El
último libro de Germán García de próxima aparición en UNSAM EDITA.
Anticipamos
la presentación escrita por Damasia Amadeo de Freda.
Prólogo
El
libro
“Todos
los libros el libro”, tal podría haber sido el título de Ensayos y errores.
Derivas analíticas del siglo.
Para
empezar, comenzaremos diciendo que Germán García es psicoanalista y también
escritor; que ha publicado más de veinte libros, entre los cuales se encuentran
títulos de psicoanálisis así como obras de literatura.
En
segundo lugar, sabemos también que el libro es en sí mismo un objeto precioso
para el autor; basta con conocer, aunque más no sea de oídas, la extensión
de sus bibliotecas.
Pero
si nos inspira comenzar el prólogo con esta osadía, no es tanto por lo que
acabamos de enumerar como sí por estimar que es dentro de este libro donde se
encuentran todos los libros. Y si no son todos, lo que es indudable es que sí
son muchos; porque, en principio lo que es seguro, es que es enorme el número
de referencias que contiene.
Pero
no por esto que decimos consideramos que este libro sea un compilado de
referencias, mucho menos un libro académico, así como tampoco que se trate de
un libro dirigido a la Academia. Pero entonces, ¿qué es? Es difícil decirlo. Y
es difícil decirlo porque es difícil saberlo; porque tampoco es éste un libro
simple, no es un libro cuya lectura sea fácil, lo cual nos lleva a
interrogarnos sobre su lector, es decir, sobre a quién está dirigido.
El
lector
Un
libro puede estar dirigido al gran público; esto es, no requerir de aquellos
que lo lean un conocimiento en profundidad del tema que se va a tratar.
También, como decíamos más arriba, un libro puede tener un corte académico, y
entonces su público será el de la Universidad. Otra posibilidad es que un libro
trate una especialidad, y por lo tanto podrá dirigirse o bien al ámbito
científico, o bien a un público considerado cuanto menos competente en el tema.
Ahora
bien, un libro puede también estar dirigido a una elite intelectual; pero
entonces ese campo ya no es tan sencillo de delimitar. No obstante la
dificultad para circunscribirlo, juzgamos que tal es el ámbito al cual este
libro se dirige.
¿Qué
entendemos nosotros por una elite intelectual? Entendemos que se trata de un
público Ilustrado, de un público cuyos intereses, lecturas, curiosidades no se
restringen al ámbito de la “especialidad”. Ese es el lector que imaginamos
interesado en la lectura de este libro. Un lector que bien puede no haber leído
todas las referencias que contiene, un lector al cual tampoco se le exige que
conozca a los autores de dichas referencias. Creemos que se trata de otra cosa.
Imaginamos y aspiramos a que se trata de un lector que se dejará llevar por
esas referencias, que se entusiasmará en la lectura, justamente por la
introducción de esas referencias. Ahora bien, ¿a título de qué el autor utiliza
entonces las referencias? Para responder a esta pregunta, pasemos a adentrarnos
en el contenido del libro.
Diálogo,
ironía, erudición
Ensayos
y errores está compuesto de diez textos, de los que en
principio podríamos decir que son independientes. De hecho, cada uno se sitúa
en un contexto determinado y tiene una fecha de presentación diferente. Sin
embargo, la lectura demostrará que todos están de algún modo enlazados; y lo
están, en principio, por las referencias que se retoman, se cruzan y se vuelven
a encontrar para dilucidar el tema del que se trate en cada ocasión.
El
libro comienza introduciendo algo así como un oxímoron: el olvido memorable.
Entonces
aparece Freud y el psicoanálisis, y comienza así un diálogo con la Historia, la
filosofía y la ciencia, de la mano de Weinrich, Popper y Khun, para nombrar
algunos. Y es de ese diálogo que surgen hallazgos como “el recuerdo del
presente” o “el recuerdo simultáneo a la percepción”.
Así
empieza este coloquio de autores, el cual se acentúa todavía más en el segundo
texto. Éste, verdadero homenaje a Kojève, es también el prólogo a una de sus
biografías.
No
deseamos hacer la lista de las referencias a las que el autor echa mano en este
texto, pero sí transmitir la idea que nos da, aunque más no sea por su número, de
hasta dónde llega su erudición. Distintos puntos de vista sobre el fin de la
Historia debaten los autores convocados; desde la animalidad americana hasta el
esnobismo japonés. Entre otros, desfilan Virno, Strauss, Derrida, Heidegger,
Agamben y Lacan. Y entonces, es el logos y es el silencio, y es el destino de
la humanidad. Es también la idea del tiempo y su incidencia en la noción de
autoridad. Pero también se trata del arte de escribir, y entonces ahí parecen
confundirse y fundirse en uno solo el emperador Juliano, Kojève y García.
Porque el arte de escribir de aquel al que cada uno se remite, encuentra
también aquí realizada su aspiración: escribir de manera tal que el mensaje que
se quiere hacer pasar esté cifrado, con lo cual solo pueda ser comprendido por
aquellos que puedan leerlo. Ironías del destino o delicias de lo escrito, lo
que Kojève refiere de Juliano, García lo encuentra en Kojève y nosotros en este
libro.
