David Viñas o la lectura que falta.


Trato de llamar la atención sobre David Viñas en tanto narrador, por eso no hablaré del amigo ni del ensayista. Quiero subrayar el cambio que comienza con Cuerpo a cuerpo y quizá concluye con Tartabul (2006) donde el nombre del personaje “Tartabul” remite a un bufón que aparece en La bolsa de Julián Martel recitando discursos de Nicolás Avellaneda. La bolsa describe la fiesta financiera del gobierno de Juárez Celman, que termina en el derrumbe económico y en aumento de la deuda externa, lo que precipita la revolución de 1890. Tartabul, de David Viñas tiene un subtítulo: o los últimos argentinos del siglo XX. También se sitúa en una fiesta financiera que conduce al derrumbe de la economía, aunque aquí se habla también de otras fiestas que concluyeron en la desolación, el exilio y la muerte.

Este David Viñas, más inquietante que el ensayista polémico, como los precursores que lo acompañan, exige de los lectores algo que no se resuelve con el asentimiento y/o el rechazo. Por eso conviene referirse al “estilo tardío” de este escritor para quien la muerte estuvo presente de manera directa en su hija María Adelaida y su hijo Lorenzo, a quien le dedica estos “flashes”, lo que significa relámpagos, llamaradas, fogonazos y resplandores.

Sinopsis de lo que habló Germán García en el homenaje a David Viñas en la Inauguración de la 37ª Feria del libro.



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