Marcelo Izaguirre, De aquí y de allá


De aquí y de allá decidí llamar a este trabajo, tomando el título de otro artículo cuyo autor espero que no se queje por plagio. Creo que la nominación es adecuada para la ocasión ya que se trata de cosas hechas aquí, de este lado del atlántico, de allí su nombre Conferencias Porteñas, dictadas por alguien que es de allá, del otro lado, en este caso francés. Excelente idea la realización de esta compilación, para cualquiera que se interese por los avatares del psicoanálisis lacaniano de los últimos treinta años en la Argentina (desde la primera a la última conferencia serían 28 años). No habrá que ir de revista en revista, o de libro en libro, para encontrar los artículos de las distintas intervenciones de Jacques – Alain Miller, tanto en esta zona del puerto, como en la docta, Mendoza o el norte. Con intervenciones en instituciones del Campo Freudiano o de la IPA. Desde el diálogo con Etchegoyen como presidente de la IPA hasta el intercambio con los estudiantes de la Facultad de Psicología.

Hubo quien, al leer que Freud citaba al chileno Greve en la historia del movimiento psicoanalítico, afirmó que si había uno debía haber algunos otros. Lo podemos aplicar a esta compilación, la responsable hace saber que ha habido otros, tanto en la recopilación como antes, lo que sin duda ha sido necesario para que se hayan dado estos intercambios entre aquí y allá.

El artículo objeto del plagio, de aquí y de allá, salió publicado en la revista de la Biblioteca Nacional, fundada por otro francés, Paul Groussac, en un número que se interroga si ¿Existe la filosofía argentina? Un pequeño desliz metonímico nos permitiría hacer otro número de la revista interrogando acerca de la existencia del psicoanálisis nacional. Eran cosas que se decían en Argentina antes de la instauración del lacanismo. Aun pasado un tiempo algunos no dejaron de aludir a un psicoanálisis nacional, defendiendo la excelencia de un clínico como Goldemberg a quien Jacques Lacan en la presentación de casos no le llegaba ni a los tobillos (esto lo afirma alguien que fue de aquí para allá en los años sesenta, concurrió al seminario de Lacan y en unos días va a contar en París, su experiencia de viaje de Buenos Aires a París. Quienes lo han invitado a contar su viaje por “translacania” supongo que no conocen esas declaraciones, y no creo que vaya a decir allá lo que deslizó en un reportaje aquí). En la presentación del artículo de la revista de la Biblioteca se dice que “La búsqueda de un estilo propio aparece como una preocupación central en las reflexiones que propone Germán García”, el autor del artículo, y se pregunta el presentador si “¿Es posible pensar la creación en América Latina o, por el contrario, estos paisajes están condenados a ser un efecto de la prolongación eurocentrista?” En el transcurso del artículo Germán destaca, desde el desinterés de Hegel por América Latina y señala que aquí hubo algunos como Echeverría que pensaban como el de allá; hasta la variación de Roudinesco, quien nos ubica como un reflejo de Europa; y señala García que hay alguno de allá, como Julian Marías para quien no existe la América Latina de Roudinesco sino la dura Hispanoamérica. También nos informa que el tema del espejo está anticipado en un inglés, Darwin, a quien Lacan eclipsó junto con Wallon y algunos otros 1.