Y
cuando de ironías se trata, nada como el texto sobre las TCC y sus terapias milagrosas.
Milagro de las neurociencias, cuyas ramas se elevan hasta las bases
neurológicas de la religiosidad. Y entonces es San Pablo y la epilepsia, y es el
milagro de la diferencia genética de ateos y creyentes, confirmado por canciones
infantiles y por salmos religiosos. Y de ahí no hay más que un paso hacia el
bendito síndrome de déficit de atención en los niños, y entonces es el milagro
de la ritalina mezclado en buenas dosis con cognitivismo y terapia
comportamental.
De
los niños llegamos al adolescente y a su Sturm und Drang. Y entonces es
Freud adolescente y es Joyce con su retrato del artista autorrevelador; es
Wedekind y su despertar dramático a la primavera y es la risa alegre de
Aristófanes; es Shakespeare y la tragedia joven por amor y es Lacan y lo real
del sexo; pero es también el “tormento” y el “empuje” del extravío adolescente actual
reflejado en el fracaso escolar, las adicciones, la delincuencia y la revuelta
juvenil… Y es el eterno erotismo de la juventud.
Política,
gusto, rigor
Apuntar
al pasado con vistas al porvenir, tal es uno de los objetivos del análisis. Germán García interroga en los siguientes textos la
formación del analista y la situación del psicoanálisis actual. No teme
dialogar con la Iglesia ni con la Universidad. Reencontramos en esos textos la
idea del analista laico, el cual no se confunde con la ausencia de formación
intelectual (basta con leer este libro). Nuevamente aparecen Kojève, Strauss y
Lacan para interrogar con ellos una política del psicoanálisis para el futuro
próximo. García recurre a Kant y a Sade y no olvida el avance de las terapias
cognitivo-comportamentales. Vuelve a Freud y a su razón Ilustrada y la
confronta con la enseñanza de Miller. Se pregunta qué hacer en una época en que
las reglas del juego ya no son las del siglo XX, y no olvida que el objeto a
está en el cenit social; retoma los discursos de Lacan del 68 y observa el
panorama social sin olvidar las metamorfosis sufridas en el tiempo respecto de
la noción de autoridad. El poder como fundamento de la política entra en
tensión con la política del síntoma para el psicoanálisis; verdad, plusvalía,
plus de goce y práctica sin valor, son algunos de los términos esenciales que
lo guían por estas páginas.
Pero
la política del psicoanálisis no se separa del gusto por el psicoanálisis. El
autor recuerda que no solo son resistencias las que el psicoanálisis produce en
la cultura, las cuales no son distintas de las resistencia que descubre el
análisis en cada uno; destaca el gusto que el psicoanálisis también produce en
la época: gusto de la cultura por el psicoanálisis y gusto de hablar de las
mujeres de aquella época en la que Freud, gracias a este gusto de ellas, se
interesó en lo que decían y creó el psicoanálisis. Pero también, el gusto de
Freud por la literatura y la poesía, mucho más que por cualquier sistema
filosófico; y el gusto del analizante transformado en analista, ya que en este
libro el pase también es un asunto de gusto. Del gusto pasamos al estilo,
tardío o no, que Lacan se adjudicó; y de ahí al “rigor psicótico” de
Wittgenstein vuelto a encontrar en el arte de Joyce: rigor, método y juego con
el lenguaje, que es lo mismo que descubre Freud. Y llegamos así al matema, a la
lógica y a las matemáticas; y desembocamos en Pierce y en la relación entre
psicoanálisis y ciencia, porque Germán García no olvida que aunque se continúe
hablando “lo real se escribe en silencio”.
El autor y el Witz
Luego de lo
expuesto en estas líneas, desearíamos dedicar unas últimas palabras a lo que
creemos es el lazo del autor a su texto. Entendemos que hay un lazo muy
estrecho, y creemos que el que lo refleja mejor es quizá el que trata sobre el Witz.
Si no es así, al menos entendemos que es el que más se acerca al espíritu del
autor en este libro. Porque, si uno de los efectos del Witz es el de
“encadenar la atención del oyente”, eso es algo que no va a suceder
espontáneamente aquí en una lectura rápida y precipitada. En cambio,
consideramos que si el lector logra descifrar el mensaje que le está dirigido a
todo aquel que pueda leerlo, ahí sí se encontrará con que el libro
“desconcierta e ilumina”, y se encontrará con “alegría” con que “desinhibe”,
así como podrá encontrarse también con que logra una “revuelta contra la
autoridad”, en el sentido de poder “liberarse de la presión que ella ejerce”.
Y,
para terminar, retomamos las palabras que Freud extrae de Nietzsche y que
nosotros recuperamos de este mismo texto para hacerlas nuestras y alentar a la
lectura del libro. Entonces, proponemos que cuando las palabras se
desplacen y tengamos la sensación de no entender nada, apostemos –como
Nietzsche, como Freud y como García- a que lo que ocurrirá con ese desplazamiento
es “la subversión de todos los valores”.
Buenos Aires,
octubre de 2014.
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