Carta a Ch.G (La pretensión universal de los protocolos: angustia y sintomatización).*



1. Quiet revolutionary Aaron Beck
Evocando, con un aparente oxímoron, los dos quiet de John Ford (The quiet american y The quiet man), un resumen del perfil de Aaron Beck publicado por The
American Scholar lo define como un revolucionario tranquilo. No porque haya creado “el tratamiento psicológico más ampliamente usado y más influyente en el mundo” (la Terapia cognitivo-comportamental-TCC), sino porque desde el comienzo “probó científicamente la efectividad y principios de su tratamiento que ha ido cambiando y desarrollando de acuerdo a una base de investigación sólida”. Una vez dichas las palabras encantatorias (prueba científica y efectividad global) se muestra su distancia con las terapias de inspiración freudiana y es sabido que Beck se desencantó del psicoanálisis mientras reunía evidencias experimentales de elementos de “hostilidad contra sí mismo” en la depresión y que no encontró esas evidencias; fue cuando abandonó el psicoanálisis, escribió su primer libro sobre la depresión e inventó un método con ciertas similitudes al de la Terapia racional emotiva de Albert Ellis (otro desencantado del psicoanálisis según Karen Horney). Se asegura que las ideas pueden ser expuestas, puestas a prueba y se espera que muchas de ellas se desplomen ante los datos racionales pues son disfuncionales y producto de distorsiones cognitivas. Se tratará, entonces, de realizar experiencias correctoras para desarrollar estructuras de significado (cognitivas) funcionales ya que la mente tiende a la búsqueda del orden, la clasificación y el significado de la experiencia y continuamente selecciona información para confirmar esos patrones de clasificación previos.

De este modo, Beck, Ellis y otros alimentaron el que sería el paradigma de los 90: la Medicina basada en la evidencia (EBM), especialmente Beck con su manual La terapia de la depresión (1979) donde la exigencia de transparencia del paradigma cubre toda la experiencia. Veamos:
- Protocolización del proceso terapéutico en 3 fases:1) Conceptualización del proceso y la observación (dividido en 3 subitems), 2) Generación del alternativas 3) Mantenimiento, generalización y prevención de recaídas.
- Métodos generales de evaluación: 1) Historia clínica (cognitivo-conductual), 2) autoregistros (situación y acontecimientos, estado emocional, grado de creencia del pensamiento automático, conducta y resultado, cambio de pensamiento automático, cambio de conducta y cambio de estado emocional): 3) cuestionario de creencias disfuncionales, grado de acuerdo.
- Programación de sesiones: estructura típica: 1) fase inicial (5 items) 2) fase de desarrollo (3 items), 3) fase Terminal (2 items)
En otra ocasión había propuesto leer TCC así: Tásese.

El mismo que nos había hablado del revolucionario tranquilo, nos relata que, dado que los servicios de salud en los USA habían decidido pagar sólo por tratamientos del paradigma EBM, las TCC se convirtieron en el tratamiento de elección y otras terapias fueron discontinuadas por no atenerse a dicho paradigma. Nuestro amigo agrega “Como resultado de esto, los críticos han argumentado que las TCC han sido forjadas para satisfacer a la economía más que a la naturaleza humana”.
No presentaremos pruebas sino que citaremos la confesión de parte, el mismísimo Aaron Beck, quien junto con Fred Wright, Corey Newman y Bruce Ciese en Terapia cognitiva de la drogodependencia. Manual para entrenamiento, asegura: “Hemos escrito este libro como respuesta a la necesidad creciente de formular y probar tratamientos rentables (costo-beneficio) para los trastornos por abuso de sustancias”
Aquí creo que conviene leer TCC según Germán García: Tu conveniencia cuenta, ya que esta revolución es, como todas, de las que vuelven al punto de partida.

2. “Quizás el asunto es un poco demasiado evidente”
No hay que ser tan sagaz como Dupin, el detective de “La carta robada”, para estar de acuerdo con ésta, su afirmación. Sabemos que el Prefecto de policía había revisado todo. ”La quincuagésima parte de una línea no puede escapársenos”, había dicho y el mismo Dupin reconocía que las medidas se acercaban a la “perfección absoluta”.
Pero….pero Dupin había agregado que su defecto consistía en que eran “inaplicables al caso y al hombre” y que terminan siendo, para el Prefecto, “una especie de lecho de Procusto al que adapta forzadamente sus designios” ¿El resultado, en palabras del Prefecto? “Un caso excesivamente singular (…) que nos confunde”. Es que, nos aclara el irónico relator, el Prefecto llama singular a todo lo que está fuera de su comprensión y vivía, por consiguiente, “rodeado de una absoluta legión de singularidades”.
Recordemos el análisis de Lacan. En el cuento de la policía su verosimilitud juega con la garantía de exactitud y se pasa a la verdad del cuento cuando lo evidente de la verdad es que se esconde. Si la policía cree que su cuadrícula no permite la ocultación es por su imbecilidad. Una imbecilidad que no es de “especie individual, ni corporativa (sino que) es de origen subjetivo”.Es la imbecilidad realista del amo que no sabe nada de que lo que está escondido es lo que puede faltar en su lugar porque existe lo simbólico y que lo que no cambia de lugar es lo real que “lo lleva pegado a la suela sin conocer nada que pueda exiliarlo de él.”. La carta tiene un trayecto que le es propio y, por lo tanto, singular, “signo de contradicción y de escándalo” como el sujeto que habla.
Si el cuento de Poe sirve para parodiar la falsa ciencia TCC es porque, para Lacan, Poe a su vez, parodia el discurso analítico lo que permite “obtener el efecto que nosotros preferiríamos”.

3. Máquinas de pensar.
Poe ha sido para Lacan “un buen precursor” de las investigaciones de estrategia combinatoria que renovarían la ciencia en el siglo XX, investigaciones de las que Lacan ha usufructuado, precisamente, en el análisis del automatismo de repetición que realiza en su Seminario sobre “La carta robada”. Agreguemos que la carta termina siendo, en este mismo seminario, “como un inmenso cuerpo de mujer”. Dejemos esta inmensidad para otra ocasión.
Lo que nos interesa es el efecto de cualquier máquina de pensar sobre el sujeto. Es el caso de los efectos de la máquina TCC que diseca, como lo señaló Miller, a la persona en elementos insignificantes y pretende recomponerlos y rehacerlos para compararlos o lo hace entrar en un aparato de escritura, el cuestionario, haciendo de su palabra una cadena significante unívoca y típica.
¿Cuáles son sus efectos? El primero está registrado en una infidencia de Lacan en el mencionado Seminario cuando relata que, al sugerir (no sin cierta malicia) a sus alumnos que una moderna máquina de calcular podría descifrar la frase inconciente del sujeto y así ganarle en el juego de par e impar, el efecto fue no sólo de desaliento sino de angustia. Si el sujeto fuera alcanzado por la máquina no quedaría ningún lugar para su verdad, surgimiento de la angustia.
Si no es la angustia es el pasaje al acto. Un sujeto ya no angustiado sino desafiante: ni búsqueda de orden, ni clasificación como querría Beck.
El sujeto abandonado a sí mismo en el protocolo (dado que el único interés del Otro son sus funciones cognitivas) se encuentra en el hallazgo del título de Eric Laurent (Lost in cognition). Y también se pierde el tasador en la impotencia con la consiguiente desconfianza, desencanto y resistencia que ya condenan a toda la EBM.
Miller ha hecho notar que estas máquinas de pensar pueden contar con la obediencia y docilidad de la obsesión pero no con la histeria que quiere resguardar su inmensidad a toda costa (Su objeción al amo se articula: “allí no quiero entrar”, “no quiero saber nada de eso”). De este modo, el síntoma no sólo se desplaza (y por esta razón requiere del Tásese periódicos mantenimientos) sino que prolifera a sus anchas ya que su visión puntualista del síntoma –caduca ya a mediados del siglo pasado- es una falacia largamente demostrada pues una intervención específica no necesariamente conduce a un resultado en el mismo lugar (delicias de lalengua que no interesan a los cognitivos-comportamentales).

4. Do you Say no more?
¿Cómo responderá el sujeto que ahora se embandera con las TCC? ¿Cambiarán sus creencias sobre lo fuerte que cree que puede ser el craving (el impulso irresistible que lo lleva hacia la droga) y sobre la probabilidad de que use drogas en esa situación? Sus fans se dividen clamando que el músico resiste pero que el sujeto es un zombie que ya se presta a ser ridiculizado por sus imitadores o acusado de haberse entregado “al sistema”. He aquí el signo de contradicción y de escándalo.
Tu conveniencia cuenta, le diremos y el biendecir existe. Entonces, le diremos también que es posible que sus letras lleguen a ese destino de biendecir.



Graciela Musachi


*Presentación en el 4to.Encuentro americano del Campo Freudiano Noviembre 2009.

2 comentarios:

Carolina Say dijo...

En sus últimos y recientes recitales -17 y 19 de marzo- Charly García presentó un tema nuevo de esta manera:
"Voy a presentarles un tema nuevo que se llama: La medicina del amor o la medicina del doctor"... aplausos y gritos fueron las respuestas del público, mientras que él, tras un breve silencio y ya con las manos al piano, agregó: "la mía es la música".

El tema dice:
"Y aunque no pierdo la esperanza,
A veces con vivir no alcanza,
voy a tomar un poquito más,
de aquella medicina del doctor."

Y hacia el final: "Y si alguien viene a sonreir, yo le diré por qué sufrir."

El texto de Musachi, y después el nuevo tema que presentó en su recital Charly, me hicieron pensar dos cosas: la letra del nuevo tema musical muestra la forma irónica con la que el cantante se refiere a su estado actual. "La ironía es del sujeto y va contra el Otro. ¿Qué dice la ironía? Dice que el Otro no existe, que el lazo social es, en el fondo, una estafa", dice Jacques-Alain Miller en "Ironía".
El hombre de bigote bicolor parece reirse del doctor, y más aún de sí mismo y la docilidad con que toma las pastillitas que aquel le receta.
A partir de esto, como segunda cuestión, aun "tasado" por una terapia que parece anularlo y quitarle sus habilidades, el sujeto es responsable tanto de su imbecilidad como de la posibilidad de una nueva invención, ya que ésta irá de la mano de su relación al lenguaje -se componga éste de letras o notas musicales-. Algo más dice este tipo cuando, a pesar de cantar "voy a tomar la medicina del doctor", confiesa al público que su medicina es la música.

So, Ch. García, do you say no more o do you say-bien something more?

Y queda para otra ocasión el tema del amor...

Anónimo dijo...

Aun capturado y tasado por la farmacología científica, ¿es responsable el sujeto? (Y me refiero a otra responsabilidad que la del Derecho).
Miranda Hobbes