En esa dialéctica entre lo que ha venido de allá para aquí y lo que ha ido de aquí para allá, encontramos en el número de la revista de la Biblioteca un artículo de León Rozitchner que parece responder, de manera afirmativa, al interrogante sobre la posibilidad de la existencia de una filosofía argentina, haciendo la apología de la lengua materna. Para ello pide que dejemos de pasar a nuestra lengua el modelo del Edipo griego que de poco y nada puede servir para explicar lo que sucede en estas tierras y en estos tiempos. “Todo el cristianismo y la metafísica occidental incluyendo al lacanismo, sienten horror ante la cosa materna” 2. El filósofo formado en Francia, del que se podría concluir que sólo deberíamos leer los mitos santiagueños de Canal Feijó, muestra que sus informantes no tienen las cosas tan claras, al afirmar que “Un lacaniano de primera fila, Eric Laurent se llama, frente a los nuevos síntomas que produce el neoliberalismo y los padres hechos mierda como “jefe” de familia, propone buscar una alianza con los representantes de la iglesia católica para que apoyen los derechos del padre”. En fin… no viene mal para filósofos como éstos esta compilación, quizá alguien podría actualizarlo un poco sobre diversos temas a partir de la lectura de varios artículos de este otro lacaniano de “primera fila” y de paso recomendarle un artículo de Eric Laurent del año 2002, “¿Qué autoridades para qué castigos?” (no obstante, el filósofo no deja de señalar, que el mito cristiano resulta mejor que el de Edipo para entender lo que sucede con nosotros, sorprendentemente podríamos decir, ya que no parece un mito argentino).

Aunque al filósofo le resulte absurdo que haya que repetir en lengua ajena lo que pensaron otros, y afirme que “el Ser se devela hablando en castellano” (que sería una delicia para los oídos de Jordán Bruno Genta); las relaciones entre argentinos y franceses es histórica. Para estar a la altura de los festejos del bicentenario podríamos recordar que antes de la existencia misma de la patria, poco antes de la época que Hegel se desentendía de esta parte del mundo, Belgrano traducía las Máximas del fisiocráta Quesnay y mantenía diálogo durante la segunda invasión inglesa, con el Brigadier Gral Craufurd, segundo de Whitelocke en las segundas invasiones inglesas, quien se dignó a mantener diálogo con él cuando lo escucha hablar en francés, relatado por el mismo Belgrano, según hace saber Manuel Fernández López en un artículo que escribió con motivo de otro Bicentenario, el de la Revolución Francesa y su recepción en la Argentina 3. Las incidencias francesas fueron importantes en esos tiempos, hace saber también Hugo Biagini citando a Sarmiento en otro artículo, al punto que “El ambiente que se observaba en la Buenos Aires de Rivadavia permitió aducir que hasta los europeos que arribaban allí creían encontrarse en medio de los salones parisinos. Todo ello llevaría a proclamar exultantemente: “Somos hijos de la Francia” 4. Estos artículos fueron recopilación de una actividad realizada en el mes de abril del año 1989 con motivo del bicentenario de la mencionada Revolución. El día correspondiente, el 14 de julio, Miller daba su conferencia de su Seminario sobre las lógicas de la vida amorosa, en este caso sobre la condición erótica en Rosseau, es el trabajo “Mi chica y yo”.

Para ir entrando específicamente en el tema que nos ocupa y luego de referirme a las palabras de los hombres, recurro a una mujer de allá, quien al escribir su historia sobre el psicoanálisis de Francia cita a Jacques Lacan: “La suerte dirá si queda mucho del futuro que está en las manos de aquellos a quienes he formado”. Estos tres tomos, que sabemos es sólo una parte de la importante producción de Miller, creo que da una respuesta a la tyche aludida. Y una respuesta clara de Miller encontramos en el diálogo mantenido en el año 1997 con Emilio Roca en la p. 316 del tomo tres: “Después había que apostar al futuro, es decir, que se reconozca como válida la transmisión de Lacan sin la presencia de Lacan.

El tiempo que abarcan estos tomos es tan amplio que dio lugar a que se desataran las pasiones del ser, y las posiciones fueron variando según el orden de esas pasiones. Eso ha llevado a que otra mujer, en este caso de aquí, haya podido decir al publicar su prueba de oposición en la Facultad de Psicología de acá, en el año 1985 (vale la aclaración ya que también hizo algo de ese orden por allá, en el año 1986), que las articulaciones de su trabajo se ordenan según los lineamientos y puntuaciones establecidos en la obra de Jacques Lacan por Jacques - Alain Miller y que deseaba subrayar cuánto debía de esa lectura a precisiones rigurosas y lúcidas de éste. Años más tarde esa misma mujer afirmó que “cree que los franceses nos odian” porque acá se leía más Lacan que en Francia. Miller se sorprendió, agregaba, por la lectura que ella tenía de los Escritos. Y hacía saber que la teoría kleiniana le resultó fundamental en su entendimiento de Lacan y para entender el objeto a sin caer en la imaginarización del mismo como le sucede a Miller. O sea, ahora la lectura rigurosa y lúcida se hacía desde aquí para los de allá. Si para disgusto de nuestro filósofo nacional, no dejaba de sostenerse el rigor en alguien de otra lengua, será bienvenida en su regazo al agregar que para su distanciamiento teórico de los errores “millerianos” le han servido los desarrollos de la escuela argentina.

