La causa en Aristóteles y el sujeto generalizado - Liliana Goya


Intervención sobre “La ciencia y la verdad” de Jacques Lacan

Quería atender dos puntos, que atrajeron mi interrogación en la lectura de ese texto que realizó Germán García a lo largo del año.
Creo que el eje de Lacan es la verdad como causa, y en este sentido, el primer punto a pensar fue la distinción entre las cuatro causas aristotélicas, donde Lacan ubica la magia, en la cual es claro que estamos en el campo de la causa eficiente (pág.850): “el saber se caracteriza en ella no sólo por quedar velado para el sujeto de la ciencia, sino por disimularse como tal, tanto en la tradición operatoria como en su acto. Es una condición de la magia.”
En cuanto a la religión, “el religioso le deja a Dios el cargo de la causa, pero con ello corta su propio acceso a la verdad. Así, se ve arrastrado a remitir a Dios la causa de su deseo, lo cual es propiamente el objeto del sacrificio.(…) El religioso instala aquí la verdad en un estatuto de culpabilidad” (pág.851). La causa en la religión es causa final, en el sentido tanto de revelación como de juicio final.
Respecto a la ciencia, tenemos la relación que hace Lacan con el Nombre-del-Padre, en tanto habla aquí de Verwerfung, diciendo que se trata de que “de la verdad como causa, no querría-saber-nada”. Entonces, “la incidencia de la verdad como causa en la ciencia debe reconocerse bajo el aspecto de causa formal” (pág.853). Aquí es donde me vi en la necesidad de recurrir a los escritos aristotélicos para entender algo.
Dice Aristóteles: “Evidentemente es preciso adquirir la ciencia de las causas primeras, puesto que decimos que se sabe, cuando creemos que se conoce la causa primera. Se distinguen 4 causas. La primera es la esencia, la forma propia de cada cosa, porque lo que hace que una cosa sea, está toda entera en la noción de aquello que ella es; la razón de ser primera es, por tanto, una causa y un principio. La segunda es la materia, el sujeto; la tercera el principio del movimiento; la cuarta, que corresponde a la precedente, es la causa final de las otras, el bien, porque es el fin de toda producción.”(pág.25, Metafísica.)
Si bien me parece que en el párrafo citado la esencia y la forma se confunden (recordemos que se trata de la Metafísica), por ello el traductor aclara que “He ousía kai tó tién eïnai” es invención de Aristóteles y designa el carácter distintivo del ser, lo que entra en la definición, la forma bajo la cual se concibe necesariamente cada objeto”.  En este punto me detuve para interrogar si acaso cuando la ciencia se define de este modo, en la forma de transmisión, dado que como afirma Lacan, en ella el saber se transmite, su lógica formal es la que impide que el sujeto aparezca. Según Lacan no es la única razón “sino que la forma lógica dada a ese saber incluye el modo de la comunicación como suturando al sujeto que implica” (pág.855).
Por último, haré mención para completar el cuadro, que el psicoanálisis acentúa a la verdad en su aspecto de causa material, referida como sabemos al significante.
El otro punto en el que me quise detener es una de las cosas que Lacan dice respecto a Lévi-Strauss: “concibe al budismo como una religión del sujeto generalizado, es decir que implica una diafragmatización de la verdad como causa, indefinidamente variable, en la que le hace a esa utopía el halago de verla concordar con el reino universal del marxismo en la sociedad” (pág.852).
En este punto, mi ayuda fue Octavio Paz (a quien recurrimos en el Equipo temático: El Zen y la función de la palabra) y un comentario llamado “El antropólogo ante Buda” (en “Los signos en rotación”), donde refiere que si el lenguaje es lo que permite la dialéctica en la historia y ésta forma parte de las relaciones de producción, el silencio es parte del lenguaje. Para Paz es casi el punto de llegada de toda reflexión respecto del lenguaje (ver “El arco y la lira”) y más aún de la poesía (recordemos que antes que ensayista es poeta). Allí refiere a las preguntas que el Buda no habría respondido y busca las razones y concluye diciendo que “el silencio en sí mismo es una respuesta”. “La esencia de la palabra es la relación, y de ahí que sea la cifra, la encarnación momentánea de todo lo que es relativo. Toda palabra