre de 1995

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