En una de las entrevistas, en Córdoba en el año 1984, podemos leer que Miller destaca que con Lacan se trata del psicoanálisis freudiano en oposición a la ego psychology. Y para la misma época en la charla sobre la “Clínica psicoanalítica” afirmó que en su oposición a esa corriente Lacan se encontró con Melanie Klein y el objeto a tiene algo que ver con los desarrollos kleinianos y neo kleinianos. Ambos textos, del año 1984, fueron establecidos por la mujer de aquí que reconocía por entonces rigor y lucidez allá. En su charla en Mendoza Miller hizo saber la diferencia entre Freud y Klein, aunque señaló que el objeto a está en la línea de Abraham, Klein y Winnicott, y también afirmó: “La función del objeto a no se puede entender sino sobre el fondo de la castración”. O sea, se trata más de Freud que de Klein.

Bueno pasando del tema espacial “de aquí a allá”, haré algunas breves referencias al otro tema kantiano, el tiempo. Tomaré el texto “Investigación sobre la temporalidad del inconsciente”, situado en el apartado denominado lo real del inconsciente. Charla dictada pocos días antes de comenzar su curso en París, que comienza con una cierta vacilación, con más preguntas que respuestas, y en la que Miller señala que se dará su tiempo allá para trabajar el tema durante un año. Cuando se lee esta charla resulta inevitable ligarla a una pregunta del reportaje citado en 1997: ¿Y cuál es la línea que vamos a seguir? ¿La de “El inconsciente freudiano y el nuestro”, que es un capítulo del Seminario 11 de Lacan, o la línea de, si Lacan...entonces Freud, como el retorno a Freud?

Es una buena pregunta, responde Miller, ...para más adelante.

Pasado el tiempo comienza su charla aludiendo al sujeto supuesto saber pidiendo que no se caiga en la facilidad del entendimiento de esta expresión de Lacan a diferencia de otras. Se trata de disolver el sentido tanto del saber del analista como del analizante, lo que conduce a pensar el saber del lado del inconsciente y a pensar la relación del triángulo de la transferencia en el cual resulta más importante la relación del sujeto con el saber y plantea que la identificación es el modo que el sujeto elige para hacer trabajar el saber para obtener sus objetos. Por su parte el analista hará trabajar al sujeto en la separación de sus identificaciones. La transferencia es el punto que indica Miller que introduce una diferencia entre el inconsciente de Freud y el de Lacan. Es por la transferencia que se introduce la discontinuidad.