engendra otra que la contradice, toda palabra es relación entre una afirmación y una negación. Relación es atar alteridades, no resolución de contradicciones. (…) El silencio del Buda (…) alude a otra cosa, a un más allá que está aquí. Dice Sunyata: todo está vacío porque todo está pleno, la palabra no es decir porque el único decir es el silencio (…) La negación del mundo implica una vuelta al mundo, el ascetismo es un regreso a los sentidos, Samsara es Nirvana, la realidad es la cifra adorable y terrible de la irrealidad, el instante no es la refutación sino la encarnación de la eternidad, el cuerpo no es una ventana al infinito: es el infinito mismo. Hemos reparado en que los sentidos son a un tiempo los emisores y los receptores de todo sentido ¿Reducir el mundo a la significación es tan absurdo como reducirlo a los sentidos. (…) No el saber del vacío: un saber vacío.”
Continuamos entonces intentando dilucidar la segunda parte del párrafo de Lacan “en la que le hace a esa utopía (entiendo que se refiere al budismo) el halago de verla concordar con el reino del marxismo en la sociedad”. Volveré luego a la primera.
Paz afirma que si Occidente hubiera tomado algo del budismo, quizá podría haber evitado los horrores de las guerras: “La afirmación del sentido histórico (Marx) culmina fatalmente en una negación del sentido (y cita a Lévi-Strauss): “entre la crítica marxista que libera al hombre de sus primeras cadenas y la crítica budista que consuma su liberación no hay oposición ni contradicción”. Así, Paz parece unir junto a Lévi-Strauss el budismo al marxismo, donde la liberación social del hombre sería posible a través, o mejor dicho, con la sabiduría del budismo, que predica que “el yo no existe”, que existe el “nosotros” como parte de un universo donde cada uno se capta en el otro, “aún en la mirada del gato”.
Ese instante donde los sentidos (la significación) se disuelven y que conocemos a través de los haikus, también paradójicamente lo encontré en un artículo de Ernesto Laclau “Sobre los nombres de Dios”: “Aparentemente es necesario concluir, con Dionisio Aeropagita, que “la causa de todo lo que es inteligible no es, ella misma, inteligible”. Esto prepara el camino para la vía mística, la vía negativa. Dios es: “No alma, no intelecto, No imaginación, opinión, razón y no comprensión” (pág. 53. de “Los fundamentos retóricos de la sociedad”).
No me detendré en las consideraciones de Laclau, sólo aclaro que su idea es que si Dios no posee los atributos comunes a los demás seres es porque su esencia es otra, por lo tanto los predicados no son verificables. También creo que es una lectura acorde al tema, puesto que sus reflexiones tienen que ver con el modo en que ha influido y las desviaciones que a su entender han acaecido en las teorías marxista y de izquierda y cómo la retórica influye políticamente en la sociedad (conceptos como representabilidad, metáfora, metonimia, hegemonía, etc.).
La equiparación con el conocido Tao me pareció notable: “El Tao que puede ser expresado, no es el Tao perpetuo. El nombre que puede ser nombrado, no es el nombre perpetuo. Sin nombre, es principio de Cielo y Tierra, y con nombre, madre de diez mil seres. El que habitualmente ve su concupiscencia, ve su maravilla. El habitualmente codicioso, no ve más que sus últimos reflejos.” (págs. 97-98. “Tao te King”).
Como ya lo he hecho en otros lugares, no haré las distinciones entre Taoísmo y budismo. Simplemente quería tomar algunos cruces para continuar pensando si el “sujeto generalizado” al que refiere Lacan en su escrito, aludiendo a Lévi-Strauss es ese ser que en la cosmología budista es uno que está en todos, dado que la misma esencia une a todos los seres del universo. “Implica una diafragmatización de la verdad como causa, indefinidamente variable”, lo entiendo en el sentido de: si el diafragma es lo que permite la entrada y salida (de aire, luz, etc.) quizá se trate en el budismo de esa verdad que siendo “indefinidamente variable” dependerá de cuánto de ella es aprehendido, en tanto se trata de una ignorancia que debe convertirse progresivamente en sabiduría de desapego. Desapego (del otro) y comunión (con el universo) no son incompatibles en el budismo.

La invitación a la discusión está hecha.

No hay comentarios.: