Dirección: Germán L. García
Cosejo de dirección: Aníbal
Leserre, Graciela Musachi, Vicente Palomera (Barcelona), Miriam Chorne
(Madrid), Josefina Ayerza (Nueva York).
SUMARIO
Jacques Lacan en la Argentina / Germán García
ANUDACIONES
Psicosis, 1976 / Oscar Masotta
Psicosis infantil, institución y dispositivo analítico /
Aníbal Leserre
Algunas consideraciones sobre la posición del analista /
Hugo Freda
LA posición del analista frente a una vocación / David
Yemal
El acto sexual en la homosexualidad / Gerardo L. Maeso
El tabú de la fobia / Graciela Musachi
Recorrido sobre el cuerpo / Ernesto Sinatra
El momento oportuno / Miquel Bassols
MALESTARES
Ética del deseo y discurso sobre el Holocausto / Marco A.
Mauas
Algunas contribuciones al estudio de la prudencia /
Luis Recaséns Siches
Gombrowicz, un crimen premeditado / Germán García
Don Juan: seducción y desafío / Anne-Marie Mathiot
SABERES
Mijail Bajtin: diálogo y dialogismo / Paul de Man
Reflexiones acerca de la personalidad / Vera Gorali
Fantasmas de la crítica psicoanalítica / Alberto
Cardín
Examen de la doctrina de la necesidad / Charles S.
Peirce
IMPOSICIONES
Breve apunte sobre los sueños de Descartes / Alfonso
Reyes
Presentación de los cuatro conceptos / Jorge Alemán
El psicoanalista y su intitución / Colette Soler
EDITORIAL
JACQUES LACAN EN LA ARGENTINA
Gané sin duda. Puesto que hice escuchar lo que pensaba sobre el
inconsciente, principio de la práctica.
Jacques
Lacan (11-10-76)
Difusión
La difusión de Jacques Lacan en nuestro país atravesó las más contradictorias
circunstancias políticas, soportó los embates más dispares y también los
defensores más contradictorios. En cada caso la enseñanza de Jacques Lacan
recibió la connotación de sus receptores, de manera que el efecto de sus dichos no es independiente de los
efectos del decir que los sostuvo en
las diferentes ocasiones.
Los que nos encontramos con Oscar Masotta (1930/1979) conocemos los
inicios de la difusión de Jacques Lacan y las controversias que estuvieron en
juego de entrada: “Escandalizará tal vez —decía Oscar Masotta en la
presentación del primer congreso
lacaniono, octubre de 1969— nuestra falta de experiencia clínica: no la
ocultamos, pero en algunos de nosotros ya no existe, en otros es sólo
momentánea” (Cuadernos Sigmund Freud, N°1,
Ed. Nueva Visión, Bs. As. 1971).
Ahora, frente al quinto encuentro de la Fundación del Campo Freudiano
podemos recordar que Oscar Masotta dirigía en 1970 la Colección Campo Freudiano
de la Editorial Proteo. ¿Oscar Masotta es un lector de Jacques Lacan? Sí, pero además fue algo parecido a lo que
Jacques Lacan designaba como más uno. El
límite de su lectura se manifestó en el fracaso de la institución que fundó en
1974, así como en el desconcierto actual del sector que apoyó en la escisión de
1979.
Práctica y formación
Los paises que, como el nuestro, importan diversos saberes siguen una
secuencia inversa a la de los que producen esos mismos saberes. Se comienza por
la difusión, se continúa por la práctica y por último se plantean
los problemas de formación (en los paises donde esos saberes se producen la
difusión es el último paso).
El problema
de la práctica fue, entre nosotros, objeto de polémica y bandera de mercado.
Durante muchos años los practicantes respondieron con el silencio a las
críticas de los enseñantes, calificados a finales de los sesentas como
epistemólogos.
La cuestión de la práctica llevó a las discusiones sobre la formación —algunos se instalan en París como es el caso de Hugo Freda, David Yemal y también Juan D. Nasio que había prologado con Oscar Masotta una antología sobre “el psicoanálisis francés contemporaneo”—.
La cuestión de la práctica llevó a las discusiones sobre la formación —algunos se instalan en París como es el caso de Hugo Freda, David Yemal y también Juan D. Nasio que había prologado con Oscar Masotta una antología sobre “el psicoanálisis francés contemporaneo”—.
Es en ese
momento que Oscar Masotta inicia la secuencia de los viajes: el primero será el
de los Mannoni(s) en 1972 (véase Cuadernos Sigmund Freud, N
2/3, Ed. Nueva Visión, 1973) y los analistas oficiales asisten a una mesa
redonda con el matrimonio francés.
Diferentes
grupos responden con invitaciones a Serge Leclaire, André Green, etcétera. Desde entonces se produce la
táctica de la invitación como parte de la estrategia de la legitimación.
El primer
encuentro del Campo Freudiano, realizado en Caracas en 1980 con la asistencia
de Jacques Lacan, produce el efecto ilusorio de una autorización masiva de los
que fueron y una desautorización general de los ausentes. El segundo encuentro
en París mostró que las cosas no eran tan simples y el tercero en Buenos Aires
tuvo como consecuencia el desprendimiento de algunos grupos que en la
actualidad tienen la costumbre de llamarse lacanoamericanos (alusión a
una ocurrencia de Jacques Lacan, en aquel primer encuentro de 1980).
Los
diferentes grupos franceses caidos de la disolución de 1981 (véase
Jacques-Alain Miller: Escisión, excomunión, disolución, Ed.
Manantial, Bs. As. 1987) encuentran siempre un grupito de este lado del mar,
sombra chinesca donde retorna lo que se excluye de una importación organizada
por la búsqueda del prestigio de quienes se proponen como representantes y
mediadores de los discípulos de Jacques Lacan —en conflicto con otros que no
son Jacques Lacan por causalidad—.
Es
interesante constatar que en cada uno de los grupos se encuentra alguien que
pasó por aquella escuela fundada por Oscar Masotta, alguien que atravesó la
época de los exilios y los desaparecidos, alguién que quizás formó parte de lo
que se llamó “cultura de catacumba” y que ahora tiene la oportunidad de
impulsar en el Campo Freudiano la discusión de los problemas sin solución que
pasaron desapercibidos en medio de la atrocidad, la especulación vacía y el
silencio mortificado.
La difusión
que prosigue, la práctica que instaura, constata la formación que falta: el
analista y sus instituciones —título de la conferencia de Colette Soler que
publicamos— caen bajo el peso de lo que el psicoanálisis enuncia. Y no podría
ser de otra manera.
Oscar
Masotta, en el número de Cuadernos Sigmund Freud que
difunde lo producido en el primer encuentro que tuvo con los discípulos de
Jacques Lacan que conoció, eligió como emblema una frase de Héléne Cixous: “Tout
repose sur un contrat de solidarité qui repose sur un contrat de silence qui
repose sur un contrat d’ignorance qui repose sur un contrat de connaissance. C’est une
affaire humaine” (Portrait du Soleil).
Germán L. García
Buenos Aires, abril de
1988
No hay comentarios.:
Publicar un comentario