Dos de los conceptos trabajados en el seminario 11, inconsciente y transferencia son confrontados por Miller y si el primero se relaciona con lo simbólico la transferencia muestra la faz libidinal, pero no se puede pensar como una mera oposición entre lo simbólico e imaginario ya que, justamente, en el seminario 11 además de definir la transferencia como la realidad sexual del inconsciente, Lacan introduce una diferencia en la conceptualización del inconsciente: por un lado como saber en tanto la repetición significante impone cierta regularidad, por otro como sujeto que emerge en lo imprevisto. Esa emergencia del sujeto, implica considerar al inconsciente como sujeto y es distinto a tomar en cuenta a la repetición como elaboración de saber, lo que conduce a pensar una temporalidad diferente de la repetición. Definir el inconsciente como sujeto no como saber es definirlo no por la ley, no por la regularidad, sino por la causa, pero la causa tal como es presentada en el seminario 11 que no es otra que la que cojea, la de la hiancia entre el antecedente y el consecuente. Es lo que da lugar a que Etchegoyen señale la diferencia entre Lacan y la IPA, en tanto él ha separado la transferencia de la repetición. En dos puntos confronta Miller de manera contundente a Freud y Lacan. En tanto se privilegia la automaton (repetición) o la tyche (sujeto) se trata de restablecer la continuidad, que sería el caso de Freud o plantear el inconsciente como discontinuidad. Y como consecuencia de ello, en tanto se privilegia la discontinuidad, no se puede ontologizar el inconsciente, algo en lo que Freud habría caído al escribir una frase como “justificación de lo inconsciente”. Cuando se pretende realizar una clasificación estática el inconsciente no encuentra lugar, es del orden del querer ser, de lo no realizado. Es de orden óntico no ontológico. No hay que ontologizar el inconsciente. Miller dice que Lacan le responde a él. Efectivamente puede comprobarse eso si se abre la clase 3 del seminario 11. Así, si para Freud el inconsciente está fuera del tiempo, es indestructible, al punto que se le podría atribuir la frase de Borges en su Historia de la eternidad de que el estilo del deseo es la eternidad, para Lacan el inconsciente tiene una afinidad esencial con el tiempo.

Finalmente podría agregar un principio de la consideración del tiempo en el análisis, basado en la diferencia que establece Miller en la concepción del tiempo desde Aristóteles y los empiristas ingleses ligados a la sucesión y los idealistas (esto ya lo hace en los usos del lapso). Uno primero, otro después. Lo que de allí se desprende, dice Miller, es la idea del instante. Es una doctrina empirista del tiempo. Los idealistas, por el contrario tienen a priori conciencia del tiempo y luego se da la sucesión. Esas dos posiciones son confrontadas por Borges en su escrito “Una nueva refutación del tiempo” donde el empirismo de Hume es usado contra el idealismo. Y me parece que viene bien en relación con dos cuestiones: por un lado ilustra algo de la sesión analítica y por el otro, ligado al tiempo que abarcan estas Conferencias Porteñas, tiempo en el que como mencioné, ha habido lugar para el desencadenamiento de las pasiones del ser, de la dicha y la desdicha, del amor y del engaño y eso querría ligarlo con la respuesta de Miller cuando se lo interroga en 1984 (p.279 T. 3) acerca de lo que recoge la corriente lacaniana del psicoanálisis tradicional: niega que exista el psicoanálisis “tradicional”, sí existe el psicoanálisis de traición.

Cito el párrafo de la critica de Borges: “Niego, en un número elevado de casos, lo sucesivo; niego, en un número elevado de casos lo contemporáneo también. El amante que piensa Mientras yo estaba tan feliz, pensando en la fidelidad de mi amor, ella me engañaba, se engaña: si cada estado que vivimos es absoluto, esa felicidad no fue contemporánea de esa traición; el descubrimiento de esa traición, es un estado más, inapto para modificar a los ‘anteriores’, aunque no a su recuerdo”.



Referencias bibliográficas

1. García Germán: “De aquí y de allá” en La Biblioteca revista fundada por Paul Groussac, 2-3, Buenos Aires, invierno de 2005.

2. Rozitchner, León: “El ser se devela hablando en castellano ” en La Biblioteca revista fundada por Paul Groussac Nº 2 - 3, Buenos Aires, invierno de 2005.

3. Fernández López, Manuel: “La Revolución Francesa en el pensamiento y obra de Manuel Belgrano”, en Imagen y Recepción de la Revolución Francesa en la Argentina, Bicentenario de la Revolución Francesa (1789-1989), Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1990

4. Biagini Hugo E.: “Francofilia y contrarrevolución en la Argentina Decimonónica”, en Imagen y Recepción de la Revolución Francesa en la Argentina, Bicentenario de la Revolución Francesa (1789-1989), Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1990.

5. Miller Jacques – Alain: “Investigación sobre la temporalidad del inconsciente” en Conferencias Porteñas, de Jacques – Alain Miller desde Lacan, tomo 3 Paidós, Buenos Aires 2010.



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