Cuando se hizo un homenaje a Lacan le puse el título “Lacan saluda a Tristán Tzara”. Dice que a él no le interesa el surrealismo: “publiqué una sola vez para hacerlo rabiar a Andrés Bretón”, evoca los tiempos de dadá. A partir de ahí me interese por precisar mejor cuál era la diferencia entre el dadaísmo y el surrealismo. Hay más de lo que se cree y es notable que se siga con Lacan, el arte, esto y lo otro y se lo relacione siempre con el surrealismo. Todas las referencias que hay de Lacan, por ejemplo a Bretón son casi todas irónicas; hay una pelea de juventud atrás de eso. Lacan nunca hablaba al cielo, siempre le hablaba a alguien. Él dice “mi único maestro en psiquiatría es de Clérambault”, que era médico legista y había opinado sobre un loco que había matado a un psiquiatra diciendo que tendría que haber una ley que permitiera al psiquiatra matar a un loco cuando era peligroso. Bretón, que era médico y sabía un poco de psicoanálisis, lo había aprendido en el frente atendiendo, dice: por algo de Clérambault desarrolla sus cualidades en la policía de París, propongo una ley que permita a los locos matar a su psiquiatra apenas le sea posible. Esa burla le debe haber parecido de muy mal gusto a Lacan, estoy seguro, y creo que no se lo perdonó nunca. Lo interesante es ver que las cosas ocurren a través de personas, eso sí me parece una cosa increíble. Como decía Piglia, cualquiera escribe un soneto pero alguien inventó el soneto una vez. El genio fue el que inventó eso, un sistema de colocar las palabras, las asonancias, consonancia, etc. Hecho el sistema después se puede hacer. Cuando Lacan afirma que “lo dicho primero decreta, legisla, "aforiza", es oráculo, confiere al otro real su oscura autoridad” se refiere a eso. Su retorno a Freud que no fue por cariño ni por amor a la verdad, sino contradictorio y que llevó varios años, porque hasta el año 48 Lacan estaba intentando sacárselo de encima a Freud. Y por alguna extraña revelación, como la del camino de Damasco en San Pablo, en un momento Lacan retorna a Freud y escribe lo que yo creo el último gran manifiesto de la cultura europea, que es el Discurso de Roma.
Nosotros, desde hace dos años, hemos tomado ese texto como un elemento de reorganización del debate sobre Lacan, porque me parece que en el Discurso de Roma están todos los hilos que Lacan va desarrollar en muchos años. Va a tardar mucho hasta que esos hilos se terminen de cortar, hay ahí una especie de relámpago en donde, si uno toma esta perspectiva, se sorprende. Por ejemplo Lacan habla, como al pasar, de lo real, la estructura y la topología. Cosas, que parecerían, que Lacan inventó mucho después y que están ya puestas en ese texto. En el trabajo de Miller, lo que he ido siguiendo, en general tengo la costumbre de leer sus cosas cuando las encuentro, veo por un lado que él relee Freud de una manera. Los dos textos sobre el síntoma, por ejemplo, que son muy didácticos, muy buenos. Hay una relectura de Freud en Miller. Eso es bastante interesante para la gente a la que le gusta oponer distintos personajes. Hay también otra manera, subliminal, si uno puede decirlo así: los títulos de todos los programas que se hacen en este país han sido tomados de las puntualizaciones que hay arriba de cada clase de los seminarios; muchos ni saben que es un trabajo de Miller y no del texto de Lacan. Aunque se nieguen a leer Miller, como le ocurre todavía a muchos, lo están leyendo cuando leen en el orden que pone con sus items. Nada dice que no se pueda escribir otra cosa, pero como los items están bien puestos y parecen organizar de manera tal el texto, están muy bien hechos para dejar aprender. Lo que puede aprender cada uno es indecidible, eso lo sabemos; pregúntenle a cinco personas que salgan ahora de acá qué se dijo y no creo que dos digan lo mismo. Me parece que ese es el malentendido al que se refiere a Lacan. Como muchas personas de talento huyen de la peste como el aburrimiento, todo lo que sirva para no aburrirse a Miller. Por todas estas razones me pareció que era una muy buena idea hacer esos tres tomos. Y colocar el nombre “Coloquio Jaques-Alain Miller” es algo “provocativo” porque ustedes sabrán que mucha gente dice, y lo dicen en revistas, en cartas de lectores que es un lugar de la impunidad, que yo simulo hablar de Masotta para hablar de Miller, y es cierto. Es cierto porque de entrada pensé que eso era congruente con el hecho de que Miller haya echo una revista en Barcelona en el año `84 llamada Escansión y que en esa revista le haya pedido al secretario de Masotta una semblanza sobre Masotta, que había muerto 4 años antes, y publicado una clase de Masotta. Y también haya puesto en la introducción de la revista que los “Cuadernos Sigmund Freud” saco a la IPA el monopolio de las publicaciones de psicoanálisis. “Cuadernos Sigmund Freud”, inventado por Masotta. Me parece que estaba pensando lo de Caracas, entre millones de cosas; porque el que piensa políticamente nunca piensa una cosa unívoca, hablando del malentendido. Alguien me decía hace poco que Eric Laurent había cuestionado que hablaran de Masotta como fundador. Estoy de acuerdo, porque fui testigo de que Masotta trató de copiarse los estatutos de Lacan, que no los tenía a mano en el momento, y cuando se fue los encontró en la biblioteca y dijo: “uy! si lo hubiésemos encontrado antes lo podríamos haber traducido directamente”. Además el mismo hablo que estaba haciendo una parodia. ¿Que valor puede tener una parodia? Bueno eso es otra charla, otra discusión